lunes, 14 de abril de 2008

EN BUSQUEDA DE LA PLENITUD

YO ESTOY EN BÚSQUEDA DE LA PLENITUD
+Yo percibo y disfruto la identidad de hijo de Dios con todas las criaturas humanas. Y al ser consciente del valor y hermosura de los humanos, me resulta más fácil servirlos. Y a través de este servicio, Jesús crece más todavía. Esto corresponde a lo que él mismo nos ha dicho, "el mayor entre Udes sea su servi­dor" (Mt 23,11).

Por otro lado, Jesús valora al ser humano como un tesoro de potencialidades. La mejor de éstas consiste en la posibilidad de convertirnos en hijos de Dios. Para este fin se encarnó la Palabra del Padre. "Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, les dio poder de llegar a ser hijos de Dios" (Jn 1, 11-12).

La mejor potencialidad que podíamos recibir es la semilla espiritual que nos capacita para llegar a ser hijos de Dios. Nada mejor que esto pudo ganarnos Jesús. Nada hay más grande para nosotros que la capacidad de convertirnos en hijos de Dios.

Cuando Jesús COMPARTE con alguien, está consciente de que se halla frente a un hijo de Dios. Y así, ve a los pecadores, publica­nos, fariseos y discípulos suyos como hijos de Dios. Y al tener a la vista esta hermosa imagen de ellos, no puede evitar amarlos hasta lo último. En consecuencia, tiene la capacidad de establecer con ellos un diálogo profundo e impulsor.

C- Presuposiciones acerca de los seres humanos

Hay ciertas características que Jesús da por hecho en los seres humanos. No discute esas propiedades del hombre y de la mujer. Simplemente las asume como tales.

Jesús considera a las criaturas humanas como el cúlmen de la creación. Nada del universo, ni siquiera el universo mismo, es tan valioso como una persona humana.
Cada individuo, independientemente de su comportamiento erróneo o malo, merece ser amado hasta el fin, esto es, hasta aceptar la muerte por él.

Cada persona es infinitamente digna de nuestro servicio, siem­pre y cuando nuestro servicio incremente su desarrollo y plenitud como hila de Dios.
Cada criatura humana posee los talentos y recursos que necesi­ta para crecer hasta su plenitud.
Todo ser humano es un proceso viviente. Y se mueve o puede moverse hacia un constante e interminable desarrollo, sea humano que espiritual.

Toda conducta humana, no importa cuan pecaminosa, errónea o absurda parezca, es la mejor opción para la persona en ese momento, dadas las posibilidades y capacidades que ella percibe disponibles. Por ello dice Jesús en la cruz, "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (LC 23,34).

La gente responde a los mapas de la realidad que crea a través de sus sentidos. Jesús "mira" (MC 3,5); oye (MC 3,32); siente (MC 1,4) y responde...
Cada persona tiene su mapa individual del mundo. Y esto permite que "por mucho que miren no vean, por mucho que oigan no entiendan..." (MC 4,12).

El mapa más sabio y mejor es el que despliega el mayor núme­ro de alternativas constructivas. "Porque, hermanos, habéis sido llamados a la libertad; sólo que no toméis de esa libertad pretexto para servir al egoísmo; antes al contrario, servíos por amor los unos a los otros" (GAL 5,13).
Los procesos que suceden entre las personas son sistémicos. Nuestro cuerpo, los grupos, la sociedad y el medio ambiente forman una ecología de sistemas y subsistemas. Y todos ellos interactúan influenciándose unos a otros.
"Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así también Cristo... Ahora bien, USTEDES SON EL CUERPO DE CRISTO, y sus miembros cada uno por su parte" (1 cor 12,12.27).
D- EN BUSCA DE LA PLENITUD DE LAS PERSONAS

A partir de esas presuposiciones es normal que el “COMPARTIR” de Jesús sea impulsor de las personas y que busque la plenitud de las mismas. Jesús quiere lo mejor de lo mejor para el individuo con el. Que comparta. Apunta hacia la plenitud de éste sea como persona que como hijo de Dios.
Todo orientador o psicoterapeuta tiene -consciente o incons­cientemente-, una imagen dinámica de los resultados que desea facilitar en el cliente que lo consulta. Otro tanto sucede con Jesús. El tiene una imagen clara de los resultados que busca en la perso­na.

Desea que cada quien madure como persona y, por tanto, que se convierta en un ser único, autoconsciente, responsable, libre y
Capaz de amar.

Cuando Jesús entra en el”compartir” con un ser humano, lo trata como a alguien que es único e irrepetible. Especialmente en sus parábolas anima a la gente a actuar de acuerdo a su unicidad. "Como un hombre que, al irse de viaje, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno le dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad" (MT 25,14-15).

En la misma línea de facilitar en el otro el proceso de conver­tirse en persona. Jesús utiliza el “compartir”para incrementar la auto­conciencia en la persona.

"Llamó otra vez a la gente y les dijo: 'Oídme todos y enten­ded. Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda hacer­le impuro; sino lo que sale del hombre, eso es lo que hace impuro al hombre. Quien tenga oídos para oír, que oiga.'

Y cuando, apartándose de la gente, entró en casa, sus discípu­los le preguntaron sobre la parábola. El les dijo: '¿Conque tam­bién Udes están sin inteligencia? ¿No comprenden que todo lo que de fuera entra en el hombre no puede hacerle impuro, pues no entra en su corazón, sino en el vientre y va a parar en el excusa­do?' -así declaraba puros todos los alimentos-. Y añadía: 'Lo que sale del hombre, eso es lo que hace impuro al hombre.

Por­que de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades. Todas estas perversidades salen de dentro y hacen impuro al hombre- (Me 7,14-13).Obvio que salen sentimientos de luz también.

Porque somos autoconsc¡entes, podemos responder ante Dios y los hombres de nuestros deseos, sentimientos y pensamientos. Somos responsables. Respondemos no sólo de nuestro comporta­miento externo, sino también de nuestros pensamientos y senti­mientos.
En base a este hecho, Jesús sostiene: "Han oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pues yo les digo: Todo el que mira a una mujer (persona) deseándola, ya cometió adulterio con ella en su cora­zón" (Mt 5,27-28).

Para impulsar nuestra responsabilidad, Jesús procura incremen­tar nuestra libertad. El declara ante los judíos: "Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres" (Jn 8,36)., , '

Jesús sabe que podemos ser dominados por el tentador, la enfer­medad y el pecado. Por lo mismo, él arroja los demonios, cura toda clase de enfermedades y, sobre todo, abre la perspectiva de un futuro libre de pecado. En este sentido le dice a la mujer adúl­tera, "Vete, y en adelante no peques más" (Jn 8,11).

Si incrementamos nuestra libertad, en todos aspectos, nos volveremos capaces de amar. Igual que Jesús, podremos amar al prójimo hasta lo último. Gracias a nuestra libertad, sabremos amar incluso a nuestros enemigos y a los que nos critican y persiguen. Y mediante el proceso de amar activaremos los otros cuatro atri­butos del ser persona.

Mediante el amor desplegamos la autoconciencia que nos lleva a reconocer la propia unicidad y la originali­dad de los talentos personales. Entonces podemos responsabilizarnos de esos talentos y, sobre todo, de la libertad que nos permite amar de veras a los demás de acuerdo al mandato de Cristo: "que se amen los unos a los otros como yo los he amado" (Jn 15,12).

Y la práctica del amor lleva a cabo, por otra parte, el proceso de convertirse en hijo de Dios. A través del amor nos volvemos semejantes a Dios, que es Amor, y nos ha creado a su imagen y semejanza.
El amor es la sangre que anima nuestra identidad de hijos de Dios.

"Han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo les digo. Amen a sus enemigos y rueguen por los que los persiguen, para que sean hijos de vuestro Padre celes­tial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos.
Porque si aman a los que los aman, ¿qué recom­pensa van a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludan más que a sus hermanos, ¿qué hacen de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles'?
Udes ,pues, sed perfectos como es perfecto su Padre celestial"
(H, 5,43-48).
Este amor incondicional al prójimo es como la pista que nos permite despegar hacia la ejecución del primer mandamiento. Jesús lo reafirma cuando responde al escriba que lo interroga acerca del primero de todos los mandamientos.

"El primero es: Escucha Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y ama­rás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos" (Mc 12,29-31).

Por otro lado, el amor no sólo nos transforma en verdaderos hijos de Dios, sino que también es una garantía de salud física, según demuestran las actuales investigaciones médicas.
Además, Jesús nos enseña el amor más con los hechos que con las palabras. Su “compartir” con la gente, en una forma u otra, está lleno de amor. Busca el bien de los otros constantemente. Y al hacerlo así nos entrena en el arte de una comunicación llena de
amor.

2. PERSPECTIVAS MULTIPLES EN LA COMUNICACION

El amor, además, nos permite adoptar diferentes perspectivas en el momento de comunicarnos. La habilidad para cambiar de perspectiva durante el “compartir” determina la efectividad de nuestra comunicación. Si tú te mantienes exclusivamente en una misma perspectiva, vas a perder una gran cantidad de información.

En tal caso, te resultará difícil facilitar un desarrollo constructivo de la interacción con el otro. Y así no recogerás los frutos positivos que el “compartir” es capaz de producir naturalmente.
De acuerdo a PNL es posible adoptar ante los demás o frente a los acontecimientos, cuatro perspectivas diferentes: la. posición, 2a. posición, 3a. posición, meta posición.


A- LA. POSICIÓN

Cuando tú abres por completo tus sistemas representacionales -ver, oír, oler, gustar, sentir- puedes contemplar el mundo com­pletamente desde tu propio punto de vista. Entonces te asocias totalmente con la persona o situación con la que te hallas en rela­ción. Y estás en una posición muy vulnerable, puesto que todos los activadores pueden entrar en tu corazón a través de los senti­dos o sistemas representacionales.

Eres tan sensible como un niño pequeñito. Te pareces a una placa de cera en la que puede marcar­se hasta el rasgo más insignificante.

En esta la. posición no tomas en cuenta el punto de vista del otro. Tú simplemente te preguntas, "¿Cómo me afecta esto?" En­tonces, de acuerdo al estímulo presente, te puedes poner terrible­mente enojado, triste, deprimido, desesperado, angustiado, con­tento, feliz, desbordante de gozo, etc.

Cierto, cuando tienes la oportunidad de contemplar un paisaje hermoso o de encontrarte con quien más amas en la tierra, haces bien en preferir la. posición. Pero si te dirigen palabras soeces en tono subido o eres maltratado por otro ser humano, será mejor que te cambies a otra posición mental, de modo que no te des por ofendido o herido.

Si adoptas a Jesús como tu modelo, para aprender de él a comunicarte más profundamente, necesitarás aprender a recoger información desde diferentes puntos de vista. Cada perspectiva te ofrecerá distintos matices. Y al combinar estos detalles, ofrecerás mejores posibilidades al otro, como cuando el pintor combina con arte los distintos colores del arco iris.

Jesús, de hecho, despliega su libertad personal mediante la elección de diferentes perspectivas y el discernimiento acerca de la conveniencia de adoptar la. posición o no.
Déjame darte algunos ejemplos. Una vez más, la. posición significa que Jesús está mirando con sus propios ojos a la persona y con sus oídos la escucha. Así se asocia con ella y siente en carne propia su situación.
"A continuación se fue a una ciudad llamada Naím, e iban con él sus discípulos y una gran muchedumbre. Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda, a la que acompañaba mucha gente de la ciudad.
Al verla el Señor, sintió compasión por ella, y le dijo: 'No llores.' Y, acercándose, tocó el féretro. Los que lo llevaban se pararon, y él dijo: 'Joven, a ti te digo: Levántate.' El muerto se incorporó y se puso a hablar y él se lo dio a su madre" (Lc 7,11-15,

Jesús es descrito frecuentemente en la. posición por los evan­gelistas. El ve a través de sus propios ojos y siente compasión de los demás... "Se le acerca un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: 'Si quieres, puedes limpiarme.' Sintiendo com­pasión de él, Jesús extendió su mano, le tocó y le dijo: 'Quiero; queda limpio.' Y al instante, le desapareció la lepra y quedó lim­pio" (Mc 1,40-42).

A veces parece que Jesús quiere permanecer disociado respecto a la persona. Como si eligiera quedarse afectivamente desapegado. Pero entonces sucede algo que mueve a Jesús a cambiar su deci­sión.

"Jesús se retiró hacia la región de Tiro y de Sidón. En esto, una mujer cananea, salida de aquel territorio se puso a gritar: '¡Ten piedad de mí, Señor, hijo de David! Mi hija está malamen­te endemoniada. Pero él no respondió palabra.
Entonces los discí­pulos, acercándose, le rogaron: 'Concédeselo, que viene gritando detrás de nosotros.' Respondió él: 'No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel.' Ella no obstante, fue a postrarse ante él y le dijo: '¡Señor, socórreme!'
El respondió: 'No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perri­tos.' 'Sí, Señor -repuso ella- que también los perritos comen las migajas que caen de la mesa de sus amos.' Entonces Jesús le dijo: 'Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas.' Y desde aquel momento quedó curada su hija" (Mt 15,21-28).
Aquí tenemos un ejemplo de la flexibilidad de Jesús. Se mueve con agilidad de una posición a la otra. El escoge la que considera como más apropiada.
En sus difíciles y tensas relaciones con los fariseos, Jesús adopta diferentes posiciones. Delante de Nicodemo, se mantiene en la. posición. "Fue éste donde Jesús de noche y le dijo: 'Ra­bbí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede realizar las señales que tú realizas si Dios no está con él.' Jesús le respondió:

'En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios.' Dícele Nicode­mo: '¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?' Respondió Jesús: 'En verdad, en verdad te digo: el que no nazca del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios"' (Jn 3,2-5).

Esta respuesta a Nicodemo, que revela las condiciones para la vida eterna sea aquí en la tierra que en el cielo, nos muestra a Jesús en la. posición. Sin embargo, en relación con otros fariseos, el Señor no parece dispuesto a quedarse en esta posición. Al con­trario, procura conservar su distancia en relación con ellos.

"Los fariseos y escribas le preguntaron: '¿Por qué tus discípu­los no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con las manos impuras?' El les respondió: 'Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito:

Este pueblo me honra con los labios,
pero su corazón está lejos de mí,
En vano me rinden culto,
ya que enseñan doctrinas
que sólo son preceptos de hombres.
Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres.'

Les decía también: '¡Qué bien violáis el mandamiento (de Dios, para conservar vuestra tradición! Porque Moisés dijo: llorara a tu padre y a tu madre y el que maldiga a su padre o a su madre, morirá. Pero Udes dicen: Si uno dice a su padre o a su madre: 'Declaro: ofrenda- todo aquello con que yo pudiera ayudarte,' ya no le dejáis hacer nada por su padre y por su madre, anulando así la Palabra de Dios por vuestra tradi­ción que os habéis transmitido; y hacéis muchas cosas semejantes a éstas."' (Mc 7,5-13).
Si estudiamos este texto con cuidado, advertiremos que Jesús evita quedarse en la posición. Mientras cita a Isaías, contempla a los fariseos desde la mirada del profeta. Y cuando repite las pala­bras de los fariseos, "Si uno dice a su padre o a su madre...," elude una vez más la posición.

Es peligroso para Jesús y para todo ser humano el permanecer en la. posición cuando se halla frente a sus enemigos. Puede verse afectado por la agresividad de sus opositores. Por tanto para conservarse afectivamente libre, Jesús cambia de perspectiva mien­tras discute con ellos.

B- 2A. POSICIÓN

De hecho, Jesús escoge la 2a. posición cuando está citando a los fariseos. Es como meterse en las sandalias de ellos. Virtual­mente él sale de sí mismo. De momento, se encuentra en la piel de ellos y, por lo mismo, contempla la realidad con los ojos de los fariseos.

Al tomar la 2a. posición Jesús no puede recibir las flechas que, con sus invectivas, arrojan contra él los fariseos. Así, no permite que lo lastimen o lo hagan enojar o entristecer con sus ataques.

En realidad, los trabajadores sociales, orientadores, psicólogos, psicoterapeutas, psiquiatras, etc., son entrenados en esta 2a. posi­ción para que sepan evitar el "contagio afectivo."

Este consiste en que los sentimientos del otro, cuando son muy intensos, pueden subir como la marea e inundarnos. Si nuestro amigo está muy enojado con su esposa, su rabia puede arder tanto, que logra encender en nosotros sentimientos de enojo y rechazo. Esto es contagio afectivo.

En cambio, al colocarnos en 2a. posición, podemos meternos en la piel de nuestro amigo, evitando que nos contagie sus senti­mientos. Podemos entenderlo desde su propia perspectiva y com­prendemos las razones que tiene para enojarse. Desde su punto de vista nos parece razonable que decida experimentar enojo.
Durante el proceso de mantenernos en 2a. posición respecto a nuestro amigo, no estamos, por así decir, dentro de nuestro cuer­po. Nuestra mente se halla dentro del amigo, siguiéndole los pasos a su proceso interno, con el fin de comprenderlo.

De hecho, los especialistas en comunicación consideran la 2a. posición como el secreto para comunicarnos eficazmente con los demás. Si tú omites meterte en el pellejo del otro, será muy difícil que establezcas una buena comunicación con él.
Aunque los evangelistas no conocían las teorías actuales sobre la comunicación, han sido suficientemente sensibles para sugerir la habilidad de Jesús para emplear la 2a. posición.

Después de haber ido a predicar, "los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado. El, entonces, les dice: 'Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco.' Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer" (Mc 6,30-31).

Me parece obvio que Jesús se encuentra en 2a. posición cuando invita a sus discípulos a descansar. Como las madres, que son excelentes para la 2a. posición, Jesús se percata de la fatiga de sus apóstoles. Comprende que tienen necesidad de descanso. Y reco­nociendo tal necesidad, de inmediato se lanza a la acción, y busca la manera de que descansen efectivamente, en un lugar tranquilo.
Sin tomar la 2a. posición, sería imposible para Jesús hacerse cargo de las necesidades de sus apóstoles. Desde la. posición Jesús les habría pedido más trabajo. El hubiera pensado que todos son incansables igual que él, que "no tiene donde reclinar la cabe­za"(Mt 9,20).
En diferentes contextos Jesús adopta la 2a. posición. Probable­mente, acaba tomando esta perspectiva en las bodas de Caná. De Pronto parece que se queda en la. posición. "Le dice a Jesús su madre: 'No tienen vino.' Jesús le responde: '¿Quién nos mete a mí en esto mujer? Todavía no ha llegado mi hora.' Dice su madre a los sirvientes: 'Haced lo que él os diga."' (Jn 2,3-5).
Un este momento, gracias a su flexibilidad y capacidad de
cambiar perspectiva, Jesús pasa a la 2a. posición. Comprende la, situación de los recién casados.
Se da cuenta del apuro que están pasando. Y decide ayudarlos. Entonces les dice a los criados, "llenad las tinajas de agua..."

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