jueves, 26 de abril de 2012


MI SEXALIDAD HERMOSA ESTA ALSERVICIO DE MI AMOR DIVINISADO QUE ME ACERCA A ÉL

Aunque la mujer pueda excitarse sexualmente, nunca llega a comprender a intensidad irresistible del orgasmo masculino Ella se asusta de las reacciones de su compañero, que muchas veces llegan a ser brutales y hasta a desembocar en a violencia, incomprensible y monstruosa para ella, Eso no es la trascenden- cia de la que hablamos. Culturalmente el hombre hace separación entre el acto genital y el amor La mujer en esto es más ética que el varón, y por eso mismo no hace tal distinción. A ella le resulta monstruoso incluso imaginar pagar dinero para obtener placer carnal, engañar o violar para satisfacer una pasión incontrolada.
Una joven amiga me contaba un día que en la micro es muy común que los hombres manoseen a las lolas o que se pongan en posiciones estratégicas para tener un contacto físico determinado y también ellas lo hacen. Le pregunté si se le ocurría una manera de evitarlo… y me respondió: “Pepe, me he dado cuenta de que afearse no resulta. Esto le  pasa a todas las mujeres... especialmente a las más atractivas. Yo soy muy recatada, tú sabes, no uso ropa provocativa ni maquillaje... pero es lo mismo. Son los hombres los que no respetan”.
La mujer ingenuamente desconoce esta realidad y expone sus atributos sexuales sin tomar en cuenta que despierta pulsiones fortísimas tanto en varones capaces de controlarse como en otros que no han sido educados en el dominio de sí mismos.
En el matrimonio, la relación sexual es trascendente. Todo “debería” realizarse armoniosamente, para felicidad de ambos, pero no siempre la relación funciona a satisfacción mutua. La sexualidad es un lenguaje y puede expresar tanto sentimientos nobles y  vitalizan tés (amor, ternura, valoración del otro), como lo contrario: la manipulación, el uso, la posesión y la instrumentalización del otro, que puede expresar el egoísmo más brutal.
El punto crítico está en que la sexualidad se puede centrar sólo en el placer o en el amor puro.
El placer, don extraordinario de la naturaleza, es intransferible, “incomunicable”, personal y exclusivo de cada persona. El placer, el orgasmo, no vence la soledad. Cada individuo logrará, si lo logra, su propio placer, pero no puede hacer sentir al otro su propio placer. La sensación de gusto que experimento al comer una fruta es intransferible. La otra persona podrá comer un pedazo de la misma fruta, y sentir su propio gusto, pero nunca el mío. Quienes piensan que basta con que ambos cónyuges logren el placer sexual al mismo tiempo, se desilusionan al ver que así no se logra la plenitud en el amor Si no llega al éxtasis, el proceso está inconcluso.
Muchas señoras se quejan de que después de la “hermosa relación”, él se queda dormido mientras a ella no le queda otra cosa que ponerse a tejer, ver tele o jugar “solitario”. Solo logran una satisfacción física, y las personas no se comunican de SER a SER como seres que se aman y se valorizan y que regalan lo que son”, no una parte, no sólo su genitalidad.
El varón que frecuenta prostitutas logrará placer, pero nunca alegría de vivir, y saldrá de la experiencia sexual sin amor, más triste y más solo.
Hace algún tiempo, atendí a un amigo de unos 75 años que partía de este mundo. Tenía en su casa una gran cantidad de trofeos, medallas, copas y galvanos por reconocimiento de sus dones altruistas, Le pregunté entonces: “ qué estás orgulloso en estos 75 años? Y él me respondió:
“De haberle sido fiel a mi mujer”. PLOP: Pensé yo, y volví a preguntarle: “ Y con las veinte mujeres con que anduviste?”. “Eso no fue amor’ me contestó, “fue solo pasión’
La cumbre de la auténtica sexualidad humana es la valoración plena de mi pareja, sentir y hacer sentir cuánto valemos; hacerle sentir a mi pareja que se me rece la plena donación de todo mi ser: “Yo quiero ser una sola cosa contigo, porque eres buena, y mereces mi ser completo”. Esta plenitud es la comunión de dos personas y se manifiesta naturalmente en el amor, pero es mucho más trascendental que el placer físico y hace sentir la “alegría”, el “gozo” de ser lo que uno es y de ser para el otro, y el otro para uno, en una “unidad” que supera toda imaginación y que sólo los que logran amarse de verdad experimentan. Aquí se hace presen te de una forma inimaginable el TERCERO INVISIBLE, que es el único que no molesta en una relación de pareja, porque nos da la certeza plena de que el otro es bueno simplemente porque es persona.
“Para llegar a una confianza total con mi pareja necesité conocerla plenamente, haberla tratado con amor y tener la certeza de que también me ama, me conoce y sabe que valgo mucho para ella. Este proceso ya lleva 15 años de matrimonio y nos amamos cada vez más. Me ha servido mucho lo que nos pidió el sacerdote que nos preparó:
“Les pido, por el amor de ustedes y el de sus hijos, que nunca se duerman enojados”. Hace tan tos años que hemos cumplido este maravilloso propósito, que ya lo hicimos nuestro.
Muchas veces en nuestra relación me enojé por tonteras. Al llegar la noche yo, muy patudamente, pretendía darla vuelta y hasta la chantajeaba, pero ella no me creía. Así no me quedaba otra que tomar la decisión de aprender a comunicarnos con los sentimientos en primera persona o renunciar a este sueño de amarnos hasta la eternidad.
Preguntas profundas     
• Al iniciar la relación de pareja sentíamos los mismos gustos, ¿por qué hoy ya no sentimos lo mismo si somos las mismas personas?
• El ser persona hombre o persona mujer nos lleva a descubrir y sentir en forma distinta la relación sexual. ¿Como la vemos cada uno?
_ ¿En qué me doy cuenta cuando mi sexualidad es solo genital y cuando es trascendente?


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