ESTA
LISTO
- MI COMUNIDAD DE EJE COMPARTIO
EN BUSCA DEL CAMINO:
Después
de un par de semanas volvimos a reunirnos para comunicarnos los descubrimientos
que habíamos hecho. Nuestra búsqueda fue realizada mediante la lectura del
Nuevo
Testamento y de algunos:
“TESTIMONIOS” DE LAS REALIDADSES QUE NOS ESTA TOCANDO VIVIR
Hay
un primer descubrimiento en que coincidimos los siete miembros del grupo.
Consiste en la comprobación, por medio de la fe, de que Dios Padre se halla
vivo frente a nos otros, entre nosotros y dentro de cada uno de nosotros.
En
segundo lugar advertimos que Dios se nos entrega como Padre y nos acoge como
hijos por medio de Cristo y en el Espíritu Santo. En términos teológicos se
puede decir que nuestra condición de Hijos de Dios constituye una
experiencia
trinitaria.
•
El tercer descubrimiento nos lleva a reconocer que la triple actitud teologal,
fe, esperanza y amor, que e mismo Dios suscita en nosotros con su auto donación,
representa el medio por excelencia para acoger la gracia que nos constituye en
hijos de Dios.
Un
descubrimiento más, el cuarto, nos muestra que las tres partes de la
“estructura de la experiencia subjetiva”
Estos
procesos internos (pensamiento), estado interno de
Sentimientos,
conductas comportamiento) constituyen las
Capacidades que, elevadas por la gracia, nos permiten
vivir nuestra condición de hijos de Dios.
El
quinto descubrimiento revela que el proceso de convertirnos
en
hijos de Dios reclama un desarrollo constante en el contexto histórico, social,
interpersonal y ambiental en que vivimos.
El
sexto y último consiste en la toma de conciencia del carácter sistémico o
estructural de todo lo anterior. El pro ceso de convertirse en hijo de Dios
representa el nudo central de una red de comunicación que, bajo la iniciativa
de Dios, conecta todo y a todos.
A
partir de la lectura de la Biblia y de algunos libros sobre Dios Padre, hicimos
esos seis descubrimientos.
1.
El Padre, Dios de vivos
Ahora
mismo, si quieres unirte a nuestro primer des cubrimiento, puedes avivar tu fe,
esperanza y amor.
Alentado
por el Espíritu y unido con Jesús, reconoce aquí y ahora la presencia viva de
Dios Padre. Dios se está comunicando contigo y con cada uno de nosotros. “Se
comunica de tal forma que nos hace capaces de comunicarnos en libertad”
En efecto, Dios Padre sólo
existe como comunicador. Desde toda la eternidad no cesa de pronunciar su
Palabra eterna. Se mantiene siempre como un interlocutor infatigacamiento
psicológico al proceso espiritual de convertirnos en hijos deDios.ble.
Por
ello TE advierte que Dios es el Tú que jamás puede convertirse en Ello. Pensar
en Dios o hablar de Dios significa referirse al que en este mismo instante se
halla frente a ti, te escucha, te ama y se comunica contigo. Incluso se
transparenta en el rostro de cada Tú humano, tal como nos recuerda el mismo SEÑOR.
“Cada
Tú particular abre una perspectiva sobre el Tú actuar como mediante cada Tú
particular la palabra primordial se dirige al Tú eterno. A través de esa
relación del Tú de todos los seres, se realizan y dejan de realizarse todas las
relaciones entre ellos:
el
Tú se realiza en cada relación y no se consuma en ninguna. Sólo se consuma
plenamente en la relación con el único Tú que, por su naturaleza, jamás puede
convertirse en Ello... Sólo hay un Tú que, por su naturaleza, nunca cesa de ser
un Tú para nosotros. El que conoce a Dios también conoce muy bien el
alejamiento de Dios y la angustia de la esterilidad en un corazón atormentado;
pero no conoce la ausencia de Dios; sólo nosotros no estamos siempre presentes
ante El”
Se
comprende entonces que, ahora mismo, Dios es el Tú eterno. En estos momentos,
como siempre, nos muestra su rostro. Por la fe y el amor, en este instante,
puedes hacerte presente ante el Tú que no puede convertirse en Ello. Esto significa que Dios no puede convertirse
en un objeto o cosa. No se convierte en Ello porque
También es el Tú
eterno, porque es voluntad inmutable de comunicación. Dios existe en sí como
diálogo comunitario, en el seno de su vida trinitaria, y desde esa comunicación
se nos hace presente como el Dios vivo.,
A
diferencia de nosotros, no duerme, ni se aleja ni muere.
Aquí
y ahora, en el lugar donde te encuentras, teniendo como escenario tu ambiente
familiar, comunitario o laboral, puedes acoger al Dios vivo.
Mientras
resuenan las voces de tus hijos y detienes tu mirada en algún cuadro o
fotografía que cuelga sobre el muro, tienes la oportunidad de buscar al Dios
vivo. Tal vez quieras hacer tuyas las palabras del salmista:
“Mi alma está
sedienta de Dios, del Dios vivo:
¿Cuándo entraré a
ver el rostro de Dios?”
(Sal 42,3).
Con
la expresión “Dios vivo” se nos recuerda que Dios Padre está aquí y en todas
partes. Por estar vivo, Dios vuelca su mirada de amor sobre ti como poderosa y
deslumbrante catarata de ternura ahora mismo. Una mirada capaz de darte vida y
de incrementar tu alegría de vivir.
Con
razón Jesús sostiene, ante los saduceos, que Dios “no es un Dios de muertos, sino de vivos” (Mc 12,27).
Por
tanto, en ésta y en las siguientes páginas, te animaré a abrir constantemente
los ojos del corazón ante Dios Padre. “Los burgueses hablan de Dios, los
cristianos hablan con Dios”. Para actuar como cristiano, quiero reconocer,
junto contigo, que Dios está presente aquí y ahora. Es el Tú que siempre, sin
darse tregua, se revela comunicativo y suscita en nuestro ánimo la capacidad de
comunicarnos con Él.
Ojalá
que el Espíritu de Jesús despierte en ti la voluntad de usar esa capacidad,
poniendo en tus labios la petición que Felipe hace a Jesús:
“Señor, muéstranos a! Padre y
nos basta” (JN 14,8).
Antes
de reproducir la respuesta de Jesús a Felipe. Recordemos que Dios Padre nos
sale al encuentro, en todas partes, con su triple presencia: por esencia, conocimiento
y potencia
Por
esencia Dios se halla presente en toda la creación y en todas las cosas en
cuanto que todas ellas reciben de Dios su ser y su existencia. Por conocimiento
se hace pre ente Dios cuando el ser humano lo acoge como Verdad, corno voluntad
y poder de comunicación.
Las
criaturas, precisamente, lo revelan al ser humano. Por ello el autor sagrado se
lamenta diciendo:
“Eran
naturalmente vanos todos los hombres que ignoraban a Dios, y fueron incapaces
de conocer al que es, partiendo de las cosas buenas que están a la vista, y no
reconocieron al artífice fijándose en sus obras, sino que tuvieron por dioses
al fuego, al viento, al aire leve, a las órbitas astrales, al agua impetuosa, a
las lumbreras celestes, regidoras del mundo.
Si,
fascinados por su hermosura, tos creyeron dioses, se van cuánto los aventaja su
Dueño, pues los creó el autor de la belleza” (SAP 13,1-3).
Si
ahora puedes dirigir tu mirada hacia el azul del cie lo, el colorido de las
plantas, el canto de los pájaros, la voz de un ser humano, o tus propias manos,
tienes la oportunidad de conocer al Autor de la creación, de la belleza, de la
luz, de toda criatura.
Dios
también se nos hace presente como Poder, Por ello la Biblia lo designa como
Aquel que actúa. De hecho, en los grupos de Anónimos, como los Alcohólicos
Anónimos, apelan a Dios como el Poder Superior que puede sostener su voluntad
de superar la adicción o vicio de que son víctimas.
Además
de estas tres formas de la presencia de Dios, dispones de una mejor y más viva.
Jesús alude a ella para concluir su diálogo con Felipe:
“Si
alguien me ama cumplirá mi palabra, mi Padre lo amará, vendremos a él y
habitaremos en él” (JN 14,23).
Allí,
en tu interior, encontrarás siempre a Dios Padre. El no se va nunca. Ni
siquiera cuando deliberada y libre mente le vuelves la espalda para cometer un
pecado.
“Grande
contento es para el alma entender que nunca Dios falta del alma, aunque esté en
pecado mortal, cuánto menos de la que está en gracia. ¿Qué más quieres, ¡oh alma,
y qué más bus cas fuera de ti, pues dentro de ti tienes tus riquezas, tus
deleites, tu satisfacción, tu hartura y tu reino, que es tu Amado, a quien
desea y busca tu alma? Gózate y alégrate en tu interior recogimiento con él,
pues le tienes tan cerca. Padre nuestro por Cristo y en el Espíritu” San J de la CRUZ
El
segundo descubrimiento de nuestro grupo consiste en advertir que el Dios vivo,
que ahora mismo se muestra deseoso de comunicación, nos entrega su paternidad
por me dio de Cristo y el Espíritu Santo.
Dios
Padre ha concebido un proyecto desde toda la eternidad. Un proyecto que se
concentra en la encarnación de Jesús y el envío de su Espíritu. Pero los envía
no sólo para liberarnos del pecado y de todas sus consecuencias espirituales,
morales, sociales y económicas. No. En el centro de su plan eterno se halla El
mismo que, en unión con su Hijo y su Espíritu, se quiere comunicar como Padre a
todos y cada uno de nosotros los humanos.
San
Pablo nos describe el proyecto eterno del Padre poniendo de relieve la
intervención de Cristo y del Espíritu.
S Juan de la Cruz, Cántico espiritual 1,8.
“ sea Dios, Padre
de nuestro Señor Jesucristo!, el cual por medio de Cristo nos bendijo con toda
clase de bendiciones espirituales. Por él, antes de la creación del mundo, nos
eligió para que por el amor fuéramos santos e irreprochables en su presencia.
Por Jesucristo, según
el designio de su voluntad, nos predestinó a ser sus hijos adoptivos (EF
1,3-5).
Me
parece obvio que Dios nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de
Jesucristo. Al mismo tiempo nos bendijo con toda clase de bendiciones
espirituales. Las cuales son espirituales porque proceden de su Espíritu.
En
efecto, al final del mismo capítulo primero de la carta a los Efesios, san
Pablo concluye: “Fuisteis sellados con el Espíritu Santo prometido, el cual es
prenda de nuestra herencia, del rescate de su posesión: para alabanza de su
gloria” (1,13-14).
Por
tanto, tal como el mismo Apóstol sostiene, podemos visualizar un camino que
abre el acceso hacia el Padre para judíos y paganos: Jesucristo. Así que
“ambos, por él y en un mismo Espíritu tenemos acceso al Padre” (EF 2,18).
Dios
Padre toma, desde siempre, la decisión de transformarnos en hijos suyos. Lleva
a cabo su proyecto por me dio de su Hijo hecho hombre:
“Cuando se cumplió el plazo,
envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para que rescatase a
los súbditos de la ley y nosotros
recibiéramos la condición de hijos” (Gal 4,4).
Así
pues, Dios Padre, en cuya presencia nos encontramos ahora mismo, nos otorga la
condición de hijos al asociarnos con la muerte y resurrección de su Hijo. De
manera misteriosa, pero real, nos injerta en la Vid verdadera que es
Jesucristo, por medio del bautismo, Entonces
empieza a fluir hacia nuestro ser la savia eterna de la naturaleza divina (2 PED1,
4).
Jesús
no es un simple canal para que la vida divina fluya hacia nuestro ser. No.
Jesús es el “Hijo amado” de Dios, El Padre nos hace esta confidencia el día del
bautismo de Jesús. En medio del desierto, a la sombra de los frondosos árboles
que flanquean el Jordán, hace resonar el torrente de su amor en forma de voz y
dice: “Este es mi Hijo amado, mi
predilecto” (Mt 3,17).
De
aquí se deduce que al amarnos en su Hijo, Dios nos ama tanto como a él: “Los
amaste como me amaste a mí” (Juan 17,23). Tú, los tuyos y todos los hombres
somos “ama dos” de Dios (Col 3,12; cfr. 1 Tes 1,4).
Lo somos, en realidad, porque nos ha incluido,
por voluntad de comunicarse y por gracia, en el amor que nutre eternamente para
su Unigénito es paterno este amor: amados en el Amado, somos hijos en el Hijo!
En Cristo su Hijo, eternamente presente ante su mirada de Padre, nos enseña
Pablo, Dios ‘nos eligió para que por el amor fuéramos santos e irreprochables
en su presencia... y nos predestinó a ser sus hijos adoptivos’ (EF 1,4-5).
‘Santos
e irreprochables en su presencia’: en el misterio de una elección eterna, Dios
ha querido para sí, ante sí, para siempre, una humanidad purificada de toda
mancha de pecado, santa con su misma santidad y que fuera, por lo mismo, como
un reflejo agradable de su perfección). Pero se indica de inmediato: ‘nos
predestinó a ser sus hijos adoptivos!’ La santidad que quiere para nosotros,
Dios la quiere filial, porque es paterno el proyecto de su gracia,
paternalmente fecundo y generoso”.
Al
mismo tiempo es verdad que el Espíritu, en cuanto poder y gracia de Dios,
realiza la obra de injertamos en el 1-lijo, para que sus venas se conecten con
las nuestras. Por ello sostiene Pablo que “si alguno no tiene el Espíritu de
Mesías, no le pertenece” (ROM 8,9).
No
pertenecemos a Jesús, el Amado del Padre, sino en la medida en que poseemos su
Espíritu. Y en la misma pro porción nos volvemos realmente hijos de Dios.
Y
como sois hijos, Dios infundió en vuestro corazón el Espíritu de su Hijo que
dama: Abba, Padre” (Gal 4,6).
Pero
el Espíritu del Hijo es también el Espíritu del Padre. Así que nos comunica y
enlaza simultáneamente con el Hijo y con el Padre.
“Cuantos
se dejan llevar del Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y no habéis recibido un
espíritu de esclavos, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos que
nos permite clamar:
Ahba,
Padre. El Espíritu atestigua a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Si
somos hijos, también somos herederos: herederos de Dios, coherederos con
Cristo; si compartimos su pasión, compartiremos su gloria” (ROM i 8,14-17).
En
concreto, Dios se nos hace presente como Padre, en estos momentos, porque nos
contempla unidos a su Hijo e inundados por su Espíritu, que es también el
Espíritu de su
Hijo.
3.
Actitud teologal de fe, esperanza, amor
La
comunicación de Dios Padre, por medio de Cristo y en el Espíritu, nos da ahora
mismo la capacidad de comunicarnos con El.
Semejante capacidad recibe el nombre de actitud
teologal, que se despliega en la triple forma de fe, esperanza y amor.
Esta
triple actitud tiene como origen y contenido al mismo Dios. Más allá de las
verdades y proyectos que nos comparte, Dios se comunica a Sí mismo, tal como
nos ad vierte el Vaticano IT:
“Quiso
Dios, en su bondad y sabiduría, revelarse a Si mismo y manifestar el misterio
de su voluntad (cfr. Ef1,9): que por Cristo, la Palabra hecha carne, y en el
Espíritu Santo, pueden los hombres llegar hasta el Padre y participar de su
naturaleza di vina (efr. EF2, 18; 2 PED 1,4). En esta revelación, Dios
invisible (cfr. Col 1,15; 1 Tim 1,17), movido de amor, habla a los hombres como
a amigos (cfr. Ex 33,11; JN 15,14-15), trata con ellos (efr. Bar 3,38) para
invitarlos y recibirlos en su compañía” l2
Además
de transformarnos en sus hijos, Dios nos in vita a ser sus amigos y a vivir en
su compañía por medio de Jesús y en su Espíritu.
En
estos momentos puedes acoger semejante invitación. La
fe
te capacita para reconocer la revelación que Dios te hace de su presencia
paternal. Con la esperanza puedes tender tu mirada hacia el futuro con
optimismo. En consecuencia, te puedes ver en el escenario de los próximos minutos
capaz de ser realmente hijo de Dios. Mediante el amor abrazas, en este mismo
instante, al Padre que te ama en su Hijo amado con el mismo amor con que lo ama
a él.
La
fe tiene como contenido al mismo Dios. Fe que al ser suscitada en tu ánimo por
la entrega de Dios, posee el poder de entregarte a Dios como Dios. Lejos de
reducirlo a una idea, imagen o sentimiento, te lo da —o Dios mismo se te
entrega— tal como Él es: infinito, eterno, amor, luz deslumbrante, etcétera.
12 Vaticano I Divina Revelación
2.
“La
fe es sola el próximo y proporcionado medio para que el alma se una con Dios.
Porque es tanta la semejanza que hay entre ella y Dios, que nos hay otra diferencia
sino ser visto Dios o creído. Porque, así como Dios es infinito, así ella nos
le propone infinito; y así como es Trino y Uno, nos le propone ella Trino y
Uno; y así como Dios es tiniebla para nuestro entendimiento, así ella también
ciega y deslumbra nuestro entendimiento” »3
Por
tanto, la fe es el camino para un encuentro filial con el Padre que se nos da por
medio de Cristo y en su Espíritu aquí y ahora. La fe nos permite acoger la auto
donación de Dios. En este momento, interrumpiendo tu lectura, puedes buscar su
rostro frente a ti. Basta con decirle, “Padre, creo en ti”, para que su
presencia se desborde infinitamente en tu corazón. Lo sientas como los místicos
o no, por la fe consigues sumergirte en el mar de su ternura paterna.
La
esperanza es Dios mismo percibido como Padre generoso que tiene sus manos
llenas de bienes innumerables y de gracias sin fin. Se comprende entonces que
san Juan de la Cruz nos anime a apropiarnos, mediante la esperanza, los bienes
prometidos por Dios Porque acerca de Dios, cuanto más espera el alma, tanto más
alcanza” 14
El
ejercicio de la esperanza incluye cuatro pasos concretos:
1.
SOÑAR
2.
CONFIAR
3.
GOZAR
4.
ACTUAR
Si
lo deseas, por medio de la fe puedes empezar reconociendo la presencia del Padre
que siempre es un Tú para ti y para todos. Enseguida, mientras contemplas su
rostro Paternal, puedes soñar o desear algunos de los innumerables bienes que
Dios tiene preparados para ti. Sobre todo, es posible que sueñes con la
posesión amorosa del manantial de todos los bienes que es Dios Padre. Incluso
Jesús procede del Padre.
De
acuerdo a san Pablo, Dios mismo imprime en nos— otros el impulso de la
esperanza por medio de su Espíritu:
“El
Dios de la esperanza os colme de gozo y paz en la fe, para que, por la fuerza
del Espíritu Santo, desbordáis de esperanza” (ROM15,13; cfr. Gal 5,5).
Desde
esta perspectiva, es probable que el Espíritu Santo te anime a desear lo mejor
de lo mejor, sea para ti, sea para tu familia o para la humanidad.
Una
vez que tienes en mente tu mejor deseo, puedes volver tu mirada hacia el Padre
para confiar en su amor y en su poder. De acuerdo a la recomendación de Jesús,
puedes visualizar tus deseos como si ya se hubieran realizado: “Os digo que,
cuando oréis pidiendo algo, creed que ya lo habéis recibido, y se os concederá”
(Mc 11,24).
Al
visualizar la realización de tus sueños o deseos, porque te fías de Dios y
confías en su amor, es natural que surja en tu ánimo un sentimiento de gozo,
Concédete unos momentos para gozar el escenario donde ves tus deseos cumplidos.
Por
último, la esperanza bíblica te anima a actuar. Dios quiere que hagas todo lo
posible por realizar tus sueños de modo efectivo. Así que, por lo menos y de
modo realista, puedes preguntarte, “¿qué puedo hacer hoy o ahora mismo para
avanzar hacia el cumplimiento de mis deseos?” También podrías dirigirte
directamente a Dios Padre: “Padre, ¿qué esperas que yo haga para que me
concedas la realización de mis sueños?”
Una
vez que sabes qué vas a hacer para convertir en realidad lo que confías alcanzar
poniendo en Dios tu esperanza, puedes practicar el amor filial respecto al
Padre.
Dios
Padre es considerado en la Teología como la Fuente de toda clase de auténtico
amor. El Concilio insiste en que Jesús y su Espíritu se hallan entre nosotros,
aquí y ahora, como resultado del proyecto eterno del Padre.
“Este
designio dimana del ‘amor frontal’ o caridad de Dios Padre que, siendo
principio sin principio del que es engendrado el Hijo y del que procede el
Espíritu Santo, creándonos libremente por su benignidad excesiva y misericordiosa
y llamándonos además por pura gracia a participar con El en la vida y la gloria,
di fundió con liberalidad y no deja de difundir la bondad divina, se hace por
fin todo en todas las cosas (1 COR 15,28), procurando al mismo tiempo su gloria
y nuestra felicidad”. 6
La
autenticidad del amor del Padre para ti y para cada ser humano es palpable. Se
comunica con nosotros por me dio de Cristo y en el Espíritu, para dársenos El
mismo y “participar con El en la vida y la gloria”. Enseguida nos difunde su
“bondad divina” para procurar “nuestra felicidad” que, simultáneamente, aparece
como expresión concreta de su amor y como coronación de un proyecto eterno de
amor que lo llena de gloria.
“Comunicase Dios en esta interior unión al
alma con tantas veras de amor, que no hay afición de madre que con tanta
ternura acaricie a su hijo, ni amor de hermano ni amistad de amigo que se le
compare. Porque aun llega a tanto la ternura y verdad de amor con que el
inmenso Padre regala y engrandece a esta humilde y amorosa alma cosa maravillosa y digna de todo pavor y admiración!,
que se sujeta a ella verdaderamente para la engrandecer, como si El fuese su,
siervo y ella su señor; y está tan solícito en la regalar, como si El fuese su
esclavo y ella fuese su Dios. ¡Tan profunda es la luz y dulzura de Dios!”’
Si
quieres, con tu amor puedes acoger el amor que Dios Padre te ofrece para
engrandecerte y regalarte,
Capacitándote
así para que logres amarlo. Basta con la repetición sincera, con todo tu
corazón, de una frase sencilla como, “Dios
mío, te amo”.
4. Estructura de la experiencia
personal
Procesos
internos, estado interno, conductas. Y nos ofrece el siguiente dibujo para
describir el conjunto unitario de la estructura de nuestra experiencia
subjetiva. Cierto, semejante estructura tiene un presupuesto esencial: la
dimensión corporal. Contando con el cuerpo podemos conocer a Dios Padre, sentir
el amor y gozo ante su presencia, lo mismo que actuar de acuerdo a su voluntad.
***
Normalmente,
con esta triple capacidad podemos acoger la auto donación que Dios Padre nos
ofrece por Cristo y en el Espíritu. Sin el conocimiento, que nos viene a través
de los “procesos internos”, sin el sentimiento que especifica nuestro “estado
interno” y sin las acciones correspondientes a la “conducta externa”, resulta prácticamente
imposible vivir en forma plena y consciente nuestra condición de hijos de Dios.
En
este sentido y desde la perspectiva de la Psicología, los siguientes capítulos
(11-1V) están dedicados al uso práctico de esta triple capacidad en la relación
filial con Dios.
Si
ahora quieres acoger al Tú eterno que te muestra su rostro de Padre, no te
queda más remedio que dirigir a El tu pensamiento, ofrecerle tu sentimiento de
amor, para realizar la conducta de hablar amistosamente con El.
Sabiendo
que los próximos capítulos se refieren a estas tres capacidades, termino este
tema con un detalle que, tal vez, pueda facilitar tus relaciones filiales con
Dios. Se trata de un hecho que, seguramente, has observado ya. Por iniciativa
divina, tu relación con Dios implica tres conjuntos. Cada uno de éstos, por
otro lado, incluye una tríada: la Trinidad santísima, la triple actitud
teologal y las tres partes fundamentales de nuestra estructura psicológica.
Padre Fe Pensamiento
5. Desarrollo integral
Para
nosotros los humanos el desarrollo constituye una característica esencial. Lo
mismo que los demás vivientes, estamos sujetos a la ley biológica del
crecimiento.
Esto
significa que, a causa de tu condición humana, tu relación filial con Dios se
orienta hacia un desarrollo
constante
e interminable. Mediante la interacción de la gracia y tu colaboración libre,
se abre ante tu mirada un camino de crecimiento en tu comunicación y unión con
Dios Padre.
La
gracia, inicial y fundamentalmente, es la Gracia in creada, esto es, Dios Padre
que se entrega a ti, en estos momentos, por medio de su Hijo y en el Espíritu
Santo. La auto donación de Dios constituye la gracia frontal de la que proceden
todas las demás gracias que recibes de su parte, en especial, la gracia santificante
que te transforma en hijo su yo.’
San
Juan de la Cruz observa que de parte de Dios hay una auto donación total y
perfecta. A nosotros, sin embargo, nos hace falta un largo proceso de
acercamiento y comunica
nos
hace falta un largo proceso de acercamiento y comunicación con Dios, si
queremos alcanzar una unión semejante a la que El ha realizado ya respecto a
nosotros. Para este Santo, místico y doctor de la Iglesia, con la muerte y resurrección
de su Hijo, Dios se ha unido con nosotros los humanos.
A este respecto precisa:
“Este
desposorio que se hizo en la cruz no es del que ahora vamos hablando; porque
aquél es desposorio que se hizo de una vez, dando Dios al alma la primera
gracia, lo cual se hace en el bautismo con cada alma, mas éste es por vía de
perfección, que no se hace sino muy poco a poco por sus términos, que, aunque
es todo uno, la diferencia es que el uno se hace al paso del alma, y así va
poco a poco, y el otro al paso de Dios, y así hácese de una vez”. ‘
Aunque
sea “poco a poco”, es posible caminar en pos del Padre que, por su parte, ya ha
corrido hacia nosotros y nos ha alcanzado. Aunque no lo percibimos, El nos está
abrazando ahora mismo con amor, nos cubre con los besos de su ternura, que es
su Espíritu, y no cesa de lanzarnos elogios y palabras alentadoras por medio de
Jesús, su Pala lira hecha carne.
Por
medio de las tres capacidades fundamentales de nuestra estructura psicológica y
mediante la triple actitud teologal, podemos caminar y caminar para acercarnos
al Padre, por Cristo y en el Espíritu. De hecho, San Juan de la Cruz insiste,
“en este camino siempre se ha de caminar para llegar ‘‘20
Este
proceso se demuestra fundamental para alcanzar meta de ser hijos de Dios en la
vida cotidiana. Por lo mismo, de acuerdo a nuestra experiencia grupa!, le
dedica el último capítulo de este ensayo.
6. Carácter sistémico del
proceso filial
Tal
como he insinuado al comienzo de este capítulo, Dios ha dado un carácter
orgánico o sistémico a nuestras relaciones filiales con El. Cierto, en sus
relaciones trinitarias Dios vive la dimensión sistémica en tal grado de
perfección, que la trinidad de las Personas constituye un solo y único Dios.
La
palabra sistema, en nuestros días, significa un con junto de partes que
interactúan entre sí para funcionar como un todo.
Este
concepto de sistema puede ser aplicado en grado perfecto y superlativo a Dios.
También se aplica con propiedad a! universo, a
la vida dentro de nuestro planeta, a nuestra sociedad, a la Iglesia, a la familia
y a la estructura personal de cada uno.
De
manera especial se puede calificar de sistémicas las relaciones filiales que
ahora estamos viviendo con Dios Pa dre. Nos demos cuenta o no, en estos
momentos hay una red de comunicación e interrelaciones entre Dios y nosotros.
Las tres Personas divinas, Padre, 1-lijo y Espíritu Santo se comunican a
nosotros, generando en nuestro corazón la fe, esperanza y amor: tres actitudes
que elevan y capacitan nuestro pensamiento, sentimiento y comportamiento para
que podamos responder con todo nuestro ser a su entrega ilimitada.
Por
otra parte, como acabo de insinuarlo, Dios nos da la vida y nos hace partícipes
de su intimidad divina dentro del sistema de sistemas que es la creación Así
que nuestras relaciones filiales con Dios no excluyen el universo, ni el
planeta Tierra, ni la sociedad, ni la familia o comunidad, ni la dimensión
corporal de nuestra personalidad.
El
pecado ha afectado negativamente la unidad y armonía del maravilloso sistema
que es la creación. Toda ella parece seguir las huellas de los hijos de Dios
anhelando su total y perfecta armonía.
“La
creación aguarda expectante a que se revelen los hijos de Dios... Sabemos que
hasta ahora la creación entera está gimiendo con dolores de parto. Y no sólo
ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos por
dentro aguardando la condición filial, el rescate de nuestro cuerpo” (ROM8, 19.22-23).
San
Pablo incluye el cuerpo como parte de ese todo maravilloso que es nuestra
filiación divina. Y como hemos leído en ese texto de la carta a los Romanos, el
universo entero, con todas sus criaturas, participa también de la filiación
divina. Esto se debe, seguramente, a la encarnación y resurrección de Jesús.
San Juan de la Cruz, por su
lado, pone de relieve y amplía el significado de las afirmaciones bíblicas
acerca de Jesús que, en cuanto Palabra eterna del Padre, da forma, dinamismo y
hermosura a cada una de las criaturas.
“Y no solamente les comunicó el
ser y gracias naturales mirándolas, corno habernos dicho, mas también con sola
esta fi gura de su Hijo las dejó vestidas de hermosura, comunicándoles el ser
sobrenatural; lo cual fue cuando se hizo hombre, ensalzándole en hermosura (le
Dios, y, por consiguiente, a todas las criaturas en Él, por haberse unido con
la naturaleza de todas ellas en el hombre... Y así, en este levantamiento de la
encarnación de su HIJO y la gloria (le SU resurrección según la carne, no
solamente hermoseo c Padre las criaturas en parte, mas podremos decir que del
todo las dejó vestidas de hermosura y dignidad”.
Está
claro, a la luz de la fe, que la creación entera, la vida de este planeta, toda
la humanidad y, sobre todo los cristianos por efecto del bautismo, participamos
de la filiación eterna del Hijo hecho hombre. Por ello, según san Pablo, el
proyecto eterno de Dios es de carácter sistémico: que Cristo sea todo en todas
las cosas.
“Según la riqueza de su gracia derrochó en nosotros
toda clase de sabiduría y prudencia, dándonos a conocer su secreto designio,
establecido de antemano por decisión suya, que se había de realizar en Cristo
al cumplirse el tiempo: Que el universo, lo celeste y terrestre, alcanzaran su
unidad en Cristo” (EF1,7-lo).
Pablo
experimenta, por inspiración divina, la certeza de que Dios tiene un proyecto
sistémico. Así es: Dios quiere unir toda la humanidad, todas las criaturas y el
universo en tero, en torno a Cristo y por medio del mismo Cristo.
“Todo
fue creado por él y para él, él es anterior a todo y todo tiene en él su
consistencia.
El
es la cabeza del cuerpo, de la Iglesia. Es el principio, primogénito de los
muertos, para ser el primero de todos.
En
él decidió Dios que residiera la plenitud; que por medio de él todo fuera
reconciliado consigo, haciendo las paces por la sangre de la cruz entre las
criaturas de la tierra y del cielo” (Col 1, 17-20).
22 5. Juan de la Cruz, C
espiritual 5,4,
Desde
esta perspectiva, se comprende que cuando nos esforzamos por pensar, sentir y
actuar ilustrados por la fe, esperanza y amor, para ser hijos de Dios en el
Hijo y en el Espíritu, necesitamos abrazarlo todo: familia, amigos, sociedad,
economía, política, cultura, Iglesia, humanidad, medio ambiente, vida, planeta
Tierra, universo, bienaventurados, ángeles y a María, la Virgen Madre del Hijo
de Dios.
San
Juan de la Cruz ha sabido captar, a nivel de experiencia, el carácter sistémico
del proyecto de Dios, que se centra en Jesucristo:
“Míos son los
cielos
y mía es la tierra.
Mías son las
gentes,
los justos son míos
y míos los
pecadores.
Los ángeles son
míos
y la Madre de Dios
es mía
y todas las cosas
son mías.
Y el mismo Dios es
mío,…..
Porque
Cristo es mío y todo para mí” 23
Siendo
“hijos en el Hijo”, Dios Padre se nos da sin medida, y junto con su Hijo nos
entrega todo. Por tanto, el proceso de ser hijos de Dios en la vida diaria
aparece como la oportunidad más prometedora que podemos tener. Incluso desde el
punto de vista psicológico, el proceso de convertir nos en hijos de Dios
constituye el camino más efectivo para la propia realización humana.
Sí,
no hay duda: tras la encarnación de su Hijo, Dios Padre asume en Él también
nuestra condición humana adoptándonos como hijos suyos.
A
la luz de esta realidad maravillosa, nuestro grupo se dijo: “sólo nos queda ponernos
en marcha, una vez que hemos descubierto el camino que Jesús nos abre en sí
mismo para convertirnos en hijos de Dios”.
II CAMINO DEL CONOCIMIENTO
Desde
el punto de vista psicológico, la primera habilidad que podemos desarrollar
para vivir como hijos de Dios es el conocimiento. La psicología popular nos enseña que “ojos que no ven, corazón que no
siente”. Lo cual nos re mite a la comprobación que la Filosofía ha realizado
a través del sentido común: “nada es
deseado, si antes no se le cono ce”.
Un
hombre no puede enamorarse de una mujer cuya existencia desconoce. Los niños
que no conocen los juegos electrónicos carecen del deseo de jugarlos. La madre
que ignora los sentimientos de amor y ternura del hijo que vive lejos, se puede
sentir olvidada. Y así sucesivamente.
Conocer
a Dios como Padre nuestro significa experimentar que el océano infinito del
amor, de la bondad, de la alegría, de la paz, de la creatividad, de la luz se
ha metido en nuestro corazón. Así como el mar entra en nuestros litorales y
forma bahías hermosísimas, de igual manera Dios se adentra en las profundidades
de nuestro ser para hacernos partícipes de su vida y naturaleza divinas. Allí
adentro no cesa de acariciar las playas más sensibles de nuestro corazón con la
espuma blanca y delicada de su Ternura que es el Espíritu Santo. Igual que el
mar hace resonar su poderío al romper sus olas en la arena dorada de nuestras
playas, Dios no deja de lanzarnos palabras de aliento, de encomio y estímulo
poderoso a través de su Palabra eterna, Jesucristo.
Con razón afirma Jesús en su
oración sacerdotal: “En esto consiste la vida eterna: en conocerte a ti, único
Dios verdadero (JN 17,3).
En
efecto, cuando nuestra actividad psicológica de conocer tiene como objeto a
Dios Padre, ya vivimos en ÉL
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