miércoles, 18 de abril de 2012


PODER CURATIVO  COMPARTIENDO EN EL AMOR
Una forma concreta de nutrir el amor a Dios es el diálogo mental y amoroso con El. Como conversas con un amigo, así puedes hablar con Dios. Si eres cristiano, te dejarás llevar por el Espíritu para que, a su impulso y en unión con Jesús, dialogues amorosamente con Dios Padre.
Es ideal que, durante 20 minutos por la mañana y 20 por la tarde, realices ese diálogo con el corazón más que con las palabras. De este modo te capacitas para dialogar mentalmente con Dios en medio de tus actividades cotidianas.
El diálogo de corazón a corazón con Dios es conocido como “oración profunda’, “oración contemplativa”, etc. En todas las grandes religiones se usa esta forma de orar. En el cristianismo, además del ejemplo de Jesús, tenemos varias modalidades:
“oración del corazón”, “la nube del no saber’, “la oración de recogimiento” (Sta. Teresa), “oración de atención amorosa” (San Juan de la Cruz), etc.
La medicina, especialmente a partir de la década de los 70, ha investigado los efectos fisiológicos y metabólicos de la “oración profunda”. Entre otras cosas, se ha comprobado que esta manera de orar —mediación, en el lenguaje médico—, incrementa la producción de endorfinas.
Por su estimulación del flujo de endorfinas y otros motivos, se incluye la meditación entre los métodos naturales de combatir el dolor. Por ejemplo, en la Clínica de Reducción del Estrés de la Universidad de Massachusetts, los pacientes con dolores crónicos aprenden a meditar con regularidad. Importante aún es que se desarrollan fuertes recursos internos que la gente desconocía”.
Entre esos recursos se encuentra, sobre todo, el amor. Por ser personas, poseemos la capacidad de amar. Pero no reconocemos esa capacidad como recurso. No aprovechamos su gran potencial para el cambio, el desarrollo, la creatividad, la comunicación con los demás, la salud y el bienestar, la plenitud humana, la unión con Dios.
El Dr. Herbert Benson, cardiólogo y profesor en la Universidad de Harvard, es uno de los más grandes estudiosos del impacto de la meditación en el cuerpo, en la mente, en el espíritu, en las relaciones humanas y en el trabajo. Pues bien, este médico recomienda que cada quien medite de acuerdo a su propia fe religiosa. Que el judío haga su meditación como judío, el católico como católico, el protestante como protestante el hindú como  hinduista, el musulmán como musulmán. Pues sólo de esta manera, de acuerdo a sus investigaciones. Podemos conseguir todos los variados beneficios de la meditación.
Al estudiar la meditación en las grandes religiones de la tierra, el Dr. Benson detectó cuatro elementos básicos:
LUGAR TRANQUILO
POSTURA COMODA
ACTITUD DE AMOROSA ACOGIDA
DEJAR PASAR LOS PENSAMIENTOS
De acuerdo a los evangelios, también Jesús seguía estos
cuatro pasos.
1) Se iba a ‘lugares solitarios para orar (Me 1,35; 6,46).
2) Al describir la oración de Jesús en el Huerto de los Oli vos, los evangelistas mencionan diversas posturas
corporales de Jesús (Mt 26,39; Mc 14,35; Le 22,41).
3) Mientras Jesús ora, después de ser bautizado, el Padre le manifiesta su amor de predilección: “Tú eres mi hijo querido, mi predilecto” Lucas 3,21.
4) Jesús recomienda no hablar mucho al orar, lo que equivale a dejar pasar los pensamientos: “Cuando oren, no seáis palabreros como los paganos” Mateo 6,7-8).
En concreto, puedes practicar la “oración profunda” siguiendo estos pasos:
1 LUGAR TRANQUILO. No es indispensable. Sin embargo, te facilita el diálogo amoroso con Dios, tal como tú crees en El, de acuerdo a tu fe religiosa.
Cosa, regresa con el Señor y ofrécele tu atención amorosa.
2 ACTO DE ESPERANZA. Concluye tus 10 minutos de atención amorosa visualizándote sano, con bienestar o con algún otro bien que anhelas. Dile al Señor que lo das por hecho, porque esperas en El. Antes de abrir tus ojos, prepárate con respiraciones profundas y movimientos suaves del cuerpo.
3 POSTURA COMODA. Al mismo tiempo, debiera ser una posición que te permita respirar profundamente al comenzar y conservar tu columna recta.
La mejor forma de acoger el amor divino consiste en amar tú mismo al Señor. Para esto, ocupa tu atención en querer amarlo, mientras le repites con todo tu corazón: “Dios mío, te amo”. “Dios mío, te amo”. “Dios mío, te amo”.
PENSAMIENTOS. Es normal que tengas pensamientos o distracciones. No los sigas ni luches para que no vengan. Apenas descubras que estás ocupando tu atención en otra
3 ATENCION AMOROSA.
4 LIBERTAD ANTE LOS DIFICULTADES
31. NOCHE OSCURA DEL ESPIRITU
La meditación u oración profunda es un proceso de amistad del hombre con Dios. Por lo mismo, es susceptible de perfeccionamiento. Y Dios se toma la tarea de hacer que nuestra amistad con El progrese.
Cuando Dios toma semejante decisión, otorga la gracia conocida con el nombre de “contemplación” o “iluminación’ Consiste, sencillamente, en un acercamiento especial de Dios al alma. Se acerca tan estrecha e íntimamente, que se genera una crisis en el orante. Como cuando vernos de frente el Sol y nos quedamos deslumbrados.
La primera parte de esa crisis —noche pasiva de la
Sensibilidad- provoca la pérdida del gusto o placer en las cosas de este mundo y en las espirituales. No hay gusto en meditar, ni en hacer deporte, ni en servir al prójimo, ni en una alimentación sana. En fin, en nada se encuentra gusto.
Esta situación, como estarás imaginando, resulta dolorosa. Hace que sigas adelante en el camino del desarrollo humano y espiritual, a fuerza de amor o de libertad. Haces lo que es bueno y lo que agrada a Dios, simplemente porque así lo decides libremente
Semejante despliegue de tu libertad acelera tu desarrollo en cuanto persona. Lo cual implica también, un crecimiento espiritual, puesto que te hace libre para amar. Y al tener mayor capacidad de amor, sea para Dios o para el prójimo, Dios fortalece los lazos de su amor y amistad contigo. Se te acerca tanto, tanto, que te quema con el fuego de su Llama viva de amor.
Esta experiencia sabe a muerte. Mejor, es como anticipar la parte dolorosa y angustiante de la muerte Física.
La noche pasiva del espíritu produce una agonía aun
Porque la delicadísima e infinita ternura de Dios choca con la dureza de la imperfección y egoísmo humanos.
Por otro lado, Dios aprovecha toda clase de “pasividades”, esto es, todos los sufrimientos y contrariedades que se te imponen, para ablandar la dureza de tu corazón. Sí, Dios aprovecha los sufrimientos producidos por una mala cara, un despido laboral, una enfermedad, un dolor crónico y demás imposiciones molestas.
Dios transforma el sufrimiento en una especie de fuego que ablanda tu dureza. Cierto, necesita tu acogida. Es fundamental que acojas el sufrimiento impuesto por los demás o las circunstancias. Es indispensable que tú recibas el sufrimiento con fe, esperanza y mucho amor.
Esa triple actitud de fe, esperanza y amor, porque da cabida a Dios en nuestra vida, transforma el sufrimiento y el dolor en noche oscura.


 Ese dolor y sufrimiento de todas maneras están allí,
 a mitad de tu camino. Pero la fe, esperanza y amor operan el milagro de convertirlos en fuerza transformante.
La experiencia más dolorosa, durante este proceso, se origina en el fuerte contraste entre la perfección de Dios y la imperfección humana. “Que, como el divino embiste a fin de cocerla y renovarla para hacerla divina.., de tal manera la destricé y descuece la sustancia espiritual, absorbiéndola en una profunda y honda tiniebla, que el alma se siente estar deshaciendo y derritiendo en la haz y vista de sus miserias con muerte de espíritu cruel así como si, tragada de una bestia, en su vientre tenebroso se sintiese estar digiriéndose, padeciendo esta angustia como Jonás en el vientre de aquella marina bestia (Jon 2,1). Porque en este sepulcro de oscura muerte la conviene estar para la espiritual resurrección que espera
32. FELICIDAD PROFUNDA
En efecto, los místicos de las grandes religiones y los santos que describen su proceso espiritual coinciden en señalar una especie de resurrección como etapa final.
El dolor crónico, las incomprensiones y rechazos, el sentir- se abandonado por Dios y todo el sufrimiento que pesa sobre el creyente, es fuego purificador en manos de Dios. Dios lo aprovecha para convertir la madera verde y dura de nuestra identidad, en brasa ardiente capaz de llamear y tener destellos de amor incomparable.
Esta transformación en amor es tal, que todos los niveles de la mente, incluido el cuerpo, están inflamados de amor. Entonces el creyente puede afirmar:
“Que ya sólo en amar es mi ejercicio’.
Como si dijera: que ya todos estos oficios están puestos en ejercicio de amor de Dios; es a saber, que toda la habilidad de mi alma y cuerpo, memoria, entendimiento y voluntad, sentidos interiores y exteriores y apetitos de la parte sensitiva y espiritual, todo se mueve por amor y en el amor, haciendo todo lo que hago con amor, y padeciendo todo lo que padezco con sabor de amor” .
Esta transformación del creyente en llama de amor introduce en los goces de la felicidad profunda. Una felicidad que es anticipo de la eterna. Una felicidad que, en el centro del alma, ya no es opacada por sombra alguna de esta tierra. A este respecto explica San Juan de la Cruz:
“Estando esta alma tan cerca de Dios, que está transformada en llama de amor, en que se le comunica el Padre e Hijo y Espíritu Santo, ¿qué increíble cosa se dice gusieoi  eterna, aunque no perfectamente, porque no lo lleva  a la acción
de esta vida?; mas es tan subido el deleite que aquel llamear dv Espíritu Santo hace en ella, que la hace saber a qué sabe la vida eterna
“Por tanto, viviendo el alma aquí vida tan feliz y gloriosa como es vida de Dios, considere cada uno, si pudiere, qué vida sentir algún sinsabor, ella tampoco le siente, mas goza y siente deleite de gloria de Dios en la sustancia del alma ya transformada en El”.
“En este estado de vida tan perfecta siempre el alma anda interior y exteriormente como de fiesta, y trae con gran frecuencia en el paladar de su espíritu un júbilo de Dios grande, como un cantar nuevo, siempre nuevo, envuelto en alegría y amor en conocimiento de su feliz estado” 40
Podemos imaginar la cantidad enorme de endorfinas que se produce en el cuerpo de estas personas. N. Cousins, en efecto, hizo de la risa un analgésico incomparable, precisamente, porque la risa incrementa la producción de endorfinas.
Imaginemos entonces los efectos de un deleite tan intenso que sabe a vida eterna. Aunque en caso de enfermedad o de algún accidente o del martirio, el cuerpo siente dolor. Esto es indudable. Al mismo tiempo, sin embargo, los componentes psicológicos del dolor están ausentes. Lo que implica una modulación especial del dolor. En todo caso, allá en la sustancia del alma predominan los sentimientos de paz serenísima, alegría cósmica y amor infinito. El triunfo sobre el dolor, obra maestra de Dios, está a punto de alcanzar su plenitud más completa.

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