SIN “LIBERTAD HUMANA”NO HAY AMOR NI
VIDA FELIZ
El cristianismo supone mi
liberación personal. ¿Cómo puedo cumplir los mandamientos del Señor, si no
desplegamos la propia libertad? ¿Cómo nos lanzaríamos a amar a un enemigo, sostenidos por la gracia, sin el impulso de la libertad
personal?
Sino que lo reclamo a cada momento. Esto me hace ejercitarla sin cesar.
Así la impulsa y la desarrolla. Luego, con la intervención del Espíritu de
Jesús, Dios la perfecciona y ME lleva a plenitud.
Dentro de este contexto, mi proceso de la liberación personal
representa apenas el primero de tres estadios.
Hay
un segundo que se titula, Libertad al hacer comunidad.
Y
el tercero lleva como título, Liberación radical en Jesús.
En realidad estas tres partes
se exigen entre ellas y se complementan recíprocamente.
La
libertad personal apunta hacia el amor. No sólo el amor al prójimo, sino
también al propio yo, a la vida y al cosmos. Pero, sobre todo, la libertad que
Dios me la ha dado para hacer una alianza de amor y amistad con cada uno de
nosotros.
A
impulsos de la libertad creciente, se vuelve más y más libre para amar,
Hay una interacción, como todos
sabemos, entre autoestima
y liberación personal.
A
mayor libertad personal corresponde mayor estima de si mismo.
Y
cuánto mas crece mi autoestima tanto más aumenta mi esfuerzo por conseguir mi liberación personal.
Mi autoestima en realidad,
constituye el fundamento de todo proceso de desarrollo personal. Porque “yo”
como persona quiero tomar entre mis manos la empresa fundamental de cambiar,
crecer y avanzar en pos de mi propia plenitud. -
En fin, la conexión entre
autoestima y realización personal resulta más clara y evidente. Lo que me parece más sorprendente todavía es el vínculo
entre mi y los de más es sin límites
porque;
El AMOR
DIVINO NOS ASUME INFINITAMENTE y así neutralizar las antipatías que llegan.
Otro tanto es válido en mi vida
espiritual.
Mi propia estima me permite la acogida del amor eterno e infinito
de Dios.
A propósito de mi autoestima, conviene advertir que ella, igual
que otros estados de ánimo, se halla bajo el influjo de mi libertad.
Cada quien escoge, más o menos
conscientemente, entre el amor y el rechazo, entre la estima y la desestima de mi
mismo.
Entiendo por autoestima la
capacidad que tengo de experimentar lo
valiosa, capaz y bella de mi propia identidad, con la consiguiente
valoración, confianza y estima respecto
a mí mismo.
• RASGOS DE MI PROPIA IDENTIDAD
Autoestima, AUTOIMAGEN:
EN POS DE LA IMAGEN DE DIOS
• COMPARTIR INTERNO Y
AUTOCONSTRUCTIVO
Para hablar de mi propia
identidad, de ordinario, empleo el verbo
“ser”. Cuando alguien afirma que es de un modo u otro, es probable que se
refiera a su propia identidad. Semejante referencia puede ser más o menos
exacta. En todo caso, el empleo del verbo sugiere que, lo sepa o no, la persona
toca o, por lo menos, se acerca al área profunda de mi centro personal.
El ser humano se deja
influenciar por diversas fuentes de información cuando intenta hablar acerca de
su identidad. Entre tales fuentes destacan, de manera especial, la Fe y la
ciencia.
De la ciencia y del
cristianismo he tomado los
Siguientes datos acerca de la
identidad humana.
Entonces resulta que, de
acuerdo a la ciencia y a la fe el hombre
es, a nivel de su identidad, un ser merecedor de estima y respeto.
Con estos datos, aunque breves,
resalta de inmediato el valor, capacidades y hermosura de la identidad humana.
Por esto, precisamente, cada
quien merece estimarse y respetarse a sí mismo
SOY HIJO ESPIRITUAL DE LA LUZ
DIVINA.
En este punto presupongo, con
la Biblia y la psicología actual, que el humano es más que el alma sola. Aunque
ésta perdura más allá de los cambios, del devenir personal y de la muerte, no
representa la totalidad de la persona humana. Esta es, de hecho, la unidad
sustancial de alma y cuerpo. Por tanto, la dimensión corporal pertenece a su
esencia más profunda, íntima. Soy hijo humano de Dios Padre.
Por otro lado, de acuerdo a la
física contemporánea, los átomos que configuran mi cuerpo humano contienen partículas
subatómicas. Estas son como las bolitas
de plomo o municiones que las escopetas disparan. En realidad, las partículas
subatómicas aparecen como paquetes de energía.
Y se comportan, en definitiva
como ondas de energía
La energía puede ser equiparada
a la luz. En efecto, la luz es energía. Entonces resulta adecuado afirmar que la
persona, en su dimensión corporal, es
luz”. Esta afirmación, obviamente, nos remite a la Biblia. En el
Nuevo Testamento, a partir de
Jesús, se sostiene que el hombre es luz.
Por ejemplo, Jesús señala con énfasis positivo:
UDES son la luz del mundo...
Brille vuestra luz ante las personas de modo que al ver las buenas obras,
glorifiquen al Padre del cielo”
Mateo 5,14. 16.
Es patente que esta afirmación
tiene una connotación espiritual y no de tipo físico. Sin embargo, vale la pena
recordarla para dar relieve a lo que nos dice la física:
Tú eres luz, porque tu cuerpo
está hecho de energía.
1) Adopta una postura corporal
cómoda, Fija tu mirada en los colores y en la luz que hay en tu ambiente. Relájate,
cierra tus ojos toma aire 60, 60,60. deja que la tierra atraiga, hacia su
centro, las distintas partes de tu cuerpo.
2) Durante tres minutos repite,
una y otra vez;
“soy
luz”, “soy luz”, “soy luz”.
Si quieres, puedes tener los
ojos abiertos para ver los rayos del sol o alguna otra luz. Si prefieres, cierra tus ojos e imagina una luz. Si
no quieres visualizar la luz, simple mente concéntrate en la palabra “luz”, y repite con tranquilidad, soy
parte de esa luz: “soy luz”.
3) Detecta las sensaciones y
sentimientos que experimentas después de estar repitiendo, durante sólo tres
minutos, “soy luz”.
4) Advierte que, cualquiera que
haya sido tu experiencia, la luz es positiva, constructiva, hace posible la vida,
da lugar a los colores, hace posible la visión y llena de hermosura y de
primores esta tierra.
5) Por tanto, si no has
conseguido despertar sentimientos de
autoestima con la simple repetición de la frase, “soy luz”, puedes despertar en ti mismo la sospecha de ser
merecedor de estima y respeto porque eres luz.
6) Elige si, de hoy en adelante, cada vez que veas una luz especial —el
amanecer, el sol, alguna lámpara, el crepúsculo, la luna, las estrellas, el
brillo de una sonrisa, etcétera—, te quieres repetir: “soy luz”, “soy luz”,
“soy luz”.
Si tienes un grupo comparte con
tus compañeros la experiencia que has tenido con este ejercicio.
Con tu comunidad o en forma personal, reconoce que está en
manos de tu libertad la posibilidad de reconocerte como luz, esto es, como una
criatura esencialmente bella, positiva, benéfica, capaz y valiosa.
.Existo porque soy triunfador
1. RASGOS DE PROPIA IDENTIDAD
• Física LUZ (Energía)
• Biología TRIUNFADOR
• Psicología PERSONA
• Cristianismo HIJO
DE DIOS
Como sé, por así decir, primero
fui una célula de mi padre. En una relación íntima con madre, él me depositó en
su seno maternal junto con otros 100 o 120 millones de “hermanos ESPERMIOS”
Todos querían llegar a la misma
la vida que tu madre había preparado al corrieron hacia esa célula maravillosa,
el don de la vida.
Pero tu llegaste a la meta
primero que ellos. La membrana de la perla materna se abrió y te acogió como si
te estuviera esperando. Apenas entraste tú, la puerta se cerró. En condiciones
normales, ningún otro consiguió entrar.
Con un triunfo tuyo, tú mismo
conquistaste el regalo de la vida. Sí. Es verdad. Mi vida es un don de Dios. Me
lo ha concedido por medio de Mis padres. Sin embargo, decidió entregártelo
mediante tu propia libertad e iniciativa. Quiso que yo desplegando mi pequeña
libertad de entonces, lo conquistara con una victoria mía.
Después de fusionarse el núcleo
de mi célula masculina con el núcleo de la célula materna, me convertí en un
triunfador. Efectivamente, de esa célula inicial proceden todas las células que
actualmente configuran mi cuerpo. Así que, sin retóricas ni redundancias, yo
soy un triunfador. Existo porque soy triunfador. Si no lo fuera, no existiría.
1) Adopta una postura corporal cómoda y relajada. Escuchas los sonidos
que hay en tu ambiente. Cierra tus ojos y deja que mi ánimo se tranquilice.
2) Advierto que soy libre de seguir obviando que soy triunfador o de
continuar aumentando la conciencia de que Dios me ha dado la vida con un
triunfo mío.
3) En cualquier caso, nada me
cuesta disfrutar ahora la experiencia de repetir, durante dos o tres minutos, “existo,
porque soy meta: la perla preciosa de calor de su vientre. Todos querían
conquistar ser triunfador”. ‘Existo, porque soy triunfador”. “Existo, porque
soy triunfador”.
4) Si he decidido seguir
incrementado la conciencia de que soy triunfador, planeo la forma de repetir
cada día la frase, “existo, porque soy
triunfador”,
5) Concretiza tu afán de seguir
triunfando, haciendo referencia a tu proceso de liberación personal. Esto
significará que, apoyado por la gracia.
Quiero
triunfar desarrollando mí libertad para
amar.
6) Convertirte, por último, en un
observador de mí mismo.
Reconozco que soy triunfador y, por lo mismo, aparezco como un ser lleno de
posibilidades, capacidades y valores.
Si cuento con una “comunidad”, establezco un acuerdo con
ellos, de forma que unos a otros nos estimulemos a triunfar en el logro de la
libertad para amar.
Soy persona
De acuerdo a la Biblia, como he
insistido ya el ser humano posee la dignidad y el valor de persona.
Esta concepción del hombre, sin
embargo, ha sido asumida por ciertas corrientes filosóficas como el personalismo.
También la corriente humanística de psicología hace suyo ese concepto de
hombre.
Sobre todo en el enfoque
“centrado en la persona” de Carl R. Rogers, la idea de persona se transforma en
algo real y tangible.
A partir de ciertos rasgos
mensurables y concretos, se produce el proceso de convertirse en persona”.
Cierto,
cada ser humano es una persona.
Nadie lo niega ni lo duda. Es una realidad aceptable. Sin embargo, todo
individuo es persona solamente en forma potencial. Tiene la posibilidad de convertirse
en persona, porque es persona en “desarrollo”.
C.
R. Rogers, El proceso de convenirse en persona. Buenos Aires, Paidós, 1975.
Toda semilla, necesita germinar
y desarrollarse y alcanzar su plenitud.
El camino ordinario para convertirse
en persona es, más que nada, la experiencia del amor incondicional. Cuando
alguien te ama sin condiciones, te hace sentir que eres valioso y merecedor de
estima y respeto. Te hace sentir que eres valioso a nivel de tu ser o
identidad, sin ninguna referencia especial a lo que hagas o poseas.
Sin embargo, también puedes
intentar un camino personal para reconocerte persona. En la medida, en que como
tal, consiga sentirme o intuir que soy digno de estima y amor.
1) Adopta una posición corporal
cómoda. Escucha los sonidos del lugar. Percibe
los colores que te rodean. Capta la temperatura de tu rostro. Suelta tu
respiración.
2) Recuerda algunos detalles que te caracterizan como un ser “único e
irrepetible”: tu cuerpo, rostro, modo de sentir, opiniones, etcétera.
3) Despliega tu autoconciencia y advierto el color de la ropa que llevas
puesta, el peinado de tu cabello, el ritmo de tu respiración, el sentimiento
que ahora predomina en mi ánimo.
4) Evoco alguna experiencia en
la que yo me reconozco propietario o responsable de mis pensamientos,
sentimientos o comportamiento. Revivo ese momento en que me sentí responsable.
¿Qué veía en esos instantes? ¿Qué escuché en ese lugar? ¿Qué sentía en mi
cuerpo y en mi ánimo al admitir mi propia responsabilidad?
5)
Recuerdo en mi memoria alguna ocasión en
que, en modo consciente y deliberado, he utilizado mi libertad personal. Miro
el lugar donde tuve esa experiencia. Escucho de nuevo lo que allí oí. Siento en
mi cuerpo y en mi ánimo la sensación y el sentimiento que entonces experimente.
6) Revivo alguna situación en
la que desplegué, concreta y efectivamente, mi capacidad de amar. Vuelvo al
lugar donde ocurrió. Veo y escucho lo que allí veía y escuchaba. Lo siente de
nuevo.
Soy imagen de Dios
Dios lo creó;
El impulso interior hacia mi
prójimo y hacia alguna acción que me acarreó bienes.
7)
Recojo en una especie de fotografía las cinco escenas o imágenes en que me revelo
como un ser UNICO e IRREPETIBLE,
AUTO-CONSCIENTE, FELIZ, RESPONSABLE, LIBRE y CAPAZ DE AMAR.
8) Mientras contemplo en mi
mente esas cinco escenas, repítete una y otra vez durante tres minutos: “soy persona única”, “soy persona única”,
“soy persona única”.
9) Establezco en qué momento
del día me puedo garantizar la repetición de esta misma experiencia.
Si formo parte de una comunidad
de buscadores de excelencia, planea junto con tus compañeros un camino para
impulsarte recíprocamente en el proceso de convertirse en personas.
Tal vez, por cuenta propia,
pueden desplegar la actitud de amor y respeto recíproco, con el fin de acelerar
dicho proceso. Aunque, por ahora, el acento recae en la realidad de persona.
Simplemente porque;
Somos personas acreedores de la
auto estima, LINDA.
Y creó Dios al hombre a su
imagen; a imagen de varón y hembra los creó”
Génesis 1,26-27.
En efecto, todo lo que CREO
todo lo que hay en ti refleja, de alguna manera, el ser mismo de Dios. En verdad imagen de Dios. De ahí que el
salmista alabe a Dios por la creación del ser humano:
“Lo has hecho poco menos que un
dios, de gloria
y honor lo has coronado, le has
dado el mando sobre las obras de tus manos; todo lo has sometido bajo sus pies”
(Sal 8,6-7).
Porque el h está hecho a imagen
de Dios, es
posible que Dios sea representado, como hace la Biblia, con imágenes y
comparaciones humanas. Tanto más que, en la plenitud de los tiempos, Dios mismo
en la persona de su Hijo, se hizo hombre.
Jesús, en efecto,
“es la imagen de Dios invisible.” Efesios1,15, “pues en él reside corporalmente
la plenitud de la divinidad” Efesios 2,9.
En razón de esto, san Ireneo explica que, para crearnos a su imagen y
semejanza, Dios nos hizo a imagen de su Hijo que se encarnaría en el tiempo
establecido por El.
En consecuencia, todo lo que
hay en ti está hecho a imagen
•
CUERPO
(vida, sentidos, cerebro, etc.)
•
PENSAMIENTO (representación
memoria, conocimiento, etc.)
• SENTIMIENTOS (estados de ánimo, emociones, etc.)
•
COMPORTAMIENTO
(capacidad de actuar y crear)
•
LIBERTAD PARA AMAR•
ALMA o IDENTIDAD
1) Toma una postura corporal
cómoda y relajada. Suelta tu respiración. Percibe los colores y sonidos de tu
entorno.
2) Revisa tu cuerpo y fija tu
atención en alguna de sus cualidades que más te sorprenden.
3) Piensa, por unos momentos,
que eres capaz de pensar. Piensa en las enormes posibilidades que tu
pensamiento te ofrece.
Ya en sí la palabra persona
sugiere que cada uno es valioso, capaz y digno de estima y respeto. Aquí, en el
ser personal de cada criatura humana se fincan los derechos humanos.
En la Biblia, que para judíos y
cristianos es palabra de Dios, encontramos una especie de diálogo divino. Como si Dios, deliberando, decidiera desplegar
su capacidad ilimitada de amor. Parece encontrarse ante un proyecto
especialmente importante para El.
“Y dijo Dios: ‘Hagamos al
hombre a nuestra imagen y semejanza; que ellos dominen los peces del mar, las
aves del cielo, los animales domésticos y todos los reptiles’.
4) Advierte cuál es tu estado de ánimo o sentimiento que
palpita, ahora mismo, en tu corazón.
5) Reconoce tu habilidad para
actuar y considera algún pensamiento u obra original que tú podrías crear. ¿Te la
puedes?
6) Admira tu propia libertad, sobre todo tu libertad para amar. ,
7) Valora tu centro personal o alma que da cohesión
y unidad a todas las distintas partes de tu personalidad.
8) Teniendo en mente uno o más
de estos atributos de tu ser, repite con admiración y gratitud,
“soy una imagen de Dios”, “soy
una imagen de Dios”, “soy una imagen de Dios”. ¡Que hermoso!
Tómate dos o tres minutos en
esta toma de conciencia.
9) Comparte con alguien la
experiencia que se aviva en tu ser al reconocer este rasgo central del núcleo
de tu identidad.
Si este ejercicio ha sido realizado
en grupo, entonces pueden ayudarse unos a otros a elaborar un plan.
Se trata de garantizar un
momento cada día para reavivar la conciencia de ser, cada uno de nosotros, una
“hermosísima y acabada imagen de Dios”, como nos recuerda san Juan de la Cruz.
Soy HIJO de Dios
El único Hijo de Dios desde
toda la eternidad, es Jesucristo.
Nosotros llegamos a ser hijos de Dios a través
del mismo Cristo.
En el prólogo de su evangelio,
san Juan describe al Hijo de Dios encarnado como la
“luz verdadera”. Luego afirma, “a los que la recibieron los hizo capaces de
llegar a ser hijos de Dios,” Juan 1, 12.
Por medio del bautismo, que en
las religiones no cristianas ocurre a nivel de un deseo implícito, los hombres
somos renovados en el núcleo más profundo de nuestro centro
personal. Esto lo
sostiene Jesús cuando dice a Nicodemo:
“Si uno no nace de agua y
Espíritu, no puedes entrar en el reino de Dios. De la carne nace carne, del
Espíritu nace espíritu. No te extrañes si te he dicho que hay que nacer de nuevo”
Juan 3,5-7.
Por el poder del Espíritu y
unidos al Hijo, llegamos a ser verdaderos hijos de Dios. Así todo creyente “es
una criatura nueva.” 2 Corintios 5,17.
-
El núcleo, pues, de tu identidad consiste en que eres hijo de Dios. Nada hay en
ti que sea más valioso, profundo, digno de estima y perfecto que tu realidad de
hijo de Dios.
Delante de ti mismo, estás
frente a la joya más preciosa del universo. Tu ser o identidad de hijo de Dios
vale más que todo el universo. En cuanto hijo de Dios eres más precioso, capaz
y digno de estima que todo lo mejor de la creación. Tus posibilidades, en
cuanto hijo de Dios, son de veras ilimitadas. En unión filial con Dios eres un
tesoro de gracia y hermosura, que merece todo res peto y estima.
En
concreto, pues, eres “partícipe de la naturaleza divina.” 2 Pe 1,4. Imagínate
injertado en el ser de Dios. Así Dios te comparte, en germen por ahora y
plenamente en la eternidad, lo que El es, sabe, puede y goza.
“Ved
qué grande amor nos ha mostrado el Padre: que nos llamamos hijos de Dios y lo
somos... Ya somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que
seremos. Nos consta que, cuando aparezca, seremos semejantes a él, pues lo veremos
como él es”
1 Juan 3,1-2.
1) Busca una posición corporal
confortable. Goza lo que hay de bello a tu alrededor. Escucha los sonidos del
lugar. En cuanto a tu cuerpo, tú sabes cómo experimentar sensaciones placenteras
como las que sientes con el calor de los rayos solares en un día invernal...
2) También puedes sentir que la
hermosura, capacidades, valor y gracia de tu identidad, en cuanto hijo de Dios,
superan toda descripción.
3) Sumérgete en el océano (le
tu grandeza y posibilidades con sentimientos de gratitud, respeto, estima y
amor...
4) Sabes, por experiencia, lo
que es la sorpresa y admiración ante algo que te fascina. Este es el estado de
ánimo que tu identidad de hijo de Dios puede despertar en ti mismo.
5) Llevado de la gratitud,
estima y admiración repite durante tres minutos:
“soy
hijo de Dios”. “Soy hijo de Dios”. “Soy hijo de Dios”.
6) Escoge una hora especial,
como puede ser el último minuto antes de quedarte dormido, para repetirle a Dios
Padre con toda la fuerza de tu amor y gratitud, “Padre, soy hijo tuyo”. “Padre,
soy tu hijo”. “Padre, soy tu hijo”.
7) Búscate o crea la
oportunidad de compartir con alguna persona esta toma de conciencia de tu
identidad de hijo de Dios.
Dentro del grupo, respetando la
fe religiosa de cada participante, se puede comparte
el gozo de ser todos hijos de un mismo Padre. Al mismo tiempo planean un
modo práctico
para ser más plenamente hijos de Dios en la vida diaria. Jesús ofrece algunas
sugerencias en el evangelio.
Mateo
5,9.16.43-48.
2.
AUTOIMAGEN: EN POS DE LA IMAGEN DE DIOS
Cada uno de nosotros, en forma
relativamente Inconsciente, posee una imagen de sí mismo. Así como sabemos
reconocer la propia figura dentro de la fotografía de un grupo, de igual manera
reconocemos las características de nuestro propio yo. Poseemos un concepto
implícito de nuestro modo de ser. Sabemos, más o menos, cómo pensamos, sentimos
y actuamos, Al admitir que tenemos un determinado carácter o personalidad,
solemos aludir a la idea que nos hemos formado de nosotros mismos.
La importancia de la autoimagen
es mayor que lo que de ordinario reconocemos. Ella es como un filtro, Sólo deja
pasar los pensamientos, sentimientos
y conductas que corresponden a sus rasgos y características.
Si te consideras “tímido”; te comportas con timidez. No
aceptas hablar en público. No te atreves a enfrentar a los poderosos o a las
autoridades. Si piensas que eres “fuerte”, no te vas a permitir sentimientos de
compasión, de fragilidad, de tristeza. Si estimas que eres “brillante”, no vas
a tolerar pensamientos confusos ni ideas imprecisas ni información incompleta.
Lo grave viene cuando la
autoimagen es decididamente negativa. Sucederá entonces que la mayor parte de
tus pensamientos,
Sentimientos y comportamiento
serán de sombras o destructivos.
Tú
eres luz. Pero tu luz se proyecta de acuerdo a la imagen que tienes de ti
mismo.
Imagina un proyector de cine
que ya ha sido Encendido para que tenga el necesario calentamiento, Su luz se
proyecta informe y se desparrama por toda la sala. Entonces recortas la forma
de una estrella en un pedazo de cartón negro. Lo colocas sobre la lente. En
consecuencia, la luz se proyecta ahora con la figura hermosa de una estrella.
Otro tanto sucede en tu vida.
La luz que tú eres, tu potencial como triunfador, tus talentos de persona, tu
valor como imagen de Dios y tu dignidad de hijo de Dios se proyectan de acuerdo
a la imagen que tienes de ti mismo.
Esa autoimagen, por otro lado,
es el factor que determina con mayor fuerza la autoestima. Si la imagen de ti
mismo resulta bella, atractiva, valiosa, capaz y rica en posibilidades,
entonces experimentarás sentimientos de autoestima.
En cambio, si la imagen que te
has formado de ti mismo es fea, desagradable, de poca valía, de escasas
posibilidades, entonces te resultará casi imposible la estima propia.
2.1 Cambio de la imagen de sí
mismo
La psicología actual, en
especial “LA QUE USAMOE EN EJE” nos ofrece buenas noticias respecto a la imagen
de si mismo. La podemos cambiar.
“la sicología humana experiencial”TQM.PEPE
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