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Jesús, modelo de hombre feliz
En
otra ocasión Jesús acepta ir a comer a casa de Simón el fariseo. Allí tiene
lugar aquel encuentro con la pecadora que moja los pies del Señor con sus
lágrimas, los seca con su cabello, los cubre de besos y los unge con perfume
(MT 7,36-50).
Debió
ser muy impactante en aquel tiempo que Jesús aceptara la compañía de un grupo
de mujeres. Para él todos somos hijos del mismo Padre, hombres y mujeres. Y
éstas, por cierto, se demostraron más
fieles y valientes que los hombres. Son ellas quienes lo acompañan hasta el
Calvario.
Los
traidores son, más bien, los varones.
Y a ellos también les muestra Jesús un amor incondicional. En el Huerto de los
Olivos se le acerca Judas y le da un beso. Jesús no rehúsa ese beso traicionero.
Se limita a ponerle a Judas una pregunta que puede llevarlo a la conversión.
¿.Con un beso entregas al Hijo de ; ” LA
HUMANIDAD”?
(LC 22,48).
Seguramente
Jesús busca con su mirada los ojos de Judas. Quiere manifestarle su amor misericordioso.
Y
Le brinda una oportunidad...
Finalmente,
la incondicionalidad del amor en Jesús resplandece frente a Pedro. Este también
traiciona al Señor. Y tal vez su culpa sea más grave que la de
Judas, puesto que los lazos de amistad que tiene con Jesús son más
profundos. Y a pesar de esto, niega
conocer a Jesús frente a una criada...
No
obstante, Jesús mantiene a Pedro como cabeza de su
Iglesia.
¿Elegiríamos nosotros como Papa a un
traidor? Lo dudo. Es seguro que lo repudiaríamos. Pero Jesús no. Su amor es incondicional. Jesús puede prever que, en
cierta manera, Pedro lo volverá a negar
después de recibir el Espíritu Santo en
Pentecostés. “Pues antes que llegaran algunos del grupo de Santiago, comía
en compañía de los gentiles; pero una vez que aquellos llegaron, se le vio
recatarse y separarse por miedo de los circuncisos. Y los demás judíos le
imitaron en su simulación, hasta el punto de que el mismo Bernabé se vio
arrastrado por la simulación de ellos
(GAL.
2,12-13).
A pesar de ésta y otras
probables caídas, Jesús sostiene a Pedro como cabeza de su Iglesia.
Resulta
muy alentador y tranquilizante saber que;
Jesús
nos tiene ese mismo amor incondicional...
El Hijo del hombre demuestra en
la práctica lo que enseña. Y en razón de esto, podemos imaginarlo siempre feliz
y alegre. Nadie logra quitarle su
alegría. Tras haber hecho la experiencia, nos dice: “Los volveré a ver y se
alegrará el corazón de ustedes y esta a
alegría nadie se las podrá quitar” (JN 16,22).
Te
podrías oponer a este punto de vista señalando que los evangelios apenas si
mencionan la alegría de Jesús. Al parecer, sólo una vez se alude a ella. “En
aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo
(LC 10,21).
Aunque
tengamos poca información al respecto, existen algunas sugerencias que nos
permiten aprender a estar siempre alegres como Jesús
En primer lugar, la alegría de
Jesús brota de su interior. El Espíritu Santo obra en el más profundo centro
personal. Si nos abrimos nosotros a la acción del Espíritu, igual que Jesús,
experimentaremos una alegría colmada.
Y éste es el caso de Jesús, porque él está completamente abierto a la acción
del Espíritu. No es una exageración,
pues, afirmar que la felicidad de Jesús
es perfecta.
El
secreto de Jesús, como criatura humana que es, consiste en su perfecto dominio
del A-B-C de la vida. En particular, hemos de suponer que tiene un control
perfecto de la base interpretativa (enfoque, preguntas, afirmaciones, palabras)
y de sus reglas. Pues sólo así se puede conservar la alegría y los demás
sentimientos que son fruto del Espíritu Santo.
Jesús
sabe como nadie, de alguna manera, que los sentimientos
nacen en nuestro interior. La alegría y la felicidad son configuradas por la propia libertad mediante los procesos
de la mente. Por esto sostiene él que el mal comportamiento y los sentimientos de sombra vienen del
corazón. Cuando Pedro pide una explicación al respecto, Jesús aclara,
‘
comprendan que todo lo que entra a la
boca pasa al vientre y luego se echa al excusado? En cambio lo que sale de la boca viene de
dentro del corazón, y eso es lo que contamina a la persona. Porque del corazón
salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos,
falsos testimonios, injurias. Eso es lo que contamina a la humanidad
(MT 15,17-20).
Otro
tanto sucede en la alegría y la felicidad. Las cosas externas no pueden
hacernos felices por sí mismas. Tú puedes tener mucho dinero, una mujer
hermosa, niños encantadores, una casa magnífica, un negocio próspero, muchos
amigos, buena salud, pero si no diriges
tus estados emocionales mediante tus actividades interiores, puedes caer en la
infelicidad y la tristeza.
La
opinión de Jesús acerca de la felicidad es clara y concreta. No necesitamos comida refinada, alcohol,
droga, coches, ropa elegante, fiestas, c amigos, familia, fama, estima, conocimientos
u otras cosas similares para ser felices.
Lo
que esperamos obtener a través de todas esas cosas, esto es, sentimientos de luz (cercanía, amor,
autoestima, paz, confianza, optimismo, entusiasmo, placer, alegría, felicidad),
aparece como una creación interna de nuestra libertad personal.
Por
otro lado, el anuncio de felicidad
(“evangelio’), que se centra en el Reino, significa que Dios Padre y su Hijo,
Jesús, constituyen la fuente de las emociones
luminosas relacionadas con el placer, la alegría y la felicidad. Así que el
mejor camino para llenarnos de felicidad consiste en beber de esa fuente.
“El que
beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé
se convertirá en él en fuente de agua que brota para la vida eterna” (JN 4,14).
En
efecto, las personas que se acercan a Jesús, sea durante su vida en Israel que
en el tiempo actual, se vuelven más y más felices cada día,
Cuando
Jesús es apenas un recién nacido en Belén, el ángel sugiere que la oportunidad
de ser felices se nos ofrece con ese Niño.
“No teman, pues les
anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: hoy ha nacido, en la
ciudad de David, el salvador, que es el Cristo EL Señor” (LC 2,10-11).
Más
tarde, cuando Jesús se entrega a los demás en su vida pública, “toda la gente se alegraba con las
maravillas que hacía” (LC 13,17).
Ya
he mencionado antes que cuando Jesús expresa su deseo de hospedarse en casa de
Zaqueo, éste lo recibe
“con alegría”
(LC19,6)
.
El
contacto personal con Jesús, a través de la fe y el amor sentido se convierte en una fuente inagotable de
alegría, felicidad. De una persona como JESÚS, que brota el agua cristalina de
la felicidad y mejor calidad, podemos recibir la alegría colmada.
En
realidad él proclama la felicidad del
Reino de Dios, porque él mismo es
perfectamente feliz. “Porque de la abundancia del corazón habla la boca”
(MT12,34).
Los
cuatro evangelistas ponen en labios de Jesús palabras de alegría y felicidad. “Felices
ustedes los pobres... Alégrense ese día
y salten de gozo (LC 6,20-23). “Habrá más alegría en el cielo por un solo
pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión”
(LC15,7). ‘Les digo esto para que mi alegría esté en ustedes y esta alegría sea plena” (JN 15.11). “y ESTA
alegría nadie se las quite” (JN 16,22).
Parece
una contradicción sostener que Jesús es la fuente de la felicidad, o que él nos
da su propia alegría, pues a la luz de las afirmaciones suyas la alegría ya está en nosotros.
Parecería que el mero hecho de estar vivos nos conecta con esa fuente eterna
del gozo. Y tal conexión se amplía y fortalece con la encarnación, muerte y
resurrección del Señor.
Ya
es nuestra la alegría: “y esta, alegría nadie se las podrá quitar”.
Sólo nosotros mismos podemos tapiar esa fuente
de alegría que es Dios y que habita dentro de nosotros...
“Si alguno me ama, guardará mi
Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él”
(JN
14,23).
Podemos
conservarnos siempre alegres y felices, si empleamos toda nuestra libertad y
todos nuestros recursos personales. Y nuestra felicidad será “plena”, si
abrimos el corazón a la alegría perfecta del Señor, mediante el cumplimiento de
su mandato: “que nos amemos los unos a los otros como yo los amo” (JN 15,9-12
Jesús, constructor de la paz
Normalmente
todo ser humano desea tener paz en su alma. Quiere sentir serenidad, armonía y
equilibrio interiores. Sin la paz experimentamos inquietud, ansiedad, falta de
bienestar. Así que la paz representa una parte vital de nuestra felicidad.
El
contacto personal con Jesús, a través de la fe y el amor, se puede convertir en
una fuente inagotable y abundante de alegría y felicidad.
Al mismo tiempo, la paz aparece
como el clima necesario para ejercitar el amor. Y por lo mismo, la paz nos
predispone a la práctica de la justicia y al respeto a los derechos humanos. Se
entiende, entonces, que Jesús afirme: “FELICES los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios” MT
5,9.
Cuando
Jesús envía a sus discípulos por delante a los pueblos y aldeas que él mismo va
a visitar, les recomienda,
“en la casa en que entren, digan
primero: ‘Paz a esta casa’... Y si hubiere allí un hijo de paz, tú paz reposará
sobre él; si no, se volverá a ustedes”
LC
10,5-6
En
este texto Jesús sugiere que la paz es una especie de energía que anida en
nuestro corazón. Más aún, parece como si Jesús considerara la paz como parte de
nuestra identidad
El afirma, “ustedes son la sal
de la tierra”
(Mt 5,13). Enseguida añade, “tengan de esa sal en ustedes y tendrán paz unos con otros”.
MT
9,50
Tal vez una forma de tener sal
y ser sal del mundo, consiste en Ser
pacíficos y, en consecuencia, constructores de la paz...
¿Se contradice Jesús cuando
responde a su propia pregunta sobre su papel en la construcción de la paz?...
“Creen que estoy aquí para dar paz a la tierra? No, les aseguro, sino que la
división
LC12,
51.
En
realidad, como puedes comprobar, el mensaje de Jesús suscita rechazo y
oposición. El es “señal de
contradicción’
LC
2,34.
Su
meta no es provocar la división. Pero ésta resulta inevitable, en cuanto que el
Reino de Dios provoca una toma de decisiones. Jesús es un constructor de la
paz. Cuando se acerca a Jerusalén y
llora, hace este comentario.
“¡Si también tú
conocieras en este día el mensaje de paz!”
(LC
19,42).
No hay duda. Jesús procura la paz social,
grupal y personal.
El
es consciente, sin embargo, de que la
paz brota del corazón. Si los gobernantes y líderes fueran gente de paz, serían incapaces
de emprender las guerras...
Conociendo,
pues, la importancia de la paz interior, Jesús nos comparte su propia paz.
‘Mi paz les dejo, mi paz les
doy; no se la doy como la da el mundo”
JN
14,27.
A
la luz de estas afirmaciones resulta
palpable que Dios nos quiere tranquilos y serenos para que seamos constructores de la paz.
Por lo que Jesús, insiste,
“No
se turbe tu corazón. Si crees en mi Padre Dios; cree también en mí’.
JN
14,1
Tal vez inspirado en este texto, san
Juan de la Cruz sostiene, “no es voluntad de Dios que el alma se turbe de nada
ni que padezca trabajos; que, si los padece en los adversos casos del mundo, es
por la flaqueza de su propia virtud,
porque el alma del perfecto se goza en lo que se pena la imperfecta”.
Después
de haber comprobado que los sentimientos son
Fabricados
por cada uno de nosotros, es más fácil
comprender que no es voluntad de Dios
que el alma se turbe de nada. En efecto, nosotros decidimos si queremos
estar serenos o no. Y al desarrollar nuestra libertad emocional es posible que, como el ser humano
perfecto, elijamos gozar en lo que se
pena la imperfecta.
Si
le damos vueltas a un asunto penoso allá en la mente, es seguro que vamos a
generar sentimientos de molestia, enojo, tristeza, depresión, inquietud,
ansiedad, agresividad…de sentires de sombras.
“Y
nunca le nacen al alma turbaciones si no es de las aprehensiones de la
memoria. Porque, olvidadas todas las cosas, no hay cosa que perturbe la paz ni que mueva los apetitos, pues
como dicen, lo que el ojo no ve, el
corazón no lo desea.
Y
de esto cada momento sacamos experiencia, pues vemos que, cada vez que el alma
se pone a pensar alguna cosa, queda movida y alterada, o en poco o en mucho,
acerca de aquella cosa, según es la aprehensión: si pensada y molesta, saca
tristeza u odio, etc.; si agradable, saca apetito y gozo, etc.” La alusión de
este texto al A-B-C de la vida
EL CUERPO EN LA LIBERTAD
EMOCIONAL
El
cuerpo desempeña una función muy importante en la
Creación de nuestros sentimientos de ”luz o sombras”.
Desde
hace mucho los sicólogos han comprobado el aspecto corporal de las emociones.
Nuestra bio -química, postura corporal,
respiración, gestos, expresiones faciales, etc., forman parte de nuestros
estados emocionales.
A-
El cuerpo y la libertad emocional de Jesús Si tú sonríes, incluso sin razón
alguna, y conservas tu sonrisa por cierto tiempo en forma consistente, seguramente
cambiarás tus sentimientos personales.
Es
un hecho que, de alguna forma, Jesús utiliza su cuerpo en la creación de sus sentimientos.
No le basta la base interpretativa.
Necesita
recurrir también a la postura corporal, movimientos, gestos, expresiones
faciales, movimientos oculares, respiración, comida, el ejercicio de caminar...
Todas
estas actividades corporales corresponden a lo que, en el primer capítulo, he
llamado despliegue fisiológico.
Tenemos
que limitarnos a imaginar su caminar poderoso y humilde, la simetría de su
postura, sus movimientos llenos de energía y simplicidad, la gracia y viveza de
sus gestos, su sonrisa radiante, la serenidad y alegría de su rostro...
Acerca
de su postura corporal tenemos algunas anotaciones en los evangelios.
“Se apartó de ellos como un
tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba”
LC 22,41
Jesús
no sólo se arrodilla en el Huerto de los Olivos, sino que “cayó rostro en tierra y oraba (Mt 26,39). Y según Marcos “se postró
sobre la tierra y oraba (Mt 14,35).
Jesús
cambia su postura corporal. Usa su libertad para elegir su postura en los
momentos de oración. Y con esto podemos imaginar el perfecto control que Jesús
tiene sobre su cuerpo. De no ser así, su libertad emocional sería imposible.
Nuestros
sentimientos son determinados en gran
medida por nuestra fisiología. Haz una prueba. Levanta tu cabeza, mira hacia el
cielo o hacia el techo, sonríe ampliamente, abre tus brazos, respira
hondamente... Y sin cambiar ningún rasgo de esta fisiología, trata de sentir
tristeza o depresión... No cambia en nada su fisiología...
Ciertamente,
es casi imposible que te pongas triste o que te deprimas, si conservas esa
fisiología. Sencillamente porque estás eligiendo un estado emocional de
alegría. Y este mensaje es como una tormenta de señales para tu cerebro.
A
la luz de hechos como éste, hemos de suponer que Jesús dispone de su libertad
emocional, porque sabe emplear su cuerpo
a la perfección para tal propósito.++++++++++++++++
Un
aspecto fundamental de ese empleo del cuerpo es la respira ción. Es casi seguro
que los apóstoles captaron algunos detalles del modo en que Jesús manejaba su
respiración. Tal vez compro baron que él cambiaba su estado de ánimo mediante
modificacio nes en su respiración. Por ejemplo, podemos recordar lo que sucede
cuando Jesús cura al tartamudo sordo, ‘levantando los ojos al cielo, dio un
suspiro, y le dijo: ‘Effatá’, que quiere decir:
‘;Abretef’”
(Mc 7,34).
Cuando
los fariseos quieren ponerle a prueba, le piden una señal del cielo, Y Jesús,
“dando un profundo suspiro desde lo hondo de su ser, dice: i,Por qué esta
generación pide una señal? Yo os aseguro: no se dará a esta generación ninguna
señal” (Mc
8,12).
El
suspirar está relacionado, sin duda alguna, con la respira ción profunda. Y
aunque no tengamos más datos acerca del mane jo de la respiración por parte del
Señor, podemos suponer que libremente escoge entre distintas formas de
respirar. Y mediante esta elección consigue cambiar sus estados emocionales,
18
Juan de la Cruz, ib., 6,3.
148
149
-.
Otra
pista para descubrir cómo utiliza Jesús los recursos corpo rales, es su mirada.
A este respecto él muestra un patrón de con ducta que, varias ocasiones, se
halla vinculado con la realización de algún milagro. Ya he mencionado la
curación del tartamudo sordo. En tal ocasión Jesús levanta los ojos al cielo.
Otro ejemplo lo tenemos en la multiplicación del pan. ‘Ordenó a la gente recli
narse sobre la hierba; luego tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando
los ojos al cielo, pronunció la bendición’ (Mt 14,- 19). También hace lo mismo
antes de la resurrección de Lázaro, una vez que han quitado la piedra de la
tumba. “Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: ‘Padre, te doy
gracias por haber me escuchado...’” (Jn 11,41).
Tal
vez Jesús utiliza este mismo patrón de levantar los ojos mientras está orando.
Al menos, quizá, en el momento de empe zar. De acuerdo a Juan, la llamada
‘oración de Jesús” tiene lugar antes de la pasión y en momentos en que el Señor
quiere confortar a sus apóstoles: “Os he dicho estas cosas para que tengáis paz
en mí... Así habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: ‘Padre, ha llegado
la hora; glorifica a tu Hijo para que tu Hijo te glorifique a ti (Jn
16,33-17,1).
Por
otro lado, desconocemos la alimentación exacta de Jesús. Tal como sugieren las
investigaciones médicas, los estados emo cionales cambian de acuerdo a nuestra
comida y bebida. Si bebes alcohol, la abundancia de carbohidratos en tu sangre
te levanta el ánimo. Si comes demasiado, te sientes perezoso y tu ánimo se
torna pesado... Las drogas tienen un efecto más poderoso. La cocaína, por
ejemplo, te quita el dolor y te da placer en forma instantánea...
Sin
embargo el precio que pagas por usar alcohol, drogas, exceso en el comer, etc.,
resulta muy elevado. Te metes en el infierno más horrendo y te aíslas en el
calabozo más esclavizante y destructivo que se pueda imaginar... Vale más que
aprendamos, como Jesús, a crear estados de ánimo positivos mediante el des
pliegue de los recursos naturales que hay en nuestro cuerpo.
Para
Jesús el comer está en ftinción de la vida. No vive para comer. Y aunque es
libre en su alimentación, liberándose de las tradiciones y limitaciones
impuestas por los escribas y fariseos, sabe comer con medida. A propósito de su
libertad en la alimenta ción recordemos la discusión que tiene con los fariseos
acerca de
lo
puro y lo impuro. Posteriormente sus discípulos lo interrogan al respecto. ‘El
les dijo: ‘ también vosotros estáis sin enten der? ¿No comprendéis que todo lo
que de fiera entra en el hom bre no puede contaminarle, pues no entra en su
corazón, sino en el vientre y va a parar al excusado?’ -así declaraba puros
todos los alimentos-” (Mc 7,18-19).
Jesús,
por lo visto, comía toda clase de alimentos. Sin embar go, se da el placer de
elegirlos con moderación. El decide qué va a comer con el fin de generar
sentimientos constructivos como el amor, la alegría, la paz, el optimismo, etc.
B-
Acción para construir la libertad
El
conocimiento sólo es poder en potencia. La acción es poder efectivo. Así que
podemos imaginar a Jesús siguiendo el proceso de tornar decisiones para crear
la clase de emociones que quiere experimentar
1)
El sabe qué clase de e quiere experimentar.
2)
Toma (a decisión de crearla.
3)
Elige los medios para alcanzar esa mcta.
4)
Tiene un procedimiento de evidencia para saber si progresa en la consecución de
su meta.
5)
Es flexible en el empleo de los medios. Es decir, los cambia hasta dar con el
más efectivo.
6)
Se lanza en la acción de crear sus sentimientos y manejar sus estados de ánimo.
Precisamente
uno de los rasgos que constituyen a Jesús en “e’ hombre perfecto”, es su
habilidad para manejar sus estados emo cionales con libertad total. Permíteme
ofrecerte el ejemplo contra rio. Si tu no manejas tus estados de ánimo,
ciertamente vas a recurrir a la comida, el tabaco, alcohol, sexo, drogas,
compras innecesarias, trabajo en exceso y toda clase de cosas y situaciones
externas. Y será probable que te vuelvas adicto a eso que utilizas habitualmente
para sentirte bien. En tal caso te convertirás en esclavo. Y tu esclavitud
voluntaria puede terminar trágicamente..,
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