miércoles, 28 de marzo de 2012



MIS SENTIMIENTOS


Otro hallazgo muy importante con respecto a los sentimientos, en relación a compartirlos e individualizarlos física  o síquicamente, es que esto no quiere decir que se deba seguirlos, sino que es para que yo me libere de su tiranía (si son de sombra). Este desahogo me ayuda para que, cuando mi mente y mi voluntad me impulsen a tomar decisiones, éstas sean libres y sanas. Ha sido un gran error deformación cultural y educativa enseñar a callar y reprimir estas voces del alma. Tal cultura y educación adolecían de este profundo error que aún hoy opaca, destruye y acompleja a las personas.
La sicología me dice que si yo quiero madurar crecer tengo que ir de mi centro a tu centro.
Soy lo que mis valores me mueven a se. Tengo capacidad (le salir de mi propio ser para comunicarme con los próximos... con él, por supuesto.
Con cariño especial para los jóvenes del año 2.013.
El lenguaje de mis sentimientos
Mis  sentimientos son un sexto sentido, el sentido que interpreta, ordena, dirige y resume los otros cinco.
Ellos  son mi lenguaje propio: cuando ellos hablan yo me veo obligado a escuchar y a veces a actuar, aun cuando no siempre comprendo el porqué. Si no tengo conciencia de mis propios sentimientos, si no los comprendo o no  sé cómo utilizarlos ni expresarlos, estoy peor que si fuera sordo o ciego o paralítico. Si no soy capaz de sentir, es como si no estuviera vivo. Los sentimientos me  hacen más humano, equilibrado.
Mis sentimientos son el mundo en que vivo.
El lenguaje de los sentimientos es un medio por el cual me relaciono conmigo mismo. Si no soy capaz de comunicarme conmigo mismo, no puedo comunicarme con los demás. Yo percibo el mundo con mis cinco sentidos y esta percepción la integro a mí mismo de manera personal y única.
Mis sentimientos son la reacción a lo que percibí por medio de los sentidos y éstos dan forma a mis reacciones futuras: si llevo en mí mucho enojo no resucito, voy a tender a ver el mundo también lleno de enojo Me afeo.
Por esto, el mundo es y será para mí lo que yo mismo creé, porque yo he influenciado ese mundo. Si soy responsable frente a mis sentimientos, soy también responsable frente a mi mundo y, con ello, adquiero la verdadera independencia y el único poder real que merece ser obtenido.
Si expreso en forma abierta mis sentimientos, no tengo necesidad de protegerme y puedo utilizarlos para interpretar el mundo en que vivo.
No puedo captar la realidad si no cuento con los sentimientos  de los que me aman y quiero. Si pierdo contacto con mis sentimientos, pierdo contacto con mis cualidades más humanas: “Siento, luego, soy”.
Mis sentimientos me delatan
Mis sentimientos son la forma en que me percibo y mi reacción frente al mundo que me rodea. Es cómo “darme cuenta y esto me hace sentir que estoy vivo. Sin sentimientos no tengo existencia plena, soy una “tabla” no tengo vida;  de luz  y, si no comprendo su aviso, no puedo atinar en la vida puedo comprenderla .
Mi apreciación de la vida es personal, de acuerdo a mis propios sentimientos y diferente a la forma de apreciar la vida que tienen los demás.
Aunque soy distinto a los demás, mi forma de reaccionar es semejante, porque los sentimientos unen a todos los seres humanos. Ni mis palabras ni mis pensamientos pueden reemplazar a mis sentimientos; ser más o menos inteligente no significa nada, ni aclara ni soluciona lo que yo estoy sintiendo.
El mundo es muy difícil; tengo que aprender a vivir, y para eso tengo que aprender a sentir con sinceridad.
Mientras más sincero sea, más energía tendré para enfrentar mis problemas. En contacto con mis sentimientos logrará ser  abierta y libre, la única forma de llegar a ser dueño de mí mismo.
Mis sentimientos son mi verdad; no puedo negarlos,
Disfrazarlos ni esconderlos, ni racionalizarlos, porque si lo hago, me producen dolor.
Debo cuidar mi reacción ante el dolor y no cerrarme creando defensas impenetrables, porque me va a resultar  más difícil manejar mis sentimientos y puedo perder de vista mi problema
 Me defiendo para protegerme de mayores daños, pero no me doy cuenta de que gasto tanta energía que me desgasto inútilmente poniendo una barrera contra la realidad. Es preferible que soporte el dolor hasta que ceda. Es una decisión valiente y adecuada.

Tengo sentimientos de luz y de sombra. Mis sentimientos luminosos me dan fuerza y bienestar, sentido de plenitud, de vida, de totalidad y de esperanza.
Mis sentimientos sombríos interfieren mi placer, agotan mi energía y me dejan extenuado, sintiéndome bloqueado, vacío y solo.
Si comprendo mis sentimientos, me sentiré abierto y libre de sentimientos sombríos y me  convertirá en una persona más elevada, más creadora y más productiva. Me sentirá más elevado, porque estará libre del peso de defensas que tienen su raíz en el temor y el sufrimiento. Será más creador, porque expresará mi energía hacia afuera en forma clara, y será más productivo porque expresará mis energías libremente, y mis sentimientos tendrán fuerza porque los expresará con naturalidad.
Es necesario que viva las etapas del dolor que producen las heridas emocionales; no debo evitar la realidad y sólo así podré resolver mi dolor en forma más completa, única forma de recuperar mis energías y, con ellas, mi creatividad y mi productividad.
Mis sentimientos deben reflejar mi presente, deben brotar de lo que me sucede ahora; por ello debo tener resuelto el dolor del pasado para tener libertad actual; no debo aprisionar el pasado, porque así me bloqueo y pierdo mucho. Debo estar libre de toda necesidad de distorsionar la realidad, para poder evocar limpiamente mi pasado, resolver mis problemas emocionales y poder así crecer y desarrollarme bien.

“Nunca te olvides que lo más importante de mi vida y la tuya es el aquí y ahora.”
 El pasado no existe, son recuerdos de luz y sombras.
Las cosas quedan…yo, ni tú somos cosas.
 No puedo quedarme trancada, por ejemplo, con mis problemas de infancia; esos conflictos hay que abrirlos para que se conviertan en factor de desarrollo, dejar de ser dependiente de ellos y poder lograr así la meta de mi vida: la independencia y mi libertad. El objetivo de mi vida debe ser, simple mente, sentirme cómoda conmigo misma y aceptar mis sentimientos
Sin  fingimientos.
Me es difícil aprender sencillamente a ser, ¿cómo puedo lograrlo? Abriéndome a mis sentimientos. Si siento ansiedad, que es un sentimiento sombrío, puedo llevarlo a transformarse en luminoso si sé cómo manejarlo. La ansiedad, que es temor al daño o a la pérdida, me hace sentir dolor; este dolor me desequilibra y me pide una respuesta de energía, la que debo dirigir hacia afuera, hacia el punto de origen del dolor.
Sin juzgarlos.
La expresión de esa energía es el enojo. Si no puedo exteriorizar ese enojo y lo vuelvo hacia mí, lo percibo como culpa.
Esto me ocurrió porque no acepté el enojo original y el daño se volvió contra mí. Esta culpa  profunda se transforma en depresión y esta depresión puede destruirme y consumir toda su energía.
La ansiedad es el temor al daño o a la pérdida.
El daño o la pérdida llevan al enojo.
El enojo contenido lleva a la culpa.
La culpa no aliviada Eleva a la depresión.
Estos sentimientos  me surgen naturalmente cuando sufro una pérdida: la pérdida de alguien que me ama o la pérdida de su amor o de mi sensación de ser amado; la pérdida de mi propio control y la pérdida de mi auto-estima. La pérdida del amor, del control y de la auto- estima me hace utilizar un determinado tipo de defensas para manejar dicha pérdida, y la forma como encaro esta percepción depende de mi propio desarrollo emocional que consiste en expresar al momento lo me pasa aquí y ahora.

 Me cuesta admitir mis imperfecciones, estoy convencido de que debo ser perfecto y vivo tratando de probar que no tengo defectos. Como no es así, es preferible que yo encare mis defectos y aprenda a manejarlos y no que trate de negarlos. Me sentiré liberado una vez que acepte realmente la idea.
¿Quién, si no yo, puede saber con certeza lo que siento de verdad? La responsabilidad de mi propio viaje por este mundo está en mis propias manos. Es y será así.
En mis sentimientos puedo resolver los errores del pasado y los problemas de mi futuro desarrollo. Puedo ir
del daño a la curación, del dolor al hiencstai de la fantasía a la realidad y ala aceptación de mí mismo.
Cuando aprenda a permitir que mis sentimientos son naturales, el mundo que percibo podré cambiado y volverlo más real y yo mismo seré más seguro y sincero en mi apreciación de dicho mundo y lograré así la felicidad de mi propia realización.
No temeré ser yo mismo.
¿Quién soy yo? Soy la persona que experimenta sus propios sentimientos y crea su propio mundo.
Daño y pérdida
Cuando me siento dañado o lesionado, me siento “mal”. He perdido algo. Si es importante mi pérdida, es importante mi daño. Soy vulnerable a esta pérdida y lo acepto así Si finjo que no estoy herido, me engaño a mí mismo y me subestimo, porque ello significaría que no me importa nada de mí mismo, de mi mundo, de los que viven en él. Si no me importa la pérdida, significa que no soy muy profundo en el grado de compromiso con el mundo.
Si formo lazos superficiales es porque tengo temor de acercarme demasiado a otras personas; tengo miedo de que me abandonen, de que me traicionen o me rechacen, aunque aparento que nada me llega. Pero si me aíslo de otras relaciones, sin duda tendré poca felicidad, porque, por huir del dolor, me aíslo de la dicha. Si creo defensas rígidas viviré un mundo neutro, sin color, sin movimiento ni variedad. Tantas defensas opacarán y aburrirán para siempre la visión del mundo. Mi miedo es creer firmemente en el mal. Viene de mi yo cerebral.
La alegría se opone a mi dolor, con ella me nutro. Si no soy capaz de aceptar que puedo ser herido, tampoco seré capaz de dar placer a otros. Debo abrirme a ambos casos. Abrirme significa que soy vulnerable, que soy capaz de sentirme herido y también de dar placer Mi alegría es creer firmemente en el bien. Viene de mi yo divinizado.
El primer paso para comprender mi dolor de ser herido, y también para sobreponerme a él, es descubrir qué significa una pérdida para mí.
 Si soy infantil, sufriré la pérdida de la protección que me daban otras personas, y si no quiero abrirme, me colocaré a la defensiva, por que prefiero ser protegido a quedar abierto a la herida.
Debo convencerme fuertemente de mi bondad y de mis fuerzas interiores y convencerme también de que sea lo que sea lo que sea de mi cambio, seré capaz de encararlo de alguna manera.
Es importante que yo sepa que, cualesquiera sean, mis defectos no son únicos, ni muy diferentes de los de otros, ni tan graves como yo creo; si averiguo bien, yo no me cambio por los demás.

Si trato de ocultar mis problemas, los hago más evidentes y más difíciles de corregir. No debo ocultar mis faltas sino ocupar esa energía en corregirlas. Tengo derecho a ser feliz.
Debo averiguar por qué me siento herido, qué me duele; aceptar que no soy perfecto y no proyectar la imagen de alguien que no soy, para verme y comprenderme con todas mis fallas y así poder sobreponerme a ellas y crecer como individuo.

Mis energías debo ocuparlas en la búsqueda de la verdad y de lo que me ayuda a crecer y a decidir lo que es mejor para mí Descubrirá que no soy tan bueno como esperaba, aunque soy mejor de lo que temía.
 Tengo la responsabilidad de corregir las fallas que son posibles de corregir Y de aceptar aquellas que no lo son. En cuanto a sentimientos heridos y de perdida, me impresiona constatar cuánto nos parecemos todos.
Me acostumbré a preguntarme: ¿quién está produciendo tales sentimientos dentro de mí: mi yo profundo o mi  yo cerebral? Y según sea uno o el otro, opto.
La oportunidad en cuanto al tiempo es muy importante en materia de sentimientos. Si soy incapaz de ex presar mis sentimientos heridos, me veo atrapado por defensas que controlan mis reacciones, falseándome a mí mismo.

Si guardo mi dolor, desgasto mis energías luminosas, la vida me parece menos dichosa, mis pensamientos y sentimientos no tienen libertad y mi concentración y productividad disminuyen.
Al acumular el dolor causado por una herida, éste continúa buscando expresión; pero mis defensas lo retienen, entonces todo mi mundo se tiñe de sombras y todo lo que ocurre en mi mundo y fuera de él, me parece sombrío.
 Son pequeñas bombas de tiempo, que, sumadas, estallan.
Tengo que identificar la causa original de la herida y sufrir y lamentar la pérdida inicial que la provocó. Nada puede resolver mejor mi pérdida que sufrirla y llorarla. Usar el cable a tierra;
Corno es debido. Para esto debo reconocer y admitir mi herida y mi pérdida, con valentía; si no es así, viviré con una sensación de estar incompleto y eternamente triste. Mis lágrimas limpian mi alma.
Mis heridas son la reafirmación de mi capacidad de establecer lazos de afecto, de comprometerme emocionalmente en el mundo y de hallarle sentido. Si yo viviera una vida inmune a las heridas, viviría una vida inmune a la dicha.
No puedo evitar el dolor si aspiro a estar abierto a la felicidad. Para esto, naturalmente, debo tener claro qué es lo importante para mí.
”La que quiere ser mi discípula que tome su cruz todos lo días y sígueme
Expresar los sentimientos
¿Qué debo hacer cuando he sido herido? Simple mente decir: “Estoy herido en mis sentimientos cuando hiciste ‘tal o cual cosa’ “. Así restablezco el equilibrio de mis propios sentimientos, porque el sentirme herido desgasta mis energías. De esta manera, mi herida será problema de la otra persona, con quien la provocó: mi dolor o enojo legítimo debe ser expresado, mis sentimientos deben fluir naturalmente y resolver los problemas cuando se presentan, en forma directa y sincera.

Si no logro aprender algo acerca de mí mismo cuando me hieren, habré perdido una oportunidad de crecer o de cambiar en cuanto a mi forma de encarar el mundo, así como de verificar la validez de mis expectativas. Con mis expectativas determino de qué manera contemplo por anticipado al mundo.

Por eso, mis expectativas son fuentes potenciales de heridas.
Mi vida está llena de expectativas y también está llena de desilusiones. Debo darme cuenta de que me llenaría de desesperación si mis expectativas carecen de realidad. Debo entender que los demás no están en este mundo para servirme ni para compensar mis pérdidas. Los otros están también para hallar su propio camino lo mejor que puedan.
Si pierdo algo importante, me siento herido. Más herido me siento si finjo que no es así. Si espero más de lo que puede ofrecerme la realidad me coloco en posición de ser herido intensamente y sin necesidad.

Sentimientos de ansiedad ¿son de  sombra o de luz?
Mi ansiedad es el temor a ser herido o a perder algo y, aunque el temor sea real o imaginario, mi sentimiento es el mismo .Puedo tener sentimientos de temor, miedo, irritabilidad, agitación, preocupación, impotencia, inseguridad, tensión, nerviosismo, cobardía, terror; en fin, grados diferentes de mi sentimiento de incertidumbre en cuanto a mi propia seguridad.
Cuando siento temor, éste me está alertando para que me defienda; si finjo que no lo tengo, en nada me beneficio. Mi propio organismo reacciona ante el temor. La intensidad de mi ansiedad depende de la severidad de la pérdida inminente, de la cercanía de la amenaza, de la importancia de la pérdida, de mis fuerzas .Mi ansiedad mas grande es la de de “perderme eternamente”

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