miércoles, 21 de marzo de 2012


- Jesús, modelo de hombre feliz
En otra ocasión Jesús acepta ir a comer a casa de Simón el fariseo. Allí tiene lugar aquel encuentro con la pecadora que moja los pies del Señor con sus lágrimas, los seca con su cabello, los cubre de besos y los unge con perfume
(MT 7,36-50).
Debió ser muy impactante en aquel tiempo que Jesús aceptara la compañía de un grupo de mujeres. Para él todos somos hijos del mismo Padre, hombres y mujeres. Y éstas, por cierto, se demostraron más fieles y valientes que los hombres. Son ellas quienes lo acompañan hasta el Calvario.
Los traidores son, más bien, los varones. Y a ellos también les muestra Jesús un amor incondicional. En el Huerto de los Olivos se le acerca Judas y le da un beso. Jesús no rehúsa ese beso traicionero. Se limita a ponerle a Judas una pregunta que puede llevarlo a la conversión.
 ¿.Con un beso entregas al Hijo de ; ” LA HUMANIDAD”?
(LC 22,48).
Seguramente Jesús busca con su mirada los ojos de Judas. Quiere manifestarle su amor misericordioso.
Y Le brinda una oportunidad...
Finalmente, la incondicionalidad del amor en Jesús resplandece frente a Pedro. Este también traiciona al Señor. Y tal vez su culpa sea más grave que la de Judas, puesto que los lazos de amistad que tiene con Jesús son más profundos. Y a pesar de esto, niega conocer a Jesús frente a una criada...
No obstante, Jesús mantiene a Pedro como cabeza de su
 Iglesia. ¿Elegiríamos nosotros como Papa a un traidor? Lo dudo. Es seguro que lo repudiaríamos. Pero Jesús no. Su amor es incondicional. Jesús puede prever que, en cierta manera, Pedro lo volverá a negar después de recibir el Espíritu Santo en Pentecostés. “Pues antes que llegaran algunos del grupo de Santiago, comía en compañía de los gentiles; pero una vez que aquellos llegaron, se le vio recatarse y separarse por miedo de los circuncisos. Y los demás judíos le imitaron en su simulación, hasta el punto de que el mismo Bernabé se vio arrastrado por la simulación de ellos
(GAL. 2,12-13).
A pesar de ésta y otras probables caídas, Jesús sostiene a Pedro como cabeza de su Iglesia.

Resulta muy  alentador y tranquilizante saber que;
Jesús nos tiene ese mismo amor incondicional...
El Hijo del hombre demuestra en la práctica lo que enseña. Y en razón de esto, podemos imaginarlo siempre feliz y alegre. Nadie logra quitarle su alegría. Tras haber hecho la experiencia, nos dice: “Los volveré a ver y se alegrará  el corazón de ustedes y esta a alegría nadie se las podrá quitar” (JN 16,22).
Te podrías oponer a este punto de vista señalando que los evangelios apenas si mencionan la alegría de Jesús. Al parecer, sólo una vez se alude a ella. “En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo
(LC 10,21).
Aunque tengamos poca información al respecto, existen algunas sugerencias que nos permiten aprender a estar siempre alegres como Jesús
En primer lugar, la alegría de Jesús brota de su interior. El Espíritu Santo obra en el más profundo centro personal. Si nos abrimos nosotros a la acción del Espíritu, igual que Jesús, experimentaremos una alegría colmada. Y éste es el caso de Jesús, porque él está completamente abierto a la acción del Espíritu. No es una exageración, pues, afirmar que la felicidad de Jesús es perfecta.

El secreto de Jesús, como criatura humana que es, consiste en su perfecto dominio del A-B-C de la vida. En particular, hemos de suponer que tiene un control perfecto de la base interpretativa (enfoque, preguntas, afirmaciones, palabras) y de sus reglas. Pues sólo así se puede conservar la alegría y los demás sentimientos que son fruto del Espíritu Santo.

Jesús sabe como nadie, de alguna manera, que los sentimientos nacen en nuestro interior. La alegría y la felicidad son configuradas  por la propia libertad mediante los procesos de la mente. Por esto sostiene él que el mal comportamiento y los sentimientos de sombra vienen del corazón. Cuando Pedro pide una explicación al respecto, Jesús aclara,
comprendan que todo lo que entra a la boca pasa al vientre y luego se echa al excusado?  En cambio lo que sale de la boca viene de dentro del corazón, y eso es lo que contamina a la persona. Porque del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias. Eso es lo que contamina a la humanidad             
(MT 15,17-20).

Otro tanto sucede en la alegría y la felicidad. Las cosas externas no pueden hacernos felices por sí mismas. Tú puedes tener mucho dinero, una mujer hermosa, niños encantadores, una casa magnífica, un negocio próspero, muchos amigos, buena salud, pero si no diriges tus estados emocionales mediante tus actividades interiores, puedes caer en la infelicidad y la tristeza.
La opinión de Jesús acerca de la felicidad es clara y concreta. No necesitamos comida refinada, alcohol, droga, coches, ropa elegante, fiestas, c amigos, familia, fama, estima, conocimientos u otras cosas similares para ser felices.
Lo que esperamos obtener a través de todas esas cosas, esto es, sentimientos de luz (cercanía, amor, autoestima, paz, confianza, optimismo, entusiasmo, placer, alegría, felicidad), aparece como una creación interna de nuestra libertad personal.
Por otro lado, el anuncio de felicidad (“evangelio’), que se centra en el Reino, significa que Dios Padre y su Hijo, Jesús, constituyen la fuente de las emociones luminosas relacionadas con el placer, la alegría y la felicidad. Así que el mejor camino para llenarnos de felicidad consiste en beber de esa fuente.
 “El que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para la vida eterna” (JN 4,14).
En efecto, las personas que se acercan a Jesús, sea durante su vida en Israel que en el tiempo actual, se vuelven más y más felices cada día,
Cuando Jesús es apenas un recién nacido en Belén, el ángel sugiere que la oportunidad de ser felices se nos ofrece con ese Niño.


“No teman, pues les anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: hoy ha nacido, en la ciudad de David, el salvador, que es el Cristo EL Señor” (LC 2,10-11).



Más tarde, cuando Jesús se entrega a los demás en su vida pública, “toda la gente se alegraba con las maravillas que hacía”                                  (LC 13,17).
Ya he mencionado antes que cuando Jesús expresa su deseo de hospedarse en casa de Zaqueo, éste lo recibe
                                         “con alegría”
(LC19,6) .
El contacto personal con Jesús, a través de la fe y el amor sentido se convierte en una fuente inagotable de alegría, felicidad. De una persona como JESÚS, que brota el agua cristalina de la felicidad y mejor calidad, podemos recibir la alegría colmada.
En realidad él proclama la felicidad del Reino de Dios, porque él mismo es perfectamente feliz. “Porque de la abundancia del corazón habla la boca”
(MT12,34).
Los cuatro evangelistas ponen en labios de Jesús palabras de alegría y felicidad. “Felices ustedes los pobres... Alégrense  ese día y salten de gozo (LC 6,20-23). “Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve  justos que no tengan necesidad de conversión” (LC15,7). ‘Les digo esto para que mi alegría esté en ustedes  y esta alegría sea plena” (JN 15.11). “y ESTA alegría nadie se las quite” (JN 16,22).
Parece una contradicción sostener que Jesús es la fuente de la felicidad, o que él nos da su propia alegría, pues a la luz de las afirmaciones  suyas la alegría ya está en nosotros. Parecería que el mero hecho de estar vivos nos conecta con esa fuente eterna del gozo. Y tal conexión se amplía y fortalece con la encarnación, muerte y resurrección del Señor.
Ya es nuestra la alegría: “y esta, alegría nadie se las podrá quitar”.
 Sólo nosotros mismos podemos tapiar esa fuente de alegría que es Dios y que habita dentro de nosotros...

“Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él”
(JN 14,23).

Podemos conservarnos siempre alegres y felices, si empleamos toda nuestra libertad y todos nuestros recursos personales. Y nuestra felicidad será “plena”, si abrimos el corazón a la alegría perfecta del Señor, mediante el cumplimiento de su mandato: “que nos amemos los unos a los otros como yo los amo” (JN 15,9-12
Jesús, constructor de la paz
Normalmente todo ser humano desea tener paz en su alma. Quiere sentir serenidad, armonía y equilibrio interiores. Sin la paz experimentamos inquietud, ansiedad, falta de bienestar. Así que la paz representa una parte vital de nuestra felicidad.
El contacto personal con Jesús, a través de la fe y el amor, se puede convertir en una fuente inagotable y abundante de alegría y felicidad.
Al mismo tiempo, la paz aparece como el clima necesario para ejercitar el amor. Y por lo mismo, la paz nos predispone a la práctica de la justicia y al respeto a los derechos humanos. Se entiende, entonces, que Jesús afirme: “FELICES los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” MT 5,9.
Cuando Jesús envía a sus discípulos por delante a los pueblos y aldeas que él mismo va a visitar, les recomienda,
“en la casa en que entren, digan primero: ‘Paz a esta casa’... Y si hubiere allí un hijo de paz, tú paz reposará sobre él; si no, se volverá a ustedes”
LC 10,5-6
En este texto Jesús sugiere que la paz es una especie de energía que anida en nuestro corazón. Más aún, parece como si Jesús considerara la paz como parte de nuestra identidad
El afirma, “ustedes son la sal de la tierra” (Mt 5,13). Enseguida añade, “tengan  de esa  sal en ustedes  y tendrán paz unos con otros”.
MT 9,50
Tal vez una forma de tener sal y ser sal del mundo, consiste en   Ser pacíficos y, en consecuencia, constructores de la paz...
¿Se contradice Jesús cuando responde a su propia pregunta sobre su papel en la construcción de la paz?... “Creen que estoy aquí para dar paz a la tierra? No, les aseguro, sino que la división
LC12, 51.
En realidad, como puedes comprobar, el mensaje de Jesús suscita rechazo y oposición. El es “señal de contradicción’
LC 2,34.
Su meta no es provocar la división. Pero ésta resulta inevitable, en cuanto que el Reino de Dios provoca una toma de decisiones. Jesús es un constructor de la paz. Cuando se acerca a Jerusalén y llora, hace este comentario.
“¡Si también tú conocieras en este día el mensaje de paz!”
(LC 19,42).


 No hay duda. Jesús procura la paz social, grupal y personal.
El es consciente, sin embargo, de que la paz brota del corazón. Si los gobernantes  y líderes fueran gente de paz, serían incapaces de emprender las guerras...
Conociendo, pues, la importancia de la paz interior, Jesús nos comparte su propia paz.
‘Mi paz les dejo, mi paz les doy; no se la doy como la da el mundo”
JN 14,27.
A  la luz de estas afirmaciones resulta palpable que Dios nos quiere   tranquilos  y serenos para que seamos constructores de la paz. Por lo que Jesús, insiste,
“No se turbe tu corazón. Si crees en mi Padre Dios; cree también en mí’.
JN 14,1
Tal vez inspirado en este texto, san Juan de la Cruz sostiene, “no es voluntad de Dios que el alma se turbe de nada ni que padezca trabajos; que, si los padece en los adversos casos del mundo, es por la flaqueza de su propia  virtud, porque el alma del perfecto se goza en lo que se pena la imperfecta”.

Después de haber comprobado que los sentimientos son
Fabricados  por cada uno de nosotros, es más fácil comprender que no es voluntad de Dios que el alma se turbe de nada. En efecto, nosotros decidimos si queremos estar serenos o no. Y al desarrollar nuestra libertad  emocional es posible que, como el ser humano perfecto, elijamos gozar en lo que se pena la imperfecta.
Si le damos vueltas a un asunto penoso allá en la mente, es seguro que vamos a generar sentimientos de molestia, enojo, tristeza, depresión, inquietud, ansiedad, agresividad…de sentires de sombras.
“Y nunca  le nacen al alma turbaciones si no es de las aprehensiones de la memoria. Porque, olvidadas todas las cosas, no hay cosa que perturbe la paz ni que mueva los apetitos, pues como dicen, lo que el ojo no ve, el corazón no lo desea.
Y de esto cada momento sacamos experiencia, pues vemos que, cada vez que el alma se pone a pensar alguna cosa, queda movida y alterada, o en poco o en mucho, acerca de aquella cosa, según es la aprehensión: si pensada y molesta, saca tristeza u odio, etc.; si agradable, saca apetito y gozo, etc.” La alusión de este texto al A-B-C de la vida


EL CUERPO EN LA LIBERTAD EMOCIONAL

El cuerpo desempeña una función muy importante en la
 Creación de nuestros  sentimientos de ”luz o sombras”.
Desde hace mucho los sicólogos han comprobado el aspecto corporal de las emociones. Nuestra  bio -química, postura corporal, respiración, gestos, expresiones faciales, etc., forman parte de nuestros estados emocionales.
A- El cuerpo y la libertad emocional de Jesús Si tú sonríes, incluso sin razón alguna, y conservas tu sonrisa por cierto tiempo en forma consistente, seguramente cambiarás tus sentimientos personales.

Es un hecho que, de alguna forma, Jesús utiliza  su cuerpo en la creación de sus sentimientos. No le basta la base interpretativa.
Necesita recurrir también a la postura corporal, movimientos, gestos, expresiones faciales, movimientos oculares, respiración, comida, el ejercicio de caminar...
Todas estas actividades corporales corresponden a lo que, en el primer capítulo, he llamado despliegue fisiológico.
Tenemos que limitarnos a imaginar su caminar poderoso y humilde, la simetría de su postura, sus movimientos llenos de energía y simplicidad, la gracia y viveza de sus gestos, su sonrisa radiante, la serenidad y alegría de su rostro...
Acerca de su postura corporal tenemos algunas anotaciones en los evangelios.
“Se apartó de ellos como un tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba
LC 22,41

Jesús no sólo se arrodilla en el Huerto de los Olivos, sino que “cayó rostro en tierra y oraba (Mt 26,39). Y según Marcos “se postró sobre la tierra y oraba (Mt 14,35).

Jesús cambia su postura corporal. Usa su libertad para elegir su postura en los momentos de oración. Y con esto podemos imaginar el perfecto control que Jesús tiene sobre su cuerpo. De no ser así, su libertad emocional sería imposible.

Nuestros sentimientos son determinados  en gran medida por nuestra fisiología. Haz una prueba. Levanta tu cabeza, mira hacia el cielo o hacia el techo, sonríe ampliamente, abre tus brazos, respira hondamente... Y sin cambiar ningún rasgo de esta fisiología, trata de sentir tristeza o depresión... No cambia en nada  su fisiología...
Ciertamente, es casi imposible que te pongas triste o que te deprimas, si conservas esa fisiología. Sencillamente porque estás eligiendo un estado emocional de alegría. Y este mensaje es como una tormenta de señales para tu cerebro.
A la luz de hechos como éste, hemos de suponer que Jesús dispone de su libertad emocional, porque sabe emplear  su cuerpo a la perfección para tal propósito.++++++++++++++++
Un aspecto fundamental de ese empleo del cuerpo es la respira ción. Es casi seguro que los apóstoles captaron algunos detalles del modo en que Jesús manejaba su respiración. Tal vez compro baron que él cambiaba su estado de ánimo mediante modificacio nes en su respiración. Por ejemplo, podemos recordar lo que sucede cuando Jesús cura al tartamudo sordo, ‘levantando los ojos al cielo, dio un suspiro, y le dijo: ‘Effatá’, que quiere decir:
‘;Abretef’” (Mc 7,34).
Cuando los fariseos quieren ponerle a prueba, le piden una señal del cielo, Y Jesús, “dando un profundo suspiro desde lo hondo de su ser, dice: i,Por qué esta generación pide una señal? Yo os aseguro: no se dará a esta generación ninguna señal” (Mc
8,12).
El suspirar está relacionado, sin duda alguna, con la respira ción profunda. Y aunque no tengamos más datos acerca del mane jo de la respiración por parte del Señor, podemos suponer que libremente escoge entre distintas formas de respirar. Y mediante esta elección consigue cambiar sus estados emocionales,
18 Juan de la Cruz, ib., 6,3.
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Otra pista para descubrir cómo utiliza Jesús los recursos corpo rales, es su mirada. A este respecto él muestra un patrón de con ducta que, varias ocasiones, se halla vinculado con la realización de algún milagro. Ya he mencionado la curación del tartamudo sordo. En tal ocasión Jesús levanta los ojos al cielo. Otro ejemplo lo tenemos en la multiplicación del pan. ‘Ordenó a la gente recli narse sobre la hierba; luego tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición’ (Mt 14,- 19). También hace lo mismo antes de la resurrección de Lázaro, una vez que han quitado la piedra de la tumba. “Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: ‘Padre, te doy gracias por haber me escuchado...’” (Jn 11,41).
Tal vez Jesús utiliza este mismo patrón de levantar los ojos mientras está orando. Al menos, quizá, en el momento de empe zar. De acuerdo a Juan, la llamada ‘oración de Jesús” tiene lugar antes de la pasión y en momentos en que el Señor quiere confortar a sus apóstoles: “Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí... Así habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: ‘Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo para que tu Hijo te glorifique a ti (Jn 16,33-17,1).
Por otro lado, desconocemos la alimentación exacta de Jesús. Tal como sugieren las investigaciones médicas, los estados emo cionales cambian de acuerdo a nuestra comida y bebida. Si bebes alcohol, la abundancia de carbohidratos en tu sangre te levanta el ánimo. Si comes demasiado, te sientes perezoso y tu ánimo se torna pesado... Las drogas tienen un efecto más poderoso. La cocaína, por ejemplo, te quita el dolor y te da placer en forma instantánea...
Sin embargo el precio que pagas por usar alcohol, drogas, exceso en el comer, etc., resulta muy elevado. Te metes en el infierno más horrendo y te aíslas en el calabozo más esclavizante y destructivo que se pueda imaginar... Vale más que aprendamos, como Jesús, a crear estados de ánimo positivos mediante el des pliegue de los recursos naturales que hay en nuestro cuerpo.
Para Jesús el comer está en ftinción de la vida. No vive para comer. Y aunque es libre en su alimentación, liberándose de las tradiciones y limitaciones impuestas por los escribas y fariseos, sabe comer con medida. A propósito de su libertad en la alimenta ción recordemos la discusión que tiene con los fariseos acerca de
lo puro y lo impuro. Posteriormente sus discípulos lo interrogan al respecto. ‘El les dijo: ‘ también vosotros estáis sin enten der? ¿No comprendéis que todo lo que de fiera entra en el hom bre no puede contaminarle, pues no entra en su corazón, sino en el vientre y va a parar al excusado?’ -así declaraba puros todos los alimentos-” (Mc 7,18-19).
Jesús, por lo visto, comía toda clase de alimentos. Sin embar go, se da el placer de elegirlos con moderación. El decide qué va a comer con el fin de generar sentimientos constructivos como el amor, la alegría, la paz, el optimismo, etc.
B- Acción para construir la libertad
El conocimiento sólo es poder en potencia. La acción es poder efectivo. Así que podemos imaginar a Jesús siguiendo el proceso de tornar decisiones para crear la clase de emociones que quiere experimentar
1) El sabe qué clase de e quiere experimentar.
2) Toma (a decisión de crearla.
3) Elige los medios para alcanzar esa mcta.
4) Tiene un procedimiento de evidencia para saber si progresa en la consecución de su meta.
5) Es flexible en el empleo de los medios. Es decir, los cambia hasta dar con el más efectivo.
6) Se lanza en la acción de crear sus sentimientos y manejar sus estados de ánimo.
Precisamente uno de los rasgos que constituyen a Jesús en “e’ hombre perfecto”, es su habilidad para manejar sus estados emo cionales con libertad total. Permíteme ofrecerte el ejemplo contra rio. Si tu no manejas tus estados de ánimo, ciertamente vas a recurrir a la comida, el tabaco, alcohol, sexo, drogas, compras innecesarias, trabajo en exceso y toda clase de cosas y situaciones externas. Y será probable que te vuelvas adicto a eso que utilizas habitualmente para sentirte bien. En tal caso te convertirás en esclavo. Y tu esclavitud voluntaria puede terminar trágicamente..,
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