CRECIENDO
CON JESUS COMO HIJO DEL PADRE
Me
gusta ver a Jesús como el hombre perfecto. Creo que Jesús es el ideal eterno,
el ideal de siempre para jóvenes como tú. Acepto con entusiasmo que “los que seguimos
a JESÚS, hombre perfecto, tenemos la gran posibilidad cada vez más en mi propia
dignidad de “persona única e
irrepetible”
Me
complazco al presentar a Jesús como el modelo de desarrollo humano para ambos,
hombres y mujeres. De él podemos aprender cómo mejorar nuestra personalidad en
forma integral.
Reconozco
que cada “personita” es un
misterio. Sé que no podemos acercarnos a él como si fuera una simple cosa. Lo
que observamos en él y aprendemos de él es apenas una parte mínima.
Después
de esta confesión tú puedes imaginar una de las presuposiciones que iluminan
este estudio del proceso por el que Jesús se convierte en persona y en el
Mesías de Israel: Jesús es un misterio que sobrepasa nuestro entendimiento.
Sin
embargo, él mismo se me ofrece corno modelo. El ha querido que aprenda su
estilo de pensar, sentir y comportarme. El me ha enseñado, a través de su
desarrollo personal, cómo alcanzar la plenitud del desarrollo humano.
En
este proceso de crecimiento humano y de convertirse en el Mesías, Jesús se
desarrolla mediante, 1) el aprendizaje por modelos,
2) el establecimiento de metas y
3) el dominio del A-B C de la vida.
APRENDIZAJE POR MODELOS
Con
su ejemplo y palabras, Jesús ME muestra el camino más corto para aprender: la
imitación de un modelo. Este, supuestamente, ha logrado ya las metas que nos
proponemos alcanzar. No tenemos que empezar por inventar la rueda. Por el
contrario, ahorramos dinero, tiempo y esfuerzo, si obtenemos de las personas
exitosas la fórmula para conseguir los mismos resultados que ellas han logrado
ya.
Podemos
preguntarle a Jesús cómo convertirme en una persona semejante a él. El es la Palabra de Dios hecha carne y
tiene las mejores respuestas para esa cuestión.
“Porque todo el que me pide
recibe; el que me busca halla; y al que
me llama le abriré”
MT
7,8
Jesús
en busca de su identidad
Si
le pregunto a Jesús, “cómo te las arreglas para crecer?”, “ es el camino para
convertirte en aquél que tú vas a ser?”, él me dará sus respuestas.
Cierto,
Jesús es el Hijo de Dios, y también el Hijo del hombre desde que fui concebido
en el seno de mi MADRE María por
obra del Espíritu Santo HE SIDO.
Pero
siendo un hombre verdadero, YO el Mesías- Hijo del hombre “en mi devenir”. Y
así, YO mucho que ENSEÑARME sobre su crecimiento
personal. Durante 21 siglos él ha sido un modelo de vida para millones y
millones de cristianos.
a-
Modelos de Jesús
Yo
Jesús, mismo he adoptado a otros seres
humanos como mis modelos. A través de ellos yo aprendí a ser humano y a expresarme
como él mismo Mesías.
Si YO soy el Mesías, el Hijo de Dios, y lo afirmaré así algún día, entonces tal
experiencia tiene que inhahitar en Mí desde mi infancia, desde el primer despertar de mi
conciencia.
Jesús
como niño no necesita tener una conciencia más desarrollada que la de cualquier
otro recién nacido. Es suficiente que sus energías biológicas y sus capacidades
mentales y espirituales sean orientadas por su Deidad. Es suficiente que él
reciba de Dios la seguridad de una atención y un amor sin parangón.
Pero
esta experiencia, que le viene directamente del Padre, es vivida por Jesús en
la conciencia de un niño. Esta conciencia crece y se desarrolla con lo que Yo recibo
de mis modelos y del mundo externo.
Mi
crecimiento no fue algo superficial o marginal. Fue un proceso que palpita en
el corazón del devenir en que “YO Jesús” viví MI experiencia Mesiánica.
El
episodio de cuando fue hallado en el Templo, en medio de los doctores de la Ley
(LC 2,41-50), está enmarcado por dos observaciones paralelas;
“el niño crecía y se
fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él” (Le
2,40), y “Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante
los hombres”
LC 2, 52
Me
imagino a Jesús sentado entre los maestros dentro de la hermosa perspectiva de
la arquitectura del Templo. El tono y el timbre de su voz hacen más agudas las
cuestiones que les plantea. Y en este ambiente majestuoso Jesús es encontrado por María y José. Y su madre le dice;,
“Hijo, ¿por qué nos has hecho
esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando”. A lo que él
replica, “Y ¿por qué me buscában? ¿No sabían que yo debía estar en casa de mi
Padre?”
LC
2,48-49.
Yo
Jesús comencé a ser consciente de que soy el Niño del Padre DIOS (COMO HUMANO).
Y afirma en presencia de José que Dios es su Padre.
Y declara que tiene con El una relación que supera los lazos de la familia humana. Con
todo, “bajó con ellos y vino a Nazaret,
y vivía sujeto a ellos”.
Jesús
tiene en José y María sus primeros modelos humanos. Usando todos sus sentidos
aprende de ellos cómo comportarse en cuanto ser humano. Seguramente siguió los
pasos normales de todo aprendizaje social:
1)
atención,
2) retención,
3)
ejecución,
4)
motivación.
Porque
Jesús es el Mesías en su devenir y es guiado por el Espíritu de Dios, se siente
interior y poderosamente motivado para aprender de sus padres el proceso del
crecimiento.
Porque
quiere llegar a la plena actualización de sus potencialidades, como hace todo
viviente o toda criatura humana, siente la profunda necesidad de aprender de
otros el camino hacia un desarrollo total.
Por
tanto, despliega todas sus capacidades sensoriales para observar a María, José,
parientes y amigos. Observa con plena conciencia sus caras, miradas, gestos,
movimientos, palabras, conductas... Y no sólo retiene en su memoria lo que ve,
oye y siente, sino que también se lanza a la acción. Ejecuta las conductas que
ha observado en sus modelos.
Y
así, por medio de modelos, Jesús aprende
a comer, hablar, pensar, relacionarse y comprometerse con los demás, a trabajar
con sus manos, a disfrutar la hermosura de la naturaleza, a amar a la gente, a
orar.
También
es probable que Jesús, como cualquier otro ser huma no, haya desarrollado sus
capacidades mentales mediante el proceso de observación y retención. Prestando
atención al comportamiento de los demás con el fin de aprender de ellos,
realiza en su mente una serie de pasos que lo conducen a un “modelaje” o
imitación eficaz.
Imaginemos
el proceso interno por el que Jesús “modela” o imita a José, María y otras personas Primero,
Jesús identifica su modelo.
Segundo, escoge el tipo de
comportamiento que desea aprender.
Tercero,
especifica el contexto donde se propone tener ese comportamiento.
Cuarto, representa en su mente el
momento exacto en que el modelo está ejecutando el comportamiento en
cuestión... En esta etapa Jesús mira una especie de película en su imaginación.
Por ejemplo, observa muy detalladamente a José mientras realiza su trabajo de
carpintero... Jesús se imagina a sí mismo en la piel de José por unos momentos.
Entonces toma el martillo y los clavos con las manos de José...
Quinto, Jesús crea una nueva película
en su imaginación. Fuera del cuerpo de José, se ve a sí mismo en el proceso de
trabajar como carpintero. Es él mismo quien corta la madera, matilla los
clavos, y así sucesivamente.
Sexto, toma tiempo ahora para
revisar la película en que se ve ejecutando ya el comportamiento deseado. Como
si fuera un espectador, contempla con cuidado su repetición del comportamiento
de José... En forma creativa introduce cambios en su actuación. Afina detalles.
Perfecciona su postura corporal, movimientos, sentimientos... Por tanto, edita
su propia película una y otra vez, hasta que se siente satisfecho con su
réplica del comportamiento tomado de su modelo.
Séptimo, ya no es él un simple
espectador y ni siquiera el director de su película. Ahora es el actor que
ejecuta el comporta miento recién aprendido. Por tanto, ya no se ve a sí mismo.
Más bien, mira a otras personas, las herramientas, sus manos...
Finalmente,
hace una proyección hacia el futuro. Esto significa que se ve a sí mismo en una
probable situación futura con el fin de asegurarse de que el comportamiento
deseado será realizado en forma natural y automática...
Es
posible suponer que Jesús ha adoptado éste u otros métodos semejantes para
convertirse en el ser humano que ha de llegar a ser de acuerdo al plan de Dios.
Ciertamente él va más allá de este proceso mental de aprendizaje. El es del
todo proactivo y se lanza a la acción.
No sólo imita a María, José y otros modelos,
sino que es capaz de superarlos en habilidad y perfección.
Incluso
en su vida adulta Jesús sigue aprendiendo a través de modelos. Cuando empieza a
predicar el Reino de Dios, adopta un modelo muy concreto: Juan el Bautista. En
su primer estilo de actividad y predicación, sin duda alguna, Jesús está
“modelando, más o menos, a Juan”.De él aprende Jesús cómo dirigirse a las
muchedumbres, cómo llamar a sus discípulos, y cómo formar una comunidad de
colaboradores más cercanos.
Después
de que Juan es arrestado, Jesús se va a Galilea. Entonces deja el modo de
actuar y predicar que había aprendido de Juan. Así sucede en el modelaje, más
tarde o más temprano, el aprendiz enriquece con su propia creatividad lo que ha
aprendido de su modelo.
Si
no se puede ir tan lejos, por lo menos -como dice Jesús-
‘le basta al discípulo ser como su maestro”
MT 10,25.
Jesús
hace preguntas. Debe haber comprobado la fuerza generativa del preguntar. Y él
emplea preguntas en el proceso de precisar su identidad frente a otros y, en
cierta manera, para él mismo.
En
la región de Cesarea él hace esta pregunta a sus discípulos, “ dicen los
hombres que es el Hijo del hombre?” Y tras oír la opinión de la gente en labios
de sus discípulos, añade otra pregunta, “Y USTEDES ¿Qué DICEN DE MI,EL HIJO DEL
“HOMBRE?”
La
respuesta de Pedro es fruto de un largo proceso de “COMPARTIR” entre Jesús y
sus discípulos. Pedro expresa su fe, diciendo;
“Tú eres el Cristo, el Hijo de
Dios vivo”.
Entonces
Jesús replica;
“Bienaventurado eres Simón,
hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino MI
Padre que está en los cielos”
MT 16,13-17
Este
“compartir” muestra que Jesús se revela a sí mismo a través solamente de las
propias expresiones de sus interlocutores. Para Jesús es necesario que los
hombres y mujeres que lo ven, expresen en palabras lo que ellos perciben. Pero,
al mismo tiempo, esas palabras que la gente ha encontrado y expresado en su
propio lenguaje deben revelarlo lo creen acerca de Jesús. Y al mismo tiempo,
las palabras que la gente ha encontrado y formulado en su propio lenguaje,
deben expresar lo que sólo Jesús puede
afirmar, puesto que sólo él sabe quién es él.
Pedro puede confesar que Jesús
es el Hijo de Dios, porque Jesús mismo lo sabe y conduce a Pedro hacia un acto de fe.
Cuando
Jesús interroga a otros acerca de su identidad personal, quiere revelarse a sí
mismo como el Mesías, pero también se está volviendo más consciente de esta
realidad. Así continúa su proceso de
convertirse en el Mesías. ¿Cómo es esto posible?
Nosotros los humanos dibujamos nuestra
propia imagen personal mediante nuestras relaciones humanas.
Al
mirar nuestra imagen en el espejo de la opinión ajena, pintamos nuestro
autorretrato. Lo mismo le Sucedió a Jesús.
Reafirma sus creencias acerca de quién es él, cuando ve los rasgos de su
identidad en la fe del pueblo.
Si usamos un espejo
para peinarnos, está claro que el espejo no nos peina. Sin embargo, el espejo
nos da una gran ayuda.
Al vernos espejeados en los demás, podemos crecer en autoconocimiento,
autoconfianza y en expansión persona y gracias a este proceso nos amamos.
Desde
este punto de vista podemos entender que los Evangelios nunca, ni siquiera una sola vez, presentan a
Jesús tomando la iniciativa de expresar quién es Él.
Las
afirmaciones claras concernientes a su Persona, vienen siempre de otra persona:
de su Padre mientras es bautizado yen la
transfiguración (MC l,11 ;9,7),
de
los espíritus inmundos (l,24;3,12),
De Pedro en Cesarea (8,29),
De la multitud
cuando él va entrando a Jerusalén (11,9-10),
Del sumo sacerdote ante el Sanedrín (14,61),
Del centurión en el Calvario(15,39).
Hay
una clase de diálogo que mayormente impulsa a Jesús en su crecimiento: el
diálogo con su Padre. Por ello lee con devoción la Sagrada Escritura y, en
especial, al profeta Isaías.
El
paso de “He aquí mi siervo” en Isaías
(42,1)
A
“tú eres” en Marcos (1,11), indica
que Jesús puede descubrir quién es él mediante la lectura de Isaías. Y se
descubre a sí mismo leyendo a Isaías mediante la escucha de su Padre que le
habla. Sólo el Hijo puede hacer esta lectura, el Hijo encarnado, que ve su
identidad afinándose mientras lee con atención las Escrituras. El penetra la
verdadera esencia de ellas porque en su corazón escucha la voz de su Padre.
Así entendemos por
qué Jesús dedica tanto tiempo a la oración personal y silenciosa. Necesita este “compartir” con
su Padre para hacerse más consciente de quién es él. Por ello con frecuencia en
la mañana, mucho antes del amanecer, se levanta y deja la casa para irse a orar
en un lugar solitario (MC 1,35). Por
lo mismo no duda en despedir a la muchedumbre. Después de decirles adiós;
“se fue al monte a
orar (Mc 6,46). Y este modo de proceder es un hábito en él de acuerdo a Lucas
(5.16)
Imitando a Jesús para precisar
nuestra identidad
Hasta el momento Jesús nos
sugiere dos caminos prácticos para desarrollarnos como personas: adoptar
modelos y comunicarnos con la gente y con Dios. Pero podemos fijar más la
atención en Jesús para descubrir el mejor camino para convertirnos en el que cada uno de nosotros puede llegar a ser.
a- Jesús sugiere
que aprendamos de él
En
realidad Jesús se nos ofrece el mismo como un modelo del que podemos aprender a
crear ciertos estados emocionales que determinarán nuestro comportamiento. De
ahí que ME diga;
a prended de mi,
que soy manso y humilde de corazón
MT 11,29
Enfrentados
con semejante invitación, nos vernos precisados a emplear nuestra libertad en
forma radical. Tenemos que escoger la clase de respuesta que querernos darle,
Las implicaciones de nuestra respuesta se agrandan cuando escuchamos su voz
diciendo por medio de Juan:
“Yo soy
-el Mesías- (4,26)...
El
pan vivo (6,51)...
La
luz del mundo (8,12)...
La
puerta (10,7)...
El
pastor (10,11)...
La
resurrección (11,25)...
El
camino, la verdad y la vida
(14,6).
Aunque
nuestras respuestas sean diferentes y vayan desde un rechazo deliberado hasta
una adhesión total, el núcleo del asunto es siempre la fe.
La
fe, sea otorgada que rehusada, es una respuesta a esas palabras de Jesús, un
darse por enterado de lo que él quiere decir, una referencia a su proceso de
perfilarse como Mesías tal como lo describen los evangelios.
La
fe manifestada en nuestra respuesta a Jesús tiene también muchas variantes,
Presenta grados distintos, Y aunque se halle en el nivel mínimo es suficiente
para tomar a Jesús como nuestro modelo de desarrollo personal.
Gandhi es mi mejor ejemplo acerca de esta
posibilidad. El Mahatma aprendió de Jesús el amor incondicional para todos los
hombres, incluyendo a los enemigos.
Jesús fue capaz de
impresionar a Gandhi sólo a través de los evangelios. Ya podrás imaginar el impacto
de Jesús cuando caminaba por los polvorientos senderos de Palestina. Por
ejemplo, colócate en el corazón y en los sentidos de Mateo. Siente la presencia
de Jesús delante de ti. Contempla su increíble sencillez y su imponente
majestad. Escucha el poderoso y humilde tono de su voz, diciéndote… “sígueme”.
¿Cómo
es la presencia, imagen, gestos, mirada, alma y espíritu de ese hombre, Jesús
de Nazaret, pues logra motivarte y convencerte para que lo sigas?...
“Salió
de nuevo por la orilla del mar, toda la gente acudía a él, y él les enseñaba.
Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado en el despacho de impuestos y le
dice: ‘Sígueme’. El se levantó y le siguió”. MC 2,13-14.
En
el Nuevo Testamento y en la tradición de la Iglesia seguir a Jesús significa “modelarlo” o imitado. De nuevo imagina cuán impactante exuberante y enternecedor
es el amor de Jesús, pues logra que Me pongas de pie y lo imite...
Si
nos decidimos a crecer de acuerdo a la plenitud humana de Jesús, tenemos que
pagar el precio. Necesitamos darnos del todo para recibir todo, incluso la
perfección humana, en Jesús. El es muy claro en este punto:
“si alguno quiere venir en pos
de mi, niéguese a sí mismo, toma tu cruz y sígueme”
MC 8,34.
Los
atletas y los artistas renuncian a muchas cosas, toman la cruz de una práctica
cotidiana y persiguen sus metas.
Cierto,
la meta de convertirme en la persona que puedo llegar a ser, según mi modelo que es Jesús, implica la más alta
plenitud y felicidad para mi y para ti.
Vale
la pena renunciar a la infelicidad y a
la mediocridad de nuestra vida.
NOTA
MUY IMPORTANTE: CASI TODOS ESTOS TEMAS MARAVILLOSOS SON TESTIMONIOS Y ESCRITOS DE MI
MAESTRO
DE; SICOLOGIA Y ESPIRITUALIDAD. DR, Sac;
LUIS JORGE GONZALEZ. GRACIAS Y FELICITACIONES POR TU
TESTIMONIO DE FE Y AMOR A SAN JUAN DE LA CRUZ.PEPE FORBES SDB.CHILE
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