PODER
CURATIVO COMPARTIENDO EN EL AMOR
Una forma concreta de nutrir el amor
a Dios es el diálogo mental y amoroso con El. Como conversas con un amigo, así
puedes hablar con Dios. Si eres cristiano, te dejarás llevar por el Espíritu
para que, a su impulso y en unión con Jesús, dialogues amorosamente con Dios
Padre.
Es ideal que, durante 20 minutos por
la mañana y 20 por la tarde, realices ese diálogo con el corazón más que con
las palabras. De este modo te capacitas para dialogar mentalmente con Dios en
medio de tus actividades cotidianas.
El diálogo de corazón a corazón con
Dios es conocido como “oración profunda’, “oración contemplativa”, etc. En
todas las grandes religiones se usa esta forma de orar. En el cristianismo,
además del ejemplo de Jesús, tenemos varias modalidades:
“oración del corazón”, “la nube del
no saber’, “la oración de recogimiento” (Sta. Teresa), “oración de atención
amorosa” (San Juan de la Cruz), etc.
La medicina, especialmente a partir
de la década de los 70, ha investigado los efectos fisiológicos y metabólicos
de la “oración profunda”. Entre otras cosas, se ha comprobado que esta manera
de orar —mediación, en el lenguaje médico—, incrementa la producción de endorfinas.
Por su estimulación del flujo de
endorfinas y otros motivos, se incluye la meditación entre los métodos
naturales de combatir el dolor. Por ejemplo, en la Clínica de Reducción del
Estrés de la Universidad de Massachusetts, los pacientes con dolores crónicos
aprenden a meditar con regularidad. Importante aún es que se desarrollan
fuertes recursos internos que la gente desconocía”.
Entre esos recursos se encuentra,
sobre todo, el amor. Por ser personas, poseemos la capacidad de amar. Pero no
reconocemos esa capacidad como recurso. No aprovechamos su gran potencial para
el cambio, el desarrollo, la creatividad, la comunicación con los demás, la
salud y el bienestar, la plenitud humana, la unión con Dios.
El Dr. Herbert Benson, cardiólogo y
profesor en la Universidad de Harvard, es uno de los más grandes estudiosos del
impacto de la meditación en el cuerpo, en la mente, en el espíritu, en las
relaciones humanas y en el trabajo. Pues bien, este médico recomienda que cada
quien medite de acuerdo a su propia fe religiosa. Que el judío haga su
meditación como judío, el católico como católico, el protestante como
protestante el hindú como hinduista, el
musulmán como musulmán. Pues sólo de esta manera, de acuerdo a sus
investigaciones. Podemos conseguir todos los variados beneficios de la meditación.
Al estudiar la meditación en las
grandes religiones de la tierra, el Dr. Benson detectó cuatro elementos
básicos:
LUGAR TRANQUILO
POSTURA COMODA
ACTITUD DE AMOROSA ACOGIDA
DEJAR PASAR LOS PENSAMIENTOS
De acuerdo a los evangelios, también
Jesús seguía estos
cuatro pasos.
1) Se iba a ‘lugares solitarios para
orar (Me 1,35; 6,46).
2) Al describir la oración de Jesús
en el Huerto de los Oli vos, los evangelistas mencionan diversas posturas
corporales de Jesús (Mt 26,39; Mc
14,35; Le 22,41).
3)
Mientras Jesús ora, después de ser bautizado, el Padre le manifiesta su amor de
predilección: “Tú eres mi hijo querido, mi predilecto” Lucas 3,21.
4)
Jesús recomienda no hablar mucho al orar, lo que equivale a dejar pasar los
pensamientos: “Cuando oren, no seáis palabreros como los paganos” Mateo 6,7-8).
En
concreto, puedes practicar la “oración profunda” siguiendo estos pasos:
1 LUGAR TRANQUILO. No es indispensable. Sin
embargo, te facilita el diálogo amoroso con Dios, tal como tú crees en El, de
acuerdo a tu fe religiosa.
Cosa,
regresa con el Señor y ofrécele tu atención amorosa.
2 ACTO DE ESPERANZA. Concluye tus 10 minutos de
atención amorosa visualizándote sano, con bienestar o con algún otro bien que
anhelas. Dile al Señor que lo das por hecho, porque esperas en El. Antes de
abrir tus ojos, prepárate con respiraciones profundas y movimientos suaves del
cuerpo.
3 POSTURA COMODA. Al mismo tiempo, debiera ser
una posición que te permita respirar profundamente al comenzar y conservar tu
columna recta.
La
mejor forma de acoger el amor divino consiste en amar tú mismo al Señor. Para esto, ocupa tu atención en querer
amarlo, mientras le repites con todo tu corazón: “Dios mío, te amo”. “Dios mío,
te amo”. “Dios mío, te amo”.
PENSAMIENTOS.
Es normal que tengas pensamientos o distracciones. No los sigas ni luches para
que no vengan. Apenas descubras que estás ocupando tu atención en otra
3 ATENCION AMOROSA.
4
LIBERTAD ANTE LOS DIFICULTADES
31. NOCHE OSCURA
DEL ESPIRITU
La
meditación u oración profunda es un proceso de amistad del hombre con Dios. Por
lo mismo, es susceptible de perfeccionamiento. Y Dios se toma la tarea de hacer
que nuestra amistad con El progrese.
Cuando
Dios toma semejante decisión, otorga la gracia conocida con el nombre de “contemplación” o “iluminación’ Consiste,
sencillamente, en un acercamiento especial de Dios al alma. Se acerca tan estrecha e íntimamente, que
se genera una crisis en el orante. Como cuando vernos de frente el Sol y nos
quedamos deslumbrados.
La
primera parte de esa crisis —noche pasiva de la
Sensibilidad-
provoca la pérdida del gusto o placer en las cosas de este mundo y en las
espirituales. No hay gusto en meditar, ni en hacer deporte, ni en servir al
prójimo, ni en una alimentación sana. En fin, en nada se encuentra gusto.
Esta
situación, como estarás imaginando, resulta dolorosa. Hace que sigas adelante
en el camino del desarrollo humano y espiritual, a fuerza de amor o de
libertad. Haces lo que es bueno y lo que agrada a Dios, simplemente porque así
lo decides libremente
Semejante
despliegue de tu libertad acelera tu desarrollo en cuanto persona. Lo cual
implica también, un crecimiento espiritual, puesto que te hace libre para amar.
Y al tener mayor capacidad de amor, sea para Dios o para el prójimo, Dios fortalece
los lazos de su amor y amistad contigo. Se te acerca tanto, tanto, que te quema
con el fuego de su Llama viva de amor.
Esta
experiencia sabe a muerte. Mejor, es como anticipar la parte dolorosa y
angustiante de la muerte Física.
La
noche pasiva del espíritu produce una agonía aun
Porque
la delicadísima e infinita ternura de Dios choca con la dureza de la
imperfección y egoísmo humanos.
Por
otro lado, Dios aprovecha toda clase de “pasividades”, esto es, todos los
sufrimientos y contrariedades que se te imponen, para ablandar la dureza de tu
corazón. Sí, Dios aprovecha los sufrimientos producidos por una mala cara, un
despido laboral, una enfermedad, un dolor crónico y demás imposiciones
molestas.
Dios
transforma el sufrimiento en una especie de fuego que ablanda tu dureza.
Cierto, necesita tu acogida. Es fundamental que acojas el sufrimiento impuesto
por los demás o las circunstancias. Es indispensable que tú recibas el
sufrimiento con fe, esperanza y mucho amor.
Esa
triple actitud de fe, esperanza y amor, porque da cabida a Dios en nuestra
vida, transforma el sufrimiento y el dolor en noche oscura.
Ese dolor y sufrimiento de todas maneras están
allí,
a mitad de tu camino. Pero la fe, esperanza y
amor operan el milagro de convertirlos en fuerza transformante.
La
experiencia más dolorosa, durante este proceso, se origina en el fuerte
contraste entre la perfección de Dios y la imperfección humana. “Que, como el
divino embiste a fin de cocerla y renovarla para hacerla divina.., de tal
manera la destricé y descuece la sustancia espiritual, absorbiéndola en una
profunda y honda tiniebla, que el alma se siente estar deshaciendo y
derritiendo en la haz y vista de sus miserias con muerte de espíritu cruel así
como si, tragada de una bestia, en su vientre tenebroso se sintiese estar
digiriéndose, padeciendo esta angustia como Jonás en el vientre de aquella
marina bestia (Jon 2,1). Porque en este sepulcro de oscura muerte la conviene estar
para la espiritual resurrección que espera
32. FELICIDAD PROFUNDA
En
efecto, los místicos de las grandes religiones y los santos que describen su
proceso espiritual coinciden en señalar una especie de resurrección como etapa
final.
El
dolor crónico, las incomprensiones y rechazos, el sentir- se abandonado por
Dios y todo el sufrimiento que pesa sobre el creyente, es fuego purificador en
manos de Dios. Dios lo aprovecha para convertir la madera verde y dura de
nuestra identidad, en brasa ardiente capaz de llamear y tener destellos de amor
incomparable.
Esta
transformación en amor es tal, que todos los niveles de la mente, incluido el
cuerpo, están inflamados de amor. Entonces el creyente puede afirmar:
“Que
ya sólo en amar es mi ejercicio’.
Como
si dijera: que ya todos estos oficios están puestos en ejercicio de amor de
Dios; es a saber, que toda la habilidad de mi alma y cuerpo, memoria, entendimiento
y voluntad, sentidos interiores y exteriores y apetitos de la parte sensitiva y
espiritual, todo se mueve por amor y en el amor, haciendo todo lo que hago con
amor, y padeciendo todo lo que padezco con sabor de amor” .
Esta
transformación del creyente en llama de amor introduce en los goces de la
felicidad profunda. Una felicidad que es anticipo de la eterna. Una felicidad
que, en el centro del alma, ya no es opacada por sombra alguna de esta tierra.
A este respecto explica San Juan de la Cruz:
“Estando
esta alma tan cerca de Dios, que está transformada en llama de amor, en que se
le comunica el Padre e Hijo y Espíritu Santo, ¿qué increíble cosa se dice gusieoi eterna, aunque no perfectamente, porque no lo
lleva a la acción
de
esta vida?; mas es tan subido el deleite que aquel llamear dv Espíritu Santo
hace en ella, que la hace saber a qué sabe la vida eterna
“Por
tanto, viviendo el alma aquí vida tan feliz y gloriosa como es vida de Dios,
considere cada uno, si pudiere, qué vida sentir algún sinsabor, ella tampoco le
siente, mas goza y siente deleite de gloria de Dios en la sustancia del alma ya
transformada en El”.
“En
este estado de vida tan perfecta siempre el alma anda interior y exteriormente
como de fiesta, y trae con gran frecuencia en el paladar de su espíritu un
júbilo de Dios grande, como un cantar nuevo, siempre nuevo, envuelto en alegría
y amor en conocimiento de su feliz estado” 40
Podemos
imaginar la cantidad enorme de endorfinas que se produce en el cuerpo de estas
personas. N. Cousins, en efecto, hizo de la risa un analgésico incomparable,
precisamente, porque la risa incrementa la producción de endorfinas.
Imaginemos
entonces los efectos de un deleite tan intenso que sabe a vida eterna. Aunque
en caso de enfermedad o de algún accidente o del martirio, el cuerpo siente
dolor. Esto es indudable. Al mismo tiempo, sin embargo, los componentes
psicológicos del dolor están ausentes. Lo que implica una modulación especial
del dolor. En todo caso, allá en la sustancia del alma predominan los sentimientos
de paz serenísima, alegría cósmica y amor infinito. El triunfo sobre el dolor,
obra maestra de Dios, está a punto de alcanzar su plenitud más completa.
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