JESUS EN RAPPORT CON LA GENTE
Si rapport significa la
habilidad para crear un estado de armonía, afinidad, confianza y cooperación en
una relación interpersonal, entonces Jesús aparece como un maestro del rapport.
Tal vez el secreto de su gran
habilidad para establecer rapport con la gente se halla a nivel de las metas.
El tiene como una de sus metas principales la de crear el más profundo y
perfecto rapport entre los seres humanos. Y expresa este objetivo central de su
vida en la oración que dirige a su Padre antes de morir.
“Que todos sean uno. Como tú,
Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el
mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste,
para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que
sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que yo les
he amado a ellos como tú me has amado a mí’ (JN 17,21-23).
Me parece claro que Jesús sueña
con la creación de relaciones que,
incluso, van más allá de lo que es el rapport.
Jesús visualiza una comunión
interpersonal que Dios perfecciona.
Si de acuerdo a la fe
cristiana, la unión interpersonal entre el Padre, Hijo y Espíritu Santo hace de
ellos un solo Dios, imagina entonces la clase de relaciones que Jesús quiere
entre nosotros, puesto que pide: “Que
sean uno como nosotros somos uno.”
Por otra parte, la unión
interpersonal de los seguidores de Jesús brilla como un signo de la llegada del
Mesías. “Que ellos también sean uno en
nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.” Al ver la unión
entre los cristianos, la gente puede empezar a sospechar que allí sucede algo
muy especial.
La unidad de amor en las
comunidades cristianas pone de manifiesto que el Mesías, ya ha venido a la
tierra.
Además, la unidad de los
creyentes revela el amor de Dios para todos y cada uno de nosotros.
“Que sean perfectamente uno y
el mundo conozca que tú me has enviado y que yo les he amado a ellos como tú me
has amado a mí.’
En su esfuerzo por alcanzar
esta meta, Jesús crea rapport con la
gente de modo admirable. Por tanto, él es un modelo insuperable para quienes
deseamos incrementar nuestra habilidad para establecer rapport con los demás.
1. EL RAPPORT COMO RELACTON
PROFUNDA
La creación de rapport, en
cuanto estado de armonía, confianza y cooperación dentro de una relación, posee
un valor especial para Jesús. El lo ha vivido por toda la eternidad. Como Hijo
de Dios, se encuentra siempre en perfecto rapport con su Padre. Por tanto,
después de su encarnación, tiende naturalmente hacia el rapport con todo
inundo.
Cierto, por ser verdadero
hombre, necesita desarrollar su habilidad para crear ese tipo de relación con
sus semejantes. El se ha lanzado a un proceso de aprendizaje del arte del
rapport, a partir de los primeros pasos. Poco a poco ha llegado a dominar dicho
arte.
Sí, en efecto, la habilidad de
establecer rapport con los demás es un arte. Y el primer paso hacia el dominio
de este arte consiste en quererlo. Por eso Jesús comienza planteándose el
rapport como una meta central. Enseguida se lanza a la acción. Tal vez sus
primeros intentos los hace en relación con María, José y otros parientes suyos.
Y bajo la guía y ejemplo de María y José va desarrollando la agudeza sensorial
que le permite percatarse del progreso que logra en la relación con los demás.
Y finalmente, comienza a emplear la flexibilidad que le ayuda a cambiar y cambiar hasta que consigue crear rapport con
un ser humano o con un grupo.
A- Algunas condiciones para
crear rapport
Para crear rapport necesitamos
tomar en cuenta ciertas condiciones esenciales, Ante todo, hace falta
colocarnos en el mismo nivel de los otros. En segundo término, conviene
expresar acuerdo
o alineación con ellos, O, al
menos, les manifestamos algún tipo de semejanza en relación a ellos. Por
ejemplo, hablar el mismo idioma nos hace semejantes. Y en tercer lugar, el
rapport requiere la facilitación de estados emocionales como la confianza,
armonía, afinidad, respeto, aprecio mutuo.
Jesús cumple estas tres condiciones
en modo admirable y brillante. Sale al encuentro de los demás, colocándose en
el nivel en que ellos se mueven,
Este proceso de colocarse en el
nivel del otro, puede ocurrir a nivel de ambiente. Jesús, de hecho, proclama su
mensaje en lugares donde la gente vive, trabaja, ora, convive, come, se
divierte. Es bautizado por Juan en el río Jordán. Predica en la región de
Galilea. Ora en las sinagogas y allí proclama la Buena Nueva. Visita a la gente
en sus casas...
Tomemos un ejemplo sobre la
habilidad de Jesús para acercar- se a los demás. “Cuando salió de la sinagoga
se fije con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba
en cama con fiebre; y le hablan de ella. Se acercó y, tomándola de la mano, la
levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles” (MC1, 29-3 1).
Imagina el profundo rapport que
Jesús establece con aquellos a quienes visita en su propia casa. Y al mismo
tiempo, Jesús se acerca a ellos en el nivel de conductas. Come con ellos.
Incluso establece contacto físico con ellos. En el texto apenas citado, vemos a
Jesús que se relaciona muy de cerca con la suegra de Pedro. La toma de la mano
y la ayuda a levantarse. Esta clase de conductas produce un rapport instantáneo
entre los seres humanos.
Por otra parte, Jesús también
sabe acercarse a los otros en el nivel de las capacidades. Por ejemplo, un día
convoca a sus discípulos. “Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para
enviar los a predicar” (MC 3,14). Más tarde, los envía de dos en dos “dándoles
poder sobre los espíritus inmundos”
(MC 6,7).
Cuando ellos regresan, se
reúnen con Jesús y le cuentan lo que han hecho y enseñado. Entonces tiene lugar
aquel detalle en que Jesús muestra su capacidad de ponerse en 2a. posición. Los
invita a retirarse a un lugar apartado donde puedan descansar. Pero lo
importante ahora consiste en advertir que Jesús reconoce las capacidades de sus
discípulos y los estimula a emplearlas efectivamente. Por ello los envía a
predicar. Con lo cual establece un rapport más profundo con ellos.
Y consigue mayor profundidad
cuando se acerca a la gente en el nivel de las creencias. Me imagino que Jesús
intenta compren der a los escribas en este nivel. Estoy pensando en aquella
ocasión en que Jesús le dice al paralítico, “confía hijo, tus pecados te son perdonados.”
Los escribas piensan para sus adentros, “Pero qué habla éste. Está blasfemando.
¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?’ (MC 2,5-7).
Y la respuesta de Jesús a estos
pensamientos aparece como algo superior a una simple confrontación, El entiende
lo arraigado de la fe judaica en el corazón de los escribas. Por tanto, se
propone ofrecerles una prueba de su identidad mesiánica, de forma que ellos
puedan creer que él posee poder para perdonar pecados. “Qué es más fácil, decir
al paralítico: Tus pecados te son per donados,’ o decirle: ‘Levántate, toma tu
camilla y anda ?’ Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la
tierra poder de perdonar pecados -dice al paralítico-: ‘A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.’” (MC
2,9-li).
Jesús logra profundizar todavía
más su acercamiento a la gente, al colocarse junto a ellos en el nivel de la
identidad. En este caso se pone en contacto con la esencia personal de la
gente. Se relaciona con el centro más profundo de sus almas. Pondera el gran
impacto de las palabras que Jesús dirige a Pedro: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (MT 16,18).
Esta vez, Jesús se refiere a la identidad de Pedro. Y le muestra el cambio que
Dios provoca en su ser, al transformarlo en la piedra angular de la Iglesia. Y en este nivel, el rapport
entre Jesús y Pedro se torna más fuerte y más profundo. Los lazos del rapport
son cordiales.
Pero Jesús sabe ir todavía más
lejos. Logra acercarse a los demás en el nivel espiritual. En tal caso, el
vínculo interpersonal, entre Jesús y su interlocutor, es Dios mismo. Cuando
Pedro dice a Jesús Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo,” Jesús replica,
“Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la
carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (MT 16,16-17).
Me resulta obvio que en estos
momentos Dios Padre vincula a Pedro con Jesús. Llega a tanto el rapport entre
ellos, que se asemeja a los vínculos de la sangre. Por ello, Jesús pregunta,
“¿Quién es mi madre y mis
hermanos? Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su
alrededor, dice: ‘Estos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad
de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.’” (MC 3,34-35).
Con este ejemplo, termino lo referente
a la primera condición para el rapport: acercarse a la gente en su propio nivel.
La segunda condición es como un
fruto de la anterior: mostrar algún tipo de acuerdo o semejanza respecto a la
otra persona. Y Jesús se ha hecho semejante a nosotros desde la eternidad. Y
sería más correcto afirmar que nosotros somos semejantes a él, puesto que él
constituye el arquetipo, el patrón original que Dios ha tomado como modelo para
crear a todos y cada uno de los seres humanos.
Jesús, en cuanto Hijo de Dios,
procede de Padre desde toda la eternidad. Al mismo tiempo, nosotros hemos sido
creados por el mismo Padre. Así que nuestro origen y el de Jesús, aunque de
modo diferente, es común. Esta similitud
es subrayada por la carta a los Hebreos.
“Convenía, en verdad, que Aquel
por quien todo y para quien es todo, llevara muchos hijos a la gloria, perfeccionando
mediante el sufrimiento al que iba a guiarlos a la salvación. Pues tanto el
santificador como los santificados tienen todos el
mismo origen. Por eso no se avergüenza de llamarles hermanos
HEB 2,10-
Si hemos sido creados a
semejanza de Jesús, “el primogénito entre muchos hermanos” (ROM 8,29), entonces
él ha cumplido ya la segunda condición para el rapport. Lo que le falta es
explicitar esa se que ya existe entre él y nosotros. A las personas les gustan
las personas que son iguales que ellas.
B- Creación de una atmósfera
amigable
Además de las dos primeras
condiciones, se requiere una tercera para establecer rapport: la creación de un clima amistoso entre las personas. Y en
este punto Jesús resulta excepcional. Lástima que los escribas y fariseos no se
permitieron el goce de experimentar la atmósfera amigable que Jesús sabe
producir.
Jesús mismo es como un
manantial infinito de los mejores sentimientos: amor, alegría, paz, esperanza, optimismo, entusiasmo, etc. Es
suficiente con acercarse a él para experimentar un cambio emocional. Por eso
nos dice él mismo:
‘Vengan a mí todos los que están fatigados y
agobiados, y yo los aliviaré. Tomen sobre ustedes mi yugo, y aprendan de mí,
que soy manso y humilde de corazón; y hallaran descanso para sus almas”
(MT 11,28-29).
Además de emanar él mismo
emociones positivas, me enseña cómo crearlas. Cuando envía a sus discípulos a
predicar, les da la siguiente lección: “Al entrar en la casa, saludad (MT 10,12). El saludo oriental
consiste en desear la paz al otro. Por lo que Jesús añade: “Si la casa es digna, llegue a ella vuestra
paz” (MT 10,13).
Por otro lado, Jesús se muestra
enormemente flexible cuando trata de generar una atmósfera emocional positiva.
Supongamos, por ejemplo, que la meta de Jesús es la mansedumbre. El quiere
enseñar a sus discípulos a ser mansos y serviciales con los demás.
En primer lugar, él les
recomienda que lo tomen como modelo:
“Aprended
de mí, que soy manso y humilde de corazón.”
En un segundo momento, les
recomienda que aprendan de los niños.
“En aquel momento se acercaron
a Jesús los discípulos y le preguntaron: quién es, pues, el mayor en el Reino
de los Cielos?’ El llamó a un niño, le puso en medio de ellos y dijo: ‘Yo les
aseguro: si no cambian y se hacen como los niños, no entraran en el Reino de
los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en
el Reino de los Cielos’” (MT 18,1-4).
Aquí, de una lección sobre la
mansedumbre, hay una enseñanza muy plástica acerca del rapport. Necesitamos ser
como los niños, al relacionarnos con los demás, para generar una atmósfera
propicia para las relaciones profundas. De ordinario, los niños pequeños no
sólo se muestran mansos y amorosos, sino también creativos y flexibles. Y
nosotros necesitamos estas cualidades para establecer rapport.
Los apóstoles, sin embargo, no
acaban de aprender esta lección del Señor. Lo digo al recordar aquel momento en
que la madre de los hijos de Zebedeo se postra a los pies de Jesús para hacerle
esta petición:
“Manda que estos dos hijos míos
se sienten, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, en tu Reino.” Jesús le
responde:
“No sabéis lo que pedís.” Y
luego repite, una vez más, la lección que previamente les había dado: “El que
quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que
quiera ser el prime ro entre vosotros, será esclavo vuestro; de la misma manera
que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su
vida como rescate por muchos”
(MT20,21-22 .26-28).
Y después de este incidente,
los apóstoles siguen sin entenderla lección sobre el rapport. Por tanto, Jesús
cambia la forma de darles su mensaje al respecto. Y ahora decide emplear una
forma más directa e impactante.
Se
pone a lavar los pies de sus discípulos. Y enseguida les explica:
“Ustedes me llaman ‘el Maestro’
y
‘el Señor,’ y dicen bien,
porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también
ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado ejemplo, para que
también ustedes hagan como yo he hecho con ustedes” (JUAN 13,13-15).
Jesús tiene una meta clara:
enseñar la necesidad de mansedumbre y flexibilidad para crear rapport. Y actúa
con flexibilidad, cambiando la forma de explicar esa necesidad.
Al mismo tiempo, establece
rapport con sus discípulos a la hora de darles semejante lección. Jesús hace él
mismo lo que enseña. Tú puedes valorar el hecho de ponerse a lavar los pies de sus
apóstoles. Les produce bienestar con el agua fresca y la limpieza. Los toca con
respeto y amor. Los hace sentir a gusto. Y esto, precisamente, es rapport.
La flexibilidad presupone que
posees una rica variedad de alternativas. Y en tales condiciones puedes
mantenerte cambiando mis conductas, hasta que finalmente consiga lo que quiero:
establecer rapport con la persona o
grupo.
En la actualidad tenemos
evidencia científica acerca de la necesidad de alternativas. Porque cada
persona o grupo es diferente, necesitas adaptarte. Y a impulsos de la
flexibilidad, puedes escoger entre las alternativas de que dispones.
Cada
uno de nosotros es un sistema. Lo que significa que, en cuanto individuos,
somos mucho más que la suma de las partes que nos constituyen. Somos, pues, una
totalidad orgánica. Y dentro de esa totalidad, cada parte afecta a las partes
restantes y al conjunto en su totalidad.
Cuando interactuamos con otro
individuo, el pequeño grupo de dos personas constituye también un sistema. Todo
grupo es igual mente un sistema. Y la persona más flexible dentro del grupo de
muestra ser la más influyente.
Esto significa, en palabras más
sencillas, que si tú dispones de una mayor variedad de conductas alternativas,
entonces podrás tener el control de tus interacciones con el otro individuo o
con el grupo.
Si los discípulos de Jesús
tienen tres formas de resistir sus enseñanzas, pero Jesús posee suficiente
variedad en sus recursos, entonces podrá enfrentar la resistencia de sus
discípulos cada vez que ellos se defiendan. Y al fin, Jesús podrá controlar el
resultado de sus interacciones con ellos. Y tarde o temprano, podrá instalar en
ellos un nuevo aprendizaje. Tal vez consiga que sepan conducirse como
verdaderos seguidores suyos.
Considero un ejemplo de mi vida
familiar. Imagino un niño de ocho años que constantemente me interrumpe
quejándose de aburrimiento. Si yo dispongo sólo de una sugerencia para
invitarlo a una nueva actividad, corro el riesgo de perder el rapport con él. Esta posibilidad se convertirá en una realidad
durante un día lluvioso. Pero si tienes varias sugerencias para proponerle,
podrás conservarlo en paz y tranquilo, y el chiquillo estará feliz y
entretenido. El truco consiste en disponer de una buena variedad de
alternativas. Si el monto de tus alternativas es mayor que el de la otra
persona, tendrás una variedad suficiente para controlar y dirigir la situación
de acuerdo a tus metas.
2. EL ARTE DE ESPEJEAR E IGUALAR EN JESUS
La variedad de respuestas
alternativas es necesaria para aprender el arte de espejear e igualar. Estas
dos actividades son esenciales para establecer rapport. Sin ellas resulta casi imposible lograrlo.
Espejear e igualar son dos
aspectos de nuestro esfuerzo personal por volvernos semejantes a la otra
persona. Y el significado de una y otra actividad es muy parecido. En concreto,
espejear quiere decir que nos volvemos como un espejo que repite los mismos
gestos y conductas de la otra persona. Si estás frente a un individuo que se
lleva la mano a la frente para rascarse, lo espejeas al llevar tu mano, tal vez
un poco más arriba de la frente, para rascarte tú también.
Al igualar a otro ser humano,
intentas hacerte igual que él lo más posible. Por tanto, haces tuyos algunos
aspectos de sus conductas, capacidades, creencias, identidad y espiritualidad.
Por lo menos, puedo copiar su postura corporal, gestos, expresiones faciales,
modos de hablar, tono de voz, ETC. Si hago esta imitación en forma sutil, me
ayudare en la creación de sentimientos de confianza y rapport entre mí y el
otro.
A- Niveles del igualar en Jesús
Me atrevo a sostener que Jesús
no tiene igual en su habilidad para igualar a los demás. La carta a los Hebreos
enfatiza que Jesús ha sabido hacerse igual que los hombres en todo, excepto en el pecado.
“Pues no tenemos un Sumo
Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo
igual que nosotros, excepto en el pecado”
HEB
4,15.
En este texto se nos recuerda
que la Palabra eterna del Padre se ha hecho hombre de verdad. El sabe que a las
personas les gustan las personas iguales a ellas. Por esto se ha hecho en todo
igual a nosotros. Así procura caemos bien y que le tengamos confianza y creamos
en él.
Y por ser exactamente igual a
nosotros, tiene la capacidad de entendernos desde nuestra propia condición. Por
tanto, en carne propia sabe comprender nuestro sufrimiento dolor, angustia,
tristeza, placer, gozo, entusiasmo, amor, etc.
“Por eso tuvo que asemejarse en todo a sus
hermanos, para ser misericordioso y Sumo Sacerdote fiel (HEB 2,17).
Cierto, la encarnación del Hijo
de Dios y su voluntad de asemejarse en
todo a nosotros tienen varios propósitos, Uno de ellos consiste en buscar el
establecimiento de rapport con nosotros.
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