No pusimos de novios suponiendo
que estábamos hechos el uno para el otro, aunque éramos tan distintos que
parecía que veníamos de planetas diferentes
Ambos,
mi pareja y yo, somos PERSONAS, iguales en dignidad, ni más, ni menos, Fuimos
creados con la tremenda capacidad de relacionarnos y con una pro funda sed de
ser felices. Tenemos las mismas limitacio- nes y tendencias degenerativas
aunque no se expresan de la misma manera en uno y otro.
El
ser humano completo, capaz de ser fecundo, es varón y mujer: un so ser en el
Amor, los dos para ser una pareja. Sólo en la unión son plenamente o que son
cada uno. La mujer verdaderamente femenina estimula al varón a ser varón,
distinto de ella, pero para ella. El varón verdaderamente viril estimula a la
mujer a ser lo que es: mujer plena distinta de él, pero para él. Son el uno
para el otro. “No es bueno que el hombre (ser humano completo) esté solo.
Hagámosle una compa ñera (no esclava), semejante a EL’ La persona hombre y la
persona mujer han nacido en primera instancia para amar y recibir amor, que es
la necesidad sicológica vital más importante. Al “encontrarse” el uno al otro,
cada uno descubre su propia “limitación”, su soledad y aquí se despierta
naturalmente el amor, el descubrimiento de que cada uno está hecho para el
otro, para estar juntos “ser más, crecer juntos”.
Aquí
brota la felicidad, el gozo de sentirse plenos, realizados y constata cada uno
que sin el otro no es plenamente uno, en este sentido hablamos de
complementariedad. En este sentido decimos que la mujer llega a ser mujer bajo
la mirada profunda del varón y viceversa, el varón llega a ser varón bajo la
mirada profunda de ella La humanización es recíproca. Para realizar esta
unificación, además de amar, es in dispensable ser útiles para el otro y para
la sociedad, y trascender en su capacidad de relacionarse, sus valores, sus
dones, sus cualidades artísticas, sus intuiciones, su intimidad: ésta es la
raíz del amor, de la capacidad congénita de amar, de descubrir que cada uno es
una sola cosa con el otro, una mismidad para el otro. En cada encuentro brota
espontáneo e irreprimible un mensaje de aceptación o rechazo, incluso cuando
está matizado de cierta indiferencia. “Yo no soy ni mueble ni fetiche sexual de
nadie”...
Para
este encuentro cara a cara, de ser a ser, de corazón a corazón, para poder
asumirnos realmente,
-
es indispensables compartir nuestros sentimientos de luz y de sombra, que nos
vitalizan, nos hace ser más para el otro, sin dejar de ser originales. El ser
mujer y ser hombre, nos mantiene originales aunque siempre con Fa mirada del
otro, es decir para el otro, para una buena comunión para ambos. La pareja que
no toma en cuenta esta originalidad, la unión con el otro y para el otro, es
egocéntrica y mata el amor.
“Nosotros
como pareja estamos participando activamente de esa tremenda decisión de
amarnos en las buenas y en las malas, en salud y enfermedad, en la pobreza y abundancia.
Muchas veces estuvimos sin hablarnos ni mirarnos durante meses, esta relación
ya no daba más... pero no nos separamos por esta hermosa decisión.
“Nos
dimos cuenta que amar es mucho más que esforzarse para “pasarlo bien juntos’ En
el nido era todo maravilloso, pero durante el día nos pasábamos peleando. Amar
es jugarse por la plenitud del otro, hacerse corresponsales del desarrollo
vocacional de la otra persona, (la primera responsabilidad mía es ser yo mismo,
sin vicios ni dependencias, ser buen acompañante del camino original personal
de ella, no sólo en lo profesional, maternidad, paternidad, sino en la trascendencia).
“Ni
yo ni mi pareja somos esclavos de nadie Re conozco que yo he atropellado mil
veces a mi pa reja, por esto le pido perdón”.
En
esta “familia de fe” de este siglo nadie es más que nadie, ni menos que nadie.
¿
Me llevaste el traje a la lavandería?
No
soy tu empleada...
Por
supuesto, si fueras empleada al menos sabrías hacer bien el aseo…
“Una
de las máscaras que yo tengo es mi orgullo:
No
acepto “pelos en lomo”, por eso nos llevamos peleando. Lo peor es que por eso
llega tarde y yo lo espero con todas las furias que tengo. Estamos mal”.
La
idea es lograr nuestra sexualidad trascendente, que es hermosa. La sexualidad
no es solamente genital, es mucho más que eso, Es trascendental, creativa, es
el poder personal de la pareja, es la capacidad que tiene de ser cocreadores en todo el sentido profundo
de la palabra (arte, música, poesía, desarrollo cultural digno, hijos, vida).
Esta sexualidad no es un instinto, sino una capacidad al servicio del amor, de
la vida, es una pulsión (“TRIEB” como lo llama Freud).
Para
unirme a mi pareja necesito desnudarme sicológica y físicamente. Para unirnos,
descubrimos la transparencia de los sentimientos, lo que es cada uno por
dentro, no sólo por fuera. No es mi sexualidad la que me hace inventar el amor.
Es el amor, lo que nos revela
lo que podría ser la sexualidad plena de Amor y una sexualidad trascendente la
que da sentido.
El
vocablo “agua” no moja a nadie. La palabra “amor” tampoco hace feliz a nadie,
Si la palabra “sexualidad” no lleva; ni comunica lo que debe contener (amor profundo) pasa a ser la gran
mentira, un espantoso engaño. ¿Cuántas lágrimas de soledad, penas después de un
abrazo efímero entre las olas de una ternura, llenos de espumas vacías?-Place: comparte
con tu pareja. TQM.PEPE
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