jueves, 10 de abril de 2008

FASCINACION v/s AGAPE

FASCINACIÓN v/s AGAPE DE AMOR

En la experiencia de enamorarme siempre tuve la idea que iba a durar para siempre, ya que me imaginaba que el amor era como un cuento de hadas, donde el príncipe y la princesa se amaron por siempre, sin darme cuenta que la realidad de una relación no es un cuento, que hay sentimientos, compromiso, dudas, deseos, decepción, volverse a entusiasmar, desear físicamente, sentirse encantado, dejar mis propias fronteras para compenetrarme con él otro, sin dejar de ser persona.

Siempre fue mi deseo sentir el amor y sólo lo logre cuando me di cuenta que amar es entregarse, es empatizar con él otro, es dejar mi egoísmo, es cuando tomó la decisión de amar sin temor y dejarme sentir. Los ACTOS DE SOBERBIA, MAL CARÁCTER EGOISMOS se sepultan en el altar que SIMBOLIZA a CRISTO RESUCITADO.
El fuego de la pasión no es perdurable, sino transitorio. En mis primeros pololeos me enamoraba de la persona ideal y no de la persona real. Otras veces me paso que encubría mi verdadera personalidad y trataba de mostrar sólo mis encantos o incluso cualidades que no poseía, situación que incluso ocurrió al iniciar mi actual relación, pero a medida que fui creciendo en este amor, y a partir de los primeros desencuentros, de las primeras discusiones, comenzaron las manifestaciones de mi verdadero ser.
Aquí vino el despertar mutuo. Pero gracias al verdadero amor, hemos sido capaces de darnos cuenta que podemos resolver las contrariedades de la vida y no detenernos en la búsqueda de la constante y perfecta alegría. Existen varias categorías que son remedo del ágape del amor
“Amor de fascinación” que es corporal, rico, físico, comienza y termina abruptamente
“Amor de rutina” es aquel que dura una eternidad, no atinan no son fecundos. Muere
“Amor boomerang” que viene y se va. No hay decisión, se desgastan.no son Amor.
.
“Puch in love” (viene del dicho, quién te quiere te aporrea) Son amores sádicos
“Amor a primera vista” dura como el viento
“Amor platónico”que ama la idea, los dones del otro
“Amor necesario” yo necesitaba ser querida por alguien.
“Amor de amigo con ventaja”, nada serio, egoísta, instrumentalizan.
El amor se paga con más amor, es la corriente de la Vida. No muere. El amor verdadero, engendra amor durable, no ama por una orden.(1. de Corintios 13), lo describe maravillosamente. Nada más perfecto que el Ágape del amor.
Aunque hablara todas las lenguas de la humanidad y de los ángeles, sino tengo ESE amor seria como una simple Campana.
El Amor es paciente, no es egocéntrico
Yo acepto este riesgo. De acuerdo a mis observaciones y a mi propia experiencia, el amor sí representa una de las manifesta­ciones de auténtica sublimación. Y para el propósito de este ensayo, necesito presentar el amor en estos términos, aun cuando de ninguna manera pretendo reducir el alcance de la sexualidad.
1. LO QUE NO ES EL AMOR

Existen algunos procesos psíquicos que, en cierta manera, se pueden asemejar al amor. Pero, ya en forma técnica, no se pue­den identificar con él. Voy a describir algunos de ellos con el intento de acercarme gradualmente a lo que sí es el amor.

En primer lugar, cabe distinguir entre AMOR y contagio afec­tivo. Este consiste en la inundación afectiva padecida por una persona o grupo que se encuentra ante la emoción desbordante del otro.

Algunos piensan que aquello de llorar con los que lloran y reír con los que ríen, significa dejarse contagiar por la tristeza, el enojo, la desesperación, seducción sexual, etcétera, del pró­jimo. Y consideran que así se demuestra el amor. Este, en reali­dad mantiene cierta autonomía y libertad.

El sentir con el otro tampoco representa una verdadera acti­tud de amor. En este fenómeno dos o más personas experimen­tan el mismo sentimiento como reacción individual ante el mismo acontecimiento. Pero, aunque viven la misma respuesta afectiva, no existe una relación yo-tú entre ellos, como sucede en el amor.

Un ejemplo de esta reacción lo tenemos en la emoción de entusiasmo que una muchedumbre experimenta ante el triunfo de un equipo de fútbol.

Otro tanto sucede cuando los hermanos lloran de tristeza ante el cadáver de su madre. No es la situación del hermano lo importante, sino la muerte de la madre que genera la tristeza en el ánimo individual de cada hermano.

El deseo no es simple ausencia de amor como en los casos anteriores. En el deseo se produce un impulso anímico que va en la dirección opuesta al amor. Este es centrífugo, mientras que aquel es centrípeto o egocéntrico. Busca el objeto o persona para sí, para el propio provecho, placer o autorrealización.

Aquí se confunden muchos jóvenes contemporáneos. Yo les oigo decir, cuando encuentre una “LOLA LINDA” sensible e inteli­gente; entonces me entregaré al amor... Pero, resulta que el amor no depende del objeto, sino de la libertad del amante. Por el contrario, en el deseo se da toda la importancia al objeto que es buscado como posesión.

La necesidad de estima es semejante al deseo es centrípeto, en cuanto que también, se centra en el propio Yo. Corren donde también a lo que he llamado necesidad de contactos en el capítulo precedente.
La diferencia entre necesidad de estima y deseo resulta bastante clara. Este aparece como una apetencia exagerada, desmedida y sin respeto para el otro. Aquélla, en cambio, se coloca dentro de los límites de lo normal y razonable. Es la justa petición que el otro nos hace para que le brindemos afecto, y también para que apreciemos y alabemos sus cualidades y talentos.

La estima por el otro ya tiene en cuenta algo de la persona, pero no a la persona como una totalidad valiosa por sí misma. Se queda en el nivel de las cualidades, capacidades y habilidades. No penetra hasta el más profundo centro del otro como hace el amor.

La simpatía se acerca ya a la profundidad del amor. Por ella se valora al otro como un Tú. Y logra percibir en éste no sólo sus talentos y aptitudes, sino también sus actitudes y sentimientos.

La percepción de los sentimientos ajenos no implica, de por sí, lo que antes repasamos como contagio afectivo. Más bien con­siste en una participación intencional en la experiencia afectiva del otro.

Por ser de esta manera, la simpatía depende del modo de ser afectivo del otro. Es despertada o estimulada por el atractivo de las actitudes ajenas. En consecuencia, no es del todo indepen­diente como el amor, ni se hunde hasta el núcleo personal del otro.

Algunos parece que identifican la simpatía con la empatía. Esto no me parece exacto. Porque en la simpatía está de por medio el que yo sienta afición, atractivo, inclinación y hasta ter­nura respecto a mi interlocutor.

En cambio, la empatía existe sin esa carga de sentimientos cálidos. Y se realiza con cierta impar­cialidad afectiva, cuando le expresamos al otro lo que percibimos en él como experiencia o sentimiento o marco de referencia exis­tencial. Por ejemplo, si advierto enojo en mi compañero y le digo, te noto enojado, estoy practicando la empatía, sin necesidad de sentir ternura.
El enamoramiento es un proceso diferente del amor que, en muchos casos, sobre todo en las relaciones heterosexuales, se acopla con él. Pero, también suele darse sin la compañía del amor. Así podemos identificar algunas de sus diferencias.

El enamoramiento se fija en una o en algunas cualidades del otro -un cuerpo bello, cierto tipo de ojos, forma de trato, sensibilidad ante ciertas realidades, etcétera-. El amor, por su lado, ve a la persona amada como un todo.
El enamoramiento se repite con facilidad, es decir, cada vez que aparecen en alguien las cualidades que lo despiertan. En cambio, el amor es más selectivo y, por ende, se repite con cierta dificultad.

De ordinario, el enamoramiento puede ser explicado en su motivación, a partir de la cualidad de que se prenda el enamo­rado. Por el contrario, las más de las veces no es posible explicar el verdadero amor.

En el enamoramiento sí cabe la posibilidad del proceso de cristalización que, explica la ceguera del amor.
Sucede que en las minas de sal de Salzburgo se puede dejar en ciertos estanques una rama seca. Al recogerla, después de algunos días, se advierte en ella el fenómeno de la cristalización, es decir, se encuentra totalmente cubierta por los cristales de sal que la embellecen.
Algo semejante ocurre en el enamoramiento, pero no en el amor, como comprobaremos más adelante. El enamorado sí her­mosea a su amada, recubriéndola en su totalidad con la cualidad admirada en ella. Porque se ha quedado como hipnotizado por esa cualidad, no ve más que eso, y piensa que toda ella es tan perfecta y bella como la cualidad que la adorna.

En un noviazgo sería ideal que concurrieran el enamoramiento y el amor. El amor puede perdurar con el paso de los años, en forma de compañerismo, ayuda mutua, etcétera. En cambio, el enamoramiento es pasajero y caduco. Con la refriega de la convi­vencia cotidiana, aparecen con claridad los defectos o limitacio­nes del cónyuge. Así se desvanece la idealización del otro y todos los contenidos de la cristalización.
Por otro lado, el enamoramiento tiende normalmente hacia la complementariedad de los sexos, en especial, en la línea del ero­tismo que, poco a poco, induce a las caricias sensuales y a la re­lación genital. Esto en el amor no es algo inevitable, a excepción de aquella forma de amar que se conoce como amor erótico, y se vive entre el hombre y la mujer en la perspectiva matrimonial.


En otras formas de amor, que más adelante hemos de consi­derar, la genitalidad aparece como una realidad sublimada. Lo cual no significa una exclusión absoluta y completa de lo sexual en el amor humano.
2. ACERCAMIENTO AL AMOR

No pretendo describir el amor. Soy consciente de que el amor es un “misterio”, en cuanto que no es un objeto que puedo delimi­tar y medir. Desborda la capacidad humana de conceptualización y de expresión verbal. Porque no es algo que esté aquí o allí o en cualquier otro lugar, ni siquiera en el Yo o en el Tú.

El amor sólo existe cuando se produce como una energía vivificante entre el Yo y el Tú. No es sentimiento, como puede ser el de sentirse amado. Tampoco es un impulso, como el de buscar el bien y el crecimiento del otro. Es impulso y sentimiento y liber­tad y don eterno que permite la entrega del Yo al Tú.
En este sentido, el amor se orienta al Tú y su contenido es el Tú. Se revela como movimiento, dinamismo y tendencia hacia el Tú. Porque el amor contempla al Tú como un valor insustituible en el contexto de la sociedad y del mundo; por lo mismo, capaz de dar sentido a la existencia del Yo.

En sí mismo, pues, el amor es semejante al viento que hace temblar el color de las flores, pero sin que sepamos "de dónde viene ni a dónde va". E igual que el aire, el amor transforma a la persona, inundándola de vida y energía, sin que advierta ni vea su entrada y acción.

A pesar de que no es posible comprender el amor en su tota­lidad, algo se puede afirmar, con profunda reverencia, acerca de sus propiedades. Pero, siempre será solamente un acercamiento respetuoso. Es lo que voy a intentar. Nota:Puedes Subrayar lo deseas y después transformarla en pregunta y compartirla.

EL CONOCIMIENTO AMOROSO

La mayor parte de los pensadores e investigadores contem­poráneos rechazan la afirmación popular de que el amor es ciego. Más bien sostienen lo contrario, la falta de amor es lo que nos ciega.

El conocimiento amoroso, cuando se trata de descubrir quién es y cómo es una persona, resulta insustituible. En cualquier área de ayuda o servicio a los demás, educación, psicoterapia, medi­cina, etcétera, hace falta la iluminación penetrante del amor. Sin el amor no vemos la realidad única e insustituible del otro.

Gracias al amor podemos conocer, sobre todo, la dignidad, la grandeza y el valor incomparable del otro ser humano. Así pode­mos reconocer que la persona nunca puede ser tratada como un medio para alcanzar nuestros propósitos o para satisfacer nues­tros deseos.

Al contrario, iluminados por el amor, con la fuerza de la libertad y a veces también con el sabor agradable del senti­miento, aceptamos que la PERSONA que es el fin de lo que existe y se hace en esta tierra.
Más aún, guiados por el amor podemos intuir que en este mundo no
entre las criaturas nada más grande y maravilloso que la persona.
Sobre todo, ilustrados por el amor llegamos a saber que en el corazón del ser humano brillan destellos de bon­dad y hermosura que superan toda comparación.

No hay palabra humana que llegue a describir ese brillo de eternidad que palpita en lo más profundo del otro. Sólo el amor nos hace conocer lo indescriptible del Yo verdadero del prójimo.

En efecto, de ordinario sólo percibimos el Yo social y el Yo de sombra del otro. Ambos son, hasta cierto punto, falsos.
El Yo social se refiere al conjunto de máscaras que usamos para volvernos aceptables ante los demás. Entonces exhibimos buenos modales, logros obtenidos en el trabajo, títulos y también sentimientos que, tal vez, no estamos experimentando.

Por ejem­plo, al ser interrogados sobre nuestro estado actual con un cómo te va, respondemos bien, cuando en realidad nos duele el estó­mago o nos sentimos mal.

Lo verdadero en el Yo social se refiere a las conductas perso­nales que la sociedad considera como positivas, ser educado, puntual, hábil para un trabajo o un arte, talentoso para conversar, bien informado, etcétera. Sin embargo, no es esto lo más valioso del ser humano.

Sus talentos y habilidades tal vez son compara­bles a la piel roja y brillante de una manzana. Esta encierra por debajo de su piel algo mucho más sustancioso y digno de estima.
De hecho, las cualidades y talentos del otro, cuando son apre­ciados mediante la admiración, el halago y el aplauso, se perfilan mejor para la conciencia del otro.

Entonces el sujeto se reafirma como poseedor de ciertas habilidades. Pero nada más. Todavía no ha gustado el sabor del amor. Por lo mismo, se puede empe­ñar, por ejemplo, en tocar mejor la guitarra. Pero no se siente alentado en su crecimiento como persona.

El Yo SOMBRIO, como es obvio, alude a los defectos, vicios y pecados del prójimo o de uno mismo. Nadie negará que en ver­dad es limitado. En consecuencia, si alguien ha superado ya sus vicios y pecados, tendrá que reconocer en sí, por lo menos, ciertos defectos.
Todo lo “sombrío” indica la ausencia o falta de algo positivo, en cuanto que lo negativo es privación de lo que sí es. Entonces viene a resultar como algo que es, pero no es.
Me explico. Si excavamos un hoyo en la pared, el hoyo será un área carente de ladrillos. En este aspecto, el hoyo es algo que no es. De hecho, no puedo coger un hoyo para meterlo en la maleta y llevármelo a otra ciudad. Pero, mientras exista la pared, el hoyo subsistirá.

En este sentido, vemos que lo negativo sólo existe en lo positivo. Por tanto, la negativa del ser humano supone un sustrato positivo en el que se sustentan todos sus defectos.

A ese sustrato positivo del ser humano le llamamos algunos el Yo verdadero. Corresponde a lo que también podemos denominar el centro o el corazón de la persona

Este Yo verdadero suele estar sepultado para la conciencia del que es ese Yo. Y está dotado de pura positividad, aún cuando las inervaciones de lo negativo llegan a penetrarlo y a endurecerlo como si fuera de piedra.

Este endurecimiento tiene lugar cuando el individuo se fija en alguna etapa y no logra superar las crisis de las fases siguientes de su desarrollo. Sobre todo, cuando la maldad de otros lo ha penetrado casi por herencia, y más todavía cuando él mismo, con su libertad y responsabilidad, se ha solida­rizado con esa maldad mediante sus acciones personales

Este Yo verdadero es la fuente personal de la dignidad del hombre. De ahí le viene a éste el ser valioso por sí mismo, inde­pendientemente de la utilidad que pudiera representar para los demás. Por eso es digno de amor y respeto, porque aparece como un ser relativa pero sustancialmente bueno, por encima de sus acciones malas, que de ninguna manera podemos justificar ni aprobar.
En esta perspectiva el amor es incondicional porque mira el centro del otro, y lo descubre como un valor incomparable. El amor logra percibir el rostro invisible del Yo verdadero del pró­jimo.

Y se percata de que esa imagen está sepultada y cubierta con las capas del Yo de Luz y del Yo de sombra. Comprueba, ade­más, que la imagen del Yo verdadero está marcada fundamental­mente por los rasgos del que es persona en forma potencial.

Igual que la semilla sembrada en la tierra tiene la potenciali­dad para convertirse en un árbol capaz de florecer y fructificar, también el Yo verdadero es descubierto por el amor como en germen capaz de convertirse en persona. Por lo mismo, con la
potencialidad para perfilarse como un ser único, responsable y
libre para amar.

En esto radica el gran poder cognoscitivo del amor, en que puede penetrar hasta lo más íntimo del otro para contemplar las facciones únicas e irrepetibles de su Yo verdadero. En especial, comprueba que puede llegar a responsabilizarse no sólo de sus acciones y pensamientos, sino también de sus sentimientos. Por lo mismo, puede llegar a decir que si está triste o enojado, es porque así quiere reaccionar ante otra persona y que él es el dueño de esos sentimientos de tristeza o enojo.

El amor descubre también que por ser persona en potencia, el otro puede aprender a ser libre. Pero no se trata de una libertad individualista y egocéntrica. Es una libertad por la que se puede escoger el tipo de conductas o acciones que resultan construc­tivas para el otro. También es una libertad que permite elegir los sentimientos y actitudes internas orientadas hacia el amor o cons­trucción del otro.

Así pues, el amor nos hace conocer el Yo de luz del otro como un valor que es valioso por sí mismo, sobre todo, porque entraña la potencialidad para convertirse en persona. Creo que en esta misma perspectiva se coloca

H. Maslow, fundador de la corriente conocida como Psico­logía Humanística, realizó una investigación directa sobre el amor. Soy su discípulo
Al amor auténtico o propio de personas que han desarro­llado sus potencialidades, le llamó amor-Ser. A este tipo de amor se refiere cuando afirma la profundidad del conocimiento amo­roso.
"La más verdadera, la más penetrante percepción del otro es hecha posible por el amor-Ser, que es tanto una reacción cognitiva, como una reacción emocional-conativa, como he insistido ya. Es esto tan impresionante, y tan a menudo demostrado por la experiencia poste­rior de los demás, que, lejos de aceptar el lugar común de que el amor es ciego, estoy más y más inclinado a pensar que lo opuesto es la verdad, que el no amar es lo que nos hace ciegos".7
En lenguaje materialista cabe afirmar la misma realidad en otros términos: el amor no es ingenuo, sino crítico. El ingenuo cree que todo está bien y todo funciona correctamente en el otro.
En cam­bio, el que ama de verdad, porque posee un pensamiento crítico, descubre todas las posibilidades de transformación, de creci­miento y de realización plena que hay en la persona amada. Así lo comprobó Freire en su trabajo con campesinos. Y afirma que el antidiálogo es acrítico porque carece de amor.

Pero no se crea que el “compartir” del amor es un diálogo cual­quiera. No. No consiste en un simple intercambio de ideas y sen­timientos.
Es, más bien, un encuentro de corazón a corazón, en el que se compenetran las almas.
En el amor se intercambia la propia experiencia o el propio vivir.

Gracias a esa mutua y recíproca comunicación, los amantes llegan a la hondura misma del ser, donde se perfilan los rasgos y facciones esenciales de la persona amada.
Se entiende, pues, que no existe un conocimiento mayor ni más profundo del otro que el del amor.

EL ASPECTO AFECTIVO DEL AMOR
En parte, el amor es un pulsión. Esto significa que el amor nos empuja hacia el Tú. Es movimiento centrífugo en dirección de la persona amada. Es tendencia hacia el encuentro. Es afán de ir hacia el ser amado. No ocurre por momentos a manera de flechazos de Cupido.
Es un manantial que se derrama como to­rrente incesante hasta lo más íntimo del corazón ajeno.
De acuerdo a esta faceta del amor, no es posible pensar en amistad o en matrimonio cuando en la relación hay alguno que se mantiene encerrado en los límites estrechos del Yo.

Cuando la novia se queja, él no me trae flores, no me lleva al cine cuando se lo pido, no me invita a bailes, no me ayuda a hacer mis tareas, etcétera, es porque todavía no aprende a amar. Entonces resulta superfluo pensar en un compromiso matrimonial.

En este sentido, considero que la empatía, como capacidad de meterse en los zapatos del otro para mirar el mundo desde la situación y sentimientos que él vive, es un camino concreto para acercarse al aprendizaje del amor.

Si no me pongo en el lugar del otro para percibir su experiencia y punto de vista, es impo­sible que pueda remontarme hasta el más profundo centro de su ser, como ocurre en el amor.

En cambio, al amar abandonamos el encerramiento y quietud dentro del Yo. Entonces emigramos virtual o intencionalmente al corazón del otro. Así realizamos la dimensión espiritual de nues­tro ser.

Espíritu en la Persona significa, como dije al comienzo, comunicación y auto trascendencia. Por ello, no hay actividad más espiritual en la “persona” que la del amor. Y tampoco existe comunicación o relación interpersonal más íntima que esta del amor.
El amor, en cuanto pulsión, posee algunas características pe­culiares. Una de ellas es el deseo de autodeterminación. El aman­te quiere darse él mismo. No se contenta con hacer cosas exter­nas para el otro ni con el conocimiento profundo de las facciones de su individualidad.

Siente el anhelo de una entrega total, sin reservas ni apartados. Experimenta la necesidad de ser entera­mente del amado.
El amor es también una tendencia irresistible a la unión. Des­pierta ansias de cercanía y sólo se contenta con la presencia. Por ello, el máximo poeta de la lengua castellana ha escrito:
"Mira que la dolencia
de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura".
El amor es anhelo de abrazo, de fusión, de comunión eterna. No quiere separarse jamás de la persona amada. Así que la ausencia no hace sino acrecentar el impulso del amor. Porque excava en el corazón un vacío enorme, que lanza irresistible­mente a la búsqueda de la persona amada.

Desde este punto de vista, ni la ausencia ni la distancia pue­den anular el verdadero amor. Por el contrario, lo avivan, lo en­grandecen y lo purifican.
Cuando la relación humana se anida en el amor, no hay forma de romperla. El hambre se pasa con un pan, el apetito sexual se satisface con una relación genital y se apaga igual que el hambre.
En cambio, el pulsión del amor, cuando ha nacido de verdad, no pasa jamás. En una relación heterosexual se puede aspirar a la fusión corporal y genital, pero sólo para comprobar que los cuer­pos se separan y que solamente las almas se conservan unidas para siempre, hasta la eternidad.
El amor también vibra en el corazón humano como senti­miento y emoción. La emoción es una respuesta afectiva con repercusión notable en el cuerpo y de breve duración. Así, la emoción del amor hace palpitar con fuerza el corazón, enciende una sonrisa en el rostro y arranca un gesto de abrazo en los ojos y en los brazos. El sentimiento es una respuesta afectiva de larga duración y de menor resonancia en el cuerpo.

El amor, en cuanto sentimiento, hace que el paisaje de la pro­pia interioridad se torne luminoso, lleno de colorido, como un bosque con vista al mar y al horizonte, en una tarde tibia y lumi­nosa...

Aunque el amor no despierta en todos los casos ni en todo momento este eco afectivo del sentimiento, suele darse, por lo menos, de vez en cuando. Y cuando se reviste así con todo su esplendor emocional, es vivido como un don inmerecido, como la gracia más grande del cielo, como el placer jamás soñado.

Ni con todo el oro del mundo, ni con los más refinados placeres de la carne, ni con un viaje a las estrellas se puede alcanzar este don excelso que no tiene precio.

Quienes han tenido esta experiencia del amor, reportan una sensación de explosión en el corazón. Como un estallido de lu­ces, como un chisporroteo creciente, como un sol inagotable...

Como si el corazón se expandiera, en esta explosión de entrega ilimitada, en gesto de fiesta, de danza, de movimiento luminoso como el de los astros que pueblan el espacio.. .

Así, vemos que el amor genera alegría, goce sin límites, placer incomparable. Y crea, de esta suerte, un clima cálido y vivificante para el otro. Mientras que el odio es frío y desprende destellos de puñales asesinos, el amor ofrece un ambiente interpersonal que es cómodo, acogedor, entusiasmante.
Se comprende, pues, que el que ama no se cansa ni cansa, no se enoja ni enoja, no se entristece ni entristece. Por el contrario, irradia claridad, vida, energía, comprensión y acogida.
Todo esto brinda a la persona amada una situación de confianza, de segu­ridad, de calma. Aspira entonces un clima benéfico, estimulante y favorable para el desarrollo de las potencialidades personales.
LA RAÍZ HUMANA DEL AMOR
Desde la perspectiva humana, el amor echa sus raíces en la libertad personal. En el fondo, se ama al otro como resultado de una decisión libre. Esta decisión de amar al prójimo nace pues, de la libertad. Entiendo la libertad como la capacidad de emitir conductas a partir del propio Yo, por encima de los condi­cionamientos ambientales y más allá de las expectativas ajenas.

Con lo anterior quiero decir que el amor no surge a partir de las exigencias, deseos o esperanzas de los demás. A veces el deseo que el otro tiene de que lo invite al cine, provoca en mí que le haga una invitación de ese tipo.
No es así el amor. No brota del anhelo que el otro tiene de ser amado. Tampoco se explica estrictamente por un conjunto de condicionamientos ambientales: presencia de personas del sexo opuesto, costumbres, coqueteo, un baile, etcétera.

El amor no se despierta por esos caminos. Así puede aparecer la simpatía o el enamoramiento, pero no el amor. Este se pre­senta porque la persona así lo quiere. Sin libertad no hay amor. Nadie puede obligar al otro a que lo ame, ni el hijo a la madre, ni la esposa al esposo, ni el amigo a la amiga, ni el hombre a la mujer admirada.. .

En el amor siempre hay un movimiento interno de te amo porque yo te quiero. Se puede decir que este gesto de la libertad constituye la última raíz' humana del amor. Este se da, en último análisis, a impulsos de la libertad. Y el ejercicio de la libertad con miras al amor es, probablemente, el paso definitivo para en­trar en el proceso de convertirse en persona. Me convierto en persona cuando me vuelvo libre para amar.

Esta libertad para amar está a la base de lo que se llama amor incondicional. Cuando alguien es libre para amar, es capaz de seguir amando al otro por encima de cualquier traición, rechazo o agresión. Por eso es admirable el amor de una madre relativa­mente sana, porque ama a su hijo a pesar de todo.

Lo normal en nuestra sociedad es que se deje de amar al otro cuando éste nos ha hecho una mala jugada, nos ha olvidado, o nos ha herido. Con lo que podemos comprobar que aún no hemos aprendido la libertad y, en consecuencia, no somos capaces de seguir amando al que nos lastima de cualquier manera. Entonces puede suceder que nos alejemos del amigo a quien deseábamos ayudar porque lo habíamos visto triste. Tal vez pensemos para nuestros adentros, púdrete, yo me acerqué a ti para ayudarte, y tú ni siquiera me haces caso.. .
Pero, cuando alguien ha aprendido a ser libre, tiene la libertad para amar cuando él quiere amar. Por este camino se hace facti­ble el amor a los enemigos, a los que nos persiguen y hacen mal.

Porque no depende del otro el que la persona libre lo ame o lo deje de amar. Es asunto personal del amante. Y si éste lo decide, seguirá amando a pesar de las canalladas ajenas.

Esto tampoco significa que el amor sea masoquista. Vimos ya que el amor no es ingenuo, sino crítico. De hecho Jesucristo, que pasó por este mundo haciendo el bien y amando a todos los hombres, supo enfrentarse, por ejemplo, al criado del Sumo Sa­cerdote. Pensó probablemente que si se dejaba dar otra bofetada, el criado se volvería más prepotente y violento. Por eso, le replica:

"Si he faltado en el hablar, declara en qué está la falta; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?".
De esta manera, a impulsos del amor a aquel hombre, Jesu­cristo no se deja maltratar al estilo masoquista. Más bien rechaza la agresión. Al mismo tiempo que se defiende, evita que el pro­ceder injusto de su agresor se refuerce.

En estas condiciones el amor no va acompañado por senti­mientos de ternura, de entusiasmo, de gozo. Se ama a pulso. Sola la voluntad apoya y sostiene la decisión de ayudar al otro en su crecimiento y en todo lo que puede beneficiarlo de verdad.

Me imagino esa situación como la de alguien que, movido por el amor al propio Yo, tiene que ingerir una medicina de sabor repugnante. Entonces no va a experimentar gusto alguno. Al con­trario, sentirá asco al beber semejante medicamento.
Incluso, se despertará en él un movimiento de náusea que lo ponga al borde del vómito. Sin embargo, porque ama su propia salud, insistirá en seguir tomando aquella pócima que le hace bien.
Tarde o temprano todos los humanos tenemos que vivir lo más puro del amor ante una persona que nos resulta repugnante. Por­que se trata del esposo, de un hijo, del padre, de un compañero de comunidad, de un amigo entrañable, etcétera, hay una razón más para perseverar en el amor.
A pesar de que resulte repug­nante seguir amando a esa persona. Tal vez se tenga que llegar a un divorcio, pero si hay amor, se buscará que todo proceda de la manera menos destructiva y más benéfica.
Tal vez en el amor a los enemigos o en el amor repugnante es cuando se pone de manifiesto el rasgo misterioso del amor...
Dar la vida, la salud, el bienestar o cualquier otra cosa por amor a una persona repulsiva, es algo que supera toda imaginación. Contradice todas las leyes psicológicas del comportamiento hu­mano. Pero, así es como se manifiesta y queda claro que el amor hunde sus raíces en la libertad personal y también más allá de la libertad.. .
EL AMOR EN SU NIVEL CREATIVO
Cuando se ama de veras hay la disposición a hacer cualquier cosa por la persona amada. Ya lo dice el refrán popular, obras son amores y no buenas razones. Las palabras de amor son im­portantes, pero los hechos resultan mucho más elocuentes.

En este sentido, el amor se ha demostrado siempre muy activo y creador. En los humanos parece existir una tendencia innata a darle forma concreta al amor, mediante las obras

Así, los esposos
quieren cristalizar su amor en la persona del hijo, el enamorado trabaja, ahorra y emprende la construcción d una casa, el amigo apoya y sostiene el compañero que está en dificultades, etcétera.

Es tan fuerte esta dimensión activa del amor, que muchos padres de familia se confunden y piensan que demuestran todo su amor procurando pan, vestido, casa, educación en un colegio, vacaciones, viajes, etcétera, a su esposa e hijos.

En realidad, el amor no se agota en las obras, aunque sí las requiere para expresar su poder creativo. Gracias a los hechos, el acto espiritual del amor se vuelve perceptible. Entonces, al poder captarse por los sentidos, parece que se torna más humano.


Podemos comprender entonces que quienes aman experi­mentan la necesidad de hacer algo por el objeto amado. Es una urgencia nacida de la misma condición humana, cuando es des­pertada en sus profundidades por el amor. Este quiere ser visto, tocado y sentido por la persona a quien es dirigido.

La mayor obra que el amor tiende a realizar se refiere directa­mente al ser amado. El que ama quiere hacer algo en el ser del otro, anhela que sea más, busca en él un cambio que lo trans­forme y lo haga ser mejor.

Con toda propiedad se puede afirmar que el amor crea al amado. El amante busca con todas sus fuerzas que las potencia­lidades del otro se conviertan en acto. El amor no se satisface si no crea el otro como persona y persona creativa, plena, feliz.

Esta creación del otro en cuanto persona, se produce como una transmisión de la experiencia personal del amante. Este logra manifestarle al ser amado respeto, veneración y devoción que siente para ti, una vez que ha contemplado su Yo verdadero, su valor incalculable, su ser lleno de bondad, hermosura y origina­lidad irrepetible.
Entonces, si la persona amada consigue contemplar en el espejo del amor ajeno la verdadera imagen de su Yo, empieza a reconocerse como un ser digno de amor y respeto. Por consi­guiente, comienza a aceptarse como realmente es, con las faccio­nes de su Yo verdadero.

Cuando alguien se acepta como persona, es decir, como un ser positivo, insustituible, capaz de aprender la libertad y la res­ponsabilidad del amor a los demás, se encuentra ya en el camino de su crecimiento y realización auténticas.

Conviene recordar las investigaciones ya mencionadas sobre el amor. Después de una larga serie de observaciones, Maslow concluye:

"Finalmente, puedo decir que el amor-Ser, en un sentido profundo pero demostrable, crea al amado.
Le da una imagen de sí, le da auto aceptación, un sentimiento de ser merecedor de amor y respeto, todo lo cual le permite crecer. Es una pregunta justificada la de si el desarrollo completo de un ser humano es posible sin él"."

Ahora podemos comprender que la tarea de los padres no se puede terminar con la obra creadora de la procreación. Les aguarda todavía la creatividad del amor. Ellos tienen, de por sí, la tarea de crear a sus hijos como personas.

Sin embargo, vemos por doquier que las más de las veces no llegan a realizar esta labor de incomparable valor creativo. ¡Es una lástima!
Si el amor hace funcionar el corazón a todo vapor, entonces no hay obra, por difícil que parezca, que no esté dispuesto a realizar. Se prueba así que el amor es más fuerte que la muerte.

En efecto, por amor y no por pasión sexual, se está dispuesto a arrostrar la muerte. El amor descubre que no hay en esta tierra nada mejor, más profundo, más valioso y más digno de estima que la persona amada. Por eso es equitativo darlo todo, incluso la vida, por amor a ella. Con razón afirma la Escritura:

"Grábame como un sello en tu brazo, como un sello en tu corazón,
porque es fuerte el amor como la muerte, es cruel la pasión como el abismo; es centella de fuego, llamarada divina;
las aguas torrenciales no podrán apagar el amor ni anegarlo los ríos.
Si alguien quisiera comprar el amor
con todas las riquezas de su casa, se haría despreciable—.
En efecto, un amor que ha llegado tan alto como para estar dispuesto a dar la vida por el amigo, tiene conciencia de haber recibido un don gratuito. No se puede comprar de ninguna ma­nera.
Su precio supera toda imaginación. Pero, al mismo tiempo, ¡cuánta responsabilidad tienen los que han recibido ese don tan extraordinario! Porque no se les ha otorgado para sí mismos, sino para los demás. Y por otro lado, es un tesoro que llevan en frasco de cristal. Si dejan que éste se rompa, pierden de manera casi siempre irremediable el perfume y, muchas veces, también la esencia del amor.
3. LAS FORMAS DEL AMOR
Amor es un término equívoco porque designa realidades afec­tivas bastante diversas entre sí. Se habla, por ejemplo, de amor sexual para referirse a las relaciones genitales, cuya meta no es el otro como persona, sino la inmersión en el gran océano del placer, en el que no existen ni el Yo ni el Tú.
A estas relaciones suele aludir la expresión popular de hacer el amor.
En realidad, no hay en eso ningún amor.
Así podremos comprender la pobreza de nuestra lengua cuan­do sólo utiliza la palabra amor, en el momento de señalar expe­riencias y conductas que difieren mucho entre sí. No es lo mismo el amor de un hijo que el de un enamorado o el de un amigo.

Para evitar confusiones al emplear la palabra amor, se tiende a calificar el amor con un adjetivo. Por este camino aparecen las expresiones de amor materno, amor erótico, amor a Dios, etcétera.

Es obvio que cada una de estas formas de amar posee algo en común con los demás. En general, ese sustrato común se re­fiere a las propiedades del amor que acabamos de enumerar en el apartado anterior de este capítulo.

Al clasificar las formas de amor, me adhiero a las clasificacio­nes
ya conocidas. Y voy a describir cada una de las formas con el color sugerido por mi propia experiencia.
Si tomamos en cuenta la actitud que se puede tomar en las relaciones propias del amor, podemos aceptar una división del amor que corresponde a los distintos tipos de relación. Tendre­mos entonces el amor de acogida, de donación y de comunión.

El amor de acogida es característico del niño, en especial del recién nacido. En los primeros meses de vida el niño responde en forma positiva a cualquier persona que satisface sus necesidades.
Pero sólo es capaz de una respuesta verdaderamente emocional a partir de la angustia del octavo mes, cuando el infante ya puede reconocer a la madre como un ser único e insustituible.
En cierta forma se puede afirmar que el niño ama a su madre, aunque no de manera consciente, en cuanto que responde a la necesidad que ella tiene de ser tierna y maternal. Si ella des­pliega ternura y cuidados, el niño también responde con afecto y dependencia. Así es como gratifica y ama a su madre.

Cuando un adulto está enfermo, abandonado, marginado, an­ciano, desesperado, hundido en el sufrimiento, etcétera, entonces tiene que desplegar un amor de acogida, aunque ya no sea niño.

El amor de donación empieza a desarrollarse a partir de la
adolescencia y es propio del adulto. Consiste fundamentalmente en la capacidad de dar y, sobre todo, de darse. Un adulto puede dar bienes materiales.

Lo cual, sin embargo, no es lo mejor que él puede ofrecer. Su oblatividad se despliega aún más cuando sabe brindar opiniones personales, comprensión, autenticidad, escucha, respeto, estima, etcétera. Estas son formas de entregarse él mismo. Pero su donación llega al máximo cuando ama con desinterés y libertad.

Aunque esta forma de amar nos deslumbra por sus rasgos de generosidad y liberalidad, entraña un riesgo muy grande, el de la autosuficiencia. El que sólo da y siempre pretende dar, puede perderse en las nubes de su autocomplacencia, de su soberbia y farisaísmo.

Por ello, para esquivar semejante peligro, es nece­sario que el adulto se abra a la siguiente forma de amar.
En efecto, el amor de comunión representa el encuentro de dos adultos dispuestos a la auto . Se entregan uno al otro en la reciprocidad de la donación. Como lo indica la palabra comunión, se produce entre ellos una común-unión.
Se entremez­clan el gozo de la entrega y la alegría de recibir la donación
del otro. El amor de comunión es típico de la amistad, de las relaciones conyugales y, algunas veces, de la convivencia familiar entre hermanos y también entre padres e hijos cuando éstos han crecido.
Si dejamos esta división y tomamos como criterio el tipo de persona en cuestión, podemos distinguir otro conjunto de formas de amar. Así encontramos el amor materno, paterno, filial, humano, erótico y a sí mismo.

El amor materno se caracteriza por su carga de ternura, por los cuidados concretos que brinda a los hijos, por su tendencia marcada hacia lo incondicional. Por ser tierno, el amor materno se muestra dulce, delicado, amable y muy afectuoso.

Además, la madre aprende a amar a sus hijos mediante las acciones concre­tas de alimentar, limpiar, vestir, acariciar, abrazar, enseñar a, hablar, a caminar, a controlar los esfínteres, etcétera.

De manera especial se considera que el amor materno es incondicional. Esto quiere decir que una madre sana suele ser desinteresada y generosa. No pone condiciones, por lo general, cuando quiere amar a sus hijos. Los ama, no porque reúnas tales o cuales condiciones, sino sencillamente porque son sus hijos. No importa lo que hagan o dejen de hacer, es secundario que sean bellos o feos. Los ama y ya.

Por mi experiencia yo veo que el amor materno tiende con fuerza a ser incondicional, pero no suele serlo en forma completa. Por desgracia también las madres imponen ciertas condiciones para expresar afecto o aprobación a sus niños. Así aprenden estos a negar su propia experiencia o inspiración.

Si la madre les pide que no lloren, se someten y niegan lo que sienten con el fin de agradar a su madre y ahorrarse la angustia indecible de verse rechazados por ella o carentes de su amor...

El amor paterno suele estar vinculado con actitudes de mag­nanimidad, justicia, rectitud y bondad. El padre es magnánimo porque muestra nobleza, liberalidad y elevación de ánimo. Con lo cual se emparentó la justicia, que le hace dar a cada quien lo que es suyo, a la esposa y a los hijos, sin hacer diferencias entre estos.

De esta manera manifiesta también su rectitud, pues esta actitud lo mueve a ser responsable de su papel de proveedor y animador del hogar como guía y cabeza.

Todo lo anterior se prolonga a través de la bondad, pues mo­vido por ella el padre se afana por procurar toda clase de bienes o por satisfacer todo tipo de necesidades a sus hijos, no sólo en el aspecto material, sino también en el afectivo, social y espi­ritual.

Por lo dicho se comprende que el amor paterno tiende a ser condicional las más de las veces. Espera que los principios de comportamiento marcados por su afán de justicia y rectitud sean observados por los hijos.
Cuando las cosas no suceden como él quiere, no es improbable que le diga a algunos de sus hijos, así se hacen las cosas aquí; si no te gusta, ahí está la puerta.. .Estado en algunos países de centro América, fui testigo doloroso de la ausencia “paterna” en muchos hogares, da mucha pena.
El amor filial, ya lo vimos, nace como receptividad y acogida del ser que gratifica sus necesidades. Entonces se puede decir que el amor filial se caracteriza por la manera positiva, amable y alegre de recibir todo lo que el padre y la madre ofrecen al hijo. Incluso cuando el hijo es adulto y capaz de dar afecto y ayuda a sus padres ancianos, sigue recibiendo de éstos, si son gente que actualizaron sus potencialidades, la sabiduría y la alegría de vivir que han acumulado a lo largo de su existencia.

Desde el punto de vista afectivo, el amor filial entraña grati­tud, respeto y una cierta disponibilidad a devolver lo recibido, pues, como dice el dicho, amor con amor se paga. Si los padres sembraron amor en el corazón de sus hijos, éstos les entregarán las flores y los frutos de su amor filial.
El amor humano representa la forma fundamental del amor, en cuanto que engloba el resultado de un aprendizaje concien­zudo y efectivo del amor. En efecto, el amor requiere la madurez personal de quien aprendió a ser responsable de su libertad para amar.
Aunque esta forma de amar echa sus raíces en las experien­cias tempranas de relación con la madre, el padre, los hermanos, la escuela, etcétera, depende, en último término, de la libertad personal. Y significa la capacidad adquirida para meterse en el centro del otro descubrir sus facciones más esenciales y tomar la decisión de realizar las conductas necesarias para ayudarlo a crecer en forma integral, es decir, en todos los aspectos de su personalidad.


Esto quiere decir que el amor humano es como el sustrato fundamental de las otras formas de amar. En este sentido, el amor humano es universalista porque implica la capacidad de amar a cualquier ser humano. Así, el que aprendió esta forma de amor, sabe ser un buen hermano, un buen amigo, un buen hijo, un profesional amable, un sacerdote cariñoso, una religiosa servicial, un esposo amante, un padre amoroso, un enamorado de Dios, etcétera.


El amor erótico, entre hombre y mujer, activa por entero la sexualidad y tiende, por su misma naturaleza, a las relaciones genitales. Tiene sin embargo, rasgos de verdadera espirituali­zación, puesto que contempla el cónyuge como un Tú digno de respeto y veneración, porque se le ama.

Este modo de amar no se contenta con buscar el crecimiento del esposo o la esposa. Aparte quiere realizar el “compartir” de los sexos en el que se realiza la unidad de lo humano. Concreción de esa unidad en la dualidad es el hijo.. .

Desde este punto de vista, se comprende que una vez nacidos los hijos, el hecho del divorcio es muy relativo. Es verdad que los padres se separan y, tal vez, realizan un nuevo matrimonio, pero los hijos siguen siendo un símbolo de la unidad indisoluble del matrimonio.

Al hablar de la dinámica evolutiva de la sexualidad, recorda­mos que hay un proceso de diferenciación. Al adolescente le gus­tan todas, al jovencito, un grupo de chicas con determinadas cua­lidades y al joven adulto, una sola.
Esta tendencia al compromiso
con una sola persona del otro sexo, explica en parte, el afán de exclusividad propio del amor erótico. Este no se comparte mien­tras el amante conserva una buena dosis de salud mental.
Por su naturaleza, el amor erótico encierra una especie de trampa. Porque busca como canal de expresión las caricias sen­suales, el estrechamiento corporal y las relaciones genitales, puede producir una sensación de caducidad y también de hastío. En efecto, al hablar del enamoramiento, mencioné este hecho. Con el apagamiento del apetito sexual, se pierde interés por el otro, si no existen los lazos de por sí irrompibles del amor.

El amor a sí mismo suele ser un reflejo de que se ha apren­dido a amar a los demás. Parece ser el más difícil de vivir. Yo tengo la impresión de que a mayor cercanía, mayor dificultad para amar. Por lo mismo, resulta más fácil amar a quienes viven lejos o a los que atendemos, tal vez, con una entrevista semanal de una hora.

En realidad, el propio Yo representa al prójimo más próximo. Tenemos que soportarlo siempre, incluso en los sueños, en los que se esconde tras mil disfraces.

Nunca dejamos de ver lo que nos disgusta en nosotros mismos, mientras no se produce un cambio de mentalidad y de comportamiento en nuestro Yo. Por lo mismo, nos fijamos más en la capa del Yo que llamábamos el Yo cerebral y, algunas veces, acabamos odiándonos.

En el mejor de los casos, no confiamos en nosotros mismos, nos volvemos tímidos o inseguros y bloqueamos nuestra experiencia y nuestros mejores recursos. El egoísmo viene a ser, en este contexto, una forma de odio contra sí mismo. Al ser egoístas pretendemos tener más que lo realmente necesario, en cualquier nivel, económico, afectivo, cultural, etcétera.
Sobre todo, nos aislamos en cuanto que olvi­damos los derechos y necesidades de los otros. Y no hay nada más destructivo que la soledad hecha de rompimiento y separa­ción respecto a los demás. Ya decía W. James:

"Si quisiéramos castigar muy severamente a alguien no podríamos pensar nada peor que, si fuera físicamente posible, dejarle frecuentar libremente la sociedad sin que nadie le hiciese caso. Si al entrar en cualquier parte nadie jamás volviera la cabeza, si nadie contestara nunca a nuestras preguntas, si nadie prestara atención a nuestra conducta, si todo el mundo nos tratara como si sólo fuéramos aire y se condujeran con nosotros como si no existiéramos, se levantaría rápidamente en nuestra alma una cólera y una desesperación impo­tentes, ante las que quedarían pálidos los más crueles martirios corporales".
El egoísmo es por esencia antisocial y, por lo mismo, autodes­tructivo. Entonces no hay que confundirlo con el amor a sí mis­mo. Este tampoco es el narcisismo en el que, según Freud, la libido o energía sexual se orienta hacia el propio Yo.

El amor al propio Yo significa respeto y auto aceptación, afán de crecimiento, auto comprensión, conductas que desarrollan el Yo Luminoso -relaciones ínter personales profundas, ayuda a los más pobres, estudio, contacto con la naturaleza, oración, des­canso, ejercicio físico, alimentación balanceada, etcétera.

Hasta cierto punto considero que es verdad lo que algunos sostienen, el que no se ama a sí mismo, no es capaz de amar a los demás. Tal vez a los otros se les respeta y se les ama bastante, pero la falta de amor al propio Yo, que también es persona, revela que el aprendizaje del amor tiene todavía sus lagunas.
4. EL AMOR, ALMA DE LA SEXUALIDAD HUMANA
En el capítulo segundo comparé la genitalidad con el núcleo de sol y el amor con sus rayos. Insisto en la misma imagen para explicar que el amor es como el alma de la sexualidad humana.
Sabemos bien que el núcleo no está presente -con sus carac­terísticas naturales- en los rayos solares. En cambio, estos sí están presentes en el núcleo, puesto que de él se derivan a través de las llamas.
Sabemos que la teoría aristotélico-tomista del alma supone que ésta se hace presente en la totalidad de la persona humana,
como un principio de unidad en la diversidad. En efecto, en un individuo hay elementos muy diversos, sin embargo, él se siente uno y funciona como una unidad organizada.
El alma también es principio de continuidad en el devenir. Vemos que el hombre cambia mucho en las diferentes etapas de su vida, sobre todo, en la infancia.
A pesar de sus mutaciones, hay algo que permanece en él y lo conserva idéntico a sí mismo. Ese principio de identidad y continuidad en el cambio, es lo que se conoce como alma en la filosofía realista de Aristóteles y Santo Tomás.

Pues bien, yo me doy cuenta que el amor juega en la sexualidad un
papel semejante al del alma en el ser humano. Porque el amor da
sentido a la sexualidad, la penetra en su totalidad, si el individuo ha crecido como persona, la hace creativa en perspectiva huma­na y la hace más placentera en su aspecto genital.

Considero que el amor da sentido a la sexualidad porque la orienta decididamente al encuentro con el Tú. Por consecuencia, el amor evita que se utilice al otro como un medio para la pro­pia realización personal, sexual o genital. Más allá de la autorrea­lización, el amor consigue que las energías acaparadas por la genitalidad pongan su meta en el servicio del Tú.

Por otra parte, el amor penetra toda la dimensión sexual de la persona cuando ésta se ha desarrollado como tal. Cuando este desarrollo es un hecho, el individuo descubre que su genitalidad y su ternura se ponen al servicio del corazón y éste se deja guiar por la razón y la libertad personal. Lowen ha verificado esta realidad en el ejercicio de la terapia bioenergética.
Escribe al respecto:
"Las tensiones musculares crónicas que bloquean la libre expansión de la excitación y el sentimiento, se encuentran frecuentemente en el diafragma, en los músculos que rodean la pelvis y en la parte superior de las piernas.

Si se les libera de su tensión por medios físicos y psicológicos a la vez, el individuo empieza a sentirse 'conec­tado'. Esta es la palabra que ellos mismos emplean. La cabeza, el corazón y los órganos genitales. o sea, el pensamiento, el senti­miento y la sexualidad ya no constituyen partes separadas ni funcio­nes distintas.

La sexualidad se convierte cada vez más en expresión de amor, con un mayor placer proporcional. e invariablemente cesa todo comportamiento promiscuo en el cual se hubiera estado pre­viamente enredado

Si la sexualidad, como relación genital con el cónyuge, no espermeada por el amor, entonces no produce la unión inter­personal esperada ni desata el efecto placentero que se desea. Freud había subrayado este hecho hace ya 70 años. Después de mencionar un caso de impotencia, escribe:
"En el caso que nos ocupa no han llegado a fundirse las dos corrien­tes cuya influencia asegura una conducta erótica plenamente normal: la corriente 'cariñosa' y la corriente 'sensual' ".


En este mismo sentido, Freud hizo una observación de mucha actualidad para el hombre contemporáneo. En el trabajo apenas
citado, añade:

"El daño de la prohibición inicial del goce sexual se manifiesta en que su ulterior permisión en el matrimonio no proporciona ya plena satisfacción. Pero tampoco una libertad sexual ilimitada desde un principio procura mejores resultados.
No es difícil comprobar que la necesidad erótica pierde considerable valor psíquico en cuanto se le hace fácil y cómoda la satisfacción. Para que la libido alcance un alto grado es necesario oponerle un obstáculo, y siempre que las resistencias naturales opuestas a la satisfacción han resultado insuficientes, han creado los hombres otras, convencionales, para que el amor constituyera verdaderamente un goce...
En este sen­tido puede afirmarse que la corriente ascética del cristianismo creó para el amor valoraciones psíquicas que la antigüedad pagana. no había podido ofrendarle jamás. Esta valoración alcanzó su máximo nivel en los monjes ascéticos, cuya vida no era sino una continua lucha contra la tentación libidinosa„.
Pero, el amor no sólo asegura una conducta erótica plena­mente normal, como afirma Freud. Además, abre la posibilidad de un uso creativo de todas las energías que, en forma tan exce­siva, se ponen al servicio de la genitalidad a partir de la adoles­cencia.
No basta por ejemplo, que las relaciones íntimas de los esposos se vuelvan más placenteras con la presencia del amor. Hace falta que el amor oriente toda la vida sexual hacia la crea­ción del otro como persona.
Ya he tocado el punto referente al incremento del placer cuando los esposos se unen genitalmente como expresión de amor.
Al hablar ahora del papel que el amor juega en la sexualidad, quiero señalar una diferencia entre genitalidad y amor. La pri­mera es más espontánea, casi instintiva.
En cambio, el amor supone el esfuerzo de la voluntad que decide libremente buscar el crecimiento del otro. Se comprende entonces que el amor hay que aprenderlo.
El sexo y sus deseos nos son dados por la naturaleza, pero en cam­bio, el amor, nosotros debemos aprenderlo".',,"

Es obvio que aprendemos el amor a partir de las experiencias tempranas de relación con la madre. Si ésta es cariñosa, atenta y cuidadosa, despierta en el niño una respuesta de atención a la madre, de aprecio para ella como un ser único e insustituible. Aunque este comportamiento del niño sea interesado, no deja de producir en la madre la reacción de sentirse amada.

Así pues, la evidente satisfacción del infante, cuando sus necesidades son satisfechas, hace que los padres se sientan amados. Desde este punto de vista, el niño no es tan sólo una esponja emocional que no hace otra cosa que demandar y absor­ber amor. De ninguna manera. El niño a su nivel también es una fuente de amor para sus padres.

Aparte, el niño aprende a amar viendo las manifestaciones físicas de ternura y amor que otros, en especial la madre, le brin­dan. De hecho, algunas investigaciones demuestran que la ca­rencia de estas manifestaciones de cariño, hace. que los adultos no sean capaces de acariciar y de manifestar físicamente el amor a la novia, a la esposa, a la amiga, a los hijos, al esposo, etcé­tera.
También aprendemos a amar mientras vemos y sentimos el amor que nuestros padres se tienen y se expresan uno al otro. Las relaciones entre ellos son para nosotros un modelo, tanto en la parte de éxito como en la de fracaso en su amor erótico.
Ade­más, observamos este modelo durante un periodo muy largo de nuestra vida.
Dado que los niños aprenden a socializarse mediante la adap­tación, la imitación y la identificación, resulta normal que si estos procesos son referidos a unos padres amantes, el hijo acaba adquiriendo un comportamiento que podemos calificar como amoroso.

Todavía en la infancia, pero sobre todo en la adolescencia, aprendemos el amor a partir de las relaciones con los propios hermanos, con los amigos y compañeros y también con base en las costumbres y patrones de conducta que caracterizan nuestra cultura y sociedad.

Sin embargo, ya en la juventud y en la vida adulta, el amor se aprende como un arte. Yo comparto, desde el punto de vista psicológico, las teorías de Eric Fromm.20

El pasado familiar y el ambiente social, generan una predis­posición, una especie de talento innato para el amor. Sin em­bargo, el individuo tiene que desarrollar sus aptitudes a base de esfuerzo, dedicación y práctica constante, tal como sucede en el aprendizaje de un arte cualquiera.

Este aprendizaje exige, en primer lugar, disciplina. No una disciplina rígida, pero sí capaz de garantizar una buena dispo­sición de ánimo, la eliminación de obstáculos y el tiempo nece­sario para la práctica diaria del arte de amar.

También es necesario un maestro. Sabemos que Miguel Ángel y Rafael, lo mismo que otros pintores y artistas, tuvieron un maestro que les ayudó a desarrollar su talento genial. Otro tanto ocurre con el amor. Se aprende más eficientemente con las orientaciones de un maestro. Este no tiene que imponer sus juicios y su estilo personal. Su tarea es la de realzar e impulsar las potencialidades para el amor que ya existen en el interior del discípulo.

Se trata, por otro lado, de un elemento esencial de la exis tencia humana y del crecimiento de la persona. De ahí la impor­tancia en la elección del maestro, con cuya ayuda pretendemos aprender el arte de amar. Se esperaría que sean capaces de enseñarnos a amar los sacerdotes, psicoanalistas, psicoterapeu­tas, papás, profesores, amigos, etcétera.
Aparte, se requiere paciencia para poder perseverar y em-
prender cada día el camino de este aprendizaje, a pesar de los fracasos y errores. Porque en esta tarea está de por medio el corazón, el punto más frágil y sensible de la personalidad, senti­remos con frecuencia la tentación de protegernos y cerrarnos.
Si enterramos el corazón evitamos el riesgo de sentirnos heridos y de sufrir de la manera más dolorosa.
A la luz de esa tendencia natural a cerrar el corazón, se hace necesaria la esperanza. Con esta actitud podemos experimentar confianza en que un día alcanzaremos a dominar el arte de amar y podremos amar siempre que así lo decidamos.
La esperanza de que mañana seremos lo que no somos hoy, nos anima y alienta para seguir adelante en este proceso de aprendizaje.
Pero el amor es un elemento tan central en la existencia del hombre, que merece ocupar el centro de nuestros intereses y actividades.

De hecho, los artistas, los atletas, los científicos, las madres ejemplares, los santos, etcétera, han concentrado todas sus energías y su vida cotidiana en aquello que traen entre manos.
Así también, el que se da por entero al proyecto de aprender a amar, dedica todos sus esfuerzos y conductas al amor.

Come para disponer de las energías necesarias para amar a los demás. Duerme y descansa suficientemente para no estar tenso ni irri­table y poder practicar el amor. Su trato con los demás lo apro­vecha como un entrenamiento en el amor. En fin, igual que el avaro sólo vive para el dinero, el amante todo lo aprovecha para crecer en el amor.

Sobre todo lo demás, el amor exige mucha práctica. El ejer­cicio cotidiano resulta inevitable. Pablo Casals llegó a ser el pri­mer chelista del mundo porque, entre otras cosas, ensayaba por lo menos seis horas diarias, incluso en tiempo de vacaciones.
Nadie aprende a amar sin una dedicación semejante. Cada día se descubren matices y detalles muy finos en la práctica efectiva del amor. De suerte que sin esa acción constante, por más que se apele a la gracia de Dios, es prácticamente imposible amar al prójimo de verdad.

En esta praxis del amor, la persona se ejercita en meterse no sólo en los zapatos del otro, sino incluso en su centro más perso­nal. Allí se esfuerza por conocer los rasgos y facciones más esenciales del otro. Entonces, sorprendido por el valor y belleza incomparables del Yo verdadero del otro, puede mostrarle un respeto profundo y una valoración que ayudan al otro a respetar­se y valorarse.
Cuando hay amor al otro, no hace falta la intimidad de un consultorio o de un confesionario para expresarle el valor y gran­deza que descubrimos en él. A través de una broma, con un comentario insignificante, mediante un diálogo franco y directo, podemos hacerlo consciente de aquello que.es potencialmente y de lo que puede lograr si desarrolla sus potencialidades.

Más adelante, a partir de la reflexión teológica de este traba­jo, tendré ocasión de compartir mi experiencia acerca del papel que la apertura a Dios juega en el amor.
Para cerrar este capítulo sobre amor y sexualidad, menciona­ré algunas diferencias entre la forma de amar propia del hombre y la de la mujer. Es algo que se aprecia mejor en el amor erótico.

Es obvio que cuando se trata de los elementos fundamentales del amor, en especial aquello de crear al amado, no se puede señalar ninguna diferencia.
Algunas investigaciones muestran que en el amor erótico, que se orienta al matrimonio, la mujer tiende a ser más posesiva y también más racional que el varón.

Esto último se debe a que en muchos aspectos -afecto, seguridad, dinero, etcétera-, la mujer suele depender del marido. Por ello considera con cierta frialdad racional, si él es amoroso, fiel, responsable y capaz de brindarle la seguridad que necesita.'

El hombre, por su lado, se caracteriza por un extremismo que lo lleva del romanticismo al deporte de jugar con el amor. Esto último significa que dice palabras que sólo contienen pasión, por lo general, de tipo erótico o genital. Pero no hay un propósito de compromiso serio con el otro, para que crezca en su Yo ver­dadero. En este sentido juega al amor.

Que el hombre es más romántico que la mujer, no acaba de resultar claro, a pesar de las investigaciones realizadas en forma directa. El amor romántico lleva una carga mayor de idealiza­ción de! amado, los sentimientos de ternura y afecto son desbor­dantes, la tendencia a las relaciones genitales es fuerte, pero no entra en primer plano, los detalles circunstanciales -lugar, tiem­po, clima, etcétera-, son percibidos y recordados en detalle, la gana de fidelidad en las buenas y en las malas es efectiva, etcé­tera.

En algunos aspectos se demuestra que los hombres son más románticos. Por ejemplo, se ha detectado que ellos son más vul­nerables, se entregan más pronto y con mayor ímpetu. En cam­bio, parece que las mujeres, según recordé más arriba, son más precavidas para involucrarse. Por otro lado, los hombres se aferran más fuertemente a un romance y, al parecer, sufren más cuando se cortan las relaciones amorosas.
Sin embargo, se ha descubierto que las mujeres, cuando la relación está en su momento más intenso, experimentan la eufo­ria y la agonía del amor con más intensidad que los varones. Y también suelen ser más fieles una vez que han decidido entre­garse. Antes de esto son muy cautelosas en mostrar sus senti­mientos.

El lector, a la luz de su experiencia, estará de acuerdo con­migo, probablemente, en que hoy día no es fácil advertir diferen­cias muy marcadas entre el hombre y la mujer, si aman de ver­dad. Ella es vulnerable y sufre tanto como él, cuando hay una crisis, separación, infidelidad, etcétera. También es cierto que una y otro gozan hasta el éxtasis, cuando sus corazones se “funden”

FASCINACIÓN v/s AGAPE DE AMOR
En la experiencia de enamorarme siempre tuve la idea que iba a durar para siempre, ya que me imaginaba que el amor era como un cuento de hadas, donde el príncipe y la princesa se amaron por siempre, sin darme cuenta que la realidad de una relación no es un cuento, que hay sentimientos, compromiso, dudas, deseos, decepción, volverse a entusiasmar, desear físicamente, sentirse encantado, dejar mis propias fronteras para compenetrarme con él otro, sin dejar de ser persona.
Siempre fue mi deseo sentir el amor y sólo lo logre cuando me di cuenta que amar es entregarse, es empatizar con él otro, es dejar mi egoísmo, es cuando tomó la decisión de amar sin temor y dejarme sentir. Los ACTOS DE SOBERBIA, MAL CARÁCTER EGOISMOS se sepultan en el altar que SIMBOLIZA a CRISTO RESUCITADO.
El fuego de la pasión no es perdurable, sino transitorio. En mis primeros pololeos me enamoraba de la persona ideal y no de la persona real. Otras veces me paso que encubría mi verdadera personalidad y trataba de mostrar sólo mis encantos o incluso cualidades que no poseía, situación que incluso ocurrió al iniciar mi actual relación, pero a medida que fui creciendo en este amor, y a partir de los primeros desencuentros, de las primeras discusiones, comenzaron las manifestaciones de mi verdadero ser. Aquí vino el despertar mutuo. Pero gracias al verdadero amor, hemos sido capaces de darnos cuenta que podemos resolver las contrariedades de la vida y no detenernos en la búsqueda de la constante y perfecta alegría. Existen varias categorías que son remedo del ágape del amor
“Amor de fascinación” que es corporal, rico, físico, comienza y termina abruptamente
“Amor de rutina” es aquel que dura una eternidad, no atinan no son fecundos. muere
“Amor boomerang” que viene y se va. No hay decisión, se desgastan. no son amor.
Puch in love” (viene del dicho, quién te quiere te aporrea)Son amores sádicos
“Amor a primera vista” dura como el viento
“Amor platónico”que ama la idea, los dones del otro
“Amor necesario” yo necesitaba ser querida por alguien.
“Amor de amigo con ventaja”, nada serio, egoísta, instrumentalizan.
El amor se paga con más amor, es la corriente de la Vida. No muere. El amor verdadero, engendra amor durable, no ama por una orden.(1. de Corintios 13), lo describe maravillosamente. Nada más perfecto que el Ágape del amor.
Aunque hablara todas las lenguas de la humanidad y de los ángeles, sino tengo ESE amor seria como una simple Campana. El Amor es paciente, no es egocéntrico
Comprensivo, no tiene la podredumbre del mal carácter
No es celoso, olvida lo malo
No vive de máscaras, es pura alegría, se goza con la verdad dicha con amor.
No se infla, no es sádico, no comete bajezas.
Es Ágape, comida llena de espiritualidad que nos dejó JESÚS, desde el principio.
PREGUNTAS MAYEUTICAS
¿Haz amado con tu ESENCIA, o sólo lo haces con tu Ser Corporal?¿por qué?
¿A qué le tengo temor en una relación más profunda?
¿Qué haces por la felicidad de tu pareja?
“Tú y yo con Dios unidos por siempre”
Publicado por P. José Forbes sdb en 17:09 0 comentarios
jueves 14 de junio de 2007
v.-DIOS ME ELIGIO
BÍBLICO1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, a los santos que están en Efeso.
A todos ustedes que creen en Cristo:
2 reciban gracia y paz de Dios, nuestro Padre, y de Jesús, el Señor.
3 ¡Bendito sea Dios, Padre de Cristo Jesús nuestro Señor, que nos bendijo desde el cielo, en Cristo, con toda clase de bendiciones espirituales!
4 En Cristo Dios nos eligió antes de la creación del mundo, para estar en su presencia sin culpa ni mancha.
5 Desde la eternidad determinó en el amor que fuéramos sus hijos adoptivos por medio de Cristo Jesús. Eso es lo que quiso y más le gustó para que se alabe su Gloria por esa gracia suya que nos manifiesta en el Bien Amado.
7Pues en Cristo, la sangre que derramó paga nuestra libertad y nos merece el perdón de los pecados.
8 En esto se ve la inmensidad de su gracia. Mediante dones de sabiduría e inteligencia.
9 Dios nos da a conocer este proyecto misterioso, fruto del amor que tiene a su Hijo-
10que debía realizarse cuando llegara la plenitud de los tiempos.
Todas las cosas han de reunirse en Cristo, tanto los seres celestiales como los terrenales.
11 En Cristo, Dios nos apartó, a los que estábamos esperando al Mesías.
12 El, que dispone de todas las cosas como quiere, nos eligió para ser su pueblo, para alabanza de su Gloria.
13 Ustedes también, al escuchar la Palabra de la Verdad, el Evangelio que los salva, creyeron en él, quedando sellados con el Espíritu Santo prometido,
14 El cual es el anticipo de nuestra herencia.
Así va liberando al pueblo que hizo suyo, con el fin de que sea alabada su Gloria.
“Dios nos ha elegido”: Efesios 1, 3-14
a) ¿Te sientes elegido por Jesús, en qué? ¿para qué?
b) ¿Qué significa para ti sentirte hijo?
c) ¿Sientes que tienes alguna responsabilidad como hijo?
d) ¿Cuándo te has sentido responsable con tus padres?
FUI ELEGIDO COMO PERSONA
1Señor, tú me examinas y conoces;
2sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; tú conoces de lejos lo que pienso;
3 tú sabes si camino o si me acuesto y tú conoces bien todos mis pasos.
4 Aún no está en mi lengua la palabra cuando ya tú, Señor, le conoces entera.
5 Me abrazas por detrás y delante, después pones tu mano sobre mí.
6Tu. ciencia es un misterio para mí, tan grande que no puedo comprenderla.
7¿A dónde podré ir lejos de tu espíritu?
¿A dónde podré huir lejos de tu presencia?
8 Si subo a las alturas, allí estás, sí bajo a los abismos de la muerte, allí también estas.
9Si le pido a las alas a la Aurora para irme a la orilla de los mares,
10también allá tu mano me conduce y me tiene tomado tu derecha.
11 y Si dijere entonces: ¡Que me oculten, al menos las tinieblas y la luz se haga noche en tomo mío!
12 Pero, Aun las tinieblas nada tienen de oscuro para ti y la noche ilumina como el día.
13 Pues tú., Señor, formaste mis entrañas,
Me tejiste en el seno de mi madre.
14 Te doy gracias por tantas maravillas que tú has ejecutado; en efecto, admirables son tus obras y mi alma bien lo sabe.
15 Mis huesos no escapaban a tu vista cuando yo era formado en el secreto, o cuando era bordado en las profundidades de la tierra.
16 Tus ojos ya veían mis acciones y ya estaban escritas en tu libro; los días de mi vida estaban ya trazados antes que ni uno de ellos existiera.
17 “Cuan difíciles son tus pensamientos y su suma es, OH Dios, incalculable”
Si me pongo a contarlos, son más que las arenas; y cuando me despierto, aún estoy contigo.
“Dios amor me escogió” Salmo 139
a) ¿Qué sientes al darte cuenta que tu mamá te tejió y te bordó en su vientre?
b) ¿Qué diferencia existe entre tú espíritu y el de cualquier otra criatura del universo?
c) ¿Has elegido a Dios?
d) ¿Qué diferencia existe entre un amigo y un hermano?
LA PALABRA
1 En diversas ocasiones y bajo diferentes formas, Dios habló a nuestros padres, por medio de los profetas,
2 hasta que, en estos días que son los últimos, nos habló a nosotros por medio de su Hijo. Este es al que Dios constituyó heredero de todo, ya que por él dispuso las edades del mundo.
3 Este es el resplandor de la Gloria de Dios y en él expresó Dios lo que es en sí mismo.
El es el que mantiene el universo por su palabra poderosa.
El es el que purificó al mundo de sus pe­cados y después se fue a sentar junto al trono de Dios en los cielos.
4El está tan por encima de los ángeles, cuanto es más excelente el Nombre que heredó.
5 En efecto. ¿A qué ángel jamás le dijo Dios: “Tú eres mi Hijo", en este día yo te he dado la vida? ¿A qué ángel dijo Dios: “Yo seré para él un Padre y él será para mi un Hijo”?.
6Cuando Dios manda a su Primogénito al mundo, la Escritura dice: Que todos los ángeles de Dios lo adoren.
7 Pero, cuando se trata de los ángeles, encontra­mos palabras como éstas: Dios envía a sus ángeles como el viento, hace de sus servidores una llama ardiente.
8 En cambio, respecto del Hijo, leemos estas palabras:”Tu trono, OH Dios, permanece por siglos y siglos, y tu gobierno será el de la justicia.
9 Amas la justicia y aborreces la maldad, por eso te consagro Dios, tu Dios, en un día feliz, prefiriéndote a todos.”
10 Y estas otras palabras:
“Señor, tú en el principio pusiste la tierra sobre sus bases, y en los cielos son obra de tus manos. 11 Ellos desaparecerán, pero tú permaneces. Serán para ti como un vestido viejo;
12Los doblarás como doblan una capa y los cambiarás; Tú, al contrario, eres siempre el mismo y tus años no terminarán jamás”.
13 A ninguno de sus ángeles dijo Dios: “Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos como tarima de tus pies”.
14 Pues todos estos espíritus no son más que servidores y los manda a Dios para bien de los que recibirán de él la salvación.
La Palabra de Dios
Hebreos 1, 1-14
Hebreos 4, 12-16
Romanos 10, 9-21
Juan 1, 1-4
a) ¿Cuántos años vivieron tus abuelitos?
b) ¿Qué es lo que tus antepasados te legaron?
c) ¿Qué tienes de los primeros padres y te impide ser feliz?
d) ¿Puedes hacer un árbol familiar, con tus raíces, tronco, ramas, flores y frutos?
EL VERBO …
12 En efecto, la Palabra de Dios es viva y eficaz, más penetrante que espada de doble filo. Penetra hasta la raíz del alma y del espíritu. Sondeando los huesos y los tuétanos para probar los deseos y los Pensamientos más íntimos, 13 Toda criatura es transparente ante ella; todo queda desnudo y al descubierto a los ojos de Aquel al que debemos dar cuentas.
Cristo es nuestro Sumo Sacerdote
Y esto me hace sentir ,feliz y seguro
14Tenemos nosotros un Sumo Sacer­dote muy superior a los otros, que ha en­trado en el mismo cielo: éste es Jesús, el Hijo de Dios. Mantengámonos, pues, firmes en la fe que profesamos.
15 Nuestro Sumo Sacerdote no se queda indiferente ante nuestras debilidades, por haber sido some­tido a las mismas pruebas que nosotros, pero que, a él, no lo llevaron al pecado.
16 Por lo tanto, acerquémonos con confian­za al Dios de bondad, él tendrá piedad de nosotros y nos recibirá en el momento oportuno.
“La Palabra de Dios es para siempre
Hebreos 4,12 – 16
Romanos 10, 9 -21
a) ¿Cuál es el Dios que tú amas y sigues?
b) ¿Cuál es el Dios que tú no aceptas?
c) ¿Sientes que la Biblia está hecha para ti?
d) ¿Qué le falta a la Biblia para que la sientas viva?
e) ¿Qué evangelio completo has leído con amor?
YO PROCLAMO EL VERBO
9 Porque si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás sal­vo. 10 Al que cree de corazón Dios lo reci­be; y el que proclama con los labios, se sal­va. Por eso dice la Escritura: Ninguno de los que creen en él confundido.
12 Aquí no se hace distinción entre judo y griego; todos tienen un mismo Señor, el cual da abundantemente a todo el que lo invoca.
13 En efecto, el que invoque el Nombre del Señor se salvará.
14 Pero. ¿Cómo invocarían al Señor sin antes haber creído en él? Y ¿cómo creer en él sin haber escuchado? Y ¿cómo escucha­rán sí no hay quien predique? 15 Y ¿cómo saldrán a predicar sin ser enviados? Como dice la Escritura: ¡Qué lindo es caminar de los que traen buenas noticias! 16 Aun­que no todos obedecieron a la Buena Nue­va según decía Isaías: “Señor, ¿quién ha creído en nuestra predicación? 17 Por lo tanto, la fe nace de una predicación, y la predicación se arraiga en la palabra de Cristo.
18 Me pregunto; ¿Será porque no oyeron? ¡Claro que sí! Pues por toda la tierra resonó la voz de los predicadores, y se oyeron sus palabras hasta en el último rincón del mun­do. 19Y sigo preguntando: ¿No será porque Israel no entendió? Moisés es el primero en decir: Yo haré que te pongas celoso de una nación que ni siquiera es nación, excitaré tu enojo contra una nación insensata.
20 Isaías se atreve a decir más: Fui hallado por los que no me buscaban, me presenté a quienes no preguntaban por mí.
21 Mientras que, hablando de Israel, el mismo Isaías dice: Todo el día extendí mis manos hacia un pueblo desobediente y rebelde.
“LA PALABRA DE DIOS VIVO
Romanos 10, 9 – 21
a) ¿Quién es realmente Jesús para ti?
b) ¿Qué lugar ocupa en tu vida?
c) ¿Qué vivencias tienes de él?
d) ¿Qué experiencias has sentido de él?
e) ¿Qué evangelio completo has leído? ¿Por qué?
OBISPO DE LA PALABRA
Cómo deben ser el obispo y los diáconos
1 Si alguien aspira a ser obispo, su ambición es buena: de esto no cabe duda.
2 Es necesario, pues, que no se le pueda reprochar nada al obispo. Marido de una sola mujer, hombre serio, juicioso, de bue­nos modales, que fácilmente reciba en su case y sea capaz de enseñar.
3 No debe ser bebedor ni peleador, sino indulgente, amigo de la paz y desinteresado del dinero. 4Un hombre que sepa dirigir su propia casa, cuyos hijos son buenos y le obede­cen.
Pues si no sabe gobernar la propia casa, ¿cómo cuidará la asamblea de Dios?
“LA PALABRA DE LA VIDA “
Timoteo 3, 1 – 5
Timoteo 3, 14 – 17
a) ¿Cuáles serán los últimos signos del fin del mundo?
b) Frente a lo que has meditado ¿qué decisión te gustaría tomar?
c) ¿Cuál de todas estas malezas tienes tú, y qué haces para sacártelas?
d) ¿Es cierto que al leer La Palabra con amor, quedas limpio?
14 Tú quédate con lo que has aprendido y que te ha sido confiado, sabiendo de quiénes lo recibiste.
15 Además, desde tu niñez conoces las sagradas escrituras. Ellas te darán la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús.
16 Todos los textos de la Escritura son inspirados por Dios y son útiles para enseñar, para rebatir, para corregir, para guiar el bien.
17 La Escritura hace perfecto al hombre de Dios y lo deja preparado para cualquier buen trabajo.
SIMBOLOS BIBLICOS (FORMAS LITERARIAS)
Mi espíritu es invisible, nunca lo he visto con mis ojos, ni el de los demás.
Al compartir todas las personas, que tienen un yo invisible, se comunican de mil formas; usan palabras, miradas, gestos, se escriben, se graban en “DRAYV”, se dan apretones de mano, abrazos de paz, se besan, bailan, juegan al amigo secreto, y todas estas fórmulas de comunicación se llaman símbolos.
Símbolo es algo visible que transmite algo invisible (sentimiento), son símbolos naturales (Sacramentales).
Dios Padre es también invisible, por lo tanto también transmite sentimientos invisibles a través de todo lo visible que nos rodea especialmente de los siete símbolos sagrados. Así también en las Sagradas Escrituras son Palabras de inspiración divina, algo visible, nos transmiten algo invisible. Son cartas de amor, del Hijo que nos hablas del Padre. Y así como entre nosotros usamos muchos símbolos distintos para comunicar sentimientos, así también en esta Biblia hay muchos géneros literarios que son símbolos que transmiten verdades y gestos distintos para el bien del hombre, para su salvación.
Estos pasajes, que a continuación te nombro son para que descubras que géneros literarios tienen estos párrafos. Encuentras historias épicas, versos, prosas, narraciones.
SÍMBOLOS BÍBLICOS
(Formas Literarias)
a) ¿Qué sientes y de qué te das cuenta cuando un cristiano no católico llega a tu casa con la Biblia?
b) ¿Cómo lo tratas?
c) ¿Qué son los géneros literarios? ¿Para qué usan?
EL PODER DEL PECADO
14 Sabemos que la Ley es cosa espiri­tual, pero yo soy de carne y hueso, vendido como esclavo al pecado. 15 Y ni siquiera en­tiendo lo que me pasa, porque no hago lo que quisiera, sino por el contrario, lo que detesto. 16 Ahora bien, si hago lo que no quisiera, reconozco que la ley es buena. 17 pero, en este caso, no soy yo quien obra mal, sino el pecado que está dentro de mí. Bien sé que en mi, o sea, en mi carne, no habita el bien. 18 Puedo que­rer el bien, pero no realizarlo. 19 De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. 20 Por lo tanto, sí hago lo que no quiero, no soy yo quien está haciendo el mal, sino el Pecado que está dentro de mí.
21 Descubro entonces esta realidad: que­riendo hacer el bien, se me pone delante el mal que está en mí. 22 Cuando me fijo en la Ley de Dios, se alegra lo íntimo de mi ser; 23 pero veo en mis miembros otra ley que está en guerra con la ley de mi mente, y que me entrega como preso a la ley del pecado inscrita en mis miembros.
24 ¡Desdichado de mí! ¿Quién me librará de mí mismo y de la muerte que llevo en mí?
¡A Dios demos gracias, por Cristo Je­sús. Nuestro Señor!
“EL PODER DEL PECADO”
Romanos 7, 14 - 24
Si Dios no hace basura, a) ¿Por qué existe el virus del mal en mí?
b) ¿Cómo puedo asumir mis valores, dones y cualidades personales?
d) ¿Cómo puedo ordenar lo que está desordenado en mi corazón?
LOS EFECTOS DEL PECADO
18 En efecto, Dios nos hace ver cómo desde el cielo se prepara a condenar la mal­dad y la injusticia de toda clase, de aque­llos hombres que han desterrado la verdad con sus obras malas.
19 Todo aquello que podemos conocer de Dios debería ser claro para ellos: Dios mismo se lo manifestó.
20 Pues, si bien a él no lo podemos ver, lo contemplamos, por lo menos, a través de sus obras, puesto que él hizo el mundo, y por ellas entendemos que él es eterno y po­deroso, y que es Dios.
De modo que no tienen disculpa,
21 por que conocían a Dios y no lo han glorifica­do como le corresponde, ni le han dado gracias. Al contrario, se perdieron en sus razonamientos y su corazón extraviado se en­cegueció más todavía.
22 Pretendían ser sa­bios cuando hablaban como necios.
23 Cambiaron la Gloria del Dios inmortal por imágenes con forma de hombre mortal, de aves, de animales o de serpientes.
“ LOS EFECTOS DEL PECADO”
Romanos 1, 18 – 23
a) ¿Qué ídolos son los que yo tengo?
b) ¿Soy capaz de decir la verdad y ser justo?
c) ¿Cómo hago para eliminar mis cicutas?
d) ¿Cuándo nacieron y hasta cuándo estarán en mí?
MI ACTITUD HACIA EL
1 No más que un servicio militar es la vida del hombre sobre la tierra, y sus días son los de un jornalero.
2 Se parece al esclavo que suspira por la sombra, o al jornalero que espera su salario.
3 Así a mí me han tocado meses de decepción, y fueron mi parte noches de dolor.
4 Al acostarme digo: “¿Cuándo llegará el día?”
Al levantarme: “¿Cuándo será de noche?”
Y hasta el crepúsculo me abruman mis inquietudes.
5 Mi carne está cubierta de gusanos y costras, mi piel se ha arrugado y se deshace,
6 mis días han corrido más rápidos que la lanzadera, y se pararon cuando ya no hubo hilo.
7 Recuerda que mi vida es un soplo, y que mis ojos no verán más la felicidad.
8 Los ojos que me miraban ya no me verán, y ante tu propia vista dejaré de existir.
9 Así como la nube se disipa y pasa, así el que baja donde los muertos no suben más.
10 No volverá a su casa y los lugares en que estuvo no lo verán jamás.
11 Por eso no callará mi boca, sino que expresaré mis angustias y me quejaré a la medida de mi amargura.
12 ¿Soy acaso el Mar o el Monstruo marino, para que pongas guardia a mí alrededor?
13 Si digo: “Mi cama me consolará, y mi descanso aliviará mi llanto.
14 entonces tú me asustas con sueños y me aterrorizas con visiones.
15 Preferiría ser sofocado: la muerte antes que estos dolores.
16 Mira que desfallezco, no viviré para siempre. ¡Déjame! Ves que mis días son un soplo.
17 ¿Qué es el hombre para que te fijes tanto en él
18 y pongas en él tu mirada, para que lo vigiles cada mañana y lo pongas a prueba a cada instante?
19 ¿Cuándo apartarás de mí tus ojos y me darás tiempo de tragar mi saliva?
20 Si he pecado, ¿qué te hecho a ti, guardián de los hombres?
21 ¿Por qué me has tomado como blanco de tus golpes? ¿En qué té molesto?
¿Por qué no olvidas mi falta y no dejas pasar mi pecado?
22 Porque pronto me voy acostar en el polvo, y cuando me busques ya no existiré.
“ACTITUD HACIA DIOS”
Job 7, 1-11
Job 7, 17-21
a) Si la vida es tan frágil ¿vale la pena preocuparme tanto por cosas que dentro de 50 años ya no van importar?
b) Por qué Dios te nombra Rey de la Creación, y cuál es tu responsabilidad ecológica?
¿POR QUÉ Y PARA QUE ME SALVARE?
2 1 Ustedes estaban muertos por las faltas y los pecados en que andaban. 2 Se conformaban a este mundo y seguían al soberano que reina entre cielo y tierra y que sigue actuando en aquellos que resisten a la fe. 3 Todos nosotros fuimos de aquéllos y nos dejamos llevar por las codicias humanas; obedecimos a los deseos de nuestra naturaleza y consentimos sus proyectos. Por naturaleza éramos merecedores de castigo, igual que los demás.
4Pero Dios, que es rico en misericordia, nos manifestó su inmenso amor,
5 y a los que estábamos muertos por nuestras faltas, nos dio vida con Cristo. ¡Por gracia han sido salvados!
6 y nos resucitó con Cristo para sentamos con él en los cielos.
7
Al demostrarnos tanta bondad en Cris­to Jesús, Dios quiso manifestar en los siglos venideros la extraordinaria riqueza de su gracia.
8 Pues, por gracia de Dios han sido salvados, por medio de la fe. Ustedes no llenen mérito en este asunto: es un don de Dios;
9 y no tienen por qué sentirse or­gullosos, por que no lo consiguieron con sus obras. 10 Lo que somos es obra de Dios: él nos ha creado en Cristo Jesús, con miras a las buenas obras que dispuso desde antes para que nos ocupáramos en ellas.
“Salvación”
Efesios 2, 1 - 10
a) ¿Todos se salvan? ¿Por qué? ¿De quién depende?
b) ¿Puedo alcanzar la eternidad por mí mismo?
c) ¿Qué tiene que ver Dios con mi propia historia? ¿Qué es el purgatorio?
¿De qué me sirve ayudar a las personas que lo necesitan? ¿Quién es el causante del mal? ¿En la otra vida hay tiempo?
EL ESPIRITU SANTO
14 Pues todos aquellos a los que guía el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios.
15 Ustedes no recibieron un espíritu de esclavos para volver al temor, sino el Espí­ritu que nos hace hijos adoptivos, y en todo tiempo llamamos ¡Abba!, o sea: ¡Papito!
16 El mismo Espíritu le asegura a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. 17 Y si somos hijos, somos también herederos. Nuestra será la herencia de Dios, y la com­partiremos con Cristo; pues sí ahora sufri­mos con él, con él recibiremos la Gloria.
TAMBIÉN EL UNIVERSO ESPERA SU REDENCION
18 En verdad, me parece que lo que su­frimos en la vida presente no se puede comparar con la Gloria que ha de manifes­tarse después en nosotros.
19 Y toda la creación espera ansiosamente que los hi­jos de Dios salgan a la luz.
20 Pues, si la creación se ve obligada a trabajar para la nada, no es porque ella hubiese deseado esa suerte, sino que le vino de1 que la so­metió.
21 Con todo, ella guarda la esperan­za de ser liberada del destino de muerte que pesa sobre ella y de poder así compartir la libertad y la gloria de los hijos de Dios.
22 Sabemos que toda la creación sigue con sus gemidos y dolores de parto.
23 Lo mismo nosotros, aunque se nos dio el Espíritu como un anticipo de lo que hemos de recibir gemimos interiormente, anhelan­do el día en que Dios nos adopte, con nues­tro cuerpo inclusivamente.
24 Perseverar en la esperanza es lo que nos salva. Pero ver lo que se espera ya no es esperar: ¿cómo se podría esperar lo que se ve?
25 Pues bien, esperar cosas que no vemos, significa tan­to constancia como esperanza.
26 Además el Espíritu nos viene a socorrer en nuestra debilidad; porque no sa­bemos pedir de la manera que se debe. Pero el propio Espíritu intercede por noso­tros con gemidos que no se pueden expre­sar.
27 Y Aquel que penetra los secretos más íntimos, conoce los anhelos del Espí­ritu cuando ruega por los santos según la manera de Dios.
¿Quién nos apartará de Dios?
28 También sabemos que Dios dispone todas las cosas para bien de los que lo aman, a quienes él ha llamado según su propio designio.
29 A los que de antemano conoció, también los destinó a ser como su Hijo y semejantes a él, a fin de que sea él primogénito en medio de numerosos her­manos.
30 Por eso, a los que eligió de an­temano, también los llama, y cuando los llama los hace justos, y después de hacerlos justos, les dará la Gloria.
“ EL ESPÍRITU SANTO”
Romanos 8, 14 –30
a) ¿Cuáles son dones, cualidades de tus papás? ¿ Quién los sembró en ellos?
b) ¿El dios dinero, de dónde saca su poder?
c) ¿Realmente el dinero libera o esclaviza? ¿Cuál es realmente su papel?
d) ¿Cómo puedes comprobar que eres Hijo de Dios? ¿Cuáles son los frutos de esta filiación?
e) ¿Qué pasará con tu familia y tus amigos se acaba este mundo?
f) ¿Podrás conocer y amar a todos tus parientes, tus antecesores?
LOS FRUTOS DEL ESPIRITU
16 eso les digo: anden según el Es­píritu y no llevarán a efecto los deseos de la carne. 17 Pues los deseos de la carne es­tán contra el Espíritu y los deseos del Es­píritu están contra la carne. Los dos se oponen uno a otro, de suerte que ustedes no pueden obrar como quisieran. 18 Pero, si los conduce el Espíritu, ya no están sometidos a la ley.
19 Es fácil ver lo que viene de la carne: libertad sexual, impurezas y desvergüenzas;
20 culto de los ídolos y magia; odios, celos y violencias; furores, ambiciones, divisiones,
sectarismo, desavenencias y envidias; 21 borracheras, orgías y cosas semejantes. Les vuelvo a declarar lo que ya les he dicho: los que hacen estas cosas no hereda­rán el Reino de Dios.
22 En cambio, el fruto del Espíritu es: ca­ridad, alegría y paz; paciencia, comprensión de los demás, bondad y fidelidad; 23 man­sedumbre y dominio de sí mismo. Ahí no hay condenación ni ley, 24 pues los que pertenecen a Cristo Jesús tienen crucifica­da la carne con sus vicios y sus deseos.
25 Si vivimos por el Espíritu, dejémonos conducir por el Espíritu. 26 No busquemos la vanagloria: que no haya entre nosotros provocaciones ni rivalidades.
“Los frutos del Espíritu”
Gálatas 5, 16 –26
a) ¿Cuáles son los frutos del espíritu en ti?
b) ¿Qué dones tienen tus mejores amigos?
c) ¿Cuáles son los frutos de la genitalidad fecunda?
d) ¿Cuáles son los frutos de la genitalidad irresponsable?
e) ¿Por qué el Creador te dio el don de la procreación?
JESUS NACIO PARA TI, EN BELEN
2 1 En esos días, el emperador dictó una ley que ordenaba hacer un ceso en todo el Imperio. 2 Este primer censo se hizo cuando Quirino era gobernador de la Siria. 3 Todos iban a inscribirse a sus res­pectivas ciudades. 4 También José, como era descendiente de David, salió de la ciu­dad de Nazaret de Galilea y subió a Judea, a la ciudad de David, llamada Belén, 5 para inscribirse con María, su esposa, que esta­ba embarazada.
6 Cuando estaban en Belén, le llegó el día en que debía tener su hijo. 7 Y dio a luz su primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en una pesebrera, porque no había lugar para ellos en la sala común.
8 Es la región había pastores que vivían en el campo y que por la noche se turnaban para cuidar sus rebaños. 9 El ángel del Señor se les apareció y los rodeó de clari­dad la Gloria del Señor, y fueron presa del temor.
10 Pero el ángel les dijo: .No teman, porque yo vengo a comunicarles una buena nueva que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo. 11 Hoy ha nacido para ustedes en la ciudad de David un Salvador que es Cristo Señor. 12 En esto lo reconocerán hallarán a un niño recién nacido, en­vuelto en pañales y acosado en una pese­brera. 13 De pronto una multitud de seres celestiales aparecieron en torno al ángel, y cantaban a Dios: 14 Gloria a Dios en lo más alto del cielo, y en la tierra, gracia y paz a los hombres..
15 Después que los ángeles los dejaron para volver al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: “Vamos, pues, hasta Belén y. veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos dio a conocer”.
16 Fueron apresuradamente y hallaron a María y José, y vieron al recién nacido acos­tado en la pesebrera. 17 Entonces contaron lo que los ángeles les habían dicho de este niño 18y todos se maravillaron de lo que decían los pastores.
19 María, por su parte, cuida­dosamente todos estos acontecimientos y los guardaba en su corazón.
20 Después los pastores se fueron glorifi­cando y alabando a Dios, porque todo lo que habían visto y oído era tal como se lo habían anunciado.
21 Al octavo día, circuncidaron el niño la Ley, y le pusieron el nombre de Jesús, nombre que habla indicado el ángel antes que madre quedara embarazada.
22 Asimismo, cuando llegó el día en que, acuerdo a la ley de Moisés, debían cum­plir el rito de la purificación de la madre, lle­varon al niño a Jerusalén. Allí lo consagraron al Señor,
23 tal como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consa­grado al Señor. 24 Además ofrecieron el sa­crificio que ordena la ley: una pareja de tór­tolas o dos pichones.
25 En Jerusalén un hombre llama­do Simeón, que era muy bueno y piadoso y el Espíritu Santo estaba en él.
26 Esperaba be los tiempos en que Dios atendiera a Is­rael y sabia por una revelación del Espíritu Santo que no moriría antes de haber visto al Cristo del Señor.
27 Vino, pues, al Templo, inspirado por el Espíritu cuando sus padres traían al niñito para cumplir con él los mandatos de la Ley. 28 Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios con estas palabras:
29 Señor, ahora, ya puedes dejar que tu servidor muera en paz como le has dicho. 30 Porque mis ojos han visto a tu Salvador. 31 que tú preparaste para presentarlo a todas las naciones.32 para iluminar a todos los pueblos y gloria de tu pueblo, Israel.
El Nacimiento de Jesús
Lucas 2, 1 - 40
a) Nadie habla mal de la mamá de Hitler o de Nerón ¿por qué tratan tan mal a la mamá de Jesús?
Si tiene 14 generaciones anteriores de parientes ¿cómo puede ser extraterrestre?
b) ¿Qué significa eso de “el Verbo se hizo carne?
c) ¿Te haría feliz compartir a tu pareja con otra persona?
d) ¿Dios aceptó compartir a María?
CONTINUACION LC 2,33-52
33 Su padre y su madre estaban maravillados por todo lo que decía Simeón del niño.
34 Simeón los felicitó y, después, dijo a María, su madre: “Mira, este niño debe ser causa tanto de caída como de resurrección para la gente de Israel. Será puesto corno una señal que muchos rechazarán.
35 y a ti misma una espada te atravesará el alma. Pero en eso los hombres mostrarán clara­mente lo que sienten en sus corazones.
36 Había también una mujer de edad muy avanzada, llamada Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Tenía ochenta y cuatro años. 37 Después de siete años de casada, habla perdido muy joven a su marido y, siendo viuda, no se apartaba del Templo, sirviendo día y noche al Señor con ayunos y oraciones. 38 Ella también tenía don de profecía.. Llegando en ese mismo momen­to, comenzó a alabar a Dios y a hablar del niño a todos los que esperaban la libera­ción de Jerusalén.
39 Una vez que cumplieron todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.
40 Y el niño crecía, se desarrollaba y estaba lleno de sabiduría. Y la gracia de Dios estaba en él.
41 Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua
42 y, cuando cumplió doce años, fue también con ellos para cumplir con este precepto.
43 Al terminar los días de la fiesta. Mientras ellos regresaban, el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que José lo supie­ra, ni tampoco su madre
44 Creyendo que se hallaba en el grupo de los que partían. Caminaron todo un día y, después, se pu­sieron a buscarlo entre todos sus parientes y conocidos.
45 Pero, como no lo hallaron, prosiguieron su búsqueda, volvieron a Je­rusalén.
46 Después de tres días lo hallaron en el Templo, sentado en medio de los maestros de la Ley, escuchándolos y haciéndoles pre­guntas.
47 Todos los que lo oían quedaban asombrados de su inteligencia y de sus res­puestas.
48 Al encontrarlo, se emocionaron mucho y su madre le dijo: “Hijo, por qué te has portado así?" Tu padre y yo te bus­cábamos muy preocupados.”
49 El les con­testó: ¿Y por qué me buscaban? ¿No sa­ben que tengo que estar donde mi Padre?”.
50 Pero ellos no comprendieron lo que les acababa de decir.
51 Volvió con ellos a Nazaret donde vivió obedeciéndoles. Su madre guardaba fielmente en su corazón todos estos recuerdos.
52 Mientras tanto, Jesús crecía en sabi­duría, en edad y en gracia, tanto para Dios como para los hombres.
EL PODER DE JESUS
ueron hasta Cafarnaún. Allí Jesús empezó a comunicar su doctrina en las asambleas del día sábado, en la Casa de Oración. 22 Su manera de enseñar impre­sionaba mucho porque hablaba como quien tiene autoridad: era todo lo contrario de los maestros de la Ley.
21 En una ocasión se encontraba en esta sinagoga un hombre que estaba en poder de un espíritu malo. Y se puso a gri­tar:
22 “¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazaret?
23 ¿Has venido a derrocarnos? Yo te he reconocido: Tú eres el Santo de Dios.
25 Jesús le hizo frente con autoridad:
26 “¡Cállate y sal de este hombre! El espí­ritu malo hizo revolcarse al hombre en el suelo y lanzó un grito tremendo, pero lue­go salió.
27 Entonces el asombro de todos fue tan grande que se preguntaban unos a otros:
“¿Qué es esto? ¡Con qué seguridad enseña esta nueva doctrina! Incluso le obedecen los espíritus malos
28 A raíz de esto, la fama de Jesús se extendió por todo el terri­torio de Galilea.
(MT 8,14; LC 4,38)
29 Cuando la gente salió de la Casa de Oración, Jesús se vino a la casa de Simón y Andrés, con Santiago y Juan.
30 La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, por lo que, muy luego, le hablaron de ella.
31 Jesús se acercó y la levantó, tomándola de la mano. Se le quitó la fiebre, y, luego, se puso a atenderlos.
32 Pero al atardecer, cuando el sol se ponía, ya estaban trayendo a Jesús todos los enfermos y las personas con espíritus malos; 33 el pueblo estaba ahí reunido, delante de la puerta.
34 Jesús sana a muchos en­fermos con dolencias de toda clase; tam­bién echó a muchos demonios, pero no los dejaba hablar, porque sabían quién era.
35 De madrugada, cuando todavía es­taba muy oscuro, Jesús se levantó, salió yfue a un lugar solitario, donde se puso a orar.
36 Simón y sus compañeros fueron a buscarlo y,
37 cuando lo encontraron; le di­jeron: “Todos te buscan”.
36 Y él les contesto: “Sigamos más allá y vamos a los pue­blos vecinos, y yo predicaré también allí. He salido para esto precisamente..
39 Jesús pues empezó a visitar las Ca­sas de oración que había en esos lugares y recorrió toda Galilea: predicaba y echaba a los demonios.
CURACIÓN DE UN LEPROSO
(Mt. 8, 2; Lc. 5, 12)
40 Se le acercó un leproso que se arrodilló y suplicó a Jesús: “Si quieres, pue­des limpiarme”.
41 Jesús tuvo compasión, extendió la mano, lo tocó y le dijo: Yo lo quiero; queda limpio.” 42 Al instante se le quitó la lepra y quedó sano.
43 Entonces Jesús lo despidió, pero le mandó enérgicamente:
44 “No se lo digas a nadie; preséntate al sacerdote y le darás por tu purificación lo que ordena la Ley de Moisés. Así comprobarán lo sucedido.
Pero el hombre, en cuanto salió, empezó a hablar y a contar detalladamente todo el asunto.
45 Resultó que Jesús ya no podía entrar públicamente en el pueblo; tenía que andar por las afueras, en lugares apartados. Pero de todas partes llegaban a donde él estaba.
“EL PODER DE JESÚS”
Marcos 1, 21 al 2,12
a) ¿Cómo fue el parto de María?
b) ¿Todos los partos son dolorosos?
c) Una madre que no sufre puede ser una madre que ama?
d) Si Jesús fue una adolescente como tú ¿tuvo tus mismos problemas?
e) ¿En qué te diferencias de Jesús?
LA SABIDURIA DE JESUS
1 Tiempo después, Jesús volvió a ciudad de Cafarnaún y se supo que estaba en casa
2 Se reunió tanta gente que no quedaba lugar ni siquiera delante de la puerta.
3 Y mientras Jesús les anun­ciaba la Palabra le trajeron un paralítico; cuatro hombres lo llevaban en su camilla.
4 Como no podían acercarlo a Jesús a causa de la multitud, abrieron el techo del lugar donde estaba él y por ahí bajaron al enfermo en su camilla.
5 Cuando vio la fe de esta gente, Jesús dijo al paralítico: “Hijo, tus pecados te son perdonados”.
6Estaban ahí sentados algunos maestros de la Ley y pensaron:
7 ¡Qué manera de hablar! Este se burla de Dos. Pues, ¿quién puede quitar el pecado sino Dios y sola­mente él?
8 En ese mismo instante, Jesús supo en su espíritu lo que pensaban. Y les dijo: ¿Por qué piensan así?
9 ¿Qué es más fácil decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o: Levántate, toma tu camilla y anda?
10Sepan, pues, que el Hijo del Hombre tiene en la tierra el poder de perdonar los pecados.”
11 Y dijo al paralítico: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”. El se levantó y, al momento, en presencia de todos, cargó su camilla para irse con ella. 12 La gente que­dó asombrada y todos alabaron a Dios, pues decían: “Nunca hemos visto nada parecido”.
“El poder de Jesús”
a) Te has sentido, alguna vez, paralítico?
b) ¿Por qué sólo Dios puede perdonar nuestras faltas profundas (pecados?
c) ¿Cuándo fue la última vez que te reconciliaste con Dios?
e) ¿Qué te hace sentir recuperar a un amigo o romper una cadena por medio de la reconciliación?
¿POR QUÉ PEDRO LO TRAICIONO?
(Mc 14,66 – Lc 22,56)
69 Mientras tanto, Pedro estaba senta­do afuera. en el patio y acercándose una muchachita de la casa le dijo: “Tú también seguías a Jesús de Galilea”. 70 Pero él lo negó delante de todos, diciendo: “No en­tiendo lo que dices”.
71 Y como Pedro se dirigiera hacia la salida, lo vio otra sirvienta, que dijo a los pre­sentes: “Este estaba con Jesús de Nazaret”. 72 Pedro negó por segunda vez. jurando: “No conozco a ese hombre”.
73 Poco después se le acercaron los que estaban ahí y le dijeron: “No puedes negar que eres uno de los galileos: se nota en tu modo de hablar”.
74 Entonces Pedro se puso a maldecir y a jurar que no conocía a ese hombre. Y al momento cantó el gallo.
73 Y recordó Pedro las palabras que Je­sús le había dicho: “Antes del canto del ga­llo me negarás tres veces”, y saliendo afuera lloró amargamente.
Mateo 27, 69 – 75
a) Qué es el miedo?
b) ¿De dónde viene?
c) ¿Para qué sirve?
d) ¿En qué consiste la fe?
e) ¿Por qué Pedro traicionó a Jesús?
f) ¿Por qué los espíritus malos obedecían a Jesús?
g) ¿Alguna vez te has sentido como un leproso? ¿Cuándo?
h) ¿Cómo saliste de esa situación?
i) ¿Te han traicionado alguna vez?
j) ¿Qué te hizo sentir?
MI REINO
1 En ese día, saliendo Jesús de la casa, fue y se sentó a la orilla del lago.
2 Pero se juntaron alrededor de él tantas personas que prefirió subir a una barca.; donde sentó mientras toda la gente estaba en la orilla.
3 Jesús les habló de muchas cosas mediante comparaciones. Les decía:
“El sembrador ha salido a sembrar;
4 al ir sembrando, unos granos cayeron cerca del camino; vinieron las aves y se los comieron.
5 Otros granos cayeron entre piedras y, como habla poca tierra, brotaron pronto.
6 Pero, cuando salió el sol, los quemó y, por falta de raíces, se secaron.
7 Otros granos cayeron entre espinos; crecieron los espinos y los ahogaron
8 Otros, finalmente, cayeron en buena tierra y produjeron, unos el ciento, otros el sesenta, y los otros el treinta por uno.
9 El que tenga oídos, que entienda”.
10 Los discípulos se le acercaron para preguntarle: “¿Por qué a ustedes se les ha permitido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no.
12 Porque, al que produce se le dará y tendrá abundancia, pero al que no produce, se le quitará aun lo que no tiene.
13 Por eso les hablo con parábolas, porque cuando miran no ven, y cuando oyen, no escuchan ni entienden.
14 Y se verifica en ellos lo que escribió el profeta Isaías: Oirán, pero no entenderán, y, por más que miren, no verán.
15 Porque este pueblo ha endurecido su corazón, ha cerrado sus ojos y taponado sus oídos. Con el fin de no ver, ni de oir, ni de comprender con el corazón. No quieren convertirse ni que yo las salves.
16 Al contrario, dichosos ustedes porque ven y oyen. 17 Yo les aseguro que muchos profetas y muchos santos ansiaron ver lo que ustedes ven, y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.
18 Escuchen ahora la explicación del sembrador:
19 Cuando uno oye la Palabra del Reino, pero no la escucha con atención, viene el Malo y le arranca lo que encuentra sembrado en el corazón: esto es lo sembrado en la orilla del camino.
20 Lo sembrado en tierra pedregosa es la persona que al principio oye la Palabra con gusto,
21 pero no tiene raíces y dura poco. Al sobrevenir las pruebas y la persecución por causa de la Palabra, inmediatamente sucumbe.
22 Lo sembrado entre espinos es la per­sona que oye la Palabra, pero las preocupaciones materiales y la ceguera propia de la riqueza ahogan la Palabra y no puede producir fruto.
23 Por el contrario, lo sembrado en tierra buena es el hombre que oye la Palabra, la medita y produce fruto: el ciento, el sesenta y el treinta por uno”.
El reino de los cielos
Mateo 13, 1-23
a) ¿En qué va a consistir el reino de los cielos?
b) ¿Quiénes van a ser más felices?
c) ¿Quién le enseñó a Jesús a contar las parábolas (especie de cuentos)?
d) ¿Para qué sirven las parábolas?
e) ¿Transforma una enseñanza de tu vida en parábola?
f) ¿Con qué ejemplo de la parábola que acabas de leer te sientes más identificado?
g) ¿En qué momento fuiste camino?
h) ¿En qué momento fuiste piedras?
i) ¿En qué momento fuiste espino?
j) ¿En qué momento has tenido un corazón de piedra?
k) ¿En qué momento fuiste buena tierra?
EL TRIGO Y LAS MALEZAS
24 Les propuso otro ejemplo: “El Rei­no de los cielos es como un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, cuando todos estaban durmiendo, vino su enemigo y sembró maleza en medio del trigo. 26 Cuando el trigo estaba echando espigas, apareció la maleza. 27 En­tonces los trabajadores fueron a decirle al patrón:
“Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo?; ¿de dónde, pues, viene esta maleza?.
28 Respondió el patrón: “Eso es obra de un enemigo”. Los obreros le preguntaron:
“¿Quieres que la arranquemos?”
29 “No, dijo el patrón, no sea que al arrancar la maleza arranquen también el trigo. 30 Dejen crecer juntos el trigo y la ma­leza. Cuando llegue al momento de la co­secha, yo diré a los segadores: Corten primero la maleza y en atados échenla al fue­go, y después guarden el trigo en las bodegas”.
EL GRANO DE MOSTAZA
(Mc 4,30; Lc 13, 18)
31 Jesús les propuso otro ejemplo: “El Reino de los Cielos es semejante al gra­no de mostaza que un hombre sembró en su campo.
32 Este grano es muy pequeño, pero, cuando crece, es la más grande de las plan­tas del huerto y llega a hacerse arbusto, de modo que las aves del cielo se posan en sus ramas.
33 Y añadió esta parábola: “El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que toma una mujer y la mezcla con tres medidas de harina, hasta que todo fermenta”.
34 Todo esto lo dijo Jesús al pueblo en parábolas, y no les hablaba sino en Pa­rábolas. 35 Así se cumplía lo que dijo el Profeta: Hablaré con parábolas; daré a conocer cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo.
36 Jesús entonces despidió a sus oyentes y se fue a case, rodeado de sus discípulos. Estos le dijeron: “Explícanos la pa­rábola de la maleza sembrada en el cam­po"”
37 Jesús le dijo: “El que siembra la semilla buena es el Hijo del Hombre. 38 El campo es el mundo. La buena semilla son los que pertenecen al Reino. La mala hierba es la gente del demonio. 39 El enemigo que la siembra es el diablo. La cosecha es el fin del +++++mundo. Los segadores son los ángeles.
40 Así como se recoge la maleza y se quema, así será al fin del mundo.
41 El Hijo del Hombre enviará a sus án­geles para que quiten de su Reino todos los escándalos y saquen a los malvados. 42 Y los arrojarán en el homo ardiente. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. 43 Al mis­mo tiempo, los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. Quien tenga oídos, que entienda.
El TESORO, LA PERLA, LA RED
44 El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo. El hombre que lo descubre lo vuelve a escon­der y, de tanta alegría, vende todo lo que tie­ne para comprar ese campo.
45 El Reino de los Cielos es semejante a un comerciante que busca perlas finas. 46 Si llega a sus manos una perla de gran valor, vende cuanto tiene, y la compra.
47 El Reino de los Cielos es semejan­te a una red que se echa al mar y recoge peces de todas clases. 48 Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla. Ahí se sientan, escogen los peces buenos y los echan en canastos, y tiran los que no se pueden comer. 49 Así pasará al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de los buenos 50 y los arrojarán al horno ardiente donde habrá llanto y de­sesperación.
51 Preguntó Jesús: “¿Entendieron bien todas estas cosas? Ellos le respondieron: “Sí”
Entonces, Jesús añadió: “Todo maestro de la ley que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos se parece a un padre de familia que sus reservas, va sa­cando cosas nuevas y cosas antiguas.
“ El trigo y la mala hierba”
Mateo 13, 24 – 52
a) ¿De dónde salen las malezas de las personas?
b) ¿Cuáles son tus trigos, tus valores, que te hacen sentir feliz?
c) ¿Por qué Jesús no quiso arrancar las malezas de la humanidad?
e) ¿Cómo puedo controlar el Caín que tengo adentro?
f) ¿Qué me estoy perdiendo con tanta maleza?
g) ¿Quién siembra la buena semilla en mí, y cómo lo hace?
h) ¿Me preparo para ser tierra fértil?
i) ¿Qué es el espíritu?
j) ¿Cuál es tu perla preciosa?
k) ¿Cuál y dónde está el reino del que habla Jesús?
l) ¿Cuál es la forma para detectar y actuar frente a mis malas pulgas?
SU ENSEÑANZA
5 1 Jesús, al ver a toda esa muchedumbre, subió al monte. Allí se sentó y sus discípulos se le acercaron. 2 Comenzó a hablar, y les enseñaba así:
3 “Felices los que tienen espíritu de pobre, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
4 Felices los que lloran, porque recibirán consuelo.
5 Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
6 Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
7 Felices los compasivos, porque obten­drán misericordia.
8 Felices los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios.
9 Felices, los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios.
10 Felices los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
11 Dichosos ustedes cuando por causa mía los maldigan. los persigan y les levanten toda clase de calumnias. l2 Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el cielo. Pues bien saben que así trataron a los profetas que hubo antes que ustedes.
SAL Y LUZ DE LA TIERRA
(Mc 4,21; Lc14,34; 8,16; 11,33)
13 Ustedes son la sal de la tierra. Y si la sal se vuelve desabrida, con qué se le puede devolver el sabor? Ya no sirve para nada sino para echarla a la basura o para que la pise la gente.
14 Ustedes son luz para el mundo. No se puede esconder una ciudad edificada so­bre un cerro. 15 No se enciende una lám­para para esconderla en un tiesto, sino para ponerla en un candelero a fin de que alum­bre a todos los de la casa. 16 Así, pues, debe brillar su luz ante los hombres. para que vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre de ustedes que está en los Cielos.
“La enseñanza de Jesús”
Mateo 5, 1 - 16
a) ¿Qué es realmente la felicidad para ti?
b) ¿Qué lugar ocupa Dios en tu coraz6n?
c) ¿Para qué te sirve ser limpio de corazón y llenarte de trigos?
d) ¿Qué es la fe para ti?
e) ¿Si tuvieras que resumir lo que Jesús te pide en este trozo cómo lo harías?
f) ¿Dónde se nota más la presencia de la fe, entre los pobres o entre los ricos?
LA ENSEÑANZA DE JESUS
3 1 Entre los fariseos había un personaje judío llamado Nicodemo. Este fue de noche a ver a Jesús y le dijo: 2 “Rabí, nosotros sabemos que has venido de parte de Dios como maestro, porque nadie puede hacer señales milagrosas como las que tú haces, a no ser que Dios esté con él”.
3 Jesús le contestó: “En verdad te digo, nadie puede ver el Reino de Dios si no nace
de nuevo, de arriba”. 4 Nicodemo le dijo: “¿Cómo renacerá el hombre ya viejo? ¿Quién volverá al seno de su madre para nacer de nuevo?”.
5 Jesús le contestó: “En verdad te digo: El que no renace del agua y del espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. 6 Lo que nace de la carne es carne, y lo que nace del Espíritu es espíritu. 7 Por eso no te extrañes de que te haya dicho: necesitan nacer de nuevo, de arriba.
8 El viento sopla donde quiere y tú oyes su silbido; pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así le sucede al que ha nacido del Espíritu”.
9 Nicodemo volvió a preguntarle: “¿Cómo puede ser esto?” 10 Respondió Jesús: “Tú eres maestro en Israel y no entiendes esto?
11 En verdad te digo: nosotros hablamos de lo que sabemos, y venimos a proclamar lo que hemos visto pero ustedes no hacen caso de nuestro testimonio. 12 Ahora les hablo de cosas de la tierra. y no me creen. ¿cómo me van a creer si les hablo de cosas del Cielo? 13 Sin embargo, nadie ha subido al Cielo, sino el que ha bajado del Cielo: el Hijo del Hombre.
14 Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también es necesario que
el Hijo del Hombre sea levantado en alto, 15 para que todo aquel que crea tenga por él vida eterna.
16 Tanto amó Dios al mundo que entre­gó su Hijo único, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.
17 Dios no mandó a su Hijo a este mun­do para condenar al mundo, sino que por él ha de salvarse el mundo. 18 El que cree en él no se pierde; pero el que no cree ya se ha condenado, por no creerle al Hijo Único de Dios.
19 La Luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas: 20 ahí está la condena­ción. El que obra mal, odia la luz y no vie­ne a la luz, no sea que su maldad sea des­cubierta y condenada. 21 En cambio, el que camina en la verdad busca la luz, para que se vea claramente que sus obras son hechas según Dios.
“LA ENSEÑANZA DE JESÚS”
Juan 3, 1 – 21
a) Cuándo te has sentido nacer de nuevo?
b) ¿Para qué te ha servido estar bautizado?
c) ¿Realmente Jesús borró todos los desórdenes tuyos?
d) ¿Por qué hay tantas personas que son doctores, filósofos, etc. y que no se interesan en las verdades eternas?
e) ¿Cuáles son tus luces y tus tinieblas?
f) ¿Qué significa eso de que “el Hijo del Hombre sea levantado en alto”?
g) ¿Qué tiene que ver la imagen de la serpiente levantada en el desierto por Moisés con la pregunta anterior?
PAN VIVO
28 Los Judíos le preguntaron:”¿Qué tenemos que hacer, y cuáles son las obras que Dios nos encomienda?”. 29 Jesús respondió: “La obra es ésta: creer al Enviado de Dios”.
30 Entonces le dijeron: “¿Dónde están tus señales milagrosas, para que veamos y creamos en ti? ¿Dónde están tus obras? 31 Nuestros antepasados comieron maná en el desierto, según dice la Escritura: “Se les dio a comer pan del cielo”.
32 Jesús contestó: “En realidad, no fue Moisés quien les dio pan del cielo. Mi Padre es el que les da el verdadero pan del cielo. 33 El pan que Dios da es éste que ha bajado del cielo y que da vida al mundo”. 34 Ellos dijeron: “Señor, danos siempre de ese pan”.
35 Jesús les dijo: “Yo Soy el Pan de Vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre, el que cree en mí nunca tendrá sed. 36 Sin embargo, como ya lo he dicho, ustedes se niegan a creer, aún después de haber visto.
37 Todo lo que el Padre me ha dado vendrá a mi, y yo no rechazaré al que venga a mí, 38 porque yo he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
39 Y la voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el último día. 40 La voluntad de mi Padre es que toda persona que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna: y yo lo resucitaré en el último día”.
41 Los judíos criticaban porque Jesús había dicho: “Yo soy el pan que he bajado del cielo”. 42 Y decían: “Este Jesús, ¿no es el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo dice que bajó del cielo?”.
43 Jesús les contestó: “No murmuren entre ustedes. 44 Nadie puede venir a mí sino lo atrae mi Padre que me envió. Y yo lo resucitaré en el último día. 45 Está escrito en los profetas: Y todos se dejarán enseñar por Dios. Así, toda persona que escucha al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí.
46 Es que nadie ha visto al Padre fuera del que ha venido de Dios: éste ha visto al Padre. 47 En verdad les digo: El que cree tiene vida eterna.
48 Yo soy el pan de vida. 49 Vuestros antepasados, que comieron el maná en el desierto, murieron. 50 Aquí tienen el pan que bajó del cielo para que lo coman y ya no mueran.
51 Yo soy el pan vivo bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y la daré para vida del mundo”.
52 Los judíos discutían entre ellos. Unos decían: “¿Cómo este hombre va a darnos a comer carne?” 53 Jesús les contestó: “En verdad les digo: si no comen la carne del Hijo del Hombre, y no beben su sangre, no viven de verdad. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre, vive de vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
55 Mi carne es comida verdadera, y mi sangre es bebida verdadera. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en él. 57 Como el Padre, que vive, me envió, y yo vivo por él, así, quien me come a mí tendrá de mí la vida. 58 Este es el pan que ha bajado del cielo, no como el que comieron vuestros antepasados, los cuales murieron. El que coma este pan vivirá para siempre”.
59 Así habló Jesús en la Casa de Oración, en Cafarnaún.
60 Cuando oyeron todo esto, muchos de los que habían seguido a Jesús dijeron: “¡Este lenguaje es muy duro! ¿Quién puede sufrirlo?”.
61 Jesús captó en su mente que sus propios discípulos criticaban su discurso, y les dijo: “Les desconcierta lo que les he dicho. 62 ¡Qué va a ser entonces, cuando vean al Hijo del Hombre subir al lugar donde estaba antes! 63 El Espíritu es quien da vida, la carne no sirve de nada. Las palabras que les he dicho son espíritu y, por eso, dan vida. 64 Pero hay algunos de ustedes que no creen.”.
En efecto, sabía Jesús desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. 65 Agregó: “¿No les he dicho que nadie puede venir a mí si mi Padre no le ha concedido esta gracia?”.
66 A partir de este momento, muchos de sus discípulos dieron un paso atrás y dejaron de seguirlo. 67 Jesús preguntó a los Doce: “¿Quieren dejarme también ustedes?”.
68 Pedro contestó:”Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna. 69 Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios”. 70 Jesús respondió: “Yo mismo los elegí a ustedes, los Doce. Y, sin embargo, uno de ustedes es un diablo”. 71 Jesús se refería a Judas, el Iscariote, hijo de Simón: era uno de los Doce, y lo traicionaría.
“El pan de vida”
Juan 6, 28 – 71
a) ¿Los que vivieron antes de Jesús y no comieron de su pan, cómo vivirán para siempre?
b) ¿Para qué Jesús nos dejó su cuerpo y su sangre? ¿Qué tipo de cuerpo y de sangre es?
c) ¿Qué tipo de cuerpo tendremos en la eternidad?
d) ¿Si en la otra vida no vas a ser hombre ni mujer, qué vas a ser?
e) En el reino de los cielos ¿hay alguna diferencia entre las personas?
CENA VIVA
26 1 Cuando Jesús terminó estos discursos, dijo a sus discípulos: 2 “Ustedes saben que la Pascua cae dentro de dos días, y el Hijo del Hombre será entregado para que lo crucifiquen”.
3 Por entonces, los jefes de los sacerdotes y las autoridades judías se reunieron en el palacio del Sumo Sacerdote, que se llamaba Caifás, 4 y se pusieron de acuerdo para detener con astucia a Jesús y darle muerte. 5 Pero se decían: “Durante la fiesta no, para que el pueblo no se alborote”.
LA CENA EN BETANIA
(Jn 12: Mc 14,9)
6 Jesús se encontraba en Betania, sentado a la mesa, en casa de Simón el leproso. 7 Se le acercó una mujer con un frasco como de mármol lleno de un perfume muy caro, y se lo derramó en la cabeza. 8 Al ver esto, los discípulos se enojaron y dijeron: “¿Con qué fin tanto derroche? 9 Este perfume se habría podido vender muy caro para ayudar a los pobres”.
10 Jesús se dio cuenta y les dijo: “¿Por qué molestan a esta mujer? Lo que hizo conmigo es realmente una buena obra. 11 Porque siempre tienen pobres con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre. 12 Y ella, al derramar este perfume sobre mí cuerpo, lo ha hecho como un preparativo para mi entierro. 13 En verdad les digo que donde quiera que se proclame la Buena Nueva, en todo el mundo, se dirá también en su honor lo que acaba de hacer”.
14 Entonces uno de los Doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue donde los jefes de los sacerdotes 15 y les dijo: “Cuánto me darán para que se lo entregue?” 16 Ellos le aseguraron treinta monedas de plata y, desde ese instante, comenzó a buscar una ocasión para entregárselo.
LA ÚLTIMA CENA
(Mc 14,12; 22,7, Jn 13,1)
17 El primer día de la Fiesta en que se comía pan sin levadura, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: “¿Dónde quieres que te preparemos la cena pascual?” 18 Jesús le contestó: “Vayan a la ciudad, a casa de Fulano, y díganle: El Maestro te manda decir: Mi hora se acerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos”.
19 Los discípulos hicieron como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua.
20 Llegada la tarde, se sentó a la mesa con los Doce. 21 Y, mientras comían, Jesús les dijo: “Les aseguro que uno de ustedes me va a entregar”. 22 Muy tristes, uno por uno comenzaron a preguntarle: “¿Seré yo, Señor?”.
24 El contestó: “El que ha metido la mano conmigo en el plato, ése es el que me entregará. 24 El Hijo del Hombre se va, como dicen las escrituras, pero ¡pobre de aquel que entrega al Hijo del Hombre! ¡Sería mejor para él no haber nacido!” 25 Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó también: “¿Seré yo, Maestro?” Jesús respondió: “Tú lo has dicho”.
25 Mientras comían, Jesús tomó pan y, después de pronunciar la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: “Tomen y coman; esto es mi cuerpo”. 27 Después, tomando una copa de vino y dando gracias, se la dio, diciendo: “Beban todos, 28 porque ésta es mi sangre, la sangre de la Alianza, que es derramada por una muchedumbre, para el perdón de sus pecados.
29 Y les digo que no volveré a beber de este producto de la uva hasta el día en que beba con ustedes vino nuevo en el Reino de mi Padre”.
30 Después de cantar los salmos, partieron para el cerro de los Olivos. 31 Entonces Jesús les dijo: “Todos ustedes caerán esta noche: ya no sabrán qué pensar de mí. Pues dice la escritura: Heriré al Pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño. 32 Pero, después de mi resurrección, iré delante de ustedes a Galilea”.
33 Pedro empezó a decirle: “Aunque todos tropiecen y caigan, yo nunca vacilaré”. 34 Jesús le replicó: “Yo te aseguro que esta misma noche, antes del canto de los gallos, me habrás negado tres veces”. 35 Pedro le dijo: “Aunque tenga que morir, no regaré de ti”; y los demás decían lo mismo.
a) ¿Por qué los fariseos rechazaron a Jesús si lo estaban esperando?
b) ¿Qué mujer traicionó a Jesús?
c) ¿Por qué Jesús dejó que Judas lo traicionara?
d) ¿Por qué dice Jesús que habrá pobres hasta el fin de los tiempos?
e) ¿Por qué Judas no aceptó la amistad de Jesús?
f) ¿En qué se diferencia un buen amigo de uno que no lo es?
g) Por qué afirmas que Jesús está realmente presente en el cuerpo y la sangre de la comunión?
h) ¿Por qué fue la última cena?
i) ¿En verdad es la última cena o habrá alguna otra?
j) ¿Las liturgias de hoy son una nueva ceremonia?
k) ¿Qué te hace sentir estas palabras? Esta es mi sangre que es derramada para el perdón de tus pecados?
GETSEMANI
En el huerto
36 Llegó Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní. Dijo a sus discípulos:
“Siéntense aquí, mientras yo voy más allá a orar.
37 Llevó consigo a Pedro y a los dos hi­jos de Zebedeo y comenzó a sentir tristeza y angustia 38 Y les dijo: “Siento una tristeza de muerte; quédense aquí conmigo y permanezcan despiertos”.
39 Fue un poco más lejos y tirándose en el suelo hasta tocar la tierra con su cara, hizo esta oración: “Padre, si es posible, ale­ja de mí esta copa. Sin embargo, que se cumpla no lo que yo quiero, sino lo que quieres tú. 40 Volvió donde sus discípulos y los halló dormidos y dijo a Pedro: ¿De modo que no pudieron permanecer des­piertos conmigo ni una hora? 41 Estén des­piertos y orando, para que no caigan en ten­tación: el espíritu es animoso, pero la carne es débil”.
42 De nuevo se apartó por segunda vez a orar y dijo: “Padre, si esta copa no puede ser apartada de mí sin que yo la beba, que se haga tu voluntad. 43 Volvió nuevamen­te y los encontró dormidos, porque se cerraban los ojos de sueño. 44 Los dejó y fue de nuevo a orar por tercera vez, repitiendo las mismas palabras.
45 Entonces volvió donde los discípulos y les dijo: “¡Ahora pueden dormir y descan­sar! Ya llegó la Hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. 46 Levántense. Vamos, ya está muy cerca el que me va a entregar”.
“Getsemaní”
Mateo 26, 36 – 46
a) ¿Por qué si Dios amaba tanto a su hijo permitió que sintiera dolor y angustia?
b) ¿Por qué los apóstoles se durmieron si Jesús les pidió que los esperaran?
TRAICION
27 1 Cuando amaneció, los jefes de los sacerdotes y las autoridades judías celebraron una reunión, para ver la manera cómo hacer morir a Jesús. 2 Luego lo ataron y lo llevaron para entregárselo a Pilato, el gobernador.
La muerte de Judas
3 Cuando Judas, el traidor, supo que Jesús había sido condenado, se llenó de remordimientos y devolvió las treinta mone­das de plata a los jefes de los sacerdotes y a los jefes judíos, 4 diciéndoles: “He peca­do, entregando a la muerte a un inocente”.
Ellos le contestaron: “¿Qué nos Importa eso a nosotros?” Es asunto tuyo. 5 Enton­ces él, lanzando las monedas en el Templo, fue a ahorcarse.
6 Los sacerdotes recogieron las mone­das, pero pensaron: “No se puede echar este dinero en la caja del Templo, porque es precio de sangre”. 7 Entonces se pusieron de acuerdo para comprar con ese di­nero el campo del Alfarero, y lo destinaron para cementerio de los extranjeros. 8 Por eso ese lugar se llama hoy Campo de Sangre.
9 Así se cumplió lo que había dicho el profeta Jeremías: Tomaron las treinta mo­nedas de plata, que fue el precio en que lo tasaron los hijos de Israel. 10 Y las dieron por el Campo del Alfarero, tal como lo dis­puso el Señor.
Jesús comparece ante Pilato
(Mc 15,1; Lc 23,2; Jn 18,29)
11 Jesús compareció ante el gobernador, que le preguntó: ¿Eres tú el rey de los judíos? Jesús contestó: “Tú lo dices”.
12 Estaban acusándolo los jefes de los sacerdotes y las autoridades judías, pero él no contestó nada. l3 Pilato le dijo: “¿No oyes todos los cargos que te hacen?” 14 Pero él no contestó a ninguna pregunta, de modo que el gobernador no sabia qué pensar.
15 Con ocasión de la Pascua, el goberna­dor tenía la costumbre de dejar libertad a un condenado, a elección del pueblo.16 Había entonces un prisionero famoso, llamado Barrabás. 17 Pilato dijo a los que se hallaban reunidos:
“¿A quién quieren que deje libre, a Barrabas o a Jesús, llamado el Cristo? 18 Porque sabía que se lo habían entrega­do por envidia.
19 Mientras Pilato estaba en el tribunal, su mujer le mandó decir: “No té. metas con ese hombre, porque es un santo, y anoche tuve un sueño horrible por causa de él”. 20 Mientras tanto, los sacerdotes y los je­fes judíos convencieron al pueblo que pidiera la libertad de Barrabás y la condena­ción de Jesús. 21Cuando el gobernador volvió a preguntarles: “¿Cuál de los dos quieren que le deje libre?”, ellos contesta­ron: “A Barrabás”. 22 Pilato les dijo: ¿Y qué hago con Jesús, llamado el Cristo? Todos contestaron: “¡Que sea crucificado! 23 Pilato insistió: “¿Qué maldad ha hecho?” Pero los gritos del pueblo fueron cada vez más fuertes: “¡Que sea crucificado!”.
24 Al darse cuenta Pilato que no conseguía nada, sino que más bien aumenta­ba el alboroto, pidió agua y se lavó las ma­nos delante del pueblo, diciendo: “Yo no me hago responsable de la sangre que se va a derramar. Es cosa de ustedes.” Y todo el pueblo contestó: “¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hi­jos!"
26 Entonces Pilato dejó en libertad a Barrabás; en cambio, a Jesús lo hizo azotar y lo entregó para que fuese crucificado.
27 Los soldados romanos llevaron a Jesús al palacio del gobernador y reunieron a toda la tropa en torno a él. 28 Le qui­taron sus vestidos y le pusieron una capa de soldado de color rojo. 29 Después le co­locaron en la cabeza una corona que ha­bían trenzado con espinas y en la mano de­recha una caña Doblaban la rodilla ante Je­sús y se burlaban de él, diciendo: “Viva el rey de los judíos”.
“Traición”
Mateo 26, 47 – 56
a) ¿Por qué te traicionas a veces?
b) ¿Jesús sigue considerando amigo a Judas?
c) ¿Qué buscaba Judas al traicionar a Jesús?
d) ¿Cuándo tú besas sin amor, qué sientes?
e) Por qué Jesús se rodeó de gente tan apasionada y humilde?
f) ¿Qué sentimientos expresó Jesús en Getsemaní?
g) ¿Cómo se le enseña a la pareja a ser fiel?
MI CAMINO FELIZ
30 Le escupían la cara y, quitándole la caña, le pegaban en la cabeza. Después que se burlaron de él. le qui­taron la capa de soldado, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar.
31 Al salir encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y le obligaron a que cargara con la cruz de Jesús. 33 Cuando llegaron al lugar que se llama Gólgota o Calvario, palabra que significa “calavera”, 34 le dieron a beber vino mezclado con hiel, Je­sús lo probó, pero no quiso beberlo.
35 Ahí lo crucificaron, y después echaron suertes para repartirse la ropa de Jesús. 36 Luego se sentaron a vigilarlo. 37 Encima de su cabeza hablan puesto un letrero que decía por qué lo hablan condenado: “Este es Jesús, el rey de los judíos”. 38 También crucificaron con él a dos ladrones, uno a su derecha y al otro a su izquierda.
39 Los que pasaban por ahí, movían la cabeza y lo insultaban, diciendo: “¡Hola!, tú que derribas el Templo y lo reedificas en tres días, líbrate del suplicio, baja de la cruz si eres Hijo de Dios.”
41 Los jefes de los sacerdotes, los jefes de los judíos y los maestros de la Ley lo in­sultaban, diciendo: 42 “Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo: que ese rey de Israel baje ahora de la cruz y creeremos en él. 43 Ha puesto su confianza en Dios; si Dios lo ama, que lo libere, puesto que él mismo decía: Soy Hijo de Dios”. 44 ¿Hasta los ladrones que estaban crucificados a su lado lo insultaban.
45 Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, se cubrió de tinieblas todo el país. 46 Cerca da las tres, Jesús gritó con fuerza: Elí, Elí, lamá sabactani. Lo que quiere decir: Dios mío, Dios mío, ¿,por qué me has abandonado? 47 Al oírlo, algunos de los presentes decían: “Está llamando a Elías”. 48 Y luego, uno de ellos corrió, tomó una esponja, la empapó en vino agridulce y poniéndola en la punta de una caña, le daba de beber. 49 Otros decían: “Déjalo. Veamos si viene Elías a liberarlo”. Entonces Jesús, gritando de nuevo con vos fuerte, entregó su espíritu.
51 En ese mismo instante, la cortina del santuario se rasgó en dos partes, de arri­ba abajo; 52 le tierra tembló, las rocas se partieron, los sepulcros se abrieron, y resu­citaron varias personas santas que habían llegado al descanso. 53 Estás salieron de las sepulturas después de la resurrección de Jesús, fueron a la Ciudad Santa y se apa­recieron a mucha gente
54 El capitán y los soldados que custodiaban a Jesús, al ver el temblor y todo lo que estaba pasando, tuvieron mucho temor y decían: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios”. 55 También estaban allí, observando de lejos, algunas mujeres que desde Galilea hablan seguido a Jesús para servido. 56 "Entre ellas: María Magdalena. 57 Siendo ya tarde, vino un hombre rico, de Arimatea. que se llamaba José, y que también se habla hecho discípulo de Jesús. 58 Fue donde Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús, y el gobernador ordenó que se lo entregaran. 59 Y José, tomando el cuerpo, lo envolvió, en una sábana limpia 60 y lo co­locó en un sepulcro nuevo, cavado en la roca, que se había hecho para sí mismo. Después movió una gran piedra redonda para que sirviera de puerta, y se fue. 61 María Magdalena y la otra María estaban sentadas frente al sepulcro.
Aseguran el sepulcro
62 Al día siguiente (era el día después de la preparación a la Pascua) los jefes de los sacerdotes y los fariseos se presentaron juntos ante Pilato 63 para decirle: “Señor, nos hemos acordado que ese mentiroso dijo cuando aún vivía: Después de tres días resucitaré. 64 Por eso, manda que sea asegurado el sepulcro hasta el tercer día: no sea que vayan sus discípulos, roben el cuer­po y digan al pueblo: Resucitó de entre los muertos. Este sería un engaño más perju­dicial que el primero. 65 Pilato les respon­dió: “Ahí tienen los soldados, vayan y to­men todas las precauciones que crean con­venientes.” 66 Ellos, pues, fueron al Sepul­cro y lo aseguraron, sellando la piedra y Po­niendo centinelas.
“Jesús, camino de salvación
Mateo 27, 30 - 66
a) ¿Qué persona tiene mejor testimonio y mejor enseñanza?
b) ¿Qué te hace sentir el saber que maltrataron tanto a Jesús?
c) ¿Alguna vez te han maltratado?
d) ¿Cómo te diste cuenta?
e) ¿Cuándo has sentido que “un remedio fue peor que la enfermedad”?
MI RESURECCION
21 1 Después de esto, nuevamente Jesús se hizo presente a sus discípulos en la orilla del lago de Tiberíades. Y se hizo presente como sigue. 2 Estaban reunidos Simón Pedro, Tomás el Gemelo, Natanael de Cana de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. ­3 Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar”. Le contestaron: contestaron: “Nosotros vamos también” contigo”. Partieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pecaron nada.
4 Al amanecer, Jesús se presentó en la orilla. Pero los discípulos no podían saber que era él. 5 Jesús les dijo: “Muchachos, ¿tienen algo de comer?. Le contestaron: “Nada”.6 Entonces Jesús les dijo: “Echen la red a la derecha y encontrarán pesca.
Echaron la red y se les hicieron pocas las fuerzas para recoger la red, tan grande era la cantidad de peces.
7 El discípulo a quien Jesús más quería ­dijo a Simón Pedro: “Es el Señor” 8 Cuando Pedro oyó esto de “Es el Señor”, se puso la ropa (se la había sacado para pes­car) y se echó al agua. Los otros discípulos llegaron a la barca, arrastrando la red llena de peces; estaban como a cien metros de la orilla.
9 Cuando bajaron a tierra, encontraron un fuego prendido y sobre las brasas pes­cado y pan.
10 Jesús les dijo: “Traigan de los pescados que acaban de sacar”. 11 Simón Pedro subió a la barca y sacó la red llena con cíen­lo cincuenta y tres pescados grandes. Con todo, no se rompió la red.
12 Jesús les dijo: “Vengan a desayunar”, y ninguno de los discípulos se atrevió a ha­cerle la pregunta: “¿Quién eres tú?”, por­que comprendían que era el Señor. 13 Jesús se acercó a ellos, tomó el pan y se lo repartió. Lo mismo hizo con los pescados.
14 Esta fue la tercera vez que se manifes­tó a sus discípulos después de haber resu­citado de entre los muertos.
15 Después que comieron, Jesús dijo a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?” Este contestó: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Jesús dijo: “Apacienta mis corderos”. 16 Y le preguntó por segunda vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?” Pedro volvió a contestar: “Sí, señor, tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Cuida mis ovejas” 17 Insistió Jesús por tercera vez: “Simón Pedro, hijo de Juan, ¿me quieres?” Pedro se puso triste al ver que Jesús le preguntaba por tercera vez si lo quería. Le contestó: “Señor tú sabes que te quiero”. Entonces Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas”.
18 En verdad, cuando eras joven, tú mismo te ponías el cinturón e ibas donde querías. Pero, cuando llegues a viejo, abrirás los brazos y otro te amarrará la cintura y te llevará donde no quieras. 19 Jesús lo dijo para que Pedro comprendiera en qué forma iba a morir y dar gloria a Dios.
20 Después, Jesús dijo a Pedro: “Sígueme”. Pedro miró atrás y vio que lo seguía también el discípulo a quien Jesús más quería. el que en la cena se había inclinado sobre su pecho y le habla preguntado: “Señor, ¿quién es el que te va a entregar?”. 21 Al verlo Pedro, preguntó a Jesús: “Y, ¿qué va a ser de éste?” 22 Jesús le contestó: “Si yo quiero que permanezca hasta mi vuelta, ¿a ti qué te importa? Tú, sígueme”.
23 Por eso, corrió la voz entre los herma­nos de que ese discípulo no iba a morir. Pero Jesús no dijo a Pedro que no iba a morir, sino, simplemente: “Si yo quiero que permanezca hasta mi vuelta, qué te impor­ta a ti?”.
24 Este es el mismo discípulo que dio aquí testimonio y escribió todo esto, y nosotros sabemos que dijo la verdad. 25 Jesús hizo muchas otras cosas. Si se escribieran una por una, creo que no habría lu­gar en el mundo para tantos libros.
“ RESURRECCIÓN DE JESÚS”
Juan 21, 1 - 25
a) ¿Qué resonancia le trajo Jesús a los pobres con su Resurrección?
b) ¿Por qué crees que Jesús le preguntó tres veces a Pedro si lo amaba?
c) ¿Qué le contestarías tú a Jesús si te preguntara si lo amas?
d) ¿Qué crees que significa eso de “apacienta a mis corderos”?
e) ¿Qué harías si Jesús se te apareciera y te dijera sígueme?
LA FAMILIA DE EL
1 1 Teófilo, yo escribí en mi primer libro todo lo que Jesús hizo y enseñó desde el principio 2 hasta el día en que fue llevado al cielo, después que dio instrucciones por medio del Espíritu santo, a los apóstoles que había elegido.
3 Ellos fueron a los que se presentó después de su Pasión, dándoles muchas pruebas de que vivía y, durante cuarenta días, les habló acerca del Reino de Dios. 4 Mientras comía con ellos, les mandó: “No se alejen de Jerusalén, sino que esperen lo que prometió el Padre, de lo que ya les he hablado: 5 Que Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días”.
6 Como estaban reunidos, le preguntaron: “Señor, ¿es ahora cuando vas a restablecer el Reino de Israel?” 7 El les respondió: “A ustedes no les corresponde saber el tiempo y el momento que el Padre ha fijado con su propia autoridad, 8 sino que van a recibir una fuerza, la del Espíritu Santo, que vendrá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los límites de la tierra”.
9 Al decir esto, en presencia de ellos, Jesús fue levantado y una nube lo ocultó a sus miradas.
10 Mientras miraban fijamente al cielo hacia donde iba Jesús, de repente tuvieron a su lado dos hombres vestidos de blanco 11 que les dijeron: “Hombres de Galilea, ¿qué hacen ahí mirando al cielo? Este que ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá como lo han visto subir al cielo”.
Los discípulos esperan al Espíritu Santo
12 Entonces volvieron de aquel cerro, llamado de los Olivos, que está a un cuarto de hora de Jerusalén. 13 Y, llegando a la ciudad, subieron a la habitación superior donde se alojaban. Eran Pedro, Juan, Santiago y Andrés, Felipe y Tomás; Bartolomé y Mateo; Santiago de Alfeo; Simón, el que fue Zelotes, y Judas, hermano de Santiago.
14 Todos ellos perseveraban en la oración y con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos.
Elección de Matías
15 Uno de aquellos días, Pedro se puso de pie en medio de los hermanos, que eran alrededor de ciento veinte, y les dijo:
16 “Hermanos, era necesario que se cumpliera la Escritura referente a Judas, el que se hizo el guía de los que prendieron a Jesús. De él habló el Espíritu Santo por boca de David. 17 Era uno de los nuestros y había sido llamado a compartir nuestra común responsabilidad.
18 (Sabemos que se compró un campo con el salario del pecado; luego se tiró de cabeza, reventándose, y sus entrañas se desparramaron. 19 Todos los habitantes de Jerusalén supieron el asunto y llamaron ese lugar: Campo de la Sangre).
20 En el libro de los Salmos estaba escrito: Que el lugar donde vivía quede desierto y no haya quien habite en él. Pero también está escrito: Que otro ocupe su oficio. 21 Es preciso, pues, que busquemos entre los hombres que anduvieron con nosotros durante todo el tiempo que convivimos con Jesús, 22 desde el bautismo de Juan hasta el día en que nos fue llevado, y que uno de ellos venga a ser, junto con nosotros, testigo de su Resurrección.
23 Presentaron a dos: José, llamado Barsaba, por sobrenombre, Justo, y Matías.
24 Entonces oraron así: “Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muéstrame a cuál de estos dos has elegido 25 para ocupar en el servicio del apostolado el puesto que Judas dejó para irse al lugar que le correspondía”.
26 Echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías, el cual fue agregado a los once apóstoles.
“LA IGLESIA DE JESÚS”
Hechos 1, 1 - 26
a) Esta familia de fe fundada por Jesús tiene buenos y malos elementos ¿por qué?
b) ¿Alguna vez has participado en algún tipo de elecciones?
c) ¿Qué se siente poder elegir a un representante?
e) ¿Qué se siente perder unas elecciones?
f) ¿Crees que fue acertado echar suertes para escoger al sucesor de Judas?
IGLESIA DE ORIGEN DIVINO
13 Al llegar Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que soy yo?, el Hijo del Hombre”. 14 Ellos dijeron: “Unos dicen que eres Juan Bautista; otros dicen que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas”
15 Jesús les preguntó: “¿Y ustedes, quien dicen que soy yo? 16 Simón contestó: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”. 17 Je­sús le respondió: “Feliz eres, Simón Bar-jona, porque no te lo enseñó la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos.
18 y ahora, yo te digo: Tú eres Pedro, o sea Piedra, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las fuerzas del Infierno no la po­drán vencer.
19 Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos: todo lo que ates en la tierra será atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra será desatado en los Cielos.
20 En seguida, Jesús ordenó a los discípulos que no le dijeran a nadie que él era el Cristo.
Mateos 16, 13 - 20
Juan 20, 19 -31
a) Si Jesús fundó esta Iglesia ¿Qué son las otras?
b) ¿Tú crees en algo que no has visto?
c) ¿Por qué Tomás era tan incrédulo?
d) ¿A qué se refiere Jesús cuando les da el poder de atar y desatar en la tierra lo que será atado y desatado en el cielo?
e) ¿Has tenido alguna vez la responsabilidad de cuidad algo muy importante? ¿qué sentiste?
19 La tarde de ese mismo día, el primero de la semana, los discípulos estaban a puertas cerradas por medio a los judíos. Jesús se hizo presente allí, de pie en medio de ellos.
20 Les dijo: “La paz sea con ustedes”. Después de saludarlos así, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de gozo al ver al Señor.
21 El les volvió a decir: “La paz esté con ustedes. Así como el Padre me envió a mí, así los envío a ustedes”. 22 Dicho esto, sopló sobre ellos: “Reciban el Espíritu Santo; 23 a quienes ustedes perdonen, queden perdonados, y a quienes no libren de sus pecados, queden atados”.
24 Uno de los Doce no estaba cuando vino Jesús. Era Tomás, llamado el Gemelo. 25 Los otros discípulos, pues, le dijeron: “Vimos al Señor”. Contestó: “No creeré sino cuando vea la marca de los clavos en sus manos, meta mis dedos en el lugar de los clavos y palpe la herida del costado”.
26 Ocho días después, los discípulos estaban de nuevo reunidos dentro, y Tomás con ellos. Se presentó Jesús a pesar de estar las puertas cerradas, y se puso de pie en medio de ellos.
Les dijo: “La paz sea con ustedes”. 27 Después dijo a Tomás: “Ven acá, mira mis manos; extiende tu mano y palpa mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe”.
28 Tomás exclamó: “Tú eres mi Señor y mi Dios”. 29 Jesús le dijo: “Tú crees porque has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!”.
Conclusión del Evangelio
30 Muchas otras señales milagrosas hizo Jesús en presencia de sus discípulos, que no están escritas en este libro. 31 Estas han sido escritas para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; crean, y, por su Nombre, tendrán vida.
PABLO CONVERTIDO
3 Pero, mientras se dirigía a Damasco, cuando ya estaba cerca, de repente lo rodeó una luz que venia del cielo. 4 Cayó al suelo y oyó una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” 5 El preguntó: “¿Quién eres, Señor?” Y la voz: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues; 6 levántate y entra en la ciudad, allí se te dirá lo que debes hacer”.
7 Los hombres que lo acompañaban se habían detenido, atónitos, pues oyeron la voz, pero no vieron a nadie. 8 Saulo se levantó del suelo, y aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada. Lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco. 9 Estaba ciego y permaneció tres días sin comer ni beber nada.
10 Vivía en Damasco un discípulo llama­do Ananías, a quien el Señor llamó en una visión: “¡Ananíasl” El respondió: “Aquí es­toy, Señor”. 11 Y el Señor le dijo: “Anda a la calle llamada Recta y pregunta en la case de Judas por un hombre llamado Saulo, de Tarso, que está orando. 12 Y acaba de te­ner una visión en que un varón llamado Ananías entraba y le imponía las manos para que recobrara la vista”.
13 Entonces Ananías le respondió: “Se­ñor, he oído a muchos hablar de los males que este hombre ha causado a tus santos en Jerusalén 14 y que ahora tiene poder de los jefes de los sacerdotes para tomar pre­sos a todos los que invocan tu Nombre”.
15 El Señor le contestó: “Anda, pues este hombre me será un instrumento valioso y dará a conocer mí Nombre, tanto a los pa­ganos y a sus reyes como al pueblo de Is­rael. 16 Yo le mostraré todo lo que tendrá que sufrir por mi Nombre”.
17 Fue Ananías, entró en la casa, le im­puso las manos y le dijo: “Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venias, me he enviado para que recobres la vista y quedes lleno del Es­píritu Santo. 18 Al instante, fue como si se le cayeran escamas de los ojos, y pudo ver. Se levantó y fue bautizado; 19 comió y re­cobró las fuerzas.
Saulo permaneció algunos días con los discípulos de Damasco 20 y muy pronto se puso a predicar en las sinagogas que Je­sús es el Hijo de Dios. 21 Todos los que lo oían quedaban maravillados y decían: “¿No es éste el que, en Jerusalén, perseguía a muerte a los que invocaban el Nombre de Jesús? ¿Y no vino aquí para llevarlos presos ante los jefes de los sacerdotes?'.
22 Pero Saulo se fortalecía cada vez más y confundía a los judíos de Damasco, demostrándoles que Jesús es el Mesías.
“Conversión de Pablo”
Hechos 9, 1 - 22
a) ¿Te gustaría conocer la hermosa Vida de Saulo?
b) ¿Por qué crees que Jesús escogió a un enemigo para ser su discípulo?
c) ¿Has tenido alguna vez un enemigo?
d) ¿Cómo se hace para que una persona que no conoces sea tu amigo?
e) ¿Puedes ser amigo de alguien que no conoces?
f) ¿Puedes ser amigo de alguien que antes se portaba mal y que ahora dice ser tu amigo?
g) ¿Qué sientes cuando te juzgan y condenan?
TESTIGOS DEL AMOR
10 Los hijos de Dios y los del Diablo se reconocen en esto: el que no obra la justicia no es de Dios, y tampoco el que no ama a su hermano.
11 Pues se les enseñó desde el principio que se amen los unos a los otros.
12 No imitemos a Caín, que mató a su hermano, porque era del Maligno. ¿Por qué lo mato? Porque él hacia el mal, mientras su hermano hacia el bien
13 No se extrañen, hermanos, de que nos odie el mundo,
14 pues al amar nosotros a nuestros hermanos comprobamos que hemos pasado de la muerte a la vida.
15 El que no ama, permanece en la muerte. El que odia a su hermano, es un asesino, y, como lo saben ustedes, en el asesino no permanece la Vida eterna.
16 El (Jesucristo) sacrificó su vida por nosotros, y en esto hemos conocido el amor; así, también nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos.
17 Cuando alguien goza de las riquezas de este mundo, y, viendo a su hermano en apuros, le cierra su corazón, ¿cómo permanecerá el amor de Dios en él?
18 Hijitos, no amemos con puras palabras y de labios afuera, sino verdaderamente y con obras.
19 Esto nos dará la certeza de que somos de la verdad y se tranquilizará nuestra conciencia delante de él 20 cada vez que nuestra conciencia nos reproche, porque Dios es más grande que nuestra conciencia y lo conoce todo.
21 Y si nuestra conciencia no nos condena, queridos, acerquémonos a Dios con toda confianza.
22 Entonces, cualquier cosa que pidamos, Dios nos escuchará, 23 ya que guardamos sus mandatos y procuramos hacer lo que es de su agrado. Su mandato es que creamos en el Nombre de su Hijo Jesucristo y que nos amemos los unos a los otros, tal como él nos tiene ordenado.
24 El que guarda sus mandatos permanece en Dios y Dios en él. Y por el Espíritu que Dios nos ha dado sabemos que él permanece en nosotros.
“Del amor”
1 Juan 3, 10 –24
1 Juan 4, 7 – 13
a) ¿Sientes a Dios en tu corazón? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Qué te hace sentir?
b) ¿Cómo sabes que estás actuando mal?
c) ¿Cómo sabes que estás actuando bien?
d) ¿Cómo sabes que una persona te ama de verdad?
e) ¿Dios concede las peticiones sólo de los que están con El?
f) ¿Sabes que si amas realmente a tu pareja, cada día más, Dios vive radiante entre ustedes y todos se dan cuenta?
7 Queridos, amémonos los unos a los otros,
porque el amor viene de Dios. Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
8 El que no ama, no ha conocido a Dios, pues Dios es amor.
9 Envió Dios a su Hijo único a este mundo para darnos la Vida por medio de él.
10 Así se manifestó el amor de Dios entre nosotros. No somos nosotros los que hemos amado a Dios, sino que él nos amó primero y envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados: en esto está el amor.
11 Queridos, si tal fue el amor de Dios, también nosotros debemos amarnos mutuamente.
12 Nadie ha visto nunca a Dios, pero si nos amamos Unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se dilata libremente entre nosotros.
13 Dios nos ha comunicado su Espíritu; con esto comprobamos que permanecemos en Dios y él en nosotros.
Publicado por P. José Forbes sdb en 14:24 0 comentarios
viernes 25 de mayo de 2007
Amor y Sexualidad
AMOR Y SEXUALIDAD( 141)Mi sexualidad humana está dotada de una dinámica evolutiva, energía excedente, pro- creatividad, sublima­ción, creatividad y relacionalidad.La dinámica evolutiva se refiere un poco más al aspecto geni­tal, pero no excluye la ternura ni el amor. Los otros rasgos, ex­cepto la relacionalidad, pertenecen todavía más a lo genital o al impulso sexual.Ahora nos toca estudiar un rasgo que se aleja bastante de lo genital y, sin embargo, forma parte fundamental de la sexualidad humana, el amor. Este suele incluir la ternura, aunque ella no es condición para amar. Por otro lado, ocurre que el amor, en las relaciones heterosexuales, busca las relaciones genitales para expresarse.En el fondo, la sexualidad participa inevitablemente de la uni­dad propia de la estructura personal. Y en consecuencia, los rasgos de la sexualidad no son sino aspectos de la misma y única personalidad. Igual que las facetas dan variedad de forma y mul­tiplicidad de destellos al mismo diamante.En cuanto que el amor se aleja, dentro del psiquismo humano, de lo corporal y concreto de la genitalidad, resulta más difícil de estudiar. Esto nos explica que Freud lo halla incluido en el término filosófico de Eros. Sin embargo, este concepto no le llenaba del todo porque puede facilitar un corte respecto a lo propiamente sexual o genital."El hecho es que el empleo de la palabra 'Eros' ofrece el peligro de reducir siempre el alcance de la sexualidad en favor de sus manifes­taciones sublimadas"Yo acepto este riesgo. De acuerdo a mis observaciones y a mi propia experiencia, el amor sí 'representa una de las manifesta­ciones de auténtica sublimación. Y para el propósito de este ensayo, necesito presentar el amor en estos términos, aun cuando de ninguna manera pretendo reducir el alcance de la sexualidad.
1. LO QUE NO ES EL AMORExisten algunos procesos psíquicos que, en cierta manera, se pueden asemejar al amor. Pero, ya en forma técnica, no se pue­den identificar con él. Voy a describir algunos de ellos con el intento de acercarme gradualmente a lo que sí es el amor.En primer lugar, cabe distinguir entre amor y contagio afec­tivo. Este consiste en la inundación afectiva padecida por una persona o grupo que se encuentra ante la emoción desbordante del otro.Algunos piensan que aquello de llorar con los que lloran y reír con los que ríen, significa dejarse contagiar por la tristeza, el enojo, la desesperación, seducción sexual, etcétera, del pró­jimo. Y consideran que así se demuestra el amor. Este, en reali­dad mantiene cierta autonomía y libertad.El sentir con el otro tampoco representa una verdadera acti­tud de amor. En este fenómeno dos o más personas experimen­tan el mismo sentimiento como reacción individual ante el mismo acontecimiento. Pero, aunque viven la misma respuesta afectiva, no existe una relación yo-tú entre ellos, como sucede en el amor.Un ejemplo de esta reacción lo tenemos en la emoción de entusiasmo que una muchedumbre experimenta ante el triunfo de un equipo de fútbol.Otro tanto sucede cuando los hermanos lloran de tristeza ante el cadáver de su madre. No es la situación del hermano lo importante, sino la muerte de la madre que genera la tristeza en el ánimo individual de cada hermano.El deseo no es simple ausencia de amor como en los casos anteriores. En el deseo se produce un impulso anímico que va en la dirección opuesta al amor. Este es centrífugo, mientras que aquel es centrípeto o egocéntrico. Busca el objeto o persona para sí, para el propio provecho, placer o autorrealización.+Aquí se confunden muchos jóvenes contemporáneos. Yo les oigo decir, cuando encuentre una “LOLA LINDA” sensible e inteli­gente, entonces me entregaré al amor... Pero, resulta que el amor no depende del objeto, sino de la libertad del amante. Por el contrario, en el deseo se da toda la importancia al objeto que es buscado como posesión.La necesidad de estima es semejante al deseo es centrípeto, en cuanto que también, se centra en el propio Yo. Corren donde también a lo que he llamado necesidad de contactos en el capítulo precedente.La diferencia entre necesidad de estima y deseo resulta bastante clara. Este aparece como una apetencia exagerada, desmedida y sin respeto para el otro. Aquélla, en cambio, se coloca dentro de los límites de lo normal y razonable. Es la justa petición que el otro nos hace para que le brindemos afecto, y también para que apreciemos y alabemos sus cualidades y talentos.La estima por el otro ya tiene en cuenta algo de la persona, pero no a la persona como una totalidad valiosa por sí misma. Se queda en el nivel de las cualidades, capacidades y habilidades. No penetra hasta el más profundo centro del otro como hace el amor.La simpatía se acerca ya a la profundidad del amor. Por ella se valora al otro como un Tú. Y logra percibir en éste no sólo sus talentos y aptitudes, sino también sus actitudes y sentimientos.La percepción de los sentimientos ajenos no implica, de por sí, lo que antes repasamos como contagio afectivo. Más bien con­siste en una participación intencional en la experiencia afectiva del otro.Por ser de esta manera, la simpatía depende del modo de ser afectivo del otro. Es despertada o estimulada por el atractivo de las actitudes ajenas. En consecuencia, no es del todo indepen­diente como el amor, ni se hunde hasta el núcleo personal del otro.Algunos parece que identifican la simpatía con la empatía. Esto no me parece exacto. Porque en la simpatía está de por medio el que yo sienta afición, atractivo, inclinación y hasta ter­nura respecto a mi interlocutor.En cambio, la empatía existe sin esa carga de sentimientos cálidos. Y se realiza con cierta impar­cialidad afectiva, cuando le expresamos al otro lo que percibimos en él como experiencia o sentimiento o marco de referencia exis­tencial. Por ejemplo, si advierto enojo en mi compañero y le digo, te noto enojado, estoy practicando la empatía, sin necesidad de sentir ternura. El enamoramiento es un proceso diferente del amor que, en muchos casos, sobre todo en las relaciones heterosexuales, se acopla con él. Pero, también suele darse sin la compañía del amor. Así podemos identificar algunas de sus diferencias.El enamoramiento se fija en una o en algunas cualidades del otro -un cuerpo bello, cierto tipo de ojos, forma de trato, sensibilidad ante ciertas realidades, etcétera-. El amor, por su lado, ve a la persona amada como un todo.El enamoramiento se repite con facilidad, es decir, cada vez que aparecen en alguien las cualidades que lo despiertan. En cambio, el amor es más selectivo y, por ende, se repite con cierta dificultad.De ordinario, el enamoramiento puede ser explicado en su motivación, a partir de la cualidad de que se prenda el enamo­rado. Por el contrario, las más de las veces no es posible explicar el verdadero amor.En el enamoramiento sí cabe la posibilidad del proceso de cristalización que, según Stendhal, explica la ceguera del amor.Sucede que en las minas de sal de Salzburgo se puede dejar en ciertos estanques una rama seca. Al recogerla, después de algunos días, se advierte en ella el fenómeno de la cristalización, es decir, se encuentra totalmente cubierta por los cristales de sal que la embellecen.Algo semejante ocurre en el enamoramiento, pero no en el amor, como comprobaremos más adelante. El enamorado sí her­mosea a su amada, recubriéndola en su totalidad con la cualidad admirada en ella. Porque se ha quedado como hipnotizado por esa cualidad, no ve más que eso, y piensa que toda ella es tan perfecta y bella como la cualidad que la adorna.En un noviazgo sería ideal que concurrieran el enamoramiento y el amor. El amor puede perdurar con el paso de los años, en forma de compañerismo, ayuda mutua, etcétera. En cambio, el enamoramiento es pasajero y caduco. Con la refriega de la convi­vencia cotidiana, aparecen con claridad los defectos o limitacio­nes del cónyuge. Así se desvanece la idealización del otro y todos los contenidos de la cristalización.Por otro lado, el enamoramiento tiende normalmente hacia la complementariedad de los sexos, en especial, en la línea del ero­tismo que, poco a poco, induce a las caricias sensuales y a la re­lación genital. Esto en el amor no es algo inevitable, a excepción de aquella forma de amar que se conoce como amor erótico, y se vive entre el hombre y la mujer en la perspectiva matrimonial.En otras formas de amor, que más adelante hemos de consi­derar, la genitalidad aparece como una realidad sublimada. Lo cual no significa una exclusión absoluta y completa de lo sexual en el amor humano.
2. ACERCAMIENTO AL AMORNo pretendo describir el amor. Soy consciente de que el amor es un “misterio”, en cuanto que no es un objeto que puedo delimi­tar y medir. Desborda la capacidad humana de conceptualización y de expresión verbal. Porque no es algo que esté aquí o allí o en cualquier otro lugar, ni siquiera en el Yo o en el Tú.El amor sólo existe cuando se produce como una energía vivificante entre el Yo y el Tú. No es sentimiento, como puede ser el de sentirse amado. Tampoco es un impulso, como el de buscar el bien y el crecimiento del otro. Es impulso y sentimiento y liber­tad y don eterno que permite la entrega del Yo al Tú.En este sentido, el amor se orienta al Tú y su contenido es el Tú. Se revela como movimiento, dinamismo y tendencia hacia el Tú. Porque el amor contempla al Tú como un valor insustituible en el contexto de la sociedad y del mundo; por lo mismo, capaz de dar sentido a la existencia del Yo.En sí mismo, pues, el amor es semejante al viento que hace temblar el color de las flores, pero sin que sepamos "de dónde viene ni a dónde va". E igual que el aire, el amor transforma a la persona, inundándola de vida y energía, sin que advierta ni vea su entrada y acción.A pesar de que no es posible comprender el amor en su tota­lidad, algo se puede afirmar, con profunda reverencia, acerca de sus propiedades. Pero, siempre será solamente un acercamiento respetuoso. Es lo que voy a intentar. Nota; Puedes Subrayar lo deseas y después transformarla en pregunta y compartirla.

EL CONOCIMIENTO AMOROSOLa mayor parte de los pensadores e investigadores contem­poráneos rechazan la afirmación popular de que el amor es ciego. Más bien sostienen lo contrario, la falta de amor es lo que nos ciega.El conocimiento amoroso, cuando se trata de descubrir quién es y cómo es una persona, resulta insustituible. En cualquier área de ayuda o servicio a los demás, educación, psicoterapia, medi­cina, etcétera, hace falta la iluminación penetrante del amor.
Sin el amor no vemos la realidad única e insustituible del otro.Gracias al amor podemos conocer, sobre todo, la dignidad, la grandeza y el valor incomparable del otro ser humano. Así pode­mos reconocer que la persona nunca puede ser tratada como un medio para alcanzar nuestros propósitos o para satisfacer nues­tros deseos.Al contrario, iluminados por el amor, con la fuerza de la libertad y a veces también con el sabor agradable del senti­miento, aceptamos que la PERSONA que es el fin de lo CREADO y se hace en esta tierra.Más aún, guiados por el amor podemos intuir que en este mundo noentre las criaturas no hay nada más grande y maravilloso que la persona.Sobre todo, ilustrados por el amor llegamos a saber que en el corazón del ser humano brillan destellos de bon­dad y hermosura que superan toda comparación.No hay palabra humana que llegue a describir ese brillo de eternidad que palpita en lo más profundo del otro. Sólo el amor nos hace conocer lo indescriptible del Yo verdadero del prójimo.En efecto, de ordinario sólo percibimos el Yo social y el Yo de sombra del otro. Ambos son, hasta cierto punto, falsos.El Yo social se refiere al conjunto de máscaras que usamos para volvernos aceptables ante los demás. Entonces exhibimos buenos modales, logros obtenidos en el trabajo, títulos y también sentimientos que, tal vez, no estamos experimentando.Por ejem­plo, al ser interrogados sobre nuestro estado actual con un cómo te va, respondemos bien, cuando en realidad nos duele el estó­mago o nos sentimos mal.Lo verdadero en el Yo social se refiere a las conductas perso­nales que la sociedad considera como positivas, ser educado, puntual, hábil para un trabajo o un arte, talentoso para conversar, bien informado, etcétera. Sin embargo, no es esto lo más valioso del ser humano.Sus talentos y habilidades tal vez son compara­bles a la piel roja y brillante de una manzana. Esta encierra por debajo de su piel algo mucho más sustancioso y digno de estima.De hecho, las cualidades y talentos del otro, cuando son apre­ciados mediante la admiración, el halago y el aplauso, se perfilan mejor para la conciencia del otro.Entonces el sujeto se reafirma como poseedor de ciertas habilidades. Pero nada más. Todavía no ha gustado el sabor del amor. Por lo mismo, se puede empe­ñar, por ejemplo, en tocar mejor la guitarra. Pero no se siente alentado en su crecimiento como persona.El Yo SOMBRIO, como es obvio, alude a los defectos, vicios y pecados del prójimo o de uno mismo. Nadie negará que en ver­dad es limitado. En consecuencia, si alguien ha superado ya sus vicios y pecados, tendrá que reconocer en sí, por lo menos, ciertos defectos.Todo lo “sombrío” indica la ausencia o falta de algo positivo, en cuanto que lo negativo es privación de lo que sí es. Entonces viene a resultar como algo que es, pero no es.Me explico. Si excavamos un hoyo en la pared, el hoyo será un área carente de ladrillos. En este aspecto, el hoyo es algo que no es. De hecho, no puedo coger un hoyo para meterlo en la maleta y llevármelo a otra ciudad. Pero, mientras exista la pared, el hoyo subsistirá.En este sentido, vemos que lo negativo sólo existe en lo positivo. Por tanto, la negativa del ser humano supone un sustrato positivo en el que se sustentan todos sus defectos.A ese sustrato positivo del ser humano le llamamos algunos
el Yo verdadero. Corresponde a lo que también podemos denominar el centro o el corazón de la personaEste Yo verdadero suele estar sepultado para la conciencia del que es ese Yo. Y está dotado de pura positividad, aún cuando las inervaciones de lo negativo llegan a penetrarlo y a endurecerlo como si fuera de piedra.Este endurecimiento tiene lugar cuando el individuo se fija en alguna etapa y no logra superar las crisis de las fases siguientes de su desarrollo. Sobre todo, cuando la maldad de otros lo ha penetrado casi por herencia, y más todavía cuando él mismo, con su libertad y responsabilidad, se ha solida­rizado con esa maldad mediante sus acciones personalesEste Yo verdadero es la fuente personal de la dignidad del hombre. De ahí le viene a éste el ser valioso por sí mismo, inde­pendientemente de la utilidad que pudiera representar para los demás. Por eso es digno de amor y respeto, porque aparece como un ser relativa pero sustancialmente bueno, por encima de sus acciones malas, que de ninguna manera podemos justificar ni aprobar.En esta perspectiva el amor es incondicional porque mira el centro del otro, y lo descubre como un valor incomparable. El amor logra percibir el rostro invisible del Yo verdadero del pró­jimo.Y se percata de que esa imagen está sepultada y cubierta con las capas del Yo de Luz y del Yo de sombra. Comprueba, ade­más, que la imagen del Yo verdadero está marcada fundamental­mente por los rasgos del que es persona en forma potencial.Igual que la semilla sembrada en la tierra tiene la potenciali­dad para convertirse en un árbol capaz de florecer y fructificar, también el Yo verdadero es descubierto por el amor como en germen capaz de convertirse en persona. Por lo mismo, con lapotencialidad para perfilarse como un ser único, responsable ylibre para amar.En esto radica el gran poder cognoscitivo del amor, en que puede penetrar hasta lo más íntimo del otro para contemplar las facciones únicas e irrepetibles de su Yo Profundo. En especial, comprueba que puede llegar a responsabilizarse no sólo de sus acciones y pensamientos, sino también de sus sentimientos. Por lo mismo, puede llegar a decir que si está triste o enojado, es porque así quiere reaccionar ante otra persona y que él es el dueño de esos sentimientos de tristeza o enojo.El amor descubre también que por ser persona en potencia, el otro puede aprender a ser libre. Pero no se trata de una libertad individualista y egocéntrica. Es una libertad por la que se puede escoger el tipo de conductas o acciones que resultan construc­tivas para el otro. También es una libertad que permite elegir los sentimientos y actitudes internas orientadas hacia el amor o cons­trucción del otro.Así pues, el amor nos hace conocer el Yo profundo del otro como un valor que es valioso por sí mismo, sobre todo, porque entraña la potencialidad para convertirse en persona. Creo que en esta misma perspectiva se colocaH. Maslow, fundador de la corriente conocida como Psico­logía Humanística, realizó una investigación directa sobre el amor. Soy su discípuloAl amor auténtico o propio de personas que han desarro­llado sus potencialidades, le llamó amor-Ser. A este tipo de amor se refiere cuando afirma la profundidad del conocimiento amo­roso."La más verdadera, la más penetrante percepción del otro es hecha posible por el amor-Ser, que es tanto una reacción cognitiva, como una reacción emocional-conativa, como he insistido ya. Es esto tan impresionante, y tan a menudo demostrado por la experiencia poste­rior de los demás, que, lejos de aceptar el lugar común de que el amor es ciego, estoy más y más inclinado a pensar que lo opuesto es la verdad, que el no amar es lo que nos hace ciegos".En lenguaje materialista cabe afirmar la misma realidad en otros términos: el amor no es ingenuo, sino crítico. El ingenuo cree que todo está bien y todo funciona correctamente en el otro.En cam­bio, el que ama de verdad, porque posee un pensamiento crítico, descubre todas las posibilidades de transformación, de creci­miento y de realización plena que hay en la persona amada. Así lo comprobó Freire en su trabajo con campesinos. Y afirma que el antidiálogo es acrítico porque carece de amor.Pero no se crea que el “compartir” del amor es un diálogo cual­quiera. No. No consiste en un simple intercambio de ideas y sen­timientos. Es, más bien, un encuentro de corazón a corazón, en el que se compenetran las almas. En la eternidad va realizarse este “cielo”que comenzó aquí. En el amor se intercambia la propia experiencia o el propio vivir. El serGracias a esa mutua y recíproca comunicación, los amantes llegan a la hondura misma del ser, donde se perfilan los rasgos y facciones esenciales de la persona amada.Se entiende, pues, que no existe un conocimiento mayor ni más profundo del otro que el del amor.EL ASPECTO AFECTIVO DEL AMOREn parte, el amor es un impulso. Esto significa que el amor nos empuja hacia el Tú. Es movimiento centrífugo en dirección de la persona amada. Es tendencia hacia el encuentro. Es afán de ir hacia el ser amado. No ocurre por momentos a manera de flechazos de Cupido.Es un manantial que se derrama como to­rrente incesante hasta lo más íntimo del corazón ajeno.De acuerdo a esta faceta del amor, no es posible pensar en amistad o en matrimonio cuando en la relación hay alguno que se mantiene encerrado en los límites estrechos del Yo.Cuando la novia se queja, él no me trae flores, no me lleva al cine cuando se lo pido, no me invita a bailes, no me ayuda a hacer mis tareas, etcétera, es porque todavía no aprende a amar. Entonces resulta superfluo pensar en un compromiso matrimonial.Si no me pongo en el lugar del otro para percibir su experiencia y punto de vista, es impo­sible que pueda remontarme hasta el más profundo centro de su ser, como ocurre en el amor.En cambio, al amar abandonamos el encerramiento y quietud dentro del Yo. Entonces emigramos virtual o intencionalmente al corazón del otro. Así realizamos la dimensión espiritual de nues­tro ser.Espíritu en la Persona significa, como dije al comienzo, comunicación y auto trascendencia. Por ello, no hay actividad más espiritual en la “persona” que la del amor. Y tampoco existe comunicación o relación interpersonal más íntima que esta del amor.El amor, en cuanto impulso, posee algunas características pe­culiares. Una de ellas es el deseo de autodeterminación. El aman­te quiere darse él mismo. No se contenta con hacer cosas exter­nas para el otro ni con el conocimiento profundo de las facciones de su individualidad.Siente el anhelo de una entrega total, sin reservas ni apartados. Experimenta la necesidad de ser entera­mente del amado.El amor es también una tendencia irresistible a la unión. Des­pierta ansias de cercanía y sólo se contenta con la presencia. Por ello, el máximo poeta de la lengua castellana ha escrito:"Mira que la dolenciade amor, que no se curasino con la presencia y la figura".El amor es anhelo de abrazo, de fusión, de comunión eterna. No quiere separarse jamás de la persona amada. Así que la ausencia no hace sino acrecentar el impulso del amor. Porque excava en el corazón un vacío enorme, que lanza irresistible­mente a la búsqueda de la persona amada.Desde este punto de vista, ni la ausencia ni la distancia pue­den anular el verdadero amor. Por el contrario, lo avivan, lo en­grandecen y lo purifican.Cuando la relación humana se anida en el amor, no hay forma de romperla. El hambre se pasa con un pan, el apetito sexual se satisface con una relación genital y se apaga igual que el hambre.En cambio, el impulso del amor, cuando ha nacido de verdad, no pasa jamás. En una relación heterosexual se puede aspirar a la fusión corporal y genital, pero sólo para comprobar que los cuer­pos se separan y que solamente las almas se conservan unidas para siempre, hasta la eternidad.El amor también vibra en el corazón humano como senti­miento y emoción. La emoción es una respuesta afectiva con repercusión notable en el cuerpo y de breve duración. Así, la emoción del amor hace palpitar con fuerza el corazón, enciende una sonrisa en el rostro y arranca un gesto de abrazo en los ojos y en los brazos. El sentimiento es una respuesta afectiva de larga duración y de menor resonancia en el cuerpo.El amor, en cuanto sentimiento, hace que el paisaje de la pro­pia interioridad se torne luminoso, lleno de colorido, como un bosque con vista al mar y al horizonte, en una tarde tibia y lumi­nosa...Aunque el amor no despierta en todos los casos ni en todo momento este eco afectivo del sentimiento, suele darse, por lo menos, de vez en cuando. Y cuando se reviste así con todo su esplendor emocional, es vivido como un don inmerecido, como la gracia más grande del cielo, como el placer jamás soñado.Ni con todo el oro del mundo, ni con los más refinados placeres de la carne, ni con un viaje a las estrellas se puede alcanzar este don excelso que no tiene precio.Quienes han tenido esta experiencia del amor, reportan una sensación de explosión en el corazón. Como un estallido de lu­ces, como un chisporroteo creciente, como un sol inagotable...Como si el corazón se expandiera, en esta explosión de entrega ilimitada, en gesto de fiesta, de danza, de movimiento luminoso como el de los astros que pueblan el espacio.. .Así, vemos que el amor genera alegría, goce sin límites, placer incomparable. Y crea, de esta suerte, un clima cálido y vivificante para el otro. Mientras que el odio es frío y desprende destellos de puñales asesinos, el amor ofrece un ambiente interpersonal que es cómodo, acogedor, entusiasmante.Se comprende, pues, que el que ama no se cansa ni cansa, no se enoja ni enoja, no se entristece ni entristece. Por el contrario, irradia claridad, vida, energía, comprensión y acogida.Todo esto brinda a la persona amada una situación de confianza, de segu­ridad, de calma. Aspira entonces un clima benéfico, estimulante y favorable para el desarrollo de las potencialidades personales.
LA RAÍZ HUMANA DEL AMOR
Desde la perspectiva humana, el amor echa sus raíces en la libertad personal. En el fondo, se ama al otro como resultado de una decisión libre. Esta decisión de amar al prójimo nace pues, de la libertad. Entiendo la libertad como la capacidad de emitir conductas a partir del propio Yo, por encima de los condi­cionamientos ambientales y más allá de las expectativas ajenas.Con lo anterior quiero decir que el amor no surge a partir de las exigencias, deseos o esperanzas de los demás. A veces el deseo que el otro tiene de que lo invite al cine, provoca en mí que le haga una invitación de ese tipo.No es así el amor. No brota del anhelo que el otro tiene de ser amado. Tampoco se explica estrictamente por un conjunto de condicionamientos ambientales: presencia de personas del sexo opuesto, costumbres, coqueteo, un baile, etcétera.El amor no se despierta por esos caminos. Así puede aparecer la simpatía o el enamoramiento, pero no el amor. Este se pre­senta porque la persona así lo quiere. Sin libertad no hay amor. Nadie puede obligar al otro a que lo ame, ni el hijo a la madre, ni la esposa al esposo, ni el amigo a la amiga, ni el hombre a la mujer admirada.. .En el amor siempre hay un movimiento interno de te amo porque yo te quiero. Se puede decir que este gesto de la libertad constituye la última raíz' humana del amor. Este se da, en último análisis, a impulsos de la libertad. Y el ejercicio de la libertad con miras al amor es, probablemente, el paso definitivo para en­trar en el proceso de convertirse en persona. Me convierto en persona cuando me vuelvo libre para amar.Esta libertad para amar está a la base de lo que se llama amor incondicional. Cuando alguien es libre para amar, es capaz de seguir amando al otro por encima de cualquier traición, rechazo o agresión. Por eso es admirable el amor de una madre relativa­mente sana, porque ama a su hijo a pesar de todo.Lo normal en nuestra sociedad es que se deje de amar al otro cuando éste nos ha hecho una mala jugada, nos ha olvidado, o nos ha herido. Con lo que podemos comprobar que aún no hemos aprendido la libertad y, en consecuencia, no somos capaces de seguir amando al que nos lastima de cualquier manera. Entonces puede suceder que nos alejemos del amigo a quien deseábamos ayudar porque lo habíamos visto triste. Tal vez pensemos para nuestros adentros, púdrete, yo me acerqué a ti para ayudarte, y tú ni siquiera me haces caso.. .Pero, cuando alguien ha aprendido a ser libre, tiene la libertad para amar cuando él quiere amar. Por este camino se hace facti­ble el amor a los enemigos, a los que nos persiguen y hacen mal.Porque no depende del otro el que la persona libre lo ame o lo deje de amar. Es asunto personal del amante. Y si éste lo decide, seguirá amando a pesar de las canalladas ajenas.Esto tampoco significa que el amor sea masoquista. Vimos ya que el amor no es ingenuo, sino crítico. De hecho Jesucristo, que pasó por este mundo haciendo el bien y amando a todos los hombres, supo enfrentarse, por ejemplo, al criado del Sumo Sa­cerdote. Pensó probablemente que si se dejaba dar otra bofetada, el criado se volvería más prepotente y violento. Por eso, le replica:"Si he faltado en el hablar, declara en qué está la falta; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?".De esta manera, a impulsos del amor a aquel hombre, Jesu­cristo no se deja maltratar al estilo masoquista. Más bien rechaza la agresión. Al mismo tiempo que se defiende, evita que el pro­ceder injusto de su agresor se refuerce.En estas condiciones el amor no va acompañado por senti­mientos de ternura, de entusiasmo, de gozo. Se ama a pulso. Sola la voluntad apoya y sostiene la decisión de ayudar al otro en su crecimiento y en todo lo que puede beneficiarlo de verdad.Me imagino esa situación como la de alguien que, movido por el amor al propio Yo, tiene que ingerir una medicina de sabor repugnante. Entonces no va a experimentar gusto alguno. Al con­trario, sentirá asco al beber semejante medicamento.Incluso, se despertará en él un movimiento de náusea que lo ponga al borde del vómito. Sin embargo, porque ama su propia salud, insistirá en seguir tomando aquella pócima que le hace bien.Tarde o temprano todos los humanos tenemos que vivir lo más puro del amor ante una persona que nos resulta repugnante. Por­que se trata del esposo, de un hijo, del padre, de un compañero de comunidad, de un amigo entrañable, etcétera, hay una razón más para perseverar en el amor.A pesar de que resulte repug­nante seguir amando a esa persona. Tal vez se tenga que llegar a un divorcio, pero si hay amor, se buscará que todo proceda de la manera menos destructiva y más benéfica.Tal vez en el amor a los enemigos o en el amor repugnante es cuando se pone de manifiesto el rasgo misterioso del amor...Dar la vida, la salud, el bienestar o cualquier otra cosa por amor a una persona repulsiva, es algo que supera toda imaginación. Contradice todas las leyes psicológicas del comportamiento hu­mano. Pero, así es como se manifiesta y queda claro que el amor hunde sus raíces en la libertad personal y también más allá de la libertad.. .
EL AMOR EN SU NIVEL CREATIVO
Cuando se ama de veras hay la disposición a hacer cualquier cosa por la persona amada. Ya lo dice el refrán popular, obras son amores y no buenas razones. Las palabras de amor son im­portantes, pero los hechos resultan mucho más elocuentes.En este sentido, el amor se ha demostrado siempre muy activo y creador. En los humanos parece existir una tendencia innata a darle forma concreta al amor, mediante las obrasAsí, los espososquieren cristalizar su amor en la persona del hijo, el enamorado trabaja, ahorra y emprende la construcción d una casa, el amigo apoya y sostiene el compañero que está en dificultades, etcétera.Es tan fuerte esta dimensión activa del amor, que muchos padres de familia se confunden y piensan que demuestran todo su amor procurando pan, vestido, casa, educación en un colegio, vacaciones, viajes, etcétera, a su esposa e hijos.En realidad, el amor no se agota en las obras, aunque sí las requiere para expresar su poder creativo. Gracias a los hechos, el acto espiritual del amor se vuelve perceptible. Entonces, al poder captarse por los sentidos, parece que se torna más humano.Podemos comprender entonces que quienes aman experi­mentan la necesidad de hacer algo por el objeto amado. Es una urgencia nacida de la misma condición humana, cuando es des­pertada en sus profundidades por el amor. Este quiere ser visto, tocado y sentido por la persona a quien es dirigido.La mayor obra que el amor tiende a realizar se refiere directa­mente al ser amado. El que ama quiere hacer algo en el ser del otro, anhela que sea más, busca en él un cambio que lo trans­forme y lo haga ser mejor.Con toda propiedad se puede afirmar que el amor crea al amado. El amante busca con todas sus fuerzas que las potencia­lidades del otro se conviertan en acto. El amor no se satisface si no crea el otro como persona y persona creativa, plena, feliz.Esta creación del otro en cuanto persona, se produce como una transmisión de la experiencia personal del amante. Este logra manifestarle al ser amado respeto, veneración y devoción que siente para ti, una vez que ha contemplado su Yo verdadero, su valor incalculable, su ser lleno de bondad, hermosura y origina­lidad irrepetible.Entonces, si la persona amada consigue contemplar en el espejo del amor ajeno la verdadera imagen de su Yo, empieza a reconocerse como un ser digno de amor y respeto. Por consi­guiente, comienza a aceptarse como realmente es, con las faccio­nes de su Yo verdadero.Cuando alguien se acepta como persona, es decir, como un ser positivo, insustituible, capaz de aprender la libertad y la res­ponsabilidad del amor a los demás, se encuentra ya en el camino de su crecimiento y realización auténticas.Conviene recordar las investigaciones ya mencionadas sobre el amor. Después de una larga serie de observaciones, Maslow concluye:"Finalmente, puedo decir que el amor-Ser, en un sentido profundo pero demostrable, crea al amado.Le da una imagen de sí, le da auto aceptación, un sentimiento de ser merecedor de amor y respeto, todo lo cual le permite crecer. Es una pregunta justificada la de si el desarrollo completo de un ser humano es posible sin él"."Ahora podemos comprender que la tarea de los padres no se puede terminar con la obra creadora de la procreación. Les aguarda todavía la creatividad del amor. Ellos tienen, de por sí, la tarea de crear a sus hijos como personas.Sin embargo, vemos por doquier que las más de las veces no llegan a realizar esta labor de incomparable valor creativo. ¡Es una lástima!Si el amor hace funcionar el corazón a todo vapor, entonces no hay obra, por difícil que parezca, que no esté dispuesto a realizar. Se prueba así que el amor es más fuerte que la muerte.En efecto, por amor y no por pasión sexual, se está dispuesto a arrostrar la muerte. El amor descubre que no hay en esta tierra nada mejor, más profundo, más valioso y más digno de estima que la persona amada. Por eso es equitativo darlo todo, incluso la vida, por amor a ella. Con razón afirma la Escritura:"Grábame como un sello en tu brazo, como un sello en tu corazón,porque es fuerte el amor como la muerte, es cruel la pasión como el abismo; es centella de fuego, llamarada divina;las aguas torrenciales no podrán apagar el amor ni anegarlo los ríos.Si alguien quisiera comprar el amorcon todas las riquezas de su casa, se haría despreciable—.En efecto, un amor que ha llegado tan alto como para estar dispuesto a dar la vida por el amigo, tiene conciencia de haber recibido un don gratuito. No se puede comprar de ninguna ma­nera.Su precio supera toda imaginación. Pero, al mismo tiempo, ¡cuánta responsabilidad tienen los que han recibido ese don tan extraordinario! Porque no se les ha otorgado para sí mismos, sino para los demás. Y por otro lado, es un tesoro que llevan en frasco de cristal. Si dejan que éste se rompa, pierden de manera casi siempre irremediable el perfume y, muchas veces, también la esencia del amor.
.
LAS FORMAS DEL AMOR
Amor es un término equívoco porque designa realidades afec­tivas bastante diversas entre sí. Se habla, por ejemplo, de amor sexual para referirse a las relaciones genitales, cuya meta no es el otro como persona, sino la inmersión en el gran océano del placer, en el que no existen ni el Yo ni el Tú.A estas relaciones suele aludir la expresión popular de hacer el amor.En realidad, no hay en eso ningún amor.Así podremos comprender la pobreza de nuestra lengua cuan­do sólo utiliza la palabra amor, en el momento de señalar expe­riencias y conductas que difieren mucho entre sí. No es lo mismo el amor de un hijo que el de un enamorado o el de un amigo.Para evitar confusiones al emplear la palabra amor, se tiende a calificar el amor con un adjetivo. Por este camino aparecen las expresiones de amor materno, amor erótico, amor a Dios, etcétera.Es obvio que cada una de estas formas de amar posee algo en común con los demás. En general, ese sustrato común se re­fiere a las propiedades del amor que acabamos de enumerar en el apartado anterior de este capítulo.Al clasificar las formas de amor, me adhiero a las clasificacio­nesya conocidas. Y voy a describir cada una de las formas con el color sugerido por mi propia experiencia.Si tomamos en cuenta la actitud que se puede tomar en las relaciones propias del amor, podemos aceptar una división del amor que corresponde a los distintos tipos de relación. Tendre­mos entonces el amor de acogida, de donación y de comunión.El amor de acogida es característico del niño, en especial del recién nacido. En los primeros meses de vida el niño responde en forma positiva a cualquier persona que satisface sus necesidades.Pero sólo es capaz de una respuesta verdaderamente emocional a partir de la angustia del octavo mes, cuando el infante ya puede reconocer a la madre como un ser único e insustituible.En cierta forma se puede afirmar que el niño ama a su madre, aunque no de manera consciente, en cuanto que responde a la necesidad que ella tiene de ser tierna y maternal. Si ella des­pliega ternura y cuidados, el niño también responde con afecto y dependencia. Así es como gratifica y ama a su madre.Cuando un adulto está enfermo, abandonado, marginado, an­ciano, desesperado, hundido en el sufrimiento, etcétera, entonces tiene que desplegar un amor de acogida, aunque ya no sea niño.El amor de donación empieza a desarrollarse a partir de laadolescencia y es propio del adulto. Consiste fundamentalmente en la capacidad de dar y, sobre todo, de darse. Un adulto puede dar bienes materiales.Lo cual, sin embargo, no es lo mejor que él puede ofrecer. Su oblatividad se despliega aún más cuando sabe brindar opiniones personales, comprensión, autenticidad, escucha, respeto, estima, etcétera. Estas son formas de entregarse él mismo. Pero su donación llega al máximo cuando ama con desinterés y libertad.Aunque esta forma de amar nos deslumbra por sus rasgos de generosidad y liberalidad, entraña un riesgo muy grande, el de la autosuficiencia. El que sólo da y siempre pretende dar, puede perderse en las nubes de su autocomplacencia, de su soberbia y farisaísmo.Por ello, para esquivar semejante peligro, es nece­sario que el adulto se abra a la siguiente forma de amar.En efecto, el amor de comunión representa el encuentro de dos adultos dispuestos a la auto . Se entregan uno al otro en la reciprocidad de la donación. Como lo indica la palabra comunión, se produce entre ellos una común-unión.Se entremez­clan el gozo de la entrega y la alegría de recibir la donacióndel otro. El amor de comunión es típico de la amistad, de las relaciones conyugales y, algunas veces, de la convivencia familiar entre hermanos y también entre padres e hijos cuando éstos han crecido.Si dejamos esta división y tomamos como criterio el tipo de persona en cuestión, podemos distinguir otro conjunto de formas de amar. Así encontramos el amor materno, paterno, filial, humano, erótico y a sí mismo.El amor materno se caracteriza por su carga de ternura, por los cuidados concretos que brinda a los hijos, por su tendencia marcada hacia lo incondicional. Por ser tierno, el amor materno se muestra dulce, delicado, amable y muy afectuoso.Además, la madre aprende a amar a sus hijos mediante las acciones concre­tas de alimentar, limpiar, vestir, acariciar, abrazar, enseñar a, hablar, a caminar, a controlar los esfínteres, etcétera.De manera especial se considera que el amor materno es incondicional. Esto quiere decir que una madre sana suele ser desinteresada y generosa. No pone condiciones, por lo general, cuando quiere amar a sus hijos. Los ama, no porque reúnas tales o cuales condiciones, sino sencillamente porque son sus hijos. No importa lo que hagan o dejen de hacer, es secundario que sean bellos o feos. Los ama y ya.Por mi experiencia yo veo que el amor materno tiende con fuerza a ser incondicional, pero no suele serlo en forma completa. Por desgracia también las madres imponen ciertas condiciones para expresar afecto o aprobación a sus niños. Así aprenden estos a negar su propia experiencia o inspiración.Si la madre les pide que no lloren, se someten y niegan lo que sienten con el fin de agradar a su madre y ahorrarse la angustia indecible de verse rechazados por ella o carentes de su amor...El amor paterno suele estar vinculado con actitudes de mag­nanimidad, justicia, rectitud y bondad. El padre es magnánimo porque muestra nobleza, liberalidad y elevación de ánimo. Con lo cual se emparentó la justicia, que le hace dar a cada quien lo que es suyo, a la esposa y a los hijos, sin hacer diferencias entre estos.De esta manera manifiesta también su rectitud, pues esta actitud lo mueve a ser responsable de su papel de proveedor y animador del hogar como guía y cabeza.Todo lo anterior se prolonga a través de la bondad, pues mo­vido por ella el padre se afana por procurar toda clase de bienes o por satisfacer todo tipo de necesidades a sus hijos, no sólo en el aspecto material, sino también en el afectivo, social y espi­ritual.Por lo dicho se comprende que el amor paterno tiende a ser condicional las más de las veces. Espera que los principios de comportamiento marcados por su afán de justicia y rectitud sean observados por los hijos.Cuando las cosas no suceden como él quiere, no es improbable que le diga a algunos de sus hijos, así se hacen las cosas aquí; si no te gusta, ahí está la puerta.. .Estado en algunos países de centro América, fui testigo doloroso de la ausencia “paterna” en muchos hogares, da mucha pena.El amor filial, ya lo vimos, nace como receptividad y acogida del ser que gratifica sus necesidades. Entonces se puede decir que el amor filial se caracteriza por la manera positiva, amable y alegre de recibir todo lo que el padre y la madre ofrecen al hijo. Incluso cuando el hijo es adulto y capaz de dar afecto y ayuda a sus padres ancianos, sigue recibiendo de éstos, si son gente que actualizaron sus potencialidades, la sabiduría y la alegría de vivir que han acumulado a lo largo de su existencia.Desde el punto de vista afectivo, el amor filial entraña grati­tud, respeto y una cierta disponibilidad a devolver lo recibido, pues, como dice el dicho, amor con amor se paga. Si los padres sembraron amor en el corazón de sus hijos, éstos les entregarán las flores y los frutos de su amor filial.El amor humano representa la forma fundamental del amor, en cuanto que engloba el resultado de un aprendizaje concien­zudo y efectivo del amor. En efecto, el amor requiere la madurez personal de quien aprendió a ser responsable de su libertad para amar.Aunque esta forma de amar echa sus raíces en las experien­cias tempranas de relación con la madre, el padre, los hermanos, la escuela, etcétera, depende, en último término, de la libertad personal. Y significa la capacidad adquirida para meterse en el centro del otro descubrir sus facciones más esenciales y tomar la decisión de realizar las conductas necesarias para ayudarlo a crecer en forma integral, es decir, en todos los aspectos de su personalidad.Esto quiere decir que el amor humano es como el sustrato fundamental de las otras formas de amar. En este sentido, el amor humano es universalista porque implica la capacidad de amar a cualquier ser humano. Así, el que aprendió esta forma de amor, sabe ser un buen hermano, un buen amigo, un buen hijo, un profesional amable, un sacerdote cariñoso, una religiosa servicial, un esposo amante, un padre amoroso, un enamorado de Dios, etcétera.El amor erótico, entre hombre y mujer, activa por entero la sexualidad y tiende, por su misma naturaleza, a las relaciones genitales. Tiene sin embargo, rasgos de verdadera espirituali­zación, puesto que contempla el cónyuge como un Tú digno de respeto y veneración, porque se le ama.Este modo de amar no se contenta con buscar el crecimiento del esposo o la esposa. Aparte quiere realizar el “compartir” de los sexos en el que se realiza la unidad de lo humano. Concreción de esa unidad en la dualidad es el hijo.. .Desde este punto de vista, se comprende que una vez nacidos los hijos, el hecho del divorcio es muy relativo. Es verdad que los padres se separan y, tal vez, realizan un nuevo matrimonio, pero los hijos siguen siendo un símbolo de la unidad indisoluble del matrimonio.Al hablar de la dinámica evolutiva de la sexualidad, recorda­mos que hay un proceso de diferenciación. Al adolescente le gus­tan todas, al jovencito, un grupo de chicas con determinadas cua­lidades y al joven adulto, una sola.Esta tendencia al compromisocon una sola persona del otro sexo, explica en parte, el afán de exclusividad propio del amor erótico. Este no se comparte mien­tras el amante conserva una buena dosis de salud mental.Por su naturaleza, el amor erótico encierra una especie de trampa. Porque busca como canal de expresión las caricias sen­suales, el estrechamiento corporal y las relaciones genitales, puede producir una sensación de caducidad y también de hastío. En efecto, al hablar del enamoramiento, mencioné este hecho. Con el apagamiento del apetito sexual, se pierde interés por el otro, si no existen los lazos de por sí irrompibles del amor.El amor a sí mismo suele ser un reflejo de que se ha apren­dido a amar a los demás. Parece ser el más difícil de vivir. Yo tengo la impresión de que a mayor cercanía, mayor dificultad para amar. Por lo mismo, resulta más fácil amar a quienes viven lejos o a los que atendemos, tal vez, con una entrevista semanal de una hora.En realidad, el propio Yo representa al prójimo más próximo. Tenemos que soportarlo siempre, incluso en los sueños, en los que se esconde tras mil disfraces.Nunca dejamos de ver lo que nos disgusta en nosotros mismos, mientras no se produce un cambio de mentalidad y de comportamiento en nuestro Yo. Por lo mismo, nos fijamos más en la capa del Yo que llamábamos el Yo cerebral y, algunas veces, acabamos odiándonos.En el mejor de los casos, no confiamos en nosotros mismos, nos volvemos tímidos o inseguros y bloqueamos nuestra experiencia y nuestros mejores recursos. El egoísmo viene a ser, en este contexto, una forma de odio contra sí mismo. Al ser egoístas pretendemos tener más que lo realmente necesario, en cualquier nivel, económico, afectivo, cultural, etcétera.Sobre todo, nos aislamos en cuanto que olvi­damos los derechos y necesidades de los otros. Y no hay nada más destructivo que la soledad hecha de rompimiento y separa­ción respecto a los demás. Ya decía W. James:"Si quisiéramos castigar muy severamente a alguien no podríamos pensar nada peor que, si fuera físicamente posible, dejarle frecuentar libremente la sociedad sin que nadie le hiciese caso. Si al entrar en cualquier parte nadie jamás volviera la cabeza, si nadie contestara nunca a nuestras preguntas, si nadie prestara atención a nuestra conducta, si todo el mundo nos tratara como si sólo fuéramos aire y se condujeran con nosotros como si no existiéramos, se levantaría rápidamente en nuestra alma una cólera y una desesperación impo­tentes, ante las que quedarían pálidos los más crueles martirios corporales".El egoísmo es por esencia antisocial y, por lo mismo, autodes­tructivo. Entonces no hay que confundirlo con el amor a sí mis­mo. Este tampoco es el narcisismo en el que, según Freud, la libido o energía sexual se orienta hacia el propio Yo.El amor al propio Yo significa respeto y auto aceptación, afán de crecimiento, auto comprensión, conductas que desarrollan el Yo Luminoso -relaciones ínter personales profundas, ayuda a los más pobres, estudio, contacto con la naturaleza, oración, des­canso, ejercicio físico, alimentación balanceada, etcétera.Hasta cierto punto considero que es verdad lo que algunos sostienen, el que no se ama a sí mismo, no es capaz de amar a los demás. Tal vez a los otros se les respeta y se les ama bastante, pero la falta de amor al propio Yo, que también es persona, revela que el aprendizaje del amor tiene todavía sus lagunas.
4. EL AMOR, ALMA DE LA SEXUALIDAD HUMANA
En el capítulo segundo comparé la genitalidad con el núcleo de sol y el amor con sus rayos. Insisto en la misma imagen para explicar que el amor es como el alma de la sexualidad humana.Sabemos bien que el núcleo no está presente -con sus carac­terísticas naturales- en los rayos solares. En cambio, estos sí están presentes en el núcleo, puesto que de él se derivan a través de las llamas.Sabemos que la teoría aristotélico-tomista del alma supone que ésta se hace presente en la totalidad de la persona humana,como un principio de unidad en la diversidad. En efecto, en un individuo hay elementos muy diversos, sin embargo, él se siente uno y funciona como una unidad organizada.El alma también es principio de continuidad en el devenir. Vemos que el hombre cambia mucho en las diferentes etapas de su vida, sobre todo, en la infancia.A pesar de sus mutaciones, hay algo que permanece en él y lo conserva idéntico a sí mismo. Ese principio de identidad y continuidad en el cambio, es lo que se conoce como alma en la filosofía realista de

Aristóteles y Santo Tomás.Pues bien, yo me doy cuenta que el amor juega en la sexualidad unpapel semejante al del alma en el ser humano. Porque el amor dasentido a la sexualidad, la penetra en su totalidad, si el individuo ha crecido como persona, la hace creativa en perspectiva huma­na y la hace más placentera en su aspecto genital.Considero que el amor da sentido a la sexualidad porque la orienta decididamente al encuentro con el Tú. Por consecuencia, el amor evita que se utilice al otro como un medio para la pro­pia realización personal, sexual o genital. Más allá de la autorrea­lización, el amor consigue que las energías acaparadas por la genitalidad pongan su meta en el servicio del Tú.Por otra parte, el amor penetra toda la dimensión sexual de la persona cuando ésta se ha desarrollado como tal. Cuando este desarrollo es un hecho, el individuo descubre que su genitalidad y su ternura se ponen al servicio del corazón y éste se deja guiar por la razón y la libertad personal. Lowen ha verificado esta realidad en el ejercicio de la terapia bioenergética.Escribe al respecto:"Las tensiones musculares crónicas que bloquean la libre expansión de la excitación y el sentimiento, se encuentran frecuentemente en el diafragma, en los músculos que rodean la pelvis y en la parte superior de las piernas.Si se les libera de su tensión por medios físicos y psicológicos a la vez, el individuo empieza a sentirse 'conec­tado'. Esta es la palabra que ellos mismos emplean. La cabeza, el corazón y los órganos genitales. o sea, el pensamiento, el senti­miento y la sexualidad ya no constituyen partes separadas ni funcio­nes distintas.La sexualidad se convierte cada vez más en expresión de amor, con un mayor placer proporcional. e invariablemente cesa todo comportamiento promiscuo en el cual se hubiera estado pre­viamente enredadoSi la sexualidad, como relación genital con el cónyuge, no espermeada por el amor, entonces no produce la unión inter­personal esperada ni desata el efecto placentero que se desea. Freud había subrayado este hecho hace ya 70 años. Después de mencionar un caso de impotencia, escribe:"En el caso que nos ocupa no han llegado a fundirse las dos corrien­tes cuya influencia asegura una conducta erótica plenamente normal: la corriente 'cariñosa' y la corriente 'sensual' ".En este mismo sentido, Freud hizo una observación de mucha actualidad para el hombre contemporáneo. En el trabajo apenascitado, añade:"El daño de la prohibición inicial del goce sexual se manifiesta en que su ulterior permisión en el matrimonio no proporciona ya plena satisfacción. Pero tampoco una libertad sexual ilimitada desde un principio procura mejores resultados.No es difícil comprobar que la necesidad erótica pierde considerable valor psíquico en cuanto se le hace fácil y cómoda la satisfacción. Para que la libido alcance un alto grado es necesario oponerle un obstáculo, y siempre que las resistencias naturales opuestas a la satisfacción han resultado insuficientes, han creado los hombres otras, convencionales, para que el amor constituyera verdaderamente un goce...En este sen­tido puede afirmarse que la corriente ascética del cristianismo creó para el amor valoraciones psíquicas que la antigüedad pagana. no había podido ofrendarle jamás. Esta valoración alcanzó su máximo nivel en los monjes ascéticos, cuya vida no era sino una continua lucha contra la tentación libidinosa„.Pero, el amor no sólo asegura una conducta erótica plena­mente normal, como afirma Freud. Además, abre la posibilidad de un uso creativo de todas las energías que, en forma tan exce­siva, se ponen al servicio de la genitalidad a partir de la adoles­cencia.No basta por ejemplo, que las relaciones íntimas de los esposos se vuelvan más placenteras con la presencia del amor. Hace falta que el amor oriente toda la vida sexual hacia la crea­ción del otro como persona.Ya he tocado el punto referente al incremento del placer cuando los esposos se unen genitalmente como expresión de amor.Al hablar ahora del papel que el amor juega en la sexualidad, quiero señalar una diferencia entre genitalidad y amor. La pri­mera es más espontánea, casi instintiva.En cambio, el amor supone el esfuerzo de la voluntad que decide libremente buscar el crecimiento del otro. Se comprende entonces que el amor hay que aprenderlo.El sexo y sus deseos nos son dados por la naturaleza, pero en cam­bio, el amor, nosotros debemos aprenderlo".',,"Es obvio que aprendemos el amor a partir de las experiencias tempranas de relación con la madre. Si ésta es cariñosa, atenta y cuidadosa, despierta en el niño una respuesta de atención a la madre, de aprecio para ella como un ser único e insustituible. Aunque este comportamiento del niño sea interesado, no deja de producir en la madre la reacción de sentirse amada.Así pues, la evidente satisfacción del infante, cuando sus necesidades son satisfechas, hace que los padres se sientan amados. Desde este punto de vista, el niño no es tan sólo una esponja emocional que no hace otra cosa que demandar y absor­ber amor. De ninguna manera. El niño a su nivel también es una fuente de amor para sus padres.Aparte, el niño aprende a amar viendo las manifestaciones físicas de ternura y amor que otros, en especial la madre, le brin­dan. De hecho, algunas investigaciones demuestran que la ca­rencia de estas manifestaciones de cariño, hace. que los adultos no sean capaces de acariciar y de manifestar físicamente el amor a la novia, a la esposa, a la amiga, a los hijos, al esposo, etcé­tera.También aprendemos a amar mientras vemos y sentimos el amor que nuestros padres se tienen y se expresan uno al otro. Las relaciones entre ellos son para nosotros un modelo, tanto en la parte de éxito como en la de fracaso en su amor erótico. Ade­más, observamos este modelo durante un periodo muy largo de nuestra vida.Dado que los niños aprenden a socializarse mediante la adap­tación, la imitación y la identificación, resulta normal que si estos procesos son referidos a unos padres amantes, el hijo acaba adquiriendo un comportamiento que podemos calificar como amoroso.Todavía en la infancia, pero sobre todo en la adolescencia, aprendemos el amor a partir de las relaciones con los propios hermanos, con los amigos y compañeros y también con base en las costumbres y patrones de conducta que caracterizan nuestra cultura y sociedad.Sin embargo, ya en la juventud y en la vida adulta, el amor se aprende como un arte. Yo comparto, desde el punto de vista psicológico, las teorías de Eric Fromm. El pasado familiar y el ambiente social, generan una predis­posición, una especie de talento innato para el amor. Sin em­bargo, el individuo tiene que desarrollar sus aptitudes a base de esfuerzo, dedicación y práctica constante, tal como sucede en el aprendizaje de un arte cualquiera.Este aprendizaje exige, en primer lugar, disciplina. No una disciplina rígida, pero sí capaz de garantizar una buena dispo­sición de ánimo, la eliminación de obstáculos y el tiempo nece­sario para la práctica diaria del arte de amar.También es necesario un maestro. Sabemos que Miguel Ángel y Rafael, lo mismo que otros pintores y artistas, tuvieron un maestro que les ayudó a desarrollar su talento genial. Otro tanto ocurre con el amor. Se aprende más eficientemente con las orientaciones de un maestro. Este no tiene que imponer sus juicios y su estilo personal. Su tarea es la de realzar e impulsar las potencialidades para el amor que ya existen en el interior del discípulo.Se trata, por otro lado, de un elemento esencial de la exis tencia humana y del crecimiento de la persona. De ahí la impor­tancia en la elección del maestro, con cuya ayuda pretendemos aprender el arte de amar. Se esperaría que sean capaces de enseñarnos a amar los sacerdotes, psicoanalistas, psicoterapeu­tas, papás, profesores, amigos, etcétera.Aparte, se requiere paciencia para poder perseverar y em-prender cada día el camino de este aprendizaje, a pesar de los fracasos y errores. Porque en esta tarea está de por medio el corazón, el punto más frágil y sensible de la personalidad, senti­remos con frecuencia la tentación de protegernos y cerrarnos.Si enterramos el corazón evitamos el riesgo de sentirnos heridos y de sufrir de la manera más dolorosa.A la luz de esa tendencia natural a cerrar el corazón, se hace necesaria la esperanza. Con esta actitud podemos experimentar confianza en que un día alcanzaremos a dominar el arte de amar y podremos amar siempre que así lo decidamos.La esperanza de que mañana seremos lo que no somos hoy, nos anima y alienta para seguir adelante en este proceso de aprendizaje.Pero el amor es un elemento tan central en la existencia del hombre, que merece ocupar el centro de nuestros intereses y actividades.De hecho, los artistas, los atletas, los científicos, las madres ejemplares, los santos, etcétera, han concentrado todas sus energías y su vida cotidiana en aquello que traen entre manos.Así también, el que se da por entero al proyecto de aprender a amar, dedica todos sus esfuerzos y conductas al amor.Come para disponer de las energías necesarias para amar a los demás. Duerme y descansa suficientemente para no estar tenso ni irri­table y poder practicar el amor. Su trato con los demás lo apro­vecha como un entrenamiento en el amor. En fin, igual que el avaro sólo vive para el dinero, el amante todo lo aprovecha para crecer en el amor.Sobre todo lo demás, el amor exige mucha práctica. El ejer­cicio cotidiano resulta inevitable. Pablo Casals llegó a ser el pri­mer chelista del mundo porque, entre otras cosas, ensayaba por lo menos seis horas diarias, incluso en tiempo de vacaciones.Nadie aprende a amar sin una dedicación semejante. Cada día se descubren matices y detalles muy finos en la práctica efectiva del amor. De suerte que sin esa acción constante, por más que se apele a la gracia de Dios, es prácticamente imposible amar al prójimo de verdad.En esta praxis del amor, la persona se ejercita en meterse no sólo en los zapatos del otro, sino incluso en su centro más perso­nal. Allí se esfuerza por conocer los rasgos y facciones más esenciales del otro. Entonces, sorprendido por el valor y belleza incomparables del Yo verdadero del otro, puede mostrarle un respeto profundo y una valoración que ayudan al otro a respetar­se y valorarse.Cuando hay amor al otro, no hace falta la intimidad de un consultorio o de un confesionario para expresarle el valor y gran­deza que descubrimos en él. A través de una broma, con un comentario insignificante, mediante un diálogo franco y directo, podemos hacerlo consciente de aquello que.es potencialmente y de lo que puede lograr si desarrolla sus potencialidades.Más adelante, a partir de la reflexión teológica de este traba­jo, tendré ocasión de compartir mi experiencia acerca del papel que la apertura a Dios juega en el amor.Para cerrar este capítulo sobre amor y sexualidad, menciona­ré algunas diferencias entre la forma de amar propia del hombre y la de la mujer. Es algo que se aprecia mejor en el amor erótico.Es obvio que cuando se trata de los elementos fundamentales del amor, en especial aquello de crear al amado, no se puede señalar ninguna diferencia.Algunas investigaciones muestran que en el amor erótico, que se orienta al matrimonio, la mujer tiende a ser más posesiva y también más racional que el varón.Esto último se debe a que en muchos aspectos -afecto, seguridad, dinero, etcétera-, la mujer suele depender del marido. Por ello considera con cierta frialdad racional, si él es amoroso, fiel, responsable y capaz de brindarle la seguridad que necesita.'El hombre, por su lado, se caracteriza por un extremismo que lo lleva del romanticismo al deporte de jugar con el amor. Esto último significa que dice palabras que sólo contienen pasión, por lo general, de tipo erótico o genital. Pero no hay un propósito de compromiso serio con el otro, para que crezca en su Yo ver­dadero. En este sentido juega al amor.Que el hombre es más romántico que la mujer, no acaba de resultar claro, a pesar de las investigaciones realizadas en forma directa. El amor romántico lleva una carga mayor de idealiza­ción de! amado, los sentimientos de ternura y afecto son desbor­dantes, la tendencia a las relaciones genitales es fuerte, pero no entra en primer plano, los detalles circunstanciales -lugar, tiem­po, clima, etcétera-, son percibidos y recordados en detalle, la gana de fidelidad en las buenas y en las malas es efectiva, etcé­tera.En algunos aspectos se demuestra que los hombres son más románticos. Por ejemplo, se ha detectado que ellos son más vul­nerables, se entregan más pronto y con mayor ímpetu. En cam­bio, parece que las mujeres, según recordé más arriba, son más precavidas para involucrarse. Por otro lado, los hombres se aferran más fuertemente a un romance y, al parecer, sufren más cuando se cortan las relaciones amorosas.Sin embargo, se ha descubierto que las mujeres, cuando la relación está en su momento más intenso, experimentan la eufo­ria y la agonía del amor con más intensidad que los varones. Y también suelen ser más fieles una vez que han decidido entre­garse. Antes de esto son muy cautelosas en mostrar sus senti­mientos.El lector, a la luz de su experiencia, estará de acuerdo con­migo, probablemente, en que hoy día no es fácil advertir diferen­cias muy marcadas entre el hombre y la mujer, si aman de ver­dad. Ella es vulnerable y sufre tanto como él, cuando hay una crisis, separación, infidelidad, etcétera. También es cierto que una y otro gozan hasta el éxtasis, cuando sus corazones se fun­den en el amor. TQM. P PEPE
Publicado por P. José Forbes sdb en 10:29 0 comentarios
Suscribirse a: Entr
razones se fun­den en el amor. TQM. P.PEPE

No hay comentarios: