• RASGOS DE MI PROPIA
IDENTIDAD
1.1 Yo soy luz
humana y cada quien merece estimarse y
respetarse a sí mismo sin límites hasta la eternidad
En
este punto presupongo, con la Biblia y la psicología
Actual, que el ser humano es más que el alma sola. Aunque ésta perdura
más allá de los cambios, del devenir personal y de la muerte, no representa la
totalidad de la persona humana. Ésta es, de hecho, la unidad sustancial de alma
y cuerpo.
Por tanto, la dimensión corporal pertenece a mi
esencia más profunda.
—
Por otro lado, de acuerdo a la física contemporánea, los átomos que configuran mi
cuerpo humano contienen partículas
subatómicas.
Éstas
son como las bolitas de plomo o municiones que las escopetas disparan. En realidad, las partículas
subatómicas aparecen como paquetes de energía. Y se comportan, en definitiva
como ondas de energía.
La
energía puede ser equiparada a la luz. En efecto, la luz
Es
energía. Entonces resulta adecuado afirmar que el hombre, en su dimensión
corporal, es luz. “tú y yo lo
somos”
Esta
afirmación, obviamente, nos remite al Nuevo Testamento, a partir de Jesús, se
sostiene que el hombre es
Luz.
Por ejemplo, Jesús señala con énfasis
positivo:
“Ustedes
son la luz del mundo... Brille vuestra
luz” ante los hombres de modo que al ver tus buenas obras, glorifiquen a
Tu
Padre del cielo” (Mt 5,14. 16).
Es
patente que esta afirmación tiene una connotación
Espiritual y no de tipo físico. Sin embargo,
vale la pena recordarla para dar relieve a lo que nos dice la física: tú eres
luz, porque tu cuerpo está hecho de energía.
1)
Adopta una postura corporal cómoda. Fija tu mirada en los colores y en la luz
que hay en tu ambiente. Afloja tu respiración y deja que la tierra atraiga, hacia
su centro, las distintas partes de tu cuerpo.
2)
Durante tres minutos repite, una y
otra vez, “soy luz”, “soy luz”, “soy luz”. Si quieres, puedes tener los ojos
abiertos para ver los rayos del sol o alguna otra luz. Si prefieres, cierra tus
ojos e imagina una luz. Si no quieres visualizar la luz, simple mente
concéntrate en la palabra “luz”, y
repite con tranquilidad, “soy luz”.
3)
Detecta las sensaciones y sentimientos que experimentas después de estar
repitiendo, durante sólo tres minutos, “soy
luz”.
4)
Advierte que, cualquiera que haya sido tu experiencia, la luz es positiva,
constructiva, hace posible la vida, da lugar a los colores, hace posible la
visión y llena de hermosura y de primores esta tierra.
5)
Por tanto, si no has conseguido despertar sentimientos de autoestima con la simple repetición de la frase, “soy luz”, puedes despertar en ti mismo
la sospecha de ser merecedor de estima y respeto
porque eres luz._
6)
Elige si, de hoy en adelante, cada vez que veas una luz especial -el amanecer,
el sol, alguna lámpara, el crepúsculo, la luna, las estrellas, el brillo de una
sonrisa, etcétera-, te quieres repetir: “soy
luz”, “soy luz”, “soy luz”.
En
mi comunidad, comparto con mis hermanos la experiencia que he tenido con este
ejercicio.”Me decido y comprometo a ser luz, para siempre”
Con
mis hermanos en la “fe” o en forma personal, reconozco que está en manos de mi libertad la posibilidad de reconocerme como
luz, esto es, como una criatura esencialmente bella, positiva, benéfica, capaz
y valiosa.
Yo
existo porque soy triunfador
Todos
queríamos (los millones de es permios ), llegar a la misma meta: a la perla preciosa de la vida que mi madre
había preparado al calor de su vientre. Todos corrieron hacia esa célula
maravillosa, Todos querían conquistar el don de la vida.
Pero yo llegue a la meta primero que ellos. La
membrana de “la perla” materna se abrió y me acogió como si me estuviera esperando.
Apenas entré, la puerta se cerró. En condiciones normales, ningún otro
consiguió entrar.
Con
un triunfo yo mismo conquisté el regalo de la vida. Sí. Es verdad. Mi vida es
un don de Dios. Te me ha concedido por medio de mis padres. Sin embargo,
decidió entregármelo mediante mi propia
libertad e iniciativa. Quiso que yo, desplegando mi pequeña libertad de
entonces, lo conquistara con una victoria mía.
Después
de fusionarse el núcleo de mi célula masculina con el núcleo de la célula
materna, me formé en un triunfador. Efectivamente, de esa célula inicial
proceden todas las
Células
que actualmente configuran mi cuerpo. Así que, sin retóricas ni redundancias, yo
soy un triunfador. Éxito porque soy
triunfador. Si no fueras triunfador, no existiría.
1)
Adopta una postura corporal cómoda y relajada. Escu chas los sonidos que hay en
tu ambiente. Cierra tus ojos y deja que tu ánimo se tranquilice.
2)
Advierté que libre de seguir olvidando que eres triunfador o de continuar
aumentando la conciencia de que Dios te ha dado la vida con un triunfo tuyo.
3)
En cualquier caso, nada te cuesta disfrutar ahora la
Experiencia
de repetir, durante dos o tres minutos, “existo, porque soy más esencial de mi
aporte personal para que mi concepción tuviera lugar ser triunfador”. “Existo,
porque soy triunfador”. “Existo, porque soy triunfador”.
4)
Si he decidido seguir incrementado la conciencia de que soy triunfador, planea
la forma de repetir cada día la frase, “existo,
porque soy triunfador”.
5)
Concretizo mi afán de seguir triunfando, haciendo
Referencia a mi proceso de liberación
personal. Esto significará que, apoyado por la gracia (fuerza divina), quiero triunfar desarrollando mi libertad para amar.
6)
Me convierto, por último, en un
observador de mi mismo. Reconozco que un triunfador y, por lo mismo, aparezco como un ser llenó de
posibilidades, capacidades y valores.
Compartiendo
con mi comunidad poder estimularnos a triunfar en amor a como de lugar.
1.3 Soy persona, un diamante maravilloso para siempre
-
De
acuerdo a la Biblia, como ser humano pose la dignidad ye de persona. A partir
de ciertos rasgos mensurables y concretos, Rogers describe el “proceso de
convertirse en persona” Cierto, cada ser humano es una persona. Nadie lo niega
ni lo duda. Es una realidad aceptable. Sin embargo, todo individuo es persona
solamente en forma potencial.
Tengo
la posibilidad de convertirme en persona, porque soy persona en germen. E igual
que el camino ordinario para convertirme en persona es, más que nada, la
experiencia del amor incondicional.
Cuando alguien me ama sin condiciones, me hace sentir que soy
valioso y merecedor de estima y respeto. Me hace sentir que a nivel de ser o
identidad, sin ninguna referencia especial a lo que hago o posea.
Sin
embargo, también puedo intentar un camino personal para reconocer me persona.
En la medida en que como tal, que soy digno de estima y amor.
Adopto
una posición corporal cómoda. Escucho los
Sonidos
del lugar. Percibo los colores que me rodean. Capto la temperatura de mi
rostro. Suelto mi respiración.
2)
Recuerdo algunos detalles que me caracterizan como un ser “único e
irrepetible”: mi cuerpo, rostro, modo de sentir,
Opiniones,
etc.
3)
Despliega mi autoconciencia y advierto el color de la ropa que llevo puesto, el
peinado de mi cabello, el ritmo de mi respiración, el sentimiento que ahora
predomina en mi ánimo.
4)
Evoco alguna experiencia en la que yo reconocí.
Propietario
o responsable de mis pensamientos,
sentimientos o comportamiento. Reviso ese momento en que me sentí responsable.
¿Qué
veo en esos instantes?
¿Qué
escuché en ese lugar?
¿Qué
sentí en mi cuerpo y en mi ánimo al
admitir mi propia responsabilidad?
5)
Trae a la memoria alguna ocasión en que, en modo
Consiente
y deliberado, he utilizado mi libertad personal. Miro el lugar donde de esta
experiencia. Escucho de nuevo lo que allí oí. Siento en mi cuerpo y en mi ánimo la sensación y el sentimiento que
entonces experimente.
6)
Revivo alguna situación en la que desplegué,
concreta y efectivamente, mi capacidad de amar. Vuelvo al lugar donde ocurrió.
Veo y escucho lo que allí veía y
escuchaba.
Siente
de nuevo toda semilla, que necesito germinar y desarrollar y alcanzar su plenitud.
7)
Recojo en una especie de fotografía las cinco escenas o imágenes en que me
revelo como un ser UNICO e IRRE PETIBLE, AUTO-CONSCIENTE, RESPONSABLE, LIBRE y
CAPAZ DE AMAR.
8)
Mientras contemplo en mi mente esas cinco escenas, repito una y otra vez durante tres minutos: “soy
persona feliz “soy persona feliz”, “soy persona feliz”,”.
9)
Establezco en qué momento del día puedo garantizar la repetición de esta misma
experiencia.
Si
formas parte de una comunidad de buscadores de excelencia, planeamos juntos con ellos un camino para impulsarnos
recíprocamente en el proceso de convertirnos en personas.
Tal
vez, por cuenta propia, puedo desplegar la actitud de amor y respeto recíproco,
con el fin de acelerar dicho proceso. Aunque, por ahora, el acento recae en la
realidad de persona. Simplemente porque somos personas somos acreedores de la
autoestima. -
1.4” Soy imagen de Dios”
Ya
en sí la palabra persona sugiere que cada uno es valioso, capaz y digno de
estima y respeto. Aquí, en el ser personal de cada criatura humana se siembran
los derechos humanos.
“Y dijo Dios: ‘llagamos al
hombre a nuestra imagen y semejanza; que ellos dominen los peces del mar, las
aves del cielo, los animales domésticos y todos los reptiles’.
Y creó Dios al hombre a su
imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Gen 1,26-27).
En
efecto, todo lo que soy y todo lo que hay en mí de alguna manera, refleja el ser mismo de Dios.
Es
en verdad imagen de Dios. De ahí que el salmista alabe a
Dios por la creación del ser humano:
“Lo has hecho poco menos que un dios, de
gloria y honor lo has coronado, le has dado el mando sobre las obras de tus
manos; todo lo has sometido bajo sus pies” (Sal 8,6-7).
Porque
el hombre está hecho a imagen de Dios, es posible que Dios sea representado,
como hace la Biblia, con imágenes y comparaciones humanas. Tanto más que, en la
plenitud de los tiempos, Dios mismo en la persona de su Hijo, se hizo hombre.
Jesús, en efecto,
“es la imagen de Dios invisible” (EF 1,15), “pues
en él reside corporalmente la plenitud de la divinidad” (EF2,9). En razón de
esto, san Ireneo explica que, para crearnos a su imagen y semejanza, Dios nos
hizo a imagen de su Hijo que se encarnaría en el tiempo establecido por El.
En
consecuencia, todo lo que hay en mi está hecho a imagen de Dios:
• CUERPO (vida, sentidos, cerebro,
etc.)
• PENSAMIENTO (representación, memoria,
conocimiento, etc.)
• SENTIMIENTO (estados de ánimo, emociones,
etc.)
• COMPORTAMIENTO (capacidad de actuar y crear)
• LIBERTAD PARA
AMAR
• ALMA o IDENTIDAD
1)
Tomo una postura corporal cómoda y relajada. Suelta mi respiración. Percibo los
colores y sonidos de mi entorno.
2)
Reviso mi cuerpo y fija tu atención en alguna de sus
Cualidades que más me sorprenden.
3)
Pienso por unos momentos, que soy capaz de pensar. Pienso en las enormes
posibilidades que mi pensamiento me ofrece.
4)
Advierto cuál es mi estado de ánimo y sentimientos
que
Palpitan,
ahora mismo, en mi corazón.
5)
Reconozco mis habilidades para actuar y
considero algún
Pensamiento u obra original que Yo podría crear.
6)
Admira mi propia libertad, sobre todo mi libertad para
AMAR.
7)
Valoro MI centro personal mi espíritu que da cohesión y
Unidad
a todas las distintas partes de mi
personalidad.
8)
Teniendo en mente uno o más de estos atributos de mi
Ser,
repite con admiración y gratitud, “soy una imagen de Dios”, “soy una imagen de
Dios”, “soy una imagen de Dios”. Tómate dos o tres minutos en esta toma de
conciencia.
9
Comparte con alguien la experiencia que se aviva en MI
Ser
al reconocer este rasgo central del núcleo de MÍ identidad.
Si
este ejercicio ha sido realizado en COMUNION, entonces pueden ayudarse unos a
otros a elaborar un plan. Se trata de garantizar un momento cada día para
reavivar la conciencia de ser, cada uno de nosotros, una “hermosísima y acabada imagen de Dios”, como nos recuerda san Juan de la
Cruz.
1.5 Soy hijo de Dios
El
único Hijo de Dios desde toda la eternidad, es Jesucristo. Nosotros llegamos a
ser hijos de Dios a través del mismo Cristo.
En
el prólogo de su evangelio, san Juan describe al Hijo de Dios encarnado como la
“luz verdadera”. Luego afirma, “a los que la recibieron los hizo capaces de
llegar a ser hijos de Dios” (JN 1,12).
Por
medio del bautismo, que en las religiones no Cristianas ocurre a nivel de “un deseo implícito”, los hombres somos
renovados en el núcleo más profundo de nuestro centro personal. Esto lo
sostiene Jesús cuando dice a Nicodemo:
“Si uno no nace de
agua y Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. De la carne nace carne,
del Espíritu nace
Espíritu. No te
extrañes si te he dicho que hay que nacer de nuevo” (JN 3,5-7).
Por
el poder del Espíritu y unidos al Hijo, llegamos a ser verdaderos hijos de
Dios. Así todo creyente “es una criatura
nueva” (2 COR 5,17).
El núcleo, pues, de
MI identidad consiste en que soy hijo de Dios. Nada hay en mí que sea más
valioso, profundo, digno de estima y perfecto que mi realidad de hijo de Dios.
Delante
de mi mismo, estoy frente a la joya más preciosa del universo. Mi ser o
identidad de hijo de Dios vale más que todo el universo. En cuanto hijo de Dios
soy más precioso, capaz y digno de estima que todo lo mejor de la creación. Mis
posibilidades, en cuanto hijo de Dios, son de veras ilimitadas. En unión filial
con Dios soy un tesoro de gracia y hermosura, que merece todo respeto y estima.
En
concreto, pues, soy “partícipe de la naturaleza divina” (2 PE 1,4). Imagínate
injertado en el ser de Dios. Así Dios te comparte, en germen por ahora y
plenamente en la eternidad, lo que El es, sabe, puede y goza.
“Ved qué grande
amor nos ha mostrado el Padre: que nos llamamos hijos de Dios y lo somos... Ya
somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que seremos. Nos
consta que, cuando aparezca, seremos semejantes a él, pues lo veremos corno él
es” (1 JN3,1-2).- -
1)
Busco una posición corporal confortable. Gozo lo que hay de bello a mí alrededor.
Escucho los sonidos del lugar. En cuanto a mi cuerpo, yo sé cómo experimentar
sensaciones placenteras como las que sientes con el calor de los rayos solares
en un día invernal.
2)
También puedo sentir que la hermosura, capacidades, valor y gracia de mi
identidad, en cuanto hijo de Dios, superan toda descripción.
3)
Me sumerjo en el océano de mi grandeza y posibilidades con sentimientos de
gratitud, respeto, estima y amor...
4)
Se, por experiencia, lo que es la sorpresa y admiración ante algo que me fascina.
Éste es el estado de ánimo que mi identidad de hijo de Dios puede despertar en “mí”.
5)
Llevado de la gratitud, estima y admiración repito durante tres minutos: ‘soy
hijo de Dios”. “Soy hijo de Dios”. “Soy hijo de Dios”.
6)
Escojo una hora especial, como puede ser el último minuto antes de quedarte
dormido, para repetirme a mi Dios Padre con toda la fuerza de mi amor y gratitud,
“Padre, soy hijo
tuyo”.
“Padre, soy tu hijo”.
“Padre, soy tu
hijo”.
7)
Busco la oportunidad de compartir con alguna persona esta toma de conciencia de
mi identidad de hijo de Dios.
Dentro
del grupo, respetando la fe religiosa de cada
Participante, se puede compartir el gozo de ser todos hijos de un mismo Padre.
Al mismo tiempo planean un modo práctico para ser más plenamente hijos de Dios
en la vida diaria, Jesús ofrece algunas sugerencias en el evangelio.
(Mt
5,9. 16.43-48).
2. AUTOIMAGEN: EN POS DE LA IMAGEN
DE DIOS
Cada
uno de nosotros, en forma relativamente inconsciente, posee una imagen de sí
mismo. Así como sabemos reconocer la propia figura dentro de la fotografía de
un grupo, de igual manera reconocemos las características de nuestro propio yo.
Poseemos un concepto implícito de nuestro modo de ser. Sabemos, más o menos,
cómo pensamos, sentimos y actuamos. Al admitir que tenemos un determinado
carácter o personalidad, solemos aludir a la idea que nos hemos formado de
nosotros mismos.
La
importancia de la autoimagen es mayor que lo que de ordinario reconocemos. Ella
es como un filtro. Sólo deja pasar los pensamientos, sentimientos y conductas que corresponden a mis rasgos y
características.
Si
me considero “tímido”; me comporto con timidez. Ni acepto hablar en público. No me atrevo a enfrentar a
los poderosos o a las autoridades. Si pienso que soy “fuerte”, no me vas a
permitir sentimientos de compasión, de fragilidad, de tristeza. Si estimo que soy
“brillante”, no voy a tolerar pensamientos confusos ni ideas imprecisas ni
información incompleta.
Lo
grave viene cuando mi autoimagen es decididamente
Negativa.
Sucederá entonces que la mayor parte de mis
pensamientos, sentimientos y comportamiento serán negativos o destructivos.
Tú
eres luz. Pero tu luz se proyecta de acuerdo a la imagen que tengo de mi mismo.
Imagina
un proyector de videos que ya ha sido encendido para que tenga el necesario
calentamiento. Su luz se proyecta informe y se desparrama por toda la sala.
Entonces recortas la forma de una estrella en un pedazo de cartón negro. Lo
colocas sobre la lente. En consecuencia, la luz se proyecta ahora con la figura
hermosa de una estrella.
Otro
tanto sucede en mi vida. La luz que soy, mi potencial como triunfador, mis
talentos de persona, mi valor como
Imagen
de Dios y mi dignidad de hijo de Dios se proyectan de acuerdo a la imagen que tengo
de mi mismo.
Esta
autoimagen, por otro lado, es el factor que determina con mayor fuerza mi autoestima. Si la imagen de ti misma resulta
bella, atractiva, valiosa, capaz y rica en posibilidades, entonces experimentarás sentimientos de autoestima.
En
cambio, si la imagen que me he formado de mi mismaes fea, desagradable, de poca
valía, de escasas posibilidades, entonces me resultará casi imposible mi estima
propia.
2.1 Cambio de la imagen de mi
mismo
La
psicología actual, nos ofrece buenas noticias respecto a la imagen de si mismo.
La
podernos cambiar.
Tomo
una postura corporal cómoda. Afloja mi respiración saber cómo, soy capaz de
estar tranquilo. Cada día tengo la experiencia de relajarme quedarme dormido, sin darme cuenta completa
2)
Así, lleno de tranquilidad, me es fácil recordar o visualizar los defectos o
rasgos de mi personalidad que no me gustan. Los convierto en un retrato o
imagen de mi mismo. Respondo mentalmente a las preguntas referentes a dicha
imagen:
•
¿Es grande o pequeña?
•
¿Tiene luz o es oscura?
•
¿La ves lejos o cerca?
·¿Está
a colores o en blanco y negro’?
•
¿Tiene movimiento o es estática como fotografía? ¿Esta bien enfocada o
desenfocada?
3)
Deja a un lado esta imagen negativa de mi mismo.
Enseguida
busco las cualidades y todo lo que me
gusta de mi mismo. Responde a las preguntas referentes a mi autoimagen
positiva:
·
¿Es grande o pequeña?
•
¿Está iluminada o a oscuras?
•
¿Está cerca o lejos?
•
¿Aparece a colores o en blanco o negro?
•
¿Tiene movimiento o está quieta?
•
¿Está bien enfocada o desenfocada?
4)
Ahora toma las dos imágenes al mismo tiempo.
Compáralas. Cuál es mayor y más viva.
5)
Si la imagen negativa es mayor que la positiva, está claro que te falta
autoestima. Esta desestima propia puede ser mayor o menor. Todo depende del
grado de intensidad que las características apenas revisadas alcanzan.
6)
El tamaño y predominio de la imagen positiva revela la capacidad de autoestima
personal. En este caso no hace falta continuar el ejercicio. Los pasos
siguientes son como el fundamento del
aprendizaje de la propia estima.
7)Ahora,
sin destruirla, coloca lejos de mi la imagen de lo que no me gusta de mi mismo,
esto es, la autoimagen negativa. Haz la pequeña como un ratoncillo. Oscurécela.
Ponla en blanco y negro. Quítale el movimiento. Desenfócala.
8) Por el contrario, a la imagen positiva de mí
mismo la hago más grande. LA acerco a mí por completo. La cubro de luz. Le doy
vida y movimiento Ilumino sus colores. La enfoco y le doy claridad, nitidez.
Comparto
con alguna persona o con mi comunidad la imagen positiva o real de mismo. Los
agujeros del queso son verdaderos. Pero en sí mismo son nada, excepto ausencia
de queso. De igual manera, mis defectos son reales. En sí mismos, sin embargo,
no son otra cosa que ausencia de las virtudes correspondientes. Y éstas son una
opción para mí. Yo puedo desarrollar todas las virtudes que van a colmar los
huecos de mi personalidad.
2.2 En busca de la imagen de
Dios en mi mismo
Imagina
al hijo de uno de los mayores millonarios del planeta. Siendo niño, viajaba con
sus padres. En una carretera solitaria, sufren un accidente fatal. Sus padres
mueren al rodar el auto barranco abajo. El niño queda inconsciente. Un
campesino lo recoge y le salva la vida. Al brindarle amor, el niño se encariña
con ellos y ellos con él. De hecho, él no recuerda a sus padres a causa del
accidente. Sin embargo, sus parientes ricos lo buscan, sabiendo que es el
heredero de una de las mayores fortunas del mundo.
Ésta
es la historia de cada uno de nosotros. A causa del pecado liemos olvidado que
cada uno de nosotros es una imagen viva de Dios. No sólo ro reconocemos los
rasgos hermosos y atractivos de esa imagen, sino que la hemos sustituido con
una fea, deforme, despreciable. Por ello nos falta autoestima.
Se
impone, por tanto, la búsqueda de los rasgos que caracterizan a cada uno de nosotros con
cuanto imagen viva de Dios.
1)
Busco un lugar tranquilo, si es posible. Procuro una posición corporal cómoda.
Respira hondamente. En algunos días tú sabes adentrarte en mi interioridad con
mucha facilidad. Tal vez hoy sea uno de ellos.
2)
Recupera la imagen positiva de mi mismo. Reconozco las facciones que me
caracterizan en cualquier aspecto de mi cuerpo, pensamiento, sentimiento,
comportamiento, libertad para amar e identidad. Busco lo que más aprecias en mi
mismo.
3)
Advierte luego que lo bueno que
admito en mi sólo son las líneas generales de mi ser, en cuanto imagen de Dios.
Esta, en la mente y en el ser de Dios, aparece con una perfección que supera
infinitamente la belleza y el valor de las obras maestras de los más grandes
pintores de la historia.
4)
Suscita ahora la sospecha de que, con la ayuda de Dios, llegarás a reconocer
cuáles son los rasgos y facciones de mi identidad en cuanto
imagen de Dios. Cuando veo la claridad del amanecer, intuyo la belleza y
colorido de un día sereno y luminoso. De igual manera puedo intuir que me queda mucho por descubrir acerca
del contorno, rasgos y detalles de la imagen de Dios mí.
5)
Me comprometo a seguir buscando mis rasgos que me identifican como tal hasta que
la imagen de mi mismo corresponda, lo más posible, a la perfección y hermosura
de la imagen que Dios tiene de mi en SU SER.
6)
Establece, con la mayor precisión posible, un momento del día en que puedas
asomarme a mi centro personal, en busca de la imagen que Dios tiene de mí. Tal
vez mi búsqueda se convierta en oración y encuentro con el que lleva el retrato
perfecto de tu identidad.
7)
Quiero servirme de una frase dirigida al
Señor, “Dios mío, dame tu luz para conocerme y descubrirme como tu esperas de
mí”.
Con
tu equipo, en especial si es un “grupo de excelencia y plenitud”, hagan un
plan. Decidan los pasos que les permitan liberarse de la imagen negativa y
falsa del propio yo.
Al
mismo tiempo, organicen la estrategia para incrementar la conciencia de los
rasgos de la imagen de Dios que es cada uno de los seres huma nos. Apunten así
hacia la meta de ser libres para reconocerse y actuar como imágenes de Dios.
Una
de las características fundamentales de la autoestima consiste en hablar
positivamente del propio yo. Me refiero no tanto a las conversaciones que
sostenemos con los demás, sino al “compartir interno” con nosotros mismos.
Allá
en la intimidad del propio “sentir” somos capaces de hablar bien o mal,
constructiva o destructivamente de nosotros mismos.
La
desestima, como podrás suponer, implica un “compartir de corazón” interno
negativo y autodestructivo. Entonces decimos lo peor acerca del propio yo.
Proferimos palabras negativas y verdaderos insultos en contra de nosotros
mismos.
En
efecto, nosotros somos como la tierra. Así como ésta tiene dos polos, nosotros
poseemos dos polaridades. La de arriba, que conocemos como “conciencia”, tiende a comportarse como policía, juez y verdugo a
un tiempo.
Esta
conciencia crítica no corresponde, en efecto, a la con ciencia de la esencia. La
auténtica con ciencia moral está en el centro personal y no en la parte
superior de nuestro ser. Además esta conciencia nos deja “escuchar”, por la fe,
la voz de Dios. Una voz misericordiosa, constructiva y alentadora del cambio,
de la liberación personal y del desarrollo humano espiritual
Cuando
mi conciencia crítica ve que he hecho algo ligera mente malo, me lo reprocha,
haciendo que me digas, “ tonto! ¿Cómo no se me ocurrió reaccionar de otra
forma?”
Mi
conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está
solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella llenas aliento y Amor.”.
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