Nos comprometimos pensando que como fue tan fácil pololear, sería
muy fácil amar
Al
descubrir en mi vida lo difícil y arduo
que resultó amar de verdad, sin trampas, el resultado fue maravillo so, estoy
feliz. Ninguna cosa fácil es maravillosa, casi nunca. Y ninguna cosa
maravillosa es tan fácil, nada está al alcance de la mano. Todo lo grande y
valioso exige un tremendo esfuerzo de todos los días y de toda la vida. Esto no
es como una película, lo que realmente vale, cuesta conseguirlo. La gran
ilusión de los pololos es creer que el amor seguirá fluyendo tan espontánea
mente y feliz como en esos momentos. Pensamos que querernos —sentir el amor
ardiente que nos une— seguirá siendo así hasta el final de los tiempos.
A muchas pareja les sucede así,
pero no normal mente porque -deba ser así-sino porque así sucede en la
convivencia diaria. Las familias se muestran en la vida real tal como son, con
limitaciones, con deformaciones culturales y temperamentales. Me di cuenta de
que no existe el mal carácter: sólo existe mi carácter mal cuidado, o mal
educado, con defectos genéticos o adquiridos. Al principio no se notaban y no
molestaban tanto, pero con la rutina llegaron a exasperarme. Me di cuenta de
que cada uno tiraba para su lado. Y aparecieron las defensas del yo cerebral
que se siente amenazado, pasado a llevar, no tomado en cuenta como antes, y
aparece la tentación desgarradora de arañar, de defenderme, de encerrarme en mí
mismo, de empezar a desconfiar de la personalidad de mi pareja, de temer
abrirme por una posible mala acogida. Las pequeñas incomprensiones se acumulan,
y la persona amada en lugar de ser un estímulo como antes, aparece como una
potencial amenaza, como posible rival, y las heridas se acumulan, La
incomprensión siempre es dolorosa, y surge la pregunta: ¿Me equivoqué de
pareja? ¿Habré elegido bien? ¿Para qué me metí en esta
Cuestión?
(“Mi papá me lo dijo, todos me lo dijeron”).
Este
fue el momento más delicado de mi crisis existencial, que, según mi
experiencia, ninguna pareja por estupenda que sea podrá evitar, es un obstáculo
en el camino de la vida que a la mayoría de las parejas les sucede.
El
amor adolescente es inmaduro, me caso con el personaje (lo que yo imagino que
es la otra persona), En cambio en el amor adulto, el amor maduro, me comprometo
con la persona, con lo que la otra persona es realmente.
No
es que yo me haya equivocado con respecto a la realidad del otro, la verdad es
que los dos hemos entrado en el juego sin darnos cuenta: cada uno de nosotros
sin proponérnoslo, pero de hecho estimulados mutuamente, hemos jugado al
“personaje”, es decir, hemos dado lo mejor de nosotros, nos hemos esforzado en
presentar al otro nuestra mejor cara, en parte para conquistarlo y en parte
porque el estímulo del otro era tan fuerte que no costaba nada dar lo mejor la
normalidad, la Tú cada uno de nosotros o mostramos como somos, es decir,
como fuimos siempre, en casa, en el trabajo, en todas nuestras relaciones y la
ilusión ficticia de que todo era color de rosa s va al suelo, asoma la
desconcertante realidad de que soy como soy. Y la realidad no responde a las
expectativas de ninguno de los dos, y es desilusionante para ambos. La pregunta
es: ¿eres capaz de amarme real mente como soy? Cuando te casaste conmigo,
¿pensabas amarme “sólo si” y “en cuanto” te agradara? ¿O estuviste dispuesto a
amarme de verdad, siempre, por mi bien, por ser yo esa única persona, cuando te
complazco y también cuando no soy capaz o no me resulta complacerte?
Me
pregunto profundamente: ¿quién me paga para seguir aquí en la casa? ¿Quién me
manda a meterme con ésta? Me dan ganas de mandarme a cambiar, y dejar todo.
Para esto no valía la pena casarme.
Es
precisamente en este momento que debo tomar las grandes decisiones de mi vida,
tomar en serio el compromiso asumido, de amar de verdad a mi pareja, de jugarme
el todo por el todo por ella, amarla como es, de enfrentar la crisis con
humildad y veracidad, sacarme el tronco que tengo en el ojo, y después fijarme
en la pestaña en el ojo de mi pareja, tratando de tocar a fondo la realidad,
aprendiendo con calma a distinguir lo que es fundamental de lo que es
secundario en la vida de pareja. Un incendio bien administrado, puede dar
buenos dividendos, dice un viejo refrán,
Toda
crisis puede ser transformada en un desafío para crecer a fondo, para revisar
seriamente y con
profundidad
la propia vida y la mutua relación de pareja, siempre que esté firme en la roca
de mi ser la convicción inquebrantable de que el compromiso de amarse está
fuera de toda discusión, que no hay “dudas de fondo” sobre el amor mutuo
(porque no hay motivos serios para ponerlo en duda). La situación dolorosa del
momento no se debe desconocer, al contrario, debemos darle la importancia que
tiene, tratando de descubrir la raíz del problema, sobre todo para hacer
aflorar los sentimientos heridos míos y de mi pareja con
delicadeza,
sin enjuiciar ni culpar, esforzándome por ponerme en el lugar del otro, por
comprender lo que sucede dentro de él, sin disculparme, sino aceptando humil
demente los hechos, que se dieron así, haya o no habido intención de herirnos.
Que haya habido buena voluntad o no, no cambia nada el dolor sufrido por la
otra persona.
Lo
que importa en ese momento para superar la crisis no es demostrar que no hubo
intención de herir porque seria contraproducente, ya que es corno desconocer la
inteligencia del otro, y esto agravaría la situación, Si realmente tengo el
deseo de salvar lo salvable, asumo el dolor de la otra persona sin dar
explicaciones, sino sencillamente compartiendo su sufrimiento aquí y ahora, entrando en sintonía con su dolor
manifestando mutuamente nuestros sentimientos de dolor.
P
maravillosamente la comprensión que nos
libera de las tensiones y aparece la comunión entre personas, cada uno de
nosotros se siente de nuevo amado por el otro, y a crisis pasa a ser
beneficiosa, aparece el sol después de la tormenta, y las olas se deshacen,
porque hemos descubierto en el ímpetu de las olas que nos amamos de verdad,
porque nos interesamos de verdad en lo que el otro siente.
“Ella
es profesora, y él arquitecto. EJ/a me llamó por teléfono para que le ayudara
con su hija de 15 años. Acepté después de conversar un poco y me di cuenta de
un tremendo problema de falta de amor en la pareja motivado por la falta de
perdón y porque él no reconocía ni expresaba sus sentimientos. A mi pregunta de
si le había servido con versar, ella respondió: “S, estamos mejor, pero hay
algo grande que no le puedo perdonar toda vía”. Él la miró extrañado y ella
siguió: “No te puedo perdonar que hace 15 años cuando nació nuestra segunda
hija, tú me hayas dejado sola en el hospital”. Él respondió: Pero ¿cómo? -Por
favor-Eso ya lo hemos hablado. Ya te pedí perdón y te prometí que nunca más lo
volvería a hacer. Me sentiría incapaz ahora de hacerlo, me parece ab surdo
pensar que es más importante el partido de fútbol que el nacimiento de mi
hija”. Me miró consternado como diciendo: ‘ Qué más puedo hacer?” y de cierta
manera insinuándome que el problema era de ella y de su incapacidad para
superar esa situación y perdonar. Le pregunté a ella: ‘ Cómo te llegó su
respuesta?” Y me d “No me llega”. “ Te das cuenta de que su dolor persiste aquí
y ahora? Ella está sufriendo; es un dolor vivo y presente, no un recuerdo. Haz
algo ahora
aquí
por ella”. El me miró perplejo, la miró a ella con la cara dolorida y muy
confundido exclamó: “No sé real mente qué hacer, la veo sufrir y me duele. Soy
capaz de hacer cualquier cosa para aliviarla, pero no sé qué.” Le pregunté a la
señora: “ Cómo te llega lo que acaba de decirte?’ Y ella respondió:
‘Ahora
sí que me llegó”.
Los
“mensajes YO” son legadores, en cambio los “mensajes tú” no llegan, no tocan e
ser, no cambian nada. En la primera respuesta él sólo se había
disculpado,
él había tratado de demostrar, con razones y no con sentimientos profundos, que
todo había sido ya resuelto con su propósito de buena voluntad y de arrepentimiento
válidos y sinceros, pero que no tocaban el problema de fondo. Ella había
sufrido por causa de él, y él con todas sus explicaciones no había reconocido
los sufrimientos de ella. Al menos no había podido expresarlo. Cuando al fin Fo
hizo, su impotencia para aliviar la carga y el dolor disminuyó; apareció la
comunión de personas, estaba hablando de ser a ser, en el mismo lenguaje de los
sentimientos, y la comprensión profunda alivió la tensión.
Para
resolver cualquier crisis, especialmente las conyugales, emocionales, de
incomprensión de lo que le pasó por dentro a cada persona, es indispensable
haber hecho ejercicio de comunicación, de e sentimientos profundos, para hablar
siempre en los te mas de amor y de amistad. La frecuencia FM versus a frecuencia
AM son incompatibles
Me
he dado cuenta de que todas las personas mujeres necesitan solamente ser
amadas, y no tanto ser razonadas. Ellas esperan siempre una acogida afectiva y
no una cerebral. Cuando hablamos de comprensión en este trabajo hablamos de una
comunicación afectuosa, emocional, al mismo nivel de la intimidad y no
solamente cerebral, de las ideas y las razones. La educación que nos ha dado
esta sociedad nos ha enseñado a usar el hemisferio cerebral de la razón más que
el del amor. Nosotros los hombres frente a estos problemas, chocamos con las
expectativas de la mujer, que espera ante todo una acogida afectiva, tierna,
delicada: esto es comprensión.
Cuando
fui capellán, les pedía a los oficiales,
Especialmente
al comandante, que hicieran un rito especial al llegar a su casa: dejar sus
insignias, sus llaves y sombrero en el perchero para olvidarse del trabajo.
Luego les explicaba: “En tu casa, en tu hogar no rige esa eficiencia, sino otro
tipo de eficiencia”. Así se empiezan a tallar las relaciones amorosas para que
cada uno se sienta amado y comprendido en su intimidad. En la casa no hay
subordinados ni empleados.
Compartamos
en pareja
¿Puedes
dar un testimonio de lo que te ha costado aprender en este sendero nuevo para
ti?
Preguntas
profundas
o
Si cada uno tira para su lado, ¿cómo evitas un futu ro rompimiento?
°
Si atacas, enjuicias, condenas, sacas la familia y el pasado de tu par ¿cómo
puedes decirlo todo sin romperla alianza divina?
•
¿Cómo superas o piensas superar las crisis con tu pareja?
No
soy esclava de nadie, soy persona como tú
A
medida que madura, la mujer se cansa de sólo dar para satisfacer al otro y
comienza a sentirse
insatisfecha. Este es el momento de darse
cuenta de que amar no es olvidarse por completo de sí misma, y de tomar
conciencia de que necesita un espacio propio y de que es digna de recibir amor.
Así descubre la autoestima.
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