viernes, 11 de abril de 2008

sexualidad+amistad SEXUALIDAD Y AMISTAD

SEXUALIDAD Y AMISTAD

PROCESO DE LA AMISTAD

Yo denomino este periodo la adolescencia de la amistad.

Es un tiempo de búsqueda de la identidad propia de una relación amistosa que es diferente de otras, tiene su propia peculiaridad y sólo es idéntica a sí misma.

Esta crisis suele acompañarse con algunos conflictos sociales que amenazan la amistad y sugieren que es más cómodo abandonar la amistad. A veces la erotiza­ción está a la puerta y viene la gana de dejarse seducir por la genitalidad o de ahorrarse la lucha mediante la huida.

Viene después de esta crisis, si las dificultades son superadas y el amor se mantiene fiel por encima de la indiferencia o falta de gusto, una etapa de estabilidad. Es como la adultez de la amistad. De hecho, los que viven este nivel de amistad son adul­tos, tanto cronológica como psicológicamente. Un joven no soporta, la mayoría de las veces, el dolor, las luchas y tensiones requeridas por el paso a la madurez en la amistad

Este tiempo es muy fecundo para ambos amigos. Es la hora del despliegue de la creatividad. No sólo se ayudan mutuamente en su crecimiento personal, sino que empiezan a proyectar su creatividad hacia la transformación de la sociedad.

Ahora los amigos se sienten entre sí un alma sola.

La com­penetración entre ambos es envidiada incluso por los casados.

Las confidencias, sí así se puede hablar, funden en uno el cora­zón de ambos.

Se cumple entonces lo que sugiere santo Tomás,

que en la confidencia al amigo no parece que la persona ponga nada fuera de sí, puesto que ellos tienen un solo corazón.

La amistad adulta -que entre esposos trasciende las rela­ciones genitales, sin excluirlas-, representa la máxima posibi­lidad de comunicación y comunión entre dos seres humanos, porque se aman en el corazón del Amor.

3. LA AMISTAD ENTRE HOMBRE y MUJER

En este punto muchos fruncen el entrecejo, dicen no con la cabeza y se disponen a lanzar piedras contra este tipo de amis­tad. Este pesimismo persiste incluso entre los cristianos. A pesar de que Cristo tuvo amigas, según se puede colegir de los relatos evangélicos, muchos bautizados y hombres de Iglesia proscri­ben esta forma de amistad.

Por lo menos, la amistad heterosexual es vista como desacon­sejable. Y no sólo por sacerdotes que han tomado su celibato como pretexto de represión o rigidez, sino también por algunos que, en apariencia, viven una amistad con alguna persona de! sexo opuesto.

Estos, porque sólo se han asomado al dintel de esa tierra prometida, no han experimentado que en medio de los riesgos enormes, que semejante amistad comporta, está Dios que también es amistad.49

Pero yo caería en el mismo pecado si condenara a quienes condenan la amistad hombre-mujer. En realidad los comprendo o, al menos, trato de hacerlo. Pues soy testigo de que algunas parejas tienen mejor intención que realismo y no ponen las con­diciones necesarias, sobre todo la de abrirse a Dios, para que su relación se consolide como verdadera amistad.

Y cuando la rela­ción entre un hombre y una mujer no marcha por las sendas de la amistad, es normal que termine en el matrimonio o su equiva­lente.

Me explico así los prejuicios enormes que hay contra la amis­tad heterosexual. Por implicar una comunión tan estrecha, al grado de constituirse un corazón y un alma sola, se terne que todo termine en la intimidad de las relaciones genitales.

Y savia a la vista que si no se llega a tal intimidad, es porque los amigos cumplen ciertas condiciones muy precisas.

De otra forma no se entiende que, sin pared de cal y canto entre santa y santo, se supere la gana de expresar el amor mediante la fusión genital.

La primera condición para la amistad heterosexual podría darse por supuesta. Me refiero a la madurez psíquica o personal.

Quien no ha llegado a' la etapa VI, que en el capítulo tercero veíamos bajo el título intimidad que supera el aislamiento, obvia­mente no puede crear los lazos de la amistad. El que está dete­nido en las etapas anteriores sentirá desconfianza, vergüenza y duda, culpa, inferioridad y confusión ante la amistad y, en conse­cuencia, optará por el aislamiento.

A mi parecer, la amistad requiere igualdad, sobre todo en la experiencia sexual, para que funcione entre un hombre y una mujer. Un hombre casado, por ejemplo, cederá más fácil ante las exigencias de su impulso sexual y acabará, probablemente, seduciendo a la soltera inexperta.

Algo semejante ocurrirá a la divorciada que, echando de menos la intimidad conyugal, llegara a encontrarse con un hombre sin experiencia de la vida.. .

La igualdad es necesaria también a nivel de ideal y compro­miso cristianos, con miras a un crecimiento constante en la ora­ción y en la entrega al prójimo y al grupo -familia o comuni­dad- en que se vive.

Creo que desde el punto de vista psicológico, la condición más importante consiste en una decisión de la libertad. Si ambos amigos, en forma clara y explícita, han decidido firmemente ten­der hacia la amistad, es muy probable que se sostengan en esa perspectiva.

En tal situación, si él fuera casado, cabe la posibi­lidad de que superen la tentación de enfrascarse en una relación erótica. Conviene, pues, que el objetivo de su comunión sea cla­ramente definido con los rasgos característicos de la amistad.

LA AUTENTICIDAD, en cuanto capacidad de expresar lo que se siente y se piensa es indispensable. Verbalizar los deseos eróti­cos en instantes de serenidad y apertura a Dios, no con el fin de excitar al otro, sino para hacerlos manejables, constituye una de las formas de mayor eficacia para mantener la relación hetero­sexual dentro de los límites de la amistad. No deja de ser un riesgo. Pero en psicología sabemos que el hablar de las cosas es un camino excelente para no actuar o hacer lo que deseamos. Esto vale para personas rectas y bien intencionadas.

Por otro lado, la manifestación auténtica de lo que sienten los amigos de sexo opuesto es, en buena medida, la oportunidad de optar libremente por la creatividad del amor. Pero si uno se calla la verdad, puede propiciar malentendidos, división, aleja­miento, seducción sexual más o menos inconsciente, etcétera.

Desde mi experiencia personal, me atrevo a sostener que la apertura a Dios, por parte de ambos amigos, es la única garantía

de la amistad heterosexual. No sólo para que no acabe en amor erótico, sino también para que prospere hasta la madurez en que los corazones se fusionan en la unidad del amor humano.

CUANDO EL HOMBRE Y LA MUJER...

Están abiertos a Dios en su amistad, entonces sucede lo que la mayoría considera imposible. Me refiero a la superación de los obstáculos ya mencionados y, de manera especial, a la transformación de lo genital en amor, en momentos en que ambos están excitados y querrían expresar genitalmente el amor profundísimo que se tienen.

Yo quisiera gritar esta posibilidad hacia todos los rumbos del mundo erotizado en que vivimos. No para que los amigos se expongan con ingenuidad bajo pretexto de esperanza en Dios. Más bien, para que sean generosos con Dios. Pero de modo par­ticular, para que al encontrarse en una situación no prevista de alto riesgo sexual, los amigos hablen con Dios acerca de su exci­tación genital. Entonces comprobarán que Dios actúa y que es posible para El lo que para el hombre es imposible.

Por circunstancias diversas, he sido testigo de la acción de Dios en momentos de excitación genital, tanto en el ámbito indi­vidual, como en el de las relaciones heterosexuales.

Me refiero a situaciones en que no hay complejos ni inhibiciones ni condi­cionamientos, sino una apertura sincera ante lo sexual y ante Dios. Superar entonces las leyes naturales de la psicología hu­mana, me resulta -a nivel muy personal-, la prueba más evi­dente de que Dios existe y se revela al hombre como amigo.

PERO ESTA APERTURA A DIOS con lleva la exigencia de aprender a morir con Cristo. Mantener la relación heterosexual en los lími­tes precisos de la amistad es casi contra la naturaleza. Me refiero al egoísmo que impide la donación de sí al amigo y también a la presión, casi infinita, del impulso sexual. Morir al egoísmo y renunciar al placer de 'expresar genitalmente el amor al amigo del sexo opuesto, implica mucho dolor.

Para estos y otros aspectos dolorosos de la amistad, vale la letra aquella que conmovió a san Juan de la Cruz:

"Quien no sabe de penas en este valle de dolores

no se sabe de cosas buenas ni ha gustado de amores,

pues penas es el traje de amadores".50

Por último, la amistad heterosexual necesita sublimar conti­nuamente la fuerza enorme de la genitalidad. Entonces los ami­gos pueden unir el caudal sexual de ambos para encauzarlo en forma creativa En este sentido resulta inconcebible e imposible de la una amistad sin creatividad. Por lo menos, a través del compartir confidencialidad y luego plasmó, a imagen y semejanza suya, en los albores de vida.

..

. La donación del propio ser que construye lo humano en las personas. El hombre es “hombre” de verdad en el encuentro con la personalidad de uno y otra .mujer. Y la mujer es de veras mujer en el encuentro con el hom­bre. Y nada mejor que la amistad -más allá de las relaciones genitales.

Lo más común es que los amigos lleguen a crear algo que beneficie a la sociedad y la gran familia de la FE como, los “Encuentros en el Espíritu.”

Tal vez se comprometan con los pobres, puede darle al encuentro la calidad y profundidad o escriban un libro, u organicen un curso, una cooperativa, una necesarias para que el hombre sea hombre y la mujer sea mujer plena. Campaña de alfabetización, de ayuda a los encarcelados, de Con las afirmaciones anteriores no estoy aludiendo directamente atención médica, etcétera. Todo depende de las posibilidades reales de !a vida consagrada. Las religiosas, los religiosos y los laicos les y de la creatividad de los amigos,.personas del propio sexo.

Los amigos hacia la unidad del amor, igual que unifica al Padre y al Hijo perfectamente en un Amor eterno INCREADO. .

Regalo, me dijo muy riéndose: él no sabe que cualquier alma por perfecta que sea ha detener un desaguadero: déjeme a mí tenerlo y se dejen de verse por algún tiempo.

En otras ocasiones,- este; que por más que me diga no pienso mudar de estilo que con el Espíritu se convierte en la fuerza necesaria para mantener la amistad a pesar de las persecuciones, envidias, críticas, etcétera. Sobre todo, el Espíritu alentará una creatividad, tanto Sí, estoy de acuerdo con quienes recuerdan que la santa sólo interpersonal como social, por parte de los amigos que El tras- se permitió esta amistad a los sesenta años, y después de haber funde en el amor y convierte en un solo corazón renunciado, en épocas anteriores, a otras posibles amistades.

Frente a esta acción del Espíritu, el orientador espiritual -que Semejante renuncia, a impulsos del Señor, la previno de caídas supuestamente es un experto en seguir los pasos del Espíritu y, al mismo tiempo, la dispuso para llegar a la unión perfecta con de Cristo--, puede dar voz a las exigencias y orientaciones del Dios.

A partir de esta unión tuvo la capacidad de vivir amistades mismo Espíritu. En este sentido, el orientador espiritual en cuanto muy profundas. La más intensa fue con el padre PEPE, no habla en nombre propio, sino más bien como eco de! cual no siempre se sintió bien correspondida en el amor.

En una Espíritu. Su tarea es la de facilitar que los amigos escuchen la carta, hablando en tercera persona, ella se queja con él mismo.

En fin de cuentas, es Dios quien propició el encuen­tro de los amigos, es El quien los une por el amor, y será El quien llegue a ser infinitamente feliz en la eternidad.

"No es maravilla, que como no tiene alivio en otra cosa ni su volun­tad

los conservará unidos hasta la eternidad le da lugar para tenerle y -a lo que ella dice- tiene hartos tra­bajos, el natural es débil y así se aflige cuando entiende es mal pagada.

En la actualidad se defiende la amistad heterosexual.. Vuestra paternidad lo diga a ese caballero -el mismo Gra­nos dentro de la Iglesia católica, porque se reconoce la complementarían- por caridad, que, aunque de su natural es descuidado, que mentalidad entre el hombre y la mujer. De hecho, de acuerdo no lo sea con ella, porque el amor adonde está no puede dormir a la Biblia, Dios creó al ser humano como varón y hembra. juntos tanto".53

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Tampoco ex­cluyo la ternura con ciertas expresiones corporales, tal como se estila entre los amigos de una cultura determinada. Pero, sobre todo, hasta el momento no he descubierto nada más esencial para que los consagrados se mantengan, lo más posible, en los límites de la amistad, que la amistad viva, consciente, profunda y constante con Dios.

Si los consagrados se mantienen abiertos a Dios, en una relación de tú a tú con El, y si aman en el corazón del Amor, dejarán que Dios les regale una amistad sincera y pro­funda que, en El, supera los riesgos inevitables. Y fuera de Dios, reo hay nada más bello, valioso, profundo, gozoso, perfecto y, a veces doloroso, que una amistad en Dios; con Dios y para Dios.

Alguno me podrá objetar que la amistad heterosexual es poco realista si tomamos en cuenta las estadísticas -En efecto, yo mismo he oído decir: "esas amistades siempre acaban real". Y este punto de vista es enfatizado aún más cuando se trata de la relación entre un sacerdote y una religiosa, por ejem­plo.

Si yo hago caso de mi experiencia personal y de lo que he visto en mi trabajo de orientación, tengo que sostener que es posible imitar a Cristo en lo de tener amistades del sexo opuesto. Soy testigo de que, con la ayuda poderosa de Dios, los consa­grados y los laicos se complementan y se benefician enorme­mente con un amigo del sexo opuesto.

Sería un mentiroso si, por prudencia o por evitar riesgos de alto peligro, afirmara lo con­trario.

Estoy de acuerdo con quienes han recogido el testimonio de sacerdotes, religiosas y laicos que han cosechado los frutos in­apreciables de la amistad heterosexual.61

"En cuanto a las defecciones, podría legítimamente pensarse que se van multiplicando también en relación con el hecho innegable de que los consagrados no siempre fueron educados profundamente a una vida afectiva sanamente abierta a los valores del amor y de la amistad, en el respeto a los valores permanentes de la consagración, que no deben peligrar" 62

Yo añadiría que los cristianos en general, laicos o consagra­dos, no fuimos educados para sublimar la sexualidad. Aprendimos a negarla, a reprimirla y, por lo mismo, quedamos expuestos a los desbordamientos sexuales. Tampoco se nos enseñó a apro­vechar la riqueza de lo sexual con miras al amor y la creatividad en apertura a la trascendencia.

Sobre todo, no se nos entrenó en la amistad con Dios, de forma que -en un “compartir” de tú a tú ­pudiésemos acoger su ayuda, su poder y su amor, para encauzar el excedente energético de la sexualidad, para superar construc­tivamente los momentos de excitación genital y para relacionar­nos con el sexo opuesto, según el ejemplo de Cristo, con la inti­midad y libertad propias del amor.

4. FUNCIÓN TERAPÉUTICA DE LA AMISTAD

Es tradicional que del amigo recibamos verdadera ayuda cuando tenemos problemas o dificultades. Por eso dice la Biblia que el que encuentra un amigo, "encuentra un tesoro".

Terapia, sin embargo, no se limita al simple prestar ayuda. Va más lejos todavía. Intenta ofrecer apoyo, una reeducación y, si es posible, tina reconstrucción de la personalidad.

La amistad, cuando se queda en el nivel de pura camaradería, sólo nos saca de la soledad al brindarnos una compañía cercana y amable. Pero, en esta forma, no logra desplegar sus posibi­lidades terapéuticas.

A la luz de mi experiencia, yo puedo testificar que la amistad profunda, que hace de dos un solo corazón, llega a crear un clima efectivamente terapéutico. Yo mismo he pasado años en terapia personal y de grupo. Y con motivo de mi experiencia en psi­cología clínica, también me he sometido a algunos años de psicoanálisis y espiritualidad. Con todo y que la terapia me ha sido Positiva y esti­mulante, creo que lo más efectivo para mí ha sido la amistad.

Ciertos asuntos que traía pendientes en la línea de la inte­gración sexual, quedaron sin resolver a pesar del psicoanálisis. En cambio, la amistad heterosexual -con todos los riesgos que implica-, sí fue efectiva para aprender a apropiarme de mi im­pulso sexual, en la línea de una sublimación que supera la represión.

Esta experiencia personal me anima a sostener el poder tera­péutico de la amistad, en la perspectiva sexual. Como vimos pági­nas atrás con Freud, las amistades "son culturalmente valiosas porque no tienen las limitaciones del amor genital -esto es: la limitación de una libido genitalmente sentida y satisfecha-, por ejemplo, su exclusivismo".

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