miércoles, 21 de marzo de 2012


CRECIENDO  CON JESUS COMO HIJO DEL PADRE
Me gusta ver a Jesús como el hombre perfecto. Creo que Jesús es el ideal eterno, el ideal de siempre para jóvenes como tú. Acepto con entusiasmo que “los que seguimos a JESÚS, hombre perfecto, tenemos la gran posibilidad cada vez más en mi propia dignidad de “persona única e irrepetible”
Me complazco al presentar a Jesús como el modelo de desarrollo humano para ambos, hombres y mujeres. De él podemos aprender cómo mejorar nuestra personalidad en forma integral.
Reconozco que cada “personita” es un misterio. Sé que no podemos acercarnos a él como si fuera una simple cosa. Lo que observamos en él y aprendemos de él es apenas una parte mínima.

Después de esta confesión tú puedes imaginar una de las presuposiciones que iluminan este estudio del proceso por el que Jesús se convierte en persona y en el Mesías de Israel: Jesús es un misterio que sobrepasa nuestro entendimiento.
Sin embargo, él mismo se me ofrece corno modelo. El ha querido que aprenda su estilo de pensar, sentir y comportarme. El me ha enseñado, a través de su desarrollo personal, cómo alcanzar la plenitud del desarrollo humano.

En este proceso de crecimiento humano y de convertirse en el Mesías, Jesús se desarrolla mediante, 1) el aprendizaje por modelos,
 2) el establecimiento de metas y
 3) el dominio del A-B C de la vida.
APRENDIZAJE POR MODELOS
Con su ejemplo y palabras, Jesús ME muestra el camino más corto para aprender: la imitación de un modelo. Este, supuestamente, ha logrado ya las metas que nos proponemos alcanzar. No tenemos que empezar por inventar la rueda. Por el contrario, ahorramos dinero, tiempo y esfuerzo, si obtenemos de las personas exitosas la fórmula para conseguir los mismos resultados que ellas han logrado ya.

Podemos preguntarle a Jesús cómo convertirme en una persona semejante a él. El es la Palabra de Dios hecha carne y tiene las mejores respuestas para esa cuestión.

“Porque todo el que me pide recibe; el que me  busca halla; y al que me llama le abriré”
                                        MT 7,8

Jesús en busca de su identidad
Si le pregunto a Jesús, “cómo te las arreglas para crecer?”, “ es el camino para convertirte en aquél que tú vas a ser?”, él me  dará sus respuestas.
Cierto, Jesús es el Hijo de Dios, y también el Hijo del hombre desde que fui concebido en el seno de mi MADRE María por obra del Espíritu Santo HE SIDO.
Pero siendo un hombre verdadero, YO el Mesías- Hijo del hombre “en mi devenir”. Y así, YO mucho que ENSEÑARME sobre  su crecimiento personal. Durante 21 siglos él ha sido un modelo de vida para millones y millones de cristianos.
a- Modelos de Jesús

Yo Jesús, mismo he adoptado a  otros seres humanos como mis modelos. A través de ellos yo aprendí a ser humano y a expresarme como él mismo Mesías.
 Si YO soy el Mesías, el Hijo de Dios, y lo  afirmaré así algún día, entonces tal experiencia tiene que inhahitar en Mí desde mi  infancia, desde el primer despertar de mi conciencia.
Jesús como niño no necesita tener una conciencia más desarrollada que la de cualquier otro recién nacido. Es suficiente que sus energías biológicas y sus capacidades mentales y espirituales sean orientadas por su Deidad. Es suficiente que él reciba de Dios la seguridad de una atención y un amor sin parangón.
Pero esta experiencia, que le viene directamente del Padre, es vivida por Jesús en la conciencia de un niño. Esta conciencia crece y se desarrolla con lo que Yo recibo de mis modelos y del mundo externo.
Mi crecimiento no fue algo superficial o marginal. Fue un proceso que palpita en el corazón del devenir en que “YO Jesús” viví  MI  experiencia Mesiánica.
El episodio de cuando fue hallado en el Templo, en medio de los doctores de la Ley (LC 2,41-50), está enmarcado por dos observaciones paralelas;
“el niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él” (Le 2,40), y “Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres”
                                      LC 2, 52
Me imagino a Jesús sentado entre los maestros dentro de la hermosa perspectiva de la arquitectura del Templo. El tono y el timbre de su voz hacen más agudas las cuestiones que les plantea. Y en este ambiente majestuoso Jesús es encontrado por María y José. Y su madre le dice;,

“Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando”. A lo que él replica, “Y ¿por qué me buscában? ¿No sabían que yo debía estar en casa de mi Padre?”
LC 2,48-49.

Yo Jesús comencé a ser consciente de que soy el Niño del Padre DIOS (COMO HUMANO).
 Y afirma en presencia de José que Dios es su Padre.
 Y declara que tiene con El una relación que supera los lazos de la familia humana. Con todo, “bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos”.
Jesús tiene en José y María sus primeros modelos humanos. Usando todos sus sentidos aprende de ellos cómo comportarse en cuanto ser humano. Seguramente siguió los pasos normales de todo aprendizaje social:
1) atención,
 2) retención,
3) ejecución,
4) motivación.
Porque Jesús es el Mesías en su devenir y es guiado por el Espíritu de Dios, se siente interior y poderosamente motivado para aprender de sus padres el proceso del crecimiento.
Porque quiere llegar a la plena actualización de sus potencialidades, como hace todo viviente o toda criatura humana, siente la profunda necesidad de aprender de otros el camino hacia un desarrollo total.
Por tanto, despliega todas sus capacidades sensoriales para observar a María, José, parientes y amigos. Observa con plena conciencia sus caras, miradas, gestos, movimientos, palabras, conductas... Y no sólo retiene en su memoria lo que ve, oye y siente, sino que también se lanza a la acción. Ejecuta las conductas que ha observado en sus modelos.
Y así, por medio de modelos, Jesús aprende a comer, hablar, pensar, relacionarse y comprometerse con los demás, a trabajar con sus manos, a disfrutar la hermosura de la naturaleza, a amar a la gente, a orar.
También es probable que Jesús, como cualquier otro ser huma no, haya desarrollado sus capacidades mentales mediante el proceso de observación y retención. Prestando atención al comportamiento de los demás con el fin de aprender de ellos, realiza en su mente una serie de pasos que lo conducen a un “modelaje” o imitación eficaz.
Imaginemos el proceso interno por el que Jesús “modela” o imita a José, María y otras personas Primero, Jesús identifica su modelo.
Segundo, escoge el tipo de comportamiento que desea aprender.
 Tercero, especifica el contexto donde se propone tener ese comportamiento.
Cuarto, representa en su mente el momento exacto en que el modelo está ejecutando el comportamiento en cuestión... En esta etapa Jesús mira una especie de película en su imaginación. Por ejemplo, observa muy detalladamente a José mientras realiza su trabajo de carpintero... Jesús se imagina a sí mismo en la piel de José por unos momentos. Entonces toma el martillo y los clavos con las manos de José...
Quinto, Jesús crea una nueva película en su imaginación. Fuera del cuerpo de José, se ve a sí mismo en el proceso de trabajar como carpintero. Es él mismo quien corta la madera, matilla los clavos, y así sucesivamente.
Sexto, toma tiempo ahora para revisar la película en que se ve ejecutando ya el comportamiento deseado. Como si fuera un espectador, contempla con cuidado su repetición del comportamiento de José... En forma creativa introduce cambios en su actuación. Afina detalles. Perfecciona su postura corporal, movimientos, sentimientos... Por tanto, edita su propia película una y otra vez, hasta que se siente satisfecho con su réplica del comportamiento tomado de su modelo.
Séptimo, ya no es él un simple espectador y ni siquiera el director de su película. Ahora es el actor que ejecuta el comporta miento recién aprendido. Por tanto, ya no se ve a sí mismo. Más bien, mira a otras personas, las herramientas, sus manos...
Finalmente, hace una proyección hacia el futuro. Esto significa que se ve a sí mismo en una probable situación futura con el fin de asegurarse de que el comportamiento deseado será realizado en forma natural y automática...
Es posible suponer que Jesús ha adoptado éste u otros métodos semejantes para convertirse en el ser humano que ha de llegar a ser de acuerdo al plan de Dios. Ciertamente él va más allá de este proceso mental de aprendizaje. El es del todo proactivo y se lanza a la acción.
 No sólo imita a María, José y otros modelos, sino que es capaz de superarlos en habilidad y perfección.
Incluso en su vida adulta Jesús sigue aprendiendo a través de modelos. Cuando empieza a predicar el Reino de Dios, adopta un modelo muy concreto: Juan el Bautista. En su primer estilo de actividad y predicación, sin duda alguna, Jesús está “modelando, más o menos, a Juan”.De él aprende Jesús cómo dirigirse a las muchedumbres, cómo llamar a sus discípulos, y cómo formar una comunidad de colaboradores más cercanos.
Después de que Juan es arrestado, Jesús se va a Galilea. Entonces deja el modo de actuar y predicar que había aprendido de Juan. Así sucede en el modelaje, más tarde o más temprano, el aprendiz enriquece con su propia creatividad lo que ha aprendido de su modelo.
Si no se puede ir tan lejos, por lo menos -como dice Jesús-
‘le  basta al discípulo ser como su maestro”
MT 10,25.
Jesús hace preguntas. Debe haber comprobado la fuerza generativa del preguntar. Y él emplea preguntas en el proceso de precisar su identidad frente a otros y, en cierta manera, para él mismo.



En la región de Cesarea él hace esta pregunta a sus discípulos, “ dicen los hombres que es el Hijo del hombre?” Y tras oír la opinión de la gente en labios de sus discípulos, añade otra pregunta, “Y USTEDES ¿Qué DICEN DE MI,EL HIJO DEL “HOMBRE?”
La respuesta de Pedro es fruto de un largo proceso de “COMPARTIR” entre Jesús y sus discípulos. Pedro expresa su fe, diciendo;
“Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”.
Entonces Jesús replica;
“Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino MI Padre que está en los cielos”
MT 16,13-17
Este “compartir” muestra que Jesús se revela a sí mismo a través solamente de las propias expresiones de sus interlocutores. Para Jesús es necesario que los hombres y mujeres que lo ven, expresen en palabras lo que ellos perciben. Pero, al mismo tiempo, esas palabras que la gente ha encontrado y expresado en su propio lenguaje deben revelarlo lo creen acerca de Jesús. Y al mismo tiempo, las palabras que la gente ha encontrado y formulado en su propio lenguaje, deben expresar lo que sólo Jesús puede afirmar, puesto que sólo él sabe quién es él.
Pedro puede confesar que Jesús es el Hijo de Dios,  porque Jesús mismo lo sabe y conduce a Pedro hacia un acto de fe.
Cuando Jesús interroga a otros acerca de su identidad personal, quiere revelarse a sí mismo como el Mesías, pero también se está volviendo más consciente de esta realidad. Así continúa su proceso de convertirse en el Mesías. ¿Cómo es esto posible?

Nosotros los humanos dibujamos nuestra propia imagen personal mediante nuestras relaciones humanas.
Al mirar nuestra imagen en el espejo de la opinión ajena, pintamos nuestro autorretrato. Lo mismo le Sucedió  a Jesús. Reafirma sus creencias acerca de quién es él, cuando ve los rasgos de su identidad en la fe del pueblo.
Si usamos un espejo para peinarnos, está claro que el espejo no nos peina. Sin embargo, el espejo nos da una gran ayuda. Al vernos espejeados en los demás, podemos crecer en autoconocimiento, autoconfianza y en expansión persona y gracias a este proceso nos amamos.
Desde este punto de vista podemos entender que los Evangelios  nunca, ni siquiera una sola vez, presentan a Jesús tomando la iniciativa de expresar quién es Él.
Las afirmaciones claras concernientes a su Persona, vienen siempre de otra persona: de su Padre mientras es bautizado yen la transfiguración (MC l,11 ;9,7),
de los espíritus inmundos (l,24;3,12),
De Pedro en Cesarea (8,29),
 De la multitud cuando él va entrando a Jerusalén (11,9-10),
 Del sumo sacerdote ante el Sanedrín (14,61),
 Del centurión en el Calvario(15,39).
Hay una clase de diálogo que mayormente impulsa a Jesús en su crecimiento: el diálogo con su Padre. Por ello lee con devoción la Sagrada Escritura y, en especial, al profeta Isaías.
El paso de “He aquí mi siervo” en Isaías (42,1)
A “tú eres” en Marcos (1,11), indica que Jesús puede descubrir quién es él mediante la lectura de Isaías. Y se descubre a sí mismo leyendo a Isaías mediante la escucha de su Padre que le habla. Sólo el Hijo puede hacer esta lectura, el Hijo encarnado, que ve su identidad afinándose mientras lee con atención las Escrituras. El penetra la verdadera esencia de ellas porque en su corazón escucha la voz de su Padre.
Así entendemos por qué Jesús dedica tanto tiempo a la oración personal y silenciosa. Necesita este “compartir” con su Padre para hacerse más consciente de quién es él. Por ello con frecuencia en la mañana, mucho antes del amanecer, se levanta y deja la casa para irse a orar en un lugar solitario (MC 1,35). Por lo mismo no duda en despedir a la muchedumbre. Después de decirles adiós;
“se fue al monte a orar (Mc 6,46). Y este modo de proceder es un hábito en él de acuerdo a Lucas (5.16)

Imitando a Jesús para precisar nuestra identidad

Hasta el momento Jesús nos sugiere dos caminos prácticos para desarrollarnos como personas: adoptar modelos y comunicarnos con la gente y con Dios. Pero podemos fijar más la atención en Jesús para descubrir el mejor camino para convertirnos en el que cada uno de nosotros puede llegar a ser.
a- Jesús sugiere que aprendamos de él
En realidad Jesús se nos ofrece el mismo como un modelo del que podemos aprender a crear ciertos estados emocionales que determinarán nuestro comportamiento. De ahí que ME diga;
a prended de mi, que soy manso y humilde de corazón
                                              MT 11,29
Enfrentados con semejante invitación, nos vernos precisados a emplear nuestra libertad en forma radical. Tenemos que escoger la clase de respuesta que querernos darle, Las implicaciones de nuestra respuesta se agrandan cuando escuchamos su voz diciendo por medio de Juan:
 “Yo soy -el Mesías- (4,26)...
El pan vivo (6,51)...
La luz del mundo (8,12)...
La puerta (10,7)...
El pastor (10,11)...
La resurrección (11,25)...
El camino, la verdad y la vida (14,6).
Aunque nuestras respuestas sean diferentes y vayan desde un rechazo deliberado hasta una adhesión total, el núcleo del asunto es siempre la fe.
La fe, sea otorgada que rehusada, es una respuesta a esas palabras de Jesús, un darse por enterado de lo que él quiere decir, una referencia a su proceso de perfilarse como Mesías tal como lo describen los evangelios.
La fe manifestada en nuestra respuesta a Jesús tiene también muchas variantes, Presenta grados distintos, Y aunque se halle en el nivel mínimo es suficiente para tomar a Jesús como nuestro modelo de desarrollo personal.
 Gandhi es mi mejor ejemplo acerca de esta posibilidad. El Mahatma aprendió de Jesús el amor incondicional para todos los hombres, incluyendo a los enemigos.
Jesús fue capaz de impresionar a Gandhi sólo a través de los evangelios. Ya podrás imaginar el impacto de Jesús cuando caminaba por los polvorientos senderos de Palestina. Por ejemplo, colócate en el corazón y en los sentidos de Mateo. Siente la presencia de Jesús delante de ti. Contempla su increíble sencillez y su imponente majestad. Escucha el poderoso y humilde tono de su voz, diciéndote…             “sígueme”.
¿Cómo es la presencia, imagen, gestos, mirada, alma y espíritu de ese hombre, Jesús de Nazaret, pues logra motivarte y convencerte para que lo sigas?...
“Salió de nuevo por la orilla del mar, toda la gente acudía a él, y él les enseñaba. Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado en el despacho de impuestos y le dice: ‘Sígueme’. El se levantó y le siguió”. MC 2,13-14.
En el Nuevo Testamento y en la tradición de la Iglesia seguir a Jesús significa “modelarlo” o imitado. De nuevo imagina cuán impactante exuberante y enternecedor es el amor de Jesús, pues logra que Me pongas de pie y lo imite...
Si nos decidimos a crecer de acuerdo a la plenitud humana de Jesús, tenemos que pagar el precio. Necesitamos darnos del todo para recibir todo, incluso la perfección humana, en Jesús. El es muy claro en este punto:
“si alguno quiere venir en pos de mi, niéguese a sí mismo, toma tu cruz y sígueme”
                                      MC 8,34.
Los atletas y los artistas renuncian a muchas cosas, toman la cruz de una práctica cotidiana y persiguen sus metas.
Cierto, la meta de convertirme en la persona que puedo llegar a ser, según mi  modelo que es Jesús, implica la más alta plenitud y felicidad para mi y para ti.
Vale la pena renunciar a la infelicidad  y a la mediocridad de nuestra vida.
NOTA MUY IMPORTANTE: CASI  TODOS ESTOS TEMAS  MARAVILLOSOS  SON TESTIMONIOS Y ESCRITOS DE MI
MAESTRO DE; SICOLOGIA Y ESPIRITUALIDAD. DR, Sac;
LUIS JORGE GONZALEZ. GRACIAS Y FELICITACIONES POR TU TESTIMONIO DE FE Y AMOR A SAN JUAN DE LA CRUZ.PEPE FORBES SDB.CHILE 

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