sábado, 24 de marzo de 2012


. ANCLAJE DEL CAMBIO
El cambio personal, sobre todo a nivel de identidad, necesita instalarse en nuestro sistema nervioso, para convertirse  en una actitud o modo de ser. De veras habremos adquirido una identidad diferente, un Comportamiento nuevo, verdadera libertad emocional, si estamos en grado de usar tal adquisición en forma libre y eficaz.
La creación de hábitos o modos de ser garantiza el despliegue de nuestra libertad. En efecto, los pianistas, atletas, pilotos y cuantos desarrollan una habilidad particular, son testigos de la necesidad que tenemos de crear hábitos. Esas personas poseen la libertad de realizar ciertas acciones con perfección.
Todos tenemos la libertad y capacidad de instalar en nuestro sistema nervioso ciertas habilidades. Para este fin echaremos mano del proceso de condicionamientos como los que PAVLOF estudió Recordemos el experimento realizado con un perro. Pavlov le mostraba un pedazo de carne. El perro empezaba a salivar. Luego le entregaba Pavlov el pedazo de carne. Repitió esta operación varias veces. Un día empezó a sonar una campana al mismo tiempo que presentaba la carne y el perro estaba salivan do. Finalmente, probó a sonar la campana solamente. El perro produjo la misma cantidad de saliva, como si estuviera viendo la carne.
En cuanto que podemos hacer uso de estos condicionamientos en forma deliberada y libre, PNL prefiere llamarlos anclas. Estas son soltadas y recogidas libremente por los marineros. Y así son los condicionamientos humanos desde el punto de vista de PNL. Para la segunda corriente de psicología, el Conductismo, los condicionamientos son considerados como un influjo externo que tenemos que soportar pasivamente. Por el contrario, para PNL son un asunto de elección. Nosotros escogernos los que queremos tener, eliminar o crear.
A- Las anclas en Jesús
¿Qué es un anda? Es un estímulo sensorial (visual, auditivo, kinestésico, olfativo, gustativo), que dispara automáticamente una reacción corporal. Esta suele ser de tipo emocional y conductual. El cuerpo, no la mente sola, actúa en dicha reacción automática.
Los semáforos son anclas, porque disparan una reacción corporal en los conductores. Ante la luz roja, dejan de acelerar. De inmediato oprimen el clutch para hacer cambio de velocidades. Luego empiezan a pisar sobre el pedal del freno. Mueven el volante para detener el vehículo en el sitio correcto... Toda esta serie de acciones es ejecutada por ellos mientras discuten acaloradamente con la persona que va a su lado...
Además de los semáforos, existen en nuestra vida otras muchas anclas. No sólo son visuales, sino también auditivas, kinestésico, olfativas y gustativas. Cuando cierta melodía dispara en ti un especial estado de ánimo, puedes estar cierto de que esa melodía es un anda para ti.
Tal vez alguien estrecha tu mano en un modo particular e, instantáneamente, te sientes apreciado y hasta anudo. ¿Por qué’? Porque tu padre usaba esa forma exacta de apretar tu mano, cuan do te expresaba su amor. Y tal saludo se convirtió para ti en un anda.
Es posible que una clase de pastel despierte en ti sentimientos de alegría... Porque en tu infancia comías ese mismo pastel en los momentos en que te sentías feliz dentro de una reunión familiar. El sabor del pastel está registrado en tu cerebro como un anda.
Jesús, en cuanto Hijo del hombre, tiene sus propias anclas. Aunque no es fácil detectarlas en los evangelios, hemos de supo ser su existencia. De otra manera Jesús no sería verdadero hombre. Y ¿cuáles podrían ser las anclas de Jesús?
Probables anclas de Jesús
“Se le acerca un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: ‘Si quieres, puedes limpiarme’. Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: ‘Quiero, queda limpio’. Y al instante, le desapareció la lepra” (Mc 1.40-41).
Me parece que en esta ocasión nos hallamos frente a una reacción automática de Jesús. Probablemente cierta expresión en la cara del leproso o un determinado tono en su voz, dispara un sentimiento de compasión en Jesús. Luego de comprobar su fe, y movido por su reacción afectiva, sana al leproso.
Esta respuesta de Jesús se asemeja al proceso que conocemos como anclaje, en términos de PNL. Ciertamente no estoy negando la libertad de Jesús, Estoy seguro de que libremente escoge reaccionar con compasión y amor ante cierto estímulo visual o auditivo.
De acuerdo a la imagen que tengo de Jesús, considero que él ha elegido libremente las anclas que quiere tener. Estas, si se refieren a reacciones constructivas, corresponden a los hábitos buenos que llamamos virtudes. Tales hábitos nos dan la capacidad y la facilidad de hacer el bien o de actuar con excelencia moral. El amor, es un hábito que nos dispone a reaccionar con benevolencia frente al comportamiento ajeno, sea bueno o malo. Así que mientras no se convierta en anda, el amor puede ser más deseo que realidad.
Al acercarme ahora a las reacciones automáticas de Jesús, pretendo subrayar el arraigamiento de su virtud. Al mismo tiempo enfatizo la importancia de las anclas en nuestra vida diaria. Las anclas nos permiten vivir el cristianismo con excelencia.
El tocamiento de la “orIa de su manto”, representa para Jesús una probable anda kinestésica.  Apenas toca alguien su manto, él entrega automáticamente el auxilio de su poder. “Dondequiera que entraba, en pueblos, ciudades o aldeas, colocaban los enfermos en las plazas y le pedían que los dejara tocar siguiera la orla de su manto; y cuantos la tocaban quedaban sanados” (Mc 6,56).
Por lo visto, este hecho ha sucedido muchas veces. Jesús puede ayudar a la gente en modo automático. El tocamiento de su ropa dispara en él una reacción de poder y de sanación. Pero no se trata de un proceso inconsciente. De ninguna manera. Recordemos la sanación de la hemorroisa “Habiendo oído Jo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. Pues decía: ‘si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré’. Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal. Al instante, Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de él, se volvió hacia la gente y decía: ‘ me ha tocado?’...
Los discípulos casi se ríen de él. Con cierto humor, le contestan: “Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: ‘ me ha tocado?’. Pero él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho. Entonces, la mujer, viendo lo que había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante él y le contó toda la verdad. El le dijo:
‘Hija, tu fe te ha sanado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad” Marcos 5,27-34.
Como esta anda kinestésico, Jesús debe tener otras muchas. Lo supongo porque él asumió nuestra humanidad. Y aunque esas otras anclas no estén descritas en los evangelios, tal vez podemos intuir- las...

Jesús como ancla cristiana
En verdad, Jesús mismo aparece corno un ancla para los cristianos. Su rostro, o su voz, o su figura, han sido un anda poderosa para sus apóstoles y discípulos. Probablemente les bastaba recordar su rostro para disparar un estado emocional de paz, alegría, esperanza, entusiasmo...
El nombre de Jesús es un anda más concreta. En el himno que Pablo cita en su carta a los Filipenses, hay una frase que sugiere la asociación entre el nombre de Jesús y un estado de adoración. Como si a! escuchar ese nombre el cuerpo del cristiano reacciona se doblando la rodil/a.
Por lo cual Dios le exaltó
y le otorgó el Nombre,
que está sobre todo nombre.
Para que al nombre de Jesús toda rodil/a se doble
en los cielos, en la tierra y
en los abismos’ (Fil 2,9-10).
Me imagino a los primeros cristianos repitiendo el nombre de Jesús durante el tiempo de oración. Mientras estaban experimentando sentimientos profundos y vivos de reverenda, devoción, paz y alegría extática, ellos pronunciaban ese Nombre. Así asociaron la palabra Jesús y esos sentimientos positivos. Por tanto, con sólo decir, Jesús, revivían automáticamente esos sentimientos. Y los podían disfrutar en cualquier sitio, en casa, en la calle, en el trabajo... Les bastaba con repetir, Jesús,..
En las catacumbas de Roma, por otro lado, los cristianos grababan la figura del anclo con mucha frecuencia. La razón está en que, desde cierta perspectiva, el anda tiene forma de cruz. Por tanto, los cristianos adoptaron el anda como símbolo de Cristo. Más aún, el anda es un ‘símbolo de esperanza que se afinca en la fe, porque la promesa de Dios es para los fieles ‘corno un anda para el alma, simultáneamente segura y firme’ Hebreos6,l8,19)0.
Este hecho me recuerda una experiencia psicoterapéutica y espiritual. Un amigo mío sufría una depresión combinada con ciertas fobias. Su esposa tuvo que llevarlo en su auto a verme. El se sentía incapaz de conducir. Para combatir su depresión y sus fobias le enseñé a usar, entre otras cosas, el poder terapéutico de la meditación Siendo cristiano, aprendió a meditar con la repetición del nombre de Jesús. Poco a poco fue asociando ese nombre con sentimientos  de paz, confianza y alegría,
Más tarde, al con su coche de nuevo, usaba el nombre de Jesús corno un anda. Apenas empezaba a sentir miedo o ansiedad, él repetía, “Jesús, te amo”; “Jesús, te amo”; “Jesús te amo”; (al corno hacía durante su meditación en la mañana y en la tarde, Por este camino logró superar sus sentimientos de tristeza y sus fobias.
Es posible que tú también transformes e] nombre de Jesús, alguna imagen de él o cualquier otro símbolo cristiano en un anda. Mediante esa anda, tú juntas los efectos poderosos del condicionamiento cor la gracia que nos viene de Jesús.
Crear y colapsar anclas
Ciertamente es posible que establezcamos tantas anclas cuantas queramos. Las creamos continuamente, pero sin darnos cuenta. Nuestra vida diaria está llena de anclas, Gracias a ellas nuestra vida se simplifica, Al mismo tiempo., por medio de citas podemos utilizar nuestros recursos y habilidades cada vez que lo decidirnos.
Podernos crear anclas para nosotros mismos o para los demás. Es inevitable que surjan cuestionamientos de tipo ético cuando PNL habla de anclar a nuestros semejantes, Y es lógico, pues podemos usar las anclas para manipular a los demás,
Pero también existe otra posibilidad, Podemos usar las anclas para la liberación de nuestro prójimo, Así las emplea Jesús .Anda a la humanidad en favor de la justicia, la fraternidad, la paz, la libertad, el amor, la esperanza, la acción, la creatividad
Por otro lado, las anclas son inevitables, Anclamos a los demás o a nosotros mismos inconscientemente Peor todavía, muchos de nuestros sufrimientos brotan de anclas negativas cuya existencia ignoramos. Nuestras relaciones humanas son destruidas muchas veces por nuestras anclas negativas. Esto sucede, sobre todo, en la vida familiar, comunitaria y laboral,
Por tanto, resulta de gran utilidad que nos volvamos conscientes de nuestras anclas negativas y positivas. Mejor aún si sabernos cómo instalar anclas constructivas, Y todavía es más apetecible que sepamos cómo colapsar las anclas negativas.
El proceso de! anclaje
Cada vez que vivimos un estado emocional intenso, aunque no queramos, lo vamos a asociar con algún estímulo sensorial único que esté presente al mismo tiempo. Cada vez que sentimos fuertes sensaciones de placer y dolor, aquello que está presente en forma única y consistente se liga neurológicamente con tales sensaciones. Por lo que, en el futuro, cada vez que se presente ese estímulo único, experimentaremos otra vez el mismo estado emocional.
Jesús aprovecha las anclas para crear estados personales en que disponemos fácilmente de nuestros recursos. Estos corresponden a las virtudes. Jesús recurre a dos elementos esenciales del anclaje:
a) un estado emocional intenso y h) un estímulo sensorial único. El siguiente paso consiste en hacer que ambos ocurran simultánea mente.
Franco Zefirelli filma a Jesús en el momento de instalar anclas en la gente. En su film “Jesús de Nazaret”, presenta al Señor en el acto de producir estados emocionales intensos en quienes lo escuchan. Por ejemplo, cuando Jesús narra la parábola del “hijo pródigo”, el auditorio es impactado con profundidad por dicha historia, Pedro, que se había mostrado reacio a creer en Jesús, comienza a llorar... Experimenta fuertes sentimientos de confianza y abandono respecto al Dios que nos ama misericordiosamente. En la cumbre de este estado, Pedro mira el rostro de Jesús. En consecuencia, liga la experiencia de confianza y seguridad en Dios con la figura de Jesús.
Esta anda, por cierto, se irá reforzando con el tiempo. Antes de la muerte de Jesús, Pedro niega conocerlo. Después de la resurrección y de la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, Pedro se muestra insincero frente a los cristianos que vienen de la gentilidad. Por esto, Pablo lo corregirá en Antioquía. Sin embargo, después de tantas vicisitudes, Pedro entrega su vida a la predicación de la Buena Nueva y se deja martirizar por a Jesús.
El proceso de anclaje se resume en cuatro elementos principales:
1) Intensidad del estado emocional
2) “Pureza” y cumbre del estado.
3) Estímulo único,
4) Aparejar ambos repetidas veces.
Tú tienes la posibilidad de anclar cualquier estado positivo, en especial, el estado de pleno despliegue de tus recursos. Dicho estado puede haber sido experimentado en el pasado. También puede estar presente en el aquí y ahora. Incluso puedes crearlo en tu imaginación como un hecho del futuro, pero de forma que sientas los cambios correspondientes en tu cuerpo.
Recuerda ahora mismo una ocasión en que has experimentado un estado de pleno despliegue de tus recursos... Mira lo que estabas viendo en esos momentos. Escucha lo que probablemente escuchabas durante esa experiencia. Sobre todo, permítete sentir en tu cuerpo las mismas sensaciones que sentías en aquel rato. Intensifica tu estado corporal y emocional ahora mismo. Hasta que sientas de nuevo la misma capacidad que entonces. Siéntete pode roso. Usa una postura corporal propia del que se siente que nada lo puede detener, porque sus capacidades están disponibles al máximo...
Ahora, en la cumbre de este estado corporal de gran capacidad, cierra tu puño derecho. Guarda en tu puño dicho estado. Transforma tu puño en el estímulo único que necesitas como anda. Observa las características de tu puño, de manera que puedas cerrarlo exactamente de la misma manera cuantas veces lo decidas...
Cuando te venga a la memoria otra experiencia en la que des plegaste tus recursos con gran excelencia, repite el mismo procedimiento. Al llegar a la cumbre de ese estado que revives, cierra tu puño en la misma forma. Repite, repite y repite lo mismo, hasta que un día te sea suficiente con cerrar tu puño para generar el mismo estado poderoso y lleno de recursos...
Sería mejor si ese estado de despliegue de tus recursos o de creatividad o el que sea, estuviera asociado con Jesús. El es la Palabra por la que Dios ha creado cuanto existe. Por tanto, en unión con él incrementamos nuestros recursos, creatividad y eficacia.
Por otro lado, es posible que tengamos distintas anclas. Tal vez imaginar una luz blanca es anda de serenidad. Dar un paso al frente, se puede convertir en anda de entusiasmo. Sonreír en cierto modo lo podemos constituir corno anda de ¡a alegría. Y así sucesivamente... Al enfrentar situaciones difíciles o momentos de tentación las anclas combinadas con la fe en Jesús pueden ser la clave de nuestro éxito...
Para colapsar anclas
Jesús también es maestro en el arte de colapsar anclas. Imagina cuán poderosa era entre los judíos la observancia del Sábado. Era una tradición anclada en el pueblo casi genéticamente Nadie podía colapsar una costumbre tan firmemente arraigada. Menos aún por ser el sábado un compromiso con el Señor.
Sin embargo, Jesús es capaz de colapsar ésa y otras anclas similares en sus discípulos y en la gente. También sabe colapsar anclas negativas y patológicas en quienes las sufren.
Y sucedió que un sábado cruzaba Jesús por los sembrados, y sus discípulos empezaron a abrir camino arrancando las espigas. Decíanle los fariseos: ‘Mira ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?’ El les dice: ‘ habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y él y los que le acompañaban sintieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios, en tiempos del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió los panes de la presencia, que sólo a los sacerdotes es lícito comer, y dio también a los que estaban col) él?’ Y les dijo:
‘El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado’ Marcos 2,23-27
Está claro que Jesús ha colapsado el anda del sábado en sus discípulos. Y realiza este cambio no tanto con palabras, sino mediante la creación de un estado emocional poderoso. Una vez que sus discípulos viven una intensa emoción de fe, confianza y apertura al Mesías, Jesús asocia este estado con la libertad interior. Cierto, una libertad para amar a los demás e impulsarlos en su desarrollo.
En realidad, la razón que Jesús da a los fariseos para usar el sábado con libertad es el bien del ser humano. “El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado”.
Dejemos unos momentos al Señor y pensemos en nuestra vida cotidiana. Supongo que tú, yo y todos tenemos anclas negativas. Si discutes con tu esposo y te enojas muchísimo mientras ves su cara, un anda se está instalando en ti. Si repites el mismo proceso una o más veces a la semana, llegará el día en que con sólo ver la cara de tu esposo sentirás un fuerte enojo. A lo mejor un día vienes feliz, después de visitar a tu madre. Deseas compartir tu estado de alegría con tu marido. Pero, apenas ves su rostro, tu estado emocional cambia automáticamente. Te sientes enojada. La alegría se ha esfumado. Y tú te preguntas, “¿por que’?”.
Ahora ya tienes la respuesta. Y si deseas colapsar ésta u otra anda similar, sigue los pasos siguientes:
1) Recuerda la experiencia más positiva y poderosa que hayas tenido en tu vida. Ve, escucha y siente lo que estabas viendo, oyendo y sintiendo en aquellos momentos... En cuanto revivas el mismo estado emocional de poder y fuerza, guárdalo en tu puño derecho. Observa que esto corresponde a tener esa experiencia al alcance de tu mano...
2) Recuerda ahora una ocasión en que actuaste con verdadera confianza en ti mismo, con seguridad y eficacia... Usa tus sentidos (ver, oír, sentir) para asociarte completamente con esa situación, hasta que vuelvas a experimentar en tu cuerpo y ánimo el mismo estado. Guárdalo en tu puño derecho...
3) Piensa en una circunstancia en la que tu decisión de hacer algo resultaba inquebrantable. Una vez en que no sólo tenías una fuerte motivación, sino que te sentías irrefrenable... Ve, escucha y siente lo mismo de entonces... Al revivir la experiencia, tómala y guárdala en tu puño derecho...
4) Toma una situación en la que te sentiste desbordante de amor o radiante de alegría. Escoge cualquiera de estas dos emociones... Revívela y consérvala en tu mano derecha...
5) Torna conciencia de la presencia de Jesús. Pídele su gracia. Recuerda alguna ocasión en que sentiste su auxilio y poder. Recoge esta experiencia en tu puño derecho, siendo consciente de la presencia y del poder ilimitado del Señor...
6) Ahora coloca el anda negativa en tu mano izquierda. Usa una imagen o símbolo de ese estímulo frustrante, deprimente o enojoso (individuo, rostro, tono de voz, lugar, cosa, comida, color, sonido, etc.).
7) A continuación, siendo consciente de la presencia estimulan te de Jesús. Lleva todas las experiencias positivas de tu mano derecha sobre la izquierda, como si fueran un líquido maravilloso, derrámalas sobre el anda negativa... Percibe las sensaciones de tu cuerpo mientras disuelves el anda destructiva... Usa tu imaginación para ver y oír el colapso de esa anda...
8) Disfruta la fortalecedora presencia del Señor. Mira sus ojos. El refuerza tu alegría con su mirada tranquilizante y amorosa. Incluso parece feliz al ver que das un paso más hacia tu libertad emocional.
LA LIBERTAD EMOCIONAL EN JESUS
Desbordante de sencillez y amabilidad, Jesús ha desarrollado su personalidad humana hasta sus últimas posibilidades. Gracias a su Filiación divina eleva la personalidad humana hasta la más alta cumbre de su plenitud. En él, el desarrollo humano se pierde en las alturas de lo inconcebible. Su apertura perfecta a Dios lo convierte en una flecha que se clava en los cielos y nos abre la posibilidad de participar de su propia Filiación.’
A través de esta exaltación de la humanidad es posible que cada mujer y cada hombre desarrolle su libertad personal. Al participar de la libertad de Jesús, el hombre toma bajo su dirección el mundo, las circunstancias, sus pensamientos y sentimientos. La Filiación no significa sumisión ciega al devenir del mundo, circunstancias, reacciones personales, etc., sino libre dominio del mundo, los acontecimientos y el propio yo, asumiendo la propia responsabilidad ante el Padre.
Con su encarnación Jesús ha inaugurado un proceso de liberación que abarca todas las áreas del humano vivir: cultural, social, política, económica, ambiental, personal, espiritual. Nada que sea auténticamente humano queda fuera de la liberación cristiana.
En este capítulo, lo mismo que en el resto de este libro, asumo la libertad personal como una posibilidad ya realizada por Jesús. De hecho, me parece obvio que para seguir a Jesús con autenticidad y eficacia, necesitamos crecer en libertad personal. Sin ésta, ¿cómo podemos practicar el amor, la justicia, el perdón, la fraternidad y todas las exigencias morales del Reino?
Según el Concilio Vaticano II. “La orientación del hombre hacia el bien sólo se logra con el uso de la libertad, la cual posee

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