lunes, 14 de abril de 2008

AMOR DEL BUENO

AMOR O ENAMORAMIENTO AUTOESTIMA PRESENTACIÓN -
Si no me conozco a fondo espiritualmente ,sicológicamente, físicamente no puedo realizarme ni amar a fondo a nadie.
Sin una profunda libertad interior menos no puedo crecer divinamente..
El amarme como DIOS AMOR, me ama mi vida se repleta.
Sino me amo ni me aman. Mi desarrollo personal que no es divinizado esta vacío.
Mi empresa principal en esta vida y la futura es crecer bien en todas mis aspiraciones que me llevan ÉL y que es mi propia plenitud.
Para ello necesito armonizar mi autoestima y mi realización personal.
Si mi autoestima es madura ,voy por buen camino. El Señor me dejo el sendero de diamantes;

”AMAME A MÍ, COMO YO TE AMO Y A TU PROGIMO COMO A TI MISMO”
Este es mi único mandamiento; sin amor infinito y divino no sucede la felicidad plena.
Mi auto estima es la capacidad que yo experimento lo valioso, confianza y que el Creador me regalo;
Mi autoestima tiene estos diamantes: Rasgos de mi propia identidad.
Mi auto imagen divinizada y el compartir de Esencia a esencia.
P .J. FORBES F
1,1-SOY PERSONA “LUMINOZA”
1)Soy hijo redimido del Padre. Abierto a su Vida, ETERNAMENTE.-
2) Durante tres minutos repito, una y otra vez, "soy luz", ";.Soy luz", "soy luz". Si quiero, puedes tener los ojos abiertos para ver los rayos del sol o alguna otra luz. Si prefieres, cierra mis ojos e imagino una luz. Si no quiero visualizar la luz, simple­mente concéntrate en la palabra "luz", y repito con tranquilidad, "soy luz".

3) Detecto las sensaciones y sentimientos que experimento después de estar repitiendo, durante sólo tres minutos, "soy luz".
4) Advierto que, cualquiera que haya sido mi experiencia, la luz es positiva, constructiva, hace posible la vida, da lugar a los colores, hace posible la visión y llena de hermosura y de irradiaciones.

5) Por lo tanto, si no he conseguido despertar sentimientos de autoestima con la simple repetición de la frase, "soy luz", puedo despertar en mi mismo la sospecha de ser merecedor de estima y respeto porque soy luz.
6) Elijo si, de hoy en adelante, cada vez que vea una “luz especial” -el amanecer, el sol, alguna lámpara, el crepúsculo, la luna, las estrellas, el brillo de una sonrisa, etcétera-, decido repetir: "soy luz", "soy luz", "soy luz".

Si tengo una comunidad, comparto con mis “hermanos”la expe­riencia que he tenido con este ejercicio.
Con tu grupo o en forma personal, reconozco que está en manos de mi libertad la posibilidad de reconocerme como luz, esto es, como una criatura esencialmente bella, positiva, benéfica, capaz y valiosa, gracias a mi HERMOSO CREADOR.
1.2 EXISTO PORQUE SOY RESUCITADO,,,
( DEL PECADO Y MUERTE ETERNA)….

Como sabes, por así decir, primero fui una célula de mi padre. En una relación íntima con tu madre, él te depositó en su seno maternal junto con otros 100 o 120 millones de posibles "hermanos."
Todos querían llegar a la misma meta: la perla preciosa de la vida que mi madre había preparado al calor de su vientre. Todos corrieron hacia esa célula maravillosa. Todos querían conquistar el don de la vida.

Pero yo llegué a la meta primero que ellos. La membrana de la “perla materna” se abrió y te acogió como si te estuviera espe­rando. Apenas entre, la puerta se cerró. En condiciones normales, ningún otro consiguió entrar.

Con un triunfo MIO, yo mismo conquiste el regalo de la vida. Sí. Es verdad. Mi vida es un don de Dios. Te lo ha concedi­do por medio de tus padres. Sin embargo, decidió entregármelo mediante mi propia libertad e iniciativa. Quiso que yo, desplegando mi pequeña libertad de entonces, lo conquisté con una victoria mía y Tuya.

Después de fusionarse el núcleo de mi célula masculina con el núcleo de la célula materna, me convertí en un triunfador. Me convier­to en el triunfador que soy a nivel corporal.
Efectivamente, de esa célula inicial proceden todas las cé­lulas que actualmente configuran mi cuerpo. Así que, sin retóricas ni redundancias, yo soy un triunfador. Existes porque soy Elegido por “EL”. Si no fuera triunfador, no existiría.

1) Adopto una postura corporal cómoda y relajada. Escu­cho los sonidos que hay en mi ambiente. Cierro mis ojos y dejo que mi ánimo se tranquilice.
2) Advierto que soy libre de seguir olvidando que soy triunfador o de continuar aumentando la conciencia de que Dios me ha dado la vida con un triunfo mío.
3) En cualquier caso, nada me cuesta disfrutar ahora la expe­riencia de repetir, durante dos o tres minutos, "existo, porque soy triunfador". "Existo, porque soy triunfador". "Existo, porque soy triunfador" .

4) Si he decidido seguir incrementado la conciencia de que soy “un rescatado”, planeo la forma de repetir cada día la frase, "existo, porque soy triunfador".
5) Concretizo mi afán de seguir triunfando, haciendo refe­rencia a mi proceso de liberación personal. Esto significará que, apoyado por la gracia divina, quiero triunfar desarrollando mi libertad para amar.

6) Me convierto, por último, en un observador de mi mismo. Reconozco que soy triunfador, que me la puedo con su infinita poder y, por lo mismo, aparezco como una persona lleno de posibilidades, capacidades y valores.

Si cuento con un comunidad, establezco un acuerdo con ellos y de forma que unos a otros nos estimulamos a triunfar en el logro de la libertad para amar eternamente.

1.3 SOY PERSONA

De acuerdo a la Biblia, como he insistido ya, mi persona como la tuya poseemos la dignidad y el valor de PERSONA. Esta concepción del hom­bre, sin embargo, ha sido asumida por ciertas corrientes filosófi­cas como el personalismo.

También la corriente humanística de psicología hace suyo ese concepto de hombre. Sobre todo en el enfoque "centrado en la persona" de Carl R. Rogers, la idea de persona se transforma en algo real y tangible.

A partir de ciertos rasgos mensurables y concretos, Rogers describe el

"PROCESO DE CONVERTIRSE EN PERSONA".

Cierto, cada ser humano es una persona. Nadie lo niega ni lo duda. Es una realidad aceptable. Sin embargo, todo individuo es persona solamente en forma potencial. Tiene la posibilidad de convertirse en persona, porque es persona en germen.

E igual que toda semilla, necesito germinar y desarrollarme y alcanzar mi ple­nitud .El camino ordinario para convertirme en persona es, más que nada, la experiencia del AMOR incondicional. Cuando alguien te ama sin condiciones, te hace sentir que eres valioso y merece­dor de estima y respeto. Me hace sentir que SOY valioso a nivel de mi

Sin embargo, también puedo intentar un camino personal
para reconocerme como persona. En la medida en que me reconozca
como tal, consigo sentir o intuir que soy digno de estima y amor.
1) Adopto una posición corporal cómoda. Escucho los soni­dos del lugar. Percibo los colores que me rodean. Capto la tempe­ratura de mi rostro. Suelto mi respiración
2) Recuerdo algunos detalles que me caracterizan como un ser "único e irrepetible ": mi cuerpo, rostro, modo de sentir, opi­niones, etcétera.
3) Despliego mi autoconciencia y advierto el color de la ropa que llevo puesta, el peinado de mi cabello, el ritmo de mi respira­ción, el sentimiento que ahora predomina en mi ánimo.

4) Evoco alguna experiencia en la que yo me reconocí pro­pietario o responsable de mis pensamientos, sentimientos o com­portamiento. Revivo ese momento en que me sentí responsable. ¿Qué veo en estos instantes? ¿Qué escucho en este lugar? ¿Qué siento en mi cuerpo y en mi ánimo al admitir mi propia responsabi­lidad?

5) Traigo a la memoria alguna ocasión en que, en modo cons­ciente y deliberado, he utilizado mi libertad personal. Miro el lugar donde tuve esta experiencia. Escucho de nuevo lo que allí oí. Siento en mi cuerpo y en mi ánimo la sensación y el senti­miento que entonces experimente.
6) Revivo alguna situación en la que desplegué, concreta y efectivamente, mi capacidad de amar. Vuelvo al lugar donde ocu­rrió. Veo y escucho lo que allí veía y escuchaba. Siento de nuevo el impulso interior hacia mi prójimo y hacia alguna acción que me acarreó bienes.
7) Recogo en una especie de fotografía las cinco escenas o imágenes en que me revelo como un ser ÚNICO e IRRE­PETIBLE, AUTO-CONSCIENTE, RESPONSABLE, LIBRE y CAPAZ DE AMAR. Te sugiero que lo escribas

8) Mientras contemplo en mi mente esas cinco escenas, repito una y otra vez durante tres minutos: "soy persona e Hij0", "soy persona e Hijo", "soy persona e hijo".
9) Establezco en qué momento del día me puedo garantizar la repetición de esta misma experiencia.

Si formo parte de un grupo de “pastores”de excelencia, planeo junto con mis compañeros un camino para impulsarnos recí­procamente en el proceso de convertirnos en personas.

Tal vez, por cuenta propia, podemos desplegar la actitud de amor y respeto recíproco, con el fin de acelerar dicho proceso. Aunque, por ahora, el acento recae en mi realidad de persona. Simplemente porque somos personas somos acreedores de la predilección divina

1.4 SOY IMAGEN DE DIOS

Ya en sí la palabra persona sugiere que cada uno es valioso, capaz y digno de estima y respeto. Aquí, en el ser personal de cada criatura humana se anidan los derechos humanos.
En la Biblia, que para judíos y cristianos es palabra de Dios, encontramos una especie de diálogo divino. Como si Dios, deliberando, decidiera desplegar su capacidad ilimitada de amor. Parece encontrarse ante un proyecto especialmente importante para El.
"Y dijo Dios: `Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que ellos dominen los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos y todos los reptiles'. Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen deDios lo creó; varón y hembra los creó" (Gen 1,26-27).
En efecto, todo lo que eres tú y todo lo que hay en ti refle­ja, de alguna manera, el ser mismo de Dios. Eres en verdad ima­gen de Dios. De ahí que el salmista alabe a Dios por la creación del ser humano:
"Lo has hecho poco menos que un dios, de gloria
y honor lo has coronado, le has dado el mando sobre las obras
de tus manos; todo lo has sometido bajo sus pies" (Sal 8,6-7).

Porque el hombre está hecho a imagen de Dios, es posible que Dios sea representado, como hace la Biblia, con imágenes y comparaciones humanas. Tanto más que, en la plenitud de los tiempos, Dios mismo en la persona de su Hijo, se hizo hombre.
Jesús, en efecto, "es la imagen de Dios invisible" (Ef 1,15), "pues en él reside corporalmente la plenitud de la divinidad" (Ef 2,9). En razón de esto, san Ireneo explica que, para crearnos a su imagen y semejanza, Dios nos hizo a imagen de su Hijo que se encarnaría en el tiempo establecido por El.
En consecuencia, todo lo que hay en ti está hecho a imagen de Dios:

CUERPO (vida, sentidos, cerebro, etc.)
PENSAMIENTO (representación, memoria, conocimiento, etc.)
SENTIMIENTO (estados de ánimo, emociones, etc.)
COMPORTAMIENTO (capacidad de actuar y crear
LIBERTAD PARA AMAR
ALMA o IDENTIDAD 1) Toma una postura corporal cómoda y relajada.
¿Qué te ha hecho sentir toda esta páginas-escríbelas?Gracias
·
· Suelto mi respiración. Percibe los colores y sonidos de tu entorno.
· 2) Reviso mi cuerpo y fijo mi atención en alguna de mis cua­lidades que más me sorprenden.
· 3) Pienso, por unos momentos, que soy capaz de pensar.
Piensa en las enormes posibilidades que mis pensamiento me ofrecen.
4) Advierto cuál es mi estado de ánimo o sentimiento que palpita, ahora mismo, en mi corazón.
5) Reconozco mi habilidad para actuar y considerar algún pen­samiento u obra original que yo podría crear.
6) Admiro mi propia libertad, sobre todo mi libertad para amar.
7) Valoro mi centro personal o alma que da cohesión y uni­dad a todas las distintas partes de mi personalidad.
8) Teniendo en mente uno o más de estos atributos de mi ser, repito con admiración y gratitud, "que gozo mas grande soy una imagen de Dios", "soy una imagen de Dios", "soy una imagen de Dios". Me tomo dos o tres minutos en esta toma de conciencia.
9) Comparto con alguien la experiencia que me aviva en mi ser al reconocerme este rasgo central del núcleo de mi identidad. Si este ejercicio ha sido realizado en comunidad, entonces po­demos ayudarnos unos a otros a elaborar un plan. Se trata de garanti­zar un momento cada día para reavivar la conciencia de ser, cada uno de nosotros, una "hermosísima y acabada imagen de Dios",
SOY HIJO DE DIOS
El único Hijo de Dios desde toda la eternidad, es Jesucristo. Nosotros llegamos a ser hijos de Dios a través del mismo Cristo JESÚS.
En el prólogo de su evangelio, san Juan describe al Hijo de Dios encarnado como la "luz verdadera". Luego afirma, "a los que la recibieron los hizo capaces de llegar a ser hijos de Dios" (Jn 1,12).¿QUE TE HA HECHO SENTIR TODA ESTA PÁG? Escríbelas

Por medio del bautismo, que en las religiones no cristianas ocurre a nivel de un deseo implícito, los hombres somos renova­dos en el núcleo más profundo de nuestro centro personal. Esto lo sostiene Jesús cuando dice a Nicodemo:
"Si TU no naces de agua y Espíritu, no puedes entrar en el reino de Dios. De la carne nace carne, del Espíritu nace el espí­ritu. No te extrañes si te he dicho que hay que nacer de nue­vo" (Jn 3,5-7).
Por el poder DEL ESPÍRITU Y UNIDOS AL HIJO, llegamos a ser verdaderos hijos de Dios. Así todo creyente "es una criatura nue­va" (2 Cor 5,17).
El núcleo, pues, de mi identidad consiste en que soy hijo de Dios. Nada hay en mi que sea más valioso, profundo, digno de estima y perfecto que mi realidad de hijo de Dios.

Delante de mi mismo, estoy frente a la joya más preciosa del universo. Mi ser o identidad de hijo de Dios vale más que todo el universo. En cuanto hijo de Dios soy más precioso, capaz y digno de estima que todo lo mejor de la creación. Mis posibilidades, en cuanto hijo de Dios, son de verdad ilimitadas. Mi unión filial con Dios es un tesoro de gracia y hermosura, que merece todo res­peto y estima.

En concreto, pues, soy "partícipe de la naturaleza divina" (2 Pe 1,4).Me imagino injertado en el ser de Dios. Así Dios me comparte, en germen por ahora y plenamente en la eternidad, lo que El es, sabe, puede y goza.
"Ved qué grande amor nos ha mostrado el Padre: que nos llamamos hijos de Dios y lo somos... Ya somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que seremos. Nos consta que, cuando aparezca, seremos semejantes a Él, pues lo vere­mos como él es" (1 Jn 3,1-2).qqq
1) Busco una posición corporal confortable. Gozo lo que hay de bello a mi alrededor. Escucho los sonidos del lugar. En cuanto a mi cuerpo, yo se cómo experimentar sensaciones pla­centeras como las que siento con el calor de los rayos solares en un día invernal...
2) También puedo sentir que la hermosura, capacidades, valor y gracia de mi identidad, en cuanto hijo de Dios, superan toda descripción.
3) Me sumerjo en el océano de mi grandeza y posibilidades con sentimientos de gratitud, respeto, timo y amor...
4) Se por experiencia, lo que es la sorpresa y admira­ción ante algo que me fascina. Éste es el estado de ánimo que mi identidad de hijo de Dios puede despertar en mi mismo. NB. Escribe lo que “te hizo sentir esta página” gracias.
5) Llevado de la gratitud, estima y admiración repito du­rante tres minutos: "soy hijo de Dios". "Soy hijo de Dios". "Soy hijo de Dios".
6) Escojo una hora especial, como puede ser el último mi­nuto antes de quedarme dormido, para repetirle a Dios Padre con toda la fuerza de mi amor y gratitud,
"Padre lindo, soy hijo tuyo". "Pa­dre, soy tu hijo". "Padre, soy tu hijo".
7) Busco o crea la oportunidad de compartir con alguna persona esta toma de conciencia de mi identidad de hijo de Dios.

Dentro de mi comunidad, respetando la fe religiosa de cada partici­pante, se puede compartir el gozo de ser todos hijos de un mismo Padre. Al mismo tiempo planeamos un modo práctico para ser más plenamente hijos de Dios en la vida diaria. Jesús ofrece algunas sugerencias en el evangelio (Mt 5,9.16.43-48).

“AUTOIMAGEN”: EN POS DE LA IMAGEN DE DIOS

Cada uno de nosotros, en forma relativamente inconsciente, posee una imagen de sí mismo. Así como sabemos reconocer la propia figura dentro de la fotografía de un grupo, de igual manera reconocemos las características de nuestro propio yo. Poseemos un concepto implícito de nuestro modo de ser. Sabemos, más o menos, cómo pensamos, sentimos y actuamos. Al admitir que tenemos un determinado carácter o personalidad, solemos aludir a la idea que nos hemos formado de nosotros mismos.

La importancia de la auto imagen es mayor que lo que de ordinario reconocemos. Ella es como un filtro. Sólo deja pasar los pensamientos, sentimientos y conductas que corresponden a sus rasgos y características.
Si me considero "tímido", me comportas con timidez. No acepto hablar en público. No me atreves a enfrentar a los podero­sos o a las autoridades. Si piensas que soy" fuerte", no me voy a permitir sentimientos de compasión, de fragilidad, de tristeza. Si estimo que soy brillante, no voy a tolerar pensamientos confu­sos ni ideas imprecisas ni información incompleta.

Lo grave viene cuando mi auto imagen es decididamente ne­gativa.
Sucede entonces que la mayor parte de mis pensamientos, sentimientos y comportamiento será de sombra o destructivos.
Si soy luz. Pero mi luz se proyecta de acuerdo a la imagen que tengo de ti mismo.
Imagina un proyector de cine que ya ha sido encendido para que tenga el necesario calentamiento. Su luz se proyecta informe y se desparrama por toda la sala. Entonces recortas la forma de una estrella en un pedazo de cartón negro. Lo colocas sobre la lente. En consecuencia, la luz se proyecta ahora con la figura hermosa de una estrella.
Otro tanto sucede en mi vida. La luz que yo soy, mi poten­cial como triunfador, mis talentos de persona, mi valor como ima­gen de Dios y mi dignidad de hijo de Dios se proyectan de acuerdo a la imagen que tengo de mi mismo.

Esa auto imagen, por otro lado, es el factor que determina con mayor fuerza la autoestima. Si la imagen de mi mismo resulta bella, atractiva, valiosa, capaz y rica en posibilidades, entonces experimentaré sentimientos de autoestima.
En cambio, si la imagen que me he formado de mi mismo es fea, desagradable, de poca valía, de escasas posibilidades, enton­ces me resultará casi imposible la estima propia.
CAMBIO DE LA IMAGEN DE MÍ MISMO.

La psicología humanista evangelizada actual, , nos ofrece buenas noticias respecto a la imagen de si mismo. La podemos cambiar y mejorar cada día
1) Adopto una postura corporal cómoda. Aflojo mi respira­ción y mis músculos. Sin saber cómo, soy capaz de tranquili­zarme profundamente. Cada día tengo la experiencia de relajarme totalmente cuando me quedo dormido, sin darme cuenta completa­mente.
2) Así, lleno de tranquilidad, me es fácil recordar o visuali­zar los defectos o rasgos de mi personalidad que no me gustan. Lo convierto en un retrato o imagen de mi mismo. Respondo men­talmente a las preguntas referentes a dicha imagen:

· ¿Es grande o pequeña?
· ¿Tiene luz o es oscura?
· ¿La ves lejos o cerca?
· ¿Está a colores o en blanco y negro?
· ¿Tiene movimiento o es estática como fotografía?
• ¿Esta bien enfocada o desenfocada?

3) Dejo a un lado esta imagen negativa de mi mismo. Ense­guida, busco las cualidades y todo lo que me gusta de mi mismo.
Respondo a las preguntas referentes a mi auto imagen positiva: R

¿Es grande o pequeña?
· ¿Está iluminada o a oscuras?
· ¿Está cerca o lejos?
· ¿Aparece a colores o en blanco o negro?
· ¿Tiene movimiento o está quieta?
· ¿Está bien enfocada o desenfocada?


4) Ahora tomo las dos imágenes al mismo tiempo. Las compa­ro. ¿Cuál es mayor y más viva?.
5) Si mi imagen de sombra es mayor que la de luz, está claro que me falta autoestima. Esta desestima propia puede ser mayor o menor. Todo depende del grado de intensidad que las característi­cas apenas revisadas alcanzan.

6) El tamaño y predominio de la imagen positiva revela la capacidad de autoestima personal. En este caso me hace falta con­tinuar el ejercicio. Los pasos siguientes son como el fundamento del aprendizaje de mi propia estima.-Marco lo que me llegó
7) Ahora, sin destruirla, coloco lejos de mi la imagen de lo que no me gusta de mi mismo, esto es, la auto imagen de sombra. La hago pequeña como un ratoncillo. Oscurécela. La Pongo en blanco y negro. Le quito el movimiento. La desenfoco.

8) Por el contrario, a la imagen positiva de mi mismo la hago más grande. Me la acércalo a mi por completo. La cubro con la luz. Le doy vida y movimiento. Ilumino mis colores. Enfocándola y dándole claridad y nitidez.

Comparto con alguna persona o con mi grupo la imagen positiva o real de mi mismo. Los agujeros del queso gruyere son verdaderos. Pero en sí mismos no son nada, excepto ausencia de queso. De igual manera, mis defectos son reales. En sí mismos, sin embargo, no son otra cosa que ausencia de las valores corres­pondientes. Y éstas son mi opción para mi. Yo puedo desarrollar todas las virtudes que van a colmar los huecos de mi personalidad.
2.2 EN BUSCA DE LA IMAGEN DE DIOS EN MI MISMO

Imagino al hijo de uno de los mayores millonarios del pla­neta. Siendo niño, viajaba con sus padres. En una carretera solita­ria, sufren un accidente fatal. Sus padres mueren al rodar el auto barranco abajo. El niño queda inconsciente. Un campesino lo re­coge y le salva la vida. Al brindarle amor, el niño se encariña con ellos y ellos con él. De hecho, él no recuerda a sus padres a causa del accidente. Sin embargo, sus parientes ricos lo buscan, sabien­do que es el heredero de una de las mayores fortunas del mundo.

Ésta es la historia de cada uno de nosotros. A causa del pecado llenos olvidado que cada uno de nosotros es una imagen viva de Dios. No sólo no reconocemos los rasgos hermosos y atractivos de esa imagen, sino que la hemos sustituido con una fea, deforme, despreciable. Por ello nos falta autoestima.
Se impone, por tanto, la búsqueda de los rasgos que carac­terizan a cada uno de nosotros en cuanto imagen viva de Dios.
1) Busca un lugar tranquilo, si es posible. Procuro una posi­ción corporal cómoda. Respiro hondamente. En algunos días yo se adentrarme en mi interioridad con mucha facilidad. Tal vez hoy sea uno de ellos.
2) Recupero la imagen positiva de mi mismo. Reconozco las facciones que la caracterizan en cualquier aspecto de mi cuerpo, pensamientos, sentimientos, comportamientos, libertad para amar e identidad. Busca lo que más aprecias en mi mismo.
3) Advierto luego que lo bueno que admito en mi sólo son las líneas generales de mi ser, en cuanto imagen de Dios. Ésta, en la mente y en el ser de Dios, aparece con una perfección que su­pera infinitamente la belleza y el valor de las obras maestras de los más grandes pintores de la historia.
4) Suscito ahora la sospecha de que, con la ayuda de Dios, llegaré a reconocer cuáles son los rasgos y facciones de mi identi­dad en cuanto imagen de Dios. Cuando veo la claridad del amane­cer, intuyo la belleza y colorido de un día sereno y luminoso. De igual manera puedo intuir que me queda mucho por descubrir acerca del contorno, rasgos y detalles de la imagen de Dios que yo soy.
5) Me comprometo que seguiré buscando los rasgos de mi identi­dad, hasta que la imagen de mi mismo corresponda, lo más posible, a la perfección y hermosura de la imagen que Dios tiene de mi en mi mente y en mi propio ser.
6) Establezco, con la mayor precisión posible, un momento del día en que yo pueda asomarme a mi centro personal, en busca de la imagen que Dios tiene de mí. Tal vez mi búsqueda se convierta en oración y encuentro con el me lleva el retrato perfecto de mi identidad.
7) Quizá me quieras servir de una frase dirigida al Señor, "Dios mío, dame tu luz para conocerme y descubrirme como ima­gen tuya".

Con mi pequeña comunidad, en especial si es un "grupo de excelencia y plenitud", hacemos un plan. Decidimos los pasos que nos permitan libe­rarnos de la imagen de sombra y falsa mi propio yo. Al mismo tiem­po, organizo la estrategia para incrementar la conciencia de los rasgos de la imagen de Dios que es cada uno de los seres huma­nos. Apunten así hacia la meta de ser libres para reconocerse y actuar como imágenes de Dios.

3. COMPARTIR INTERNO AUTOCONSTRUCTIVO

Una de las características fundamentales de MI autoestima consiste en hablar positivamente del propio yo. Me refiero no tanto a las conversaciones que sostenemos con los demás, sino al “COMPARTIR” interno con migo mismo.
Allá en la intimidad de mi propio pensamiento soy capaz de hablar bien o mal, constructiva o destructivamente de mi mismo.
La desestima, como podrás suponer, implica un “compartir” interno de sombra y autodestructivo. Entonces digo lo peor acerca de mi yo. Profiero palabras negativas y verdaderos insultos en contra de mi mismo.
En efecto, nosotros somos como la tierra. Así como ésta tiene dos polos, nosotros poseemos dos polaridades. La de arriba, que conocemos como "conciencia", tiende a comportarse como policía, juez y verdugo a un tiempo.
Esta conciencia crítica que no corresponde, en efecto, a la con­ciencia moral de que nos habla el Vaticano II. La auténtica con­ciencia moral está en el centro personal y no en la parte superior de nuestro ser. Además esta conciencia nos deja "escuchar", por la fe, la voz de Dios. Una voz misericordiosa, constructiva y alentadora del cambio, de la liberación personal y del desarrollo humano espiritual.
Cuando la conciencia crítica ve que he hecho algo ligera­mente malo, me lo reprocha, haciéndome que te digas, "qué tonto ¿cómo no se me ocurrió reaccionar de otra forma. No dejes de marcar y escribir lo que hizo sentir esta página
El Vaticano II, Constitución "Gaudium et Spes,",( gozo y esperanza) n.16, afirma: "La conciencia PROFUNDA, MI ESENCIA es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella".”Nacio en mi cuando el Creador expreso;”HAGAMOS AL HOMBRE A NUESTRA IMAGEN” palabras, ella consigue que descargues contra ti mismo una peque­ña dosis de agresividad o auto destructividad. Lo cual se traduce en descontento y malestar. Así, dicha conciencia me priva del derecho natural al bienestar.
Si el mal que yo hecho resulta mayor, entonces la concien­cia crítica logra que me diga, "¡Qué horror! ¿Qué clase de hombre soy, pues fui capaz de cometer semejante pecado?" Con éstas y otras frases similares, ella te empuja a descargar una cantidad mayor de agresividad. Y este hecho se traduce en sentimientos de culpa. Con lo cual pongo en juicio mi dignidad de persona.

En caso de que recaiga en malas acciones, pecaminosas o menos, la conciencia crítica me arrastra a una actitud decidida­mente autodestructiva. Me insinúa pensamientos como, "no tengo remedio. Soy lo peor de esta tierra. Con razón me rechazan y todo me sale mal. ¿Por qué no me muero?" Por este camino me hundes en el abismo profundo, oscuro y frío de la depresión. Empiezo a negar mi derecho a la vida.

La conciencia crítica pone en evidencia mi alejamiento de Dios AMOR cuando me lleva a pensar, "¿cómo puedo desaparecer del planeta? No puedo seguir viviendo. Ya sé, voy a ..." En efecto, en las antípodas del plan de Dios y en el extremo opuesto a la autoestima, podrías dar el paso definitivo de la auto destructividad: el suicidio. Es la negación efectiva de la vida.

Espero que al repasar estos cuatro niveles de auto destructi­vidad será más evidente para mi el impacto del “compartir” interno. Pienso en otro ejemplo. La crítica que viene de fuera, por parte de otros, no puede afectarme en si misma. Me hace sufrir sólo cuando yo mismo la acojo, la autorizo y le otorgo valor. Si admito, en un modo u otro, "tengo razón, yo no sé hablar en público", en­tonces me sentiré mal.
Antes de presentarme un breve ejercicio, me animo a apro­piarme el ejemplo de Jesús. Se caracteriza Él por su humildad. Pero sabe combinar esta actitud con la autoestima.
Observo que, en medio de mi sencillez y humildad, Jesús siempre habla bien de sí mismo. Incluso se ofrece como ejemplo y modelo: "aprended de mí, que soy tolerante y humilde"(Mt 11,29).
Advierto que Jesús emplea el verbo "ser". Lo cual nos muestra que Jesús coloca la autoestima, sobre todo, a nivel de la identidad.
VB.-NO DEJES DE ESCRIBIR TUS SENTIRES
· Yo soy el Mesías- (Jn 4,26).
· Yo soy el pan de la vida (Jn 6,35).
· Yo soy la luz del mundo (Jn 8,12).
· Yo soy el buen pastor (Jn 10,11).
· Yo soy la resurrección y la vida (Jn 11,25).
· Yo soy el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6).
· Yo soy la vid verdadera (Jn 15,1).

1) Busco, si puedo, un lugar tranquilo y agradable. Tomo una postura corporal cómoda. Relajo mi mente, sucederá fácil­mente apenas me encuentres dispuesto para ello.
2) Repaso en mi memoria las expresiones contrarias a mi mismo que suelo emplear con mayor frecuencia. Por ejemplo, "siempre olvido los cumpleaños de mis seres queridos". "No sir­vo para cuestiones abstractas".
3) Para desmontar cada una de estas expresiones negativas, busco su opuesta apoyándome en los rasgos positivos de mi identi­dad que hemos repasado en este capítulo. "Todavía no descubro la estrategia que me permita recordar los cumpleaños de mis amigos y familiares". "Aún no he entrenado mi mente para asuntos abs­tractos".

4) Impulsado por las últimas expresiones positivas, hago una lista de las cualidades que yo reconozco en mi mismo. Agrega des­pués los valores que otros te reconocen.
5) Ahora voy más lejos todavía. Visualizo hablando de los rasgos hermosos y valiosos de mi propia identidad. Imagino que lo hago con la sencillez y humildad que caracterizaban a Je­sús. Puedo adoptar estas actitudes de modestia porque reconozco que todo lo que hay de bueno en mi identidad se lo debo a Dios que así me ha creado.

6) Represento el escenario de mi vida diaria. Vuelvo mi mi­rada hacia el futuro. Detecto las personas y momentos en que podré hablar positivamente de mi mismo. Coloco al acento, igual que Jesús, en los rasgos de mi propia identidad.
7) Agradezco al Creador el don de la vida, mi talento de triunfador, mi dignidad de persona, mi valor como imagen suya y, sobre todo, la gracia y hermosura de mi condición de hijo suyo.

En mi “comunidad” podemos llegar a un acuerdo. Podemos decidir, como norma grupal, que evitaremos hablar mal de nosotros mismos o de los demás. Al contrario, vamos a subrayar con sencillez, como de paso, las cualidades y valores de los demás y de mi propio yo.
Con un plan de este estilo aceleran el proceso de liberación personal. En efecto, es como proponerse el ejercicio de la libertad para amar. Pues Dios no sólo espera que lo amemos a El y a los demás, sino también al propio yo. Cuando Jesús ha ratificado como primer mandamiento el amor a Dios con todo el ser, añade, "el segundo es: `Amarás al prójimo como a ti mismo'. No hay mandamiento mayor que éstos" (Mc 12,31).
En este segundo precepto Dios supone que Yo sé amarme de verdad. Y este amor verdadero, que da la pauta a la autoestima consiste en querer para mi todo el bien que Dios quiere para mi. En este caso, Dios no puede querer para ti mayor bien que Él mismo.
Por tanto, autoestima, en mi más alto grado, significa que­rer al propio yo tanto como Dios lo quiere. En consecuencia, la autoestima consiste en darme a mi mismo el regalo que Dios me hace de sí mismo por Cristo y en su Espíritu.
III-MI SALUD:
Control-de-factores-determinantes
El concepto de salud ha ido evolucionando con el paso de los siglos. Hasta principios de este siglo se consideraba la salud como "la ausencia de enfermedad". En los años 50 la OMS
-Organización Mundial para la Salud introdujo un cambio radi­cal en la definición de la salud. Propuso entonces que "la salud es un estado de perfecto bienestar físico, sicológicamente y social".

Más recientemente la misma OMS propone una descripción más realista y, en cierto modo, más humilde y más liberadora, Describe la salud como "un proceso de capacitación de los indivi­duos y comunidades para que tengan un control mejor de los fac­tores determinantes de la salud sicológica y espiritualmente".

En esta nueva definición se hace intervenir, como es obvio, la libertad personal.
El término "control" apela directamente al uso efectivo de la propia libertad. Pero ésta es aplicada, con absoluto realismo, a "los factores determinantes de la salud".
Más allá del control de dichos factores no podemos ir, si sólo contamos con los recursos humanos.
De hecho, vemos que con frecuencia se quebranta nuestra salud a pesar de los mejores cuidados. Esto nos remite a la creen­cia de que la salud, en definitiva, es un don de Dios. Pero se trata de un don activamente conquistado. Dios nos lo otorga si nosotros controlamos, con el despliegue de la propia libertad, los factores determinantes de la misma.
Se puede afirmar que, de acuerdo a la literatura médica de nuestros días, descuellan como los más importantes los factores siguientes.'
1. PENSAMIENTO CONSTRUCTIVO 2.SENTIMIENTO POSITIVO
3. COMPORTAMIENTO SALUDABLE
Factores 4. CONEXIÓN MENTE-CUERPO
Determinantes 5. SISTEMA INMUNOLÓGICO
6. AMOR Y ALTRUISMO
7. VISIÓN ELEVADA
8. MEDITACIÓN Estos factores también resultan "sistémicos". Quiero decir que están interrelacionados. Se influyen unos a otros. Cada uno de ellos afecta a los demás y al organismo humano en su totalidad.”DIOS NO HACE BASURA”
1. PENSAMIENTO CONSTRUCTIVO

En la actualidad se ha abierto paso un hecho que antes era negado por la medicina. Me refiero al influjo del pensamiento en la salud. Cada vez hay mayor evidencia de que nuestros pensa­mientos se transforman en reacciones químicas de nuestro cuerpo. Lo que pensamos también genera modificaciones de tipo funcio­nal. Por ejemplo, una idea obsesiva acerca de un peligro o daño puede paralizar el proceso digestivo.
Con éstas y otras pruebas similares se demuestra que el
pensamiento es un factor determinante de la salud.`


1.1-YO ME PREOCUPO MUCHO DE MI SALUD

Es importante recordar aquí un descubrimiento médico de los últimos años. Ahora existe evidencia de que el sistema inmune escucha nuestros pensamientos. ¿Cómo se puede comprobar este hecho?
Sencillamente al advertir que las células del sistema inmu­nológico tienen receptores para las aminas cerebrales que nuestro cerebro utiliza mientras pensamos."
Por otro lado, aquí y allá surgen casos de la vida real que demuestran el influjo del pensamiento en la salud. Hace un par de años, en uno de mis viajes, me tocó ver en la televisión una noticia que llamó fuertemente mi atención. Un avión proce­dente de Estados Unidos iba a aterrizar en un aeropuerto mexica­no. Pero el tren de aterrizaje no salía.
Imagino que el capitán avisó a los pasajeros que iban a tener un aterrizaje forzoso. Tal vez les sugirió que adoptaran la postura corporal adecuada: apoyar los codos y brazos sobre los muslos y envolver la cabeza con las manos.
En el último momento el tren de aterrizaje salió. Por tanto, el avión aterrizó felizmente sin contratiempo alguno. Mientras tanto, por desgracia, un hombre había muerto ya de infarto.
Supongo que éste fue una víctima de sus propios pensa­mientos. Tal vez pensó para sí mismo, "se acabó". Su corazón escuchó este pensamiento y lo tomó absolutamente en serio. Y sin mas, dejó de funcionar.
Con este ejemplo comprenderás que tú eres libre de pensar pensamientos favorables o contrarios a la salud. Es una opción de tu libertad. Si escoges pensar ideas negativas, dañas tu salud. Por el contrario, tu decisión de elaborar pensamientos constructivos beneficia tu salud. De igual manera es excelente expresar los “sentimientos de sobra y vivir con ellos. ”
EXPERIENCIA:
1) Me siento cómodamente. Aflojo mi respiración y mi muscu­latura. No tengo que hacer ningún esfuerzo para realizar este ejer­cicio, ni siquiera cerrar los ojos.
2) Recuerdo mi imagen corporal en una época de salud per­fecta. Observa el color espléndido de mi piel. Percibe la energía abundante de MI cuerpo. Escucha los comentarios de admiración por parte de otros. Recuerdo el gozo con que me repetías mental­mente, "me siento muy, muy bien, gracias a Dios”.
3) Convierto este recuerdo en un documental, una película muy breve en que puedo verme a mi mismo en perfectas condicio­nes de salud.
4) Imagino que un amigo médico, en forma de broma, me dice esta mañana que no te ves muy bien.
5) Represento este momento como un abanico de oportuni­dades. Soy libre para pensar lo peor y para pensar lo mejor. Su­pongo que optar por pensar en modo positivo y optimista.
6) En consecuencia, visualizo ser capaz de mirar en mi mente el documento de mi estado de salud. Al mismo tiempo, hago una especie de oración diciendo, "Señor, me has creado para la salud. Así que espero conservarla o recuperarla con tu gracia, la ayuda del médico y mi esfuerzo personal.

En mi “COMUNIDAD” me pongo de acuerdo para incrementar la habili­dad para elegir pensamientos de salud. Como si quisieran aplicar la libertad en favor del bien o de la salud, alejándola de opciones negativas o nocivas.

1.2 DESCUBRO EL BIENESTAR EN MI CUERPO

Para incrementar el uso de mi libertad en favor de la salud, puedo cultivar el proyecto de centrar mi atención en la salud y no en la enfermedad. Más en concreto, soy libre para fijar mi per­cepción consciente en el bienestar que existe en mi cuerpo.
Imagino, por ejemplo, que me duele la cabeza. En esos mo­mentos me escojo entre fijarme en la idea del dolor o en la cabeza en sí como parte de mi cuerpo.
Ya santo Tomás de Aquino sabía lo que hoy afirma la medi­cina. Si pongo mi atención en la idea del dolor, aumentará mi dolor.
En tal circunstancia, como en todo momento de mi vida, se abre ante mi libertad un abanico de posibilidades o alternativas. Me propongo dos.
1) Yo conozco la experiencia del dolor. Tal vez lo he senti­do en la cabeza. Muy lentamente, recuerdo el desagrado que seme­jante dolor me produjo.
2) Supongo que tengo las molestias de ese dolor. No se trata de un dolor que, como señal de alarma me remite al médico. No. Más bien es cuestión de un fruto del estrés o de las tensiones normales de la vida.
3) Me imagino capaz de desplegar mi libertad. En lugar de llenarme de ansiedad y de pánico a causa del dolor (o enfermedad), me detengo a considerar las posibilidades que tengo.
4) Entonces me decido a poner mi atención en la cabeza. Hago a un lado la idea del dolor. Suspendo todas mis considera­ciones y toda forma de compartir interno. En silencio centro mi atención mental en la cabeza.
5) Al tener éxito en este desplazamiento de mi atención, el dolor va disminuir hasta desaparecer.
6) Para reafirmar lo anterior, cambio más drásticamente el foco de mi atención. Ahora la dirijo hacia la parte de mi cuerpo donde existe mayor bienestar. Reviso todo mi cuerpo y descubres en mis manos el bienestar es total y perfecto.

7) Concentra toda mi mente en las manos o en la parte con mayor bienestar. Imagina que desde allí extiende el bienestar a todo el resto de mi cuerpo. Es un proceso semejante al que se pro­duce cuando una gota de aceite cae en una hoja de papel. Poco a poco se extiende.
8) Es normal que esta expansión del bienestar acabe por eliminar el dolor, cuando éste es meramente tensional.

Ensayo con mi grupo este mismo ejercicio. Se trata de im­primir en la mente la conciencia de que, frente al dolor o enfer­medad, soy libre para escoger mi reacción. Tengo la libertad que me permite optar por alternativas saludables.

. SENTIMIENTOS LUMINOSOS

Ya hace varias décadas que la medicina ha descubierto el impacto de las emociones en la salud. El miedo, la angustia, la tristeza, el odio, `la ira, la desesperación y los demás “sentimientos de sombra” afectan negativamente a la salud.
Por el contrario la seguridad, la paz, la alegría, el amor, la esperanza y los otros sentimientos “de Luz” influyen benéfica­mente en mi salud.


2.1 EL AZOTE DEL ESTRÉS


Hoy día se considera al estrés como el responsable de un 80 por ciento de nuestras enfermedades orgánicas. Con la reacción de estrés destruimos el equilibrio y eficiencia del propio sistema in­munológico. Éste puede caer, entonces, en dos extremos: funcio­nar en exceso o dejar de funcionar.`Sin duda alguna, el estrés conlleva la vibración nociva de los sentimientos de sombra. Entre éstos predominan la tensión, la ansiedad, la ausencia de goce e, incluso, cierta dosis de depresión.

A causa del estrés el sistema inmune puede empezar a tra­bajar en modo excesivo y exagerado. Caemos entonces en las alergias o en las enfermedades de auto inmunidad. En este último caso, el sistema inmunológico ataca y destruye células normales del organismo. Pensemos en la artritis reumatoide, el lupus, la esclerosis múltiple, etcétera. La otra posibilidad, la de las aler­gias, sucede que el sistema inmune ataca antígenos que no repre­sentan ninguna amenaza real contra la salud. El polen de las flores no es ningún virus o bacteria o parásito.

Si el sistema inmune deja de trabajar, entonces se producen dos tipos de padecimientos. Las infecciones aparecen porque los glóbulos blancos y demás componentes del sistema inmunológico no detuvieron la entrada de algún virus o bacteria. El otro posible padecimiento es el cáncer. Este surge cuando el sistema inmune no elimina las células anormales que, de suyo, son extremada­mente débiles y frágiles.


MODO EXCESIVO MODO INSUFICIENTE
Antígeno
externo Alergia Infección
Antígeno
interno AUTOINMUNIDAD Cáncer
Cuando nos vemos sometidos a situaciones estresantes, po­demos protegernos contra el estrés. Está en manos de la propia libertad la generación o no del estrés. Éste, gracias a Dios, no depende de las circunstancias externas ni de las actitudes ajenas.
Se produce, más bien, mediante nuestros pensamientos o inter­pretaciones de la situación, y a través de ciertas actitudes.
El estrés es una interpretación negativa que hacemos de las circunstancias.
Si tú interpretas una relación difícil o una situación excesi­vamente demandante como una "carga muy pesada", es probable que caigas en el estrés. Pero no es ni la relación interpersonal ni la situación problemática lo que te estresa. No. En realidad, tu cuer­po reacciona de acuerdo a tu interpretación de los hechos.
Por otro lado, , pode­mos aplicar la propia libertad ante el estrés. Esto significa, de acuerdo a sus investigaciones, que es posible desplegar tres actitu­des ante los problemas y dificultades de la vida. Tales actitudes, en inglés, son descritas con palabras que empiezan con la letra "C":
~, 1- CHALLENGE (DESAFÍO) DES
,2- COMMITMENT (COMPROMISO)
3-CONTROL (CONTROL)
DES-COM-CON

Estas tres actitudes, con las que transformo el estrés en impulso hacia la acción, son en sí mismas opciones. Yo elijo si quiero tomar las tensiones de la vida como amenaza o como desa­fío, como imposición o como un compromiso voluntario, como dominación o como oportunidad para ejercer tu control.

1) Recuerdo una situación que es capaz de hacerme caer en la tensión, prisa, ansiedad e incapacidad de goce que caracterizan al estrés.
2) Imaginando esa situación, me pregunto, ¿cómo puedo ser un triunfador ante este problema o circunstancia estresante?
3) Tal vez, además de cambiar la interpretación del proble­ma o de enfrentarlo como un desafío y un compromiso que some­terme a mi control, se me ocurren otras medidas capaces de eliminar el estrés.
4) Es oportuno que cuente con una lista de recursos para superar el estrés. De este modo, disponiendo de varias alternati­vas, podré utilizar mi libertad e impulsar el proceso de mi libera­ción personal.

En unión con mi comunidad se puede enriquecer la lista de recur­sos. En especial, podemos acordar formas prácticas para aprender todos juntos a mantener la propia libertad de cara a situaciones estresantes.

2.2 LA SERENIDAD COMO META

Jesús afirma en el evangelio, "no se turbe tu corazón" (Jn 14,1). Luego añade, "la paz les dejo, mi paz les doy, y no la doy como la da el mundo. No se turben ni se acobarden" (14,27).
Como si hiciera eco a estas palabras de Jesús, el Doctor místico, san Juan de la Cruz, declara:
"No es voluntad de Dios que el alma se turbe de nada ni que padezca trabajos; que, si los padece en los adversos casos del mundo, es por la flaqueza de su virtud, porque el alma del perfecto se goza en lo que se pena la imperfecta"."

El mismo Santo, en otro de sus libros apela a la vida real para animarnos a elegir libremente la paz." S. Juan de la Cruz, Dichos de luz y amor 56.

"Porque claro está que siempre es vano deprimirse, pues nunca sirve para provecho alguno. Y así, aunque todo se acabe y se hunda y todas las cosas sucedan al revés y adversas, vano es el turbarse, pues, por eso, antes se dañan más que se re­median. Y llevarlo todo con igualdad tranquila y pacífica, no sólo aprovecha al alma para muchos bienes, sino también para que en esas mismas adversidades se acierte mejor a juzgar de ellas y ponerles remedio conveniente"."

Dentro del proyecto de controlar libremente mis emociones, para disponerte así a recibir el don de la salud, la opción por la serenidad y la paz ocupa un lugar fundamental. En mí
En efecto, la serenidad aparece como la actitud opuesta a lo que hoy denominamos estrés. En consecuencia, la decisión libre de optar por la serenidad ocupa un lugar fundamental en mi vida. La serenidad no sólo trae salud corporal y emocional, sino tam­bién social y espiritual.

1) Escojo una posición corporal cómoda. Aflojo mi respira­ción y los músculos de todo mi cuerpo. ¿Me gustaría relajarme to­talmente a partir de la cabeza o de los pies?
2) Recuerdo el momento y lugar donde tuve una expe­riencia de paz y serenidad profundas. Me detengo a mirar lo que allí se podía ver. Escucho los sonidos propios de ese ambiente. Me per­mito revivir las sensaciones de paz y tranquilidad que allí expe­rimente.
3) Como soy creyente, le digo a Jesús que aceptas su paz, que la recibo con todo mi cuerpo, con todo mi corazón y con toda mi al­ma. Tal vez le me repita una frase muy corta como ésta, "Señor, acojo tu paz. Lléname con tu paz".
4) Después de tres minutos de repetir sinceramente esta frase, me aseguro de disponer, cada día, de un momento específico para repetir este ejercicio. Tal vez el momento de iniciar tu tra­bajo o estudio cotidiano.
El grupo se pone de acuerdo para apoyarse unos a otros en la progresiva conquista de la serenidad. Tal vez comparten la es­trategia que mejor les permite llenarse de paz. También pueden planear la fórmula concreta para usar libremente esa estrategia cada día.
3. COMPORTAMIENTO SALUDABLE

Las conductas que configuran la diaria rutina no sólo son opciones o posibilidades, sino también factores determinantes de la salud.
El papel de la libertad parece más claro cuando se trata de acciones o conductas. Sin olvidar el influjo de los condiciona­mientos sociales y culturales, solemos creer que las conductas que realizamos dependen de la propia decisión. Con mayor o menor libertad, cada uno de nosotros elige lo que hace o deja de hacer.
En este sentido, podemos considerar como opciones las conductas estimadas como saludables:
Comportamiento
Saludable --TRABAJO EFICIENTE Y GOZOSO
-EJERCICIO FÍSICO COTIDIANO
RESPIRACIÓN PROFUNDA FRECUENTE
ALIMENTACIÓN NATURAL
ACTIVIDAD ESPIRITUAL
DESCANSO EFECTIVO



INDICE.
PRESENTACIÓN
SOY LUZ…
EXISTO PORQUE SOY TRIUNFADOR
SOY PERSONA
MI PROCESO DE CONVERTIRME EN PERSONA
SOY HIJO HUMANO DE DIOS
MI AUTOIMAGEN DE DIOS
MI CAMBIO DE IMAGEN
EN BUSQUEDA DE ESTA IMAGEN DIVINISADA EN MÍ
MI IMAGEM AUTOCONSTRUCTIVA
GAUDIUM ET SPES
MI SALUD PLENA
PERSIVO MI SALUD PLENA
PERSIVO EL BIENESTAR CORPRAL
MIS SENTIMIENTOS LUMINOSOS
EL AZOTE DE MI ESTRÉS
MI SERENIDAD COMO META
COMPORTAMIENTO


Para ti con cariño. J FORBES F. sdb

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